Soñé con la foto en que estabas vos con tu hermano.
Soñé que te encontraba en un estadio deportivo.
En el sueño las masas cinematográficas y agitadas de los estadios.
Soñé que seguía la pasión de mis hijos.
Iban adelante siempre y hacían su rutina de volleball.
Había que seguirlos, ir de la masa al espectáculo.
Soñé que la foto estaba desapareciendo dentro de sí misma como un espejo metido en el azogue cada vez más profundo.
Por qué no escaneas esa foto? Cuántos años llevas viviendo aquí?
Pero la mudez de la foto te había contagiado.
Y yo debía volver al centro de la multitud.
Seguir un poco a la masa extasiada.
La arquitectura del estadio era la del Three Rivers.
A los pocos meses de que llegué a Pittsburgh dinamitaron ese estadio.
Y vos en el sueño en un estadio dinamitado con una foto de tu hermano?
La arquitectura de acero parecía también la de un aeropuerto.
De ahí que la sensación del sueño era la de llegada al aeropuerto de una ciudad desconocida.
De nuevo ese sincretismo de las ciudades: una esquina de la salida de León con una autopista de Boston.
Una micro santiaguina era un bus que venía de Chinandega.
El sueño derivaba en breves encuentros.
Abrazaba a Juan, un compañero del Servicio Militar.
Saludaba de lejos a mi primo.
Volvía al 31 de julio de 1986 y a la forma morosa con que fui a reitirar al cuartel el certificado de finalización del Servicio.
Los puentes de la ciudad te quería decir yo, el acero de la ciudad hará que nos vemos de nuevo.