En la construcción el perro que duerme y sueña
latente negro geométrico
rasca el vacío con la pata, corre por los desiertos de la sal
se ha incorporado tras un código secreto en el olor abstracto
los hombres creen que vigila el muro
pero guarda una negativa
un amo neanderthal corrige las especies en su sueño
en su sistema la mirada no es abrir los ojos
se dejaría arrastrar al lindero del nombre y la necesidad
a través de un paisaje menos monótono
martillean ya los hombres sobre las barracas
hay calor monocorde en los pechos
despertará en el festival incierto
de la carne y el frío
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martes, octubre 22, 2013
miércoles, junio 05, 2013
1978
En necesidad de boceto, regreso del colegio.
Desde hace semanas que rechazo y desconozco a Batman (que ponen a mediodía en la TV). Mi ansiedad va por otro lado.
Pero hoy, sin ansiedad, regreso solo. Prendo de todas formas el aparato y ponen Peyton Place.
No, esta vez no veo La caldera del diablo. Hay una interrupción.
Es el último juego del Mundial de Fútbol de 1978. Gana Argentina. Kempes, Passarella, reprise.
El fútbol no me interesa nada. (Tampoco ahora.) Pero veo (recuerdo) a la multitud celebrando, y veo, según el poema, con "una boba pupila sin destino."
Me interesa la fábula representativa no importa su consecuencia. Si hay otro, devorarlo.
He limpiado meticulosamente el recuerdo, lo importante es dejar fuera cosas.
Cuando recuerdo una lluvia o una tormenta eléctrica, hago que martillee en el libro que leo.
Así, esa multitud ajena me sirve para una lista, o mejor un boceto.
Hago la línea que se va desviando.
Dios se refugia en el alero, esperando que pase la lluvia. Hay afueras más grandes. Palmeras bajo la lluvia blanca.
Estos proyectos, te digo, son vastos. Un tatuaje a lo Papillon.
Una matemática del fútbol, con hojas que se multipliquen. Un Peyton Place de la filosofía.
El materialismo es mi sociología.
Desde hace semanas que rechazo y desconozco a Batman (que ponen a mediodía en la TV). Mi ansiedad va por otro lado.
Pero hoy, sin ansiedad, regreso solo. Prendo de todas formas el aparato y ponen Peyton Place.
No, esta vez no veo La caldera del diablo. Hay una interrupción.
Es el último juego del Mundial de Fútbol de 1978. Gana Argentina. Kempes, Passarella, reprise.
El fútbol no me interesa nada. (Tampoco ahora.) Pero veo (recuerdo) a la multitud celebrando, y veo, según el poema, con "una boba pupila sin destino."
Me interesa la fábula representativa no importa su consecuencia. Si hay otro, devorarlo.
He limpiado meticulosamente el recuerdo, lo importante es dejar fuera cosas.
Cuando recuerdo una lluvia o una tormenta eléctrica, hago que martillee en el libro que leo.
Así, esa multitud ajena me sirve para una lista, o mejor un boceto.
Hago la línea que se va desviando.
Dios se refugia en el alero, esperando que pase la lluvia. Hay afueras más grandes. Palmeras bajo la lluvia blanca.
Estos proyectos, te digo, son vastos. Un tatuaje a lo Papillon.
Una matemática del fútbol, con hojas que se multipliquen. Un Peyton Place de la filosofía.
El materialismo es mi sociología.
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