martes, agosto 06, 2013

Unimembres



Iba para San Francisco, asiento de ala y motor, y vagamente tentando en el ruido Modern Times
a través de los audífonos el álbum de la primavera “Spirit on the Water”. Era noche, ¿lloraba la
noche? Profunda allá abajo la imagen del valle de luna tal vez el set de una vida tal vez el
escenario que me proponía ver y habitar antes de dormir, cada noche. Si tú vas a San Francisco, no olvides. No olvido. Una larga cola de aviones que despegaban uno a uno en el aeropuerto de Houston. El caribeño cerrado, como galvanizado bajo una capa de decisiones rotundas, había entrado al avión. Una tormenta eléctrica a lo lejos sobre continentes de temblor. Me entredormía sobre las cartas de un Tarot privado. El futuro era el ayer.

En la mitad del 2004 tenía el vicio ya arraigado de husmear entre los Cds usados en el gran almacen del quinto piso en Forward Avenue. El último disco que pesqué allí fue Love and Theft. Tengo la sombra del álbum en esta computadora. El tatuaje también quedó en el aire. El almacén cerró (lo supe en persona en octubre de 2005). Son las canciones con las que mi pequeña almita (Charly dixit) bailaba cuando vivíamos en Alderson Street. Pero los bailes producen fantasmas y hay una ardilla mirando este baile ahora, sin ansiedad.

Este disco elegíaco dice que luego tuvimos que irnos de Alderson. Recuerdo esa madrugada en que fui a tirar a la basura los últimos tres ejemplares de Road movie. Así era todo: elegíaco. Después fui a recogerlos: no iba a dejar el tatuaje o de todas maneras lo dejé. Ya no estaban las voces y mandolinas de los rusos que desvelaban a veces. Ni las fotos de los que habían tenido menos suerte y habían salido dejándolo todo. Esas madrugadas en que se toman taxis al aeropuerto.

A la medianoche llegué a San Francisco y me alojé en el Baker Hotel, a una cuadra del Barrio Chino. Recordaba vagamente (por Hitchcock of course) que la ciudad tenía bajadas y subidas. Intentaba oraciones aquella noche. Unimembres. No en el sentido de plegarias. Ahora, por ejemplo.
Este disco se detiene de noche. (No he dicho nada de la técnica, pero supongo que había pasado ya del CD player al Mp3: es igual, algo se había disuelto en la noche.) Se detiene digamos cuando se agotan las pilas. Se ve un mar de luces. Alguien despierta. Alguien se incorpora. Los  deseos como los recuerdos vuelven a su base.