Según el reporte de Gioconda Belli publicado en El Nuevo Diario, durante las celebraciones de los cuarenta años de Cien años de soledad, Belisario Betancur, expresidente colombiano, comparó a García Márquez con Cristóbal Colón. ("Don Belisario--testimonia Belli--comparó a Gabo con Cristóbal Colón, por haber descubierto dentro del español una nueva manera de nombrar las cosas y explorar el territorio de la imaginación como quien se adentra a un nuevo continente".)
Quizá el exceso de entusiasmo por una celebración que mucho compartimos, oscurezca la índole escandalosa de tal comparación. De hecho, se suscitaría, por lógica común, la sospecha de que lo que Betancur dice es que hay un carácter colonial agazapado en la novela de Macondo. Por cierto, el homenaje no dejó de tener cierto sabor costumbrista, folklórico, e, incluso, cursi, con las consabidas mariposas amarillas que fueron soltadas por miles provocando ciertas reminiscencias que no hay por qué dejar de considerar literarias.
A Belli le parece que este tipo de homenaje es uno de esos momentos escasos en que el poder político le rinde culto al poder letrado. Pero hay que fijarse bien. ¿Algún letrado latinoamericano saldría bien parado al ser comparado con Colón? ¿Una celebración costumbrista—más exactamente macondista—de Cien años de soledad, le rinde homenaje de verdad a la novela? ¿No puede ser leída este tipo de maniobra justamente como lo contrario, es decir, una consagración política de las partes más discutibles de la novela?
En la televisión, el mismo día en que Belli publica su reportaje, un comentarista letrado dice en la TV que Cien años de soledad demostró que “al fin (los latinoamericanos) teníamos novela”. ¿Y por dónde andaba Asturias (para poner un solo ejemplo cercano) durante los años 30s cuando escribía esa tremenda novela latinoamericana que es El señor presidente? ¿No está el superestrellato del Gabo oprimiendo las soledades repetitivas de nuestros bienpensantes, llevándoles al desván de las ideas abusadas?
Críticos como Erna von der Walde han ayudado a definir el macondismo. Consiste éste en la adopción por parte de la elite y los medios colombianos (y podría añadirse: de los disímiles contextos de Latinoamérica) de las partes de Cien años de soledad que con más evidencia marcan el exotismo y la “otrificación” latinoamericana. Las mariposas amarillas han derrotado a la matanza de las bananeras. Colón como camarada de García Márquez podría ser el despliegue subconscientemente razonado de esta transformación.