En los 70s, en Nicaragua, había tres referentes amplios de la imaginación, todos de producción autóctona. Las canciones de Carlos Mejía, las peleas de Alexis Argüello y, como gran subconciente político, el FSLN clandestino.
En los barrios, la gente vagabundeaba de casa en casa buscando aquella que tuviera TV para ver la pelea de Alexis, porque eran muchas y una en singular. Sus victorias se las celebraba con cohetes, y uno madrugaba por ver las peleas que eran al otro lado del mundo.
A un lado de la famosa pelea en Zaire de Alí y Foreman, las milimétricas, vertiginosas y disciplinadas victorias de Argüello. Algo de esto podría escribir quizá Escalera derrotado dos veces por Argüello--y estoy extrañando no poder discutir estos detalles con mi padre.
(En este punto la Wikipedia pareciera imprescindible: "Argüello defendió este título algunas veces, ascendió en categoría de pesos para retar al Campeón Mundial de Pesos Ligeros Junior Alfredo Escalera en Bayamón, Puerto Rico, en la que fue llamada por muchos La Sangrienta Batalla de Bayamón. Escalera había sido un campeón duro, con diez defensas de su título, y había destronado a Kuniaki Shibata en 2 rounds en Tokio. En la que algunos autores (incluyendo los autores del Ring Magazine) consideraron una de las más brutales peleas de la historia, Escalera le había golpeado el ojo, la boca y la nariz, pero su puntuación comenzó a descender cuando Argüello lo acabó, por una vez más en el Round 13.")
El boxeo no es un deporte sino una remisniscencia, y casi una filosofía. Ahora que los 70s están muriéndose, y pareciera que tienen prisa por morirse, hay que ir lentamente abriendo la imaginación de esa época, antes de cerrar la puerta.
2 comentarios:
Tanto siento lo de AA. Cada vez que voy a Nicaragua me cuentan anécdotas de Alexis Argüello y los televisores colocados afuera de madrugada en los andenes, la espontaneidad del momento, el orgullo nacional, me da recuerdos también de lo que observaba en los ochenta, de señores ancianos y humildes escuchando con gran interés a cada lanzada con de los partidos de Denis, en sus transistors antiguos. En lo personal, - no sólo por la edad- vivo con añoranza y nostalgia por los setenta, su literatura, su musica, su efervescencia política y las películas, sus contradicciones. Para mí, una década menospreciado en muchos sentidos.
Tenés razón, Bill. Particularmente, hubo buen cine en esa década, y aunque en política y a nivel global parecía haber un reflujo, fue la época más creativa del sandinismo.
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