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sábado, febrero 25, 2023

Para leer a Gioconda Belli

 “¿Dónde está Inestablestán?”

 Dorfman y Mattelart, Para leer al Pato Donald 57


Ha causado revuelo la aceptación de la nacionalidad chilena por parte de Gioconda Belli. Expulsada de su país por una medida del gobierno de Daniel Ortega, Belli fue despojada, junto a otros centenares de nicaragüenses, de su ciudadanía de origen. La medida autoritaria es consecuencia de la rebelión opositora de 2018 que sigue ordenando todavía el devenir político de Nicaragua.

En cualquier caso, la persistencia de un nacionalismo fracturado, polarizado y en preparación constante de guerra civil no resulta nada novedoso en el país centroamericano. De hecho, recién a finales del siglo XX Nicaragua vivió dos guerras civiles sucesivas. Una, la revolución sandinista, victoriosa contra la dictadura somocista, pero derrotada frente a otra guerra civil: la guerra contrarrevolucionaria, en esencia una guerra campesina financiada por Estados Unidos y capitaneada por parte de la sociedad política. 

Los actores de esas guerras son todavía los actores políticos del conflicto político actual: los sandinistas, los somocistas, los chamorristas, los contras, aunque algunos han cambiado de trinchera. Porque si algo no ha cambiado en Nicaragua es la clase política. Esto quizá porque se trata de un país esencialmente cortesano en que “grandes familias” ordenan la vida política del resto. Es la persistencia de un modelo de guerra civil entre liberales y conservadores que movilizaban a sus huestes para disputar el poder, y siempre tuvieron poca capacidad de negociación y casi ausentes prácticas democráticas. Como se verá más adelante, esta cortesanía ordena incluso la vida cultural y literaria. 

La clase política sabe la importancia de agenciarse el apoyo de los Estados Unidos. Al menos desde mediados del siglo XIX siempre ha habido una parte de la élite que funciona como aliado de la potencia del norte con el objetivo declarado de tomar, o ejercer, el poder. “Por el lado del Norte está el peligro. Por el lado del Norte es por donde anida el águila hostil” escribía Rubén Darío en 1892, el poeta que dio apoyo a un gobierno liberal derrocado por decisiones de Estados Unidos. Junto con el nacionalismo fracturado, la cortesanía y el reciclaje constante de la clase política, la presencia de Estados Unidos dentro de la política del país es un asunto decisivo para entender las crisis.

Aun así, opera, creo yo, cierto exotismo revolucionario que convierte a figuras como Gioconda Belli, sobre todo cuando se ven desde el exterior, en sujetos de una solidez rotunda, alejados de las vicisitudes históricas que implica ese nacionalismo en crisis permanente. Es como si fueran personalidades colocadas más allá de cualquier historia biográfica y política. Como que conservaran en alguna parte (en sus palabras, en sus cuerpos) una pureza ideológica absoluta. 

Esto y cierta sobrevaloración de lo literario llevó por ejemplo, creo yo, a que el presidente de Chile, Gabriel Boric, invitara a su toma de posesión tanto a Belli como a Sergio Ramírez. ¿Por qué no fue invitado algún dirigente campesino o alguna feminista representativa de la nación, o al menos de esa parte de la nación que se opone al gobierno de Ortega? Es como si las personalidades de Belli o Ramírez encarnaran (y muy siglo dieciocho y muy antiguo, decía Darío) lo nacional, coherente, próximo y sin ambigüedades.

Por supuesto, yo pongo en duda tal coherencia. Lamento tener que decir algo sobre mí para justificar mi crítica. Pertenezco a la generación de la revolución y fui formado por ese proceso. Mi formación como crítico literario o cultural estuvo marcada decisivamente por las guerras civiles de los ochenta. El fracaso de la revolución fue también un escenario formativo. Me enseñó a poner en duda el nacionalismo, a verlo cruzado por muchas otras fronteras y grietas (de clase, de raza, de región, de género). Entendí ese juego algo perverso en que las élites se pelean discursivamente mientras los subalternos ponen los cuerpos (y los muertos). 

Si es que tiene sentido alguno un escenario crítico en Nicaragua, me parece fundamental la puesta en cuestión de las identificaciones dogmáticas del nacionalismo. Sin embargo, la libertad intelectual siempre ha sido muy escasa en Nicaragua. No me refiero a algo novedoso que trajo el gobierno de Ortega en el presente ni hablo de la censura de información o de comunicación. Quiero decir que desde ayer, anteayer, e históricamente la libertad intelectual es precaria en Nicaragua. Siempre ha estado, para comenzar, en manos de unos pocos, y ha estado sometida, además, a las prácticas cortesanas que ya mencioné. Escenarios en que la Gran Personalidad, que acumula poder simbólico y cultural, se traga al resto.

Por eso, uno de los ejes fundamentales de la crítica debería ser la de la relación histórica de los intelectuales y el poder. Como dije en un texto antiguo, refiriendo el asunto a nombres propios, pensar las relaciones de Darío y Zelaya, de Coronel Urtecho y Somoza, de Sergio Ramírez y Daniel Ortega. Se trataría de un proceso de comprensión cultural necesario.

En los años setenta del siglo XX, abrumado por un sentimiento de culpa debido a su apoyo a la dictadura del primer Somoza, el poeta vanguardista José Coronel Urtecho llegó a la conclusión de que entre la inteligencia nicaragüense predominaba una “resistencia de la memoria”. Eso se notaba en la insuficiencia de escritura historiográfica, pero también autobiográfica. Según Coronel, la división partidista, que llevaba a la guerra civil, obnubilaba las conciencias letradas e impedía la expresión de una identidad nacional no marcada por el partidismo. Coronel se proponía experimentar en su escritura una especie de confesión autobiográfica, intelectual y política, que conllevara una suerte de sanación o purificación. Su texto autobiográfico, no finalizado, iba a llamarse Mea máxima culpa.

Si algo produjo la revolución sandinista fue un pequeño “boom” de libros de memorias, testimoniales y autobiográficos. Quizá estos libros contradecían a Coronel, pues mostraban una desenfadada ocupación por expresar la memoria y expresarse desde el yo. Sergio Ramírez, Gioconda Belli, Omar Cabezas, Tomás Borge, Violeta Chamorro, Ernesto y Fernando Cardenal, entre otros, escribieron textos de memorias. Pero ¿pudieron superar el partidismo característico que había señalado Coronel? ¿llegaron a situarse en una posición de sanación o de purificación? 

Se requeriría, por supuesto, un análisis detallado. Pero hay un indicio político decisivo en la lectura que se hace del derrocamiento de Somoza en 1979. Tal acontecimiento ha sido leído como un ordenamiento radical de la historia nacional. Una escenificación histórica de lo popular tanto como de revivificación de lo nacional. El reinicio lustral de la historia, etcétera, es decir, todos los lugares comunes que la revolución moderna acumula históricamente. Creo que muchos de los textos memorísticos de los letrados (hay muy pocas voces subalternas, si es que hay alguna, en ese corpus) operan no orientados a un examen crítico de sí mismos y de las circunstancias, sino más bien, para apoderarse de ese momento mágico de confluencia de fuerzas sociales y culturales que fue 1979. Es decir, para encarnar autobiográfica y alegóricamente ese momento trascendental.

Apoderarse de esa representatividad, expresarla de manera coherente y sin ambigüedades, encarnarla en el cuerpo, transformarla en poder cultural. Esa me parece una operación no solo de apropiación, sino también de “resistencia de la memoria” tal como la describió Coronel. Me atrevería a decir que es, además, una operación ideológica, en el sentido en que postular una verdad absoluta puede significar operar discursivamente desde el poder. Por eso en otro texto antiguo dije que las memorias de la revolución eran memorias administrativas, memorias del y desde el poder.

Este aspecto es sin duda fascinante en el caso de las memorias de Gioconda Belli, El país bajo mi piel. Como he mencionado en alguna clase universitaria sobre este texto, la portada de una de tantas ediciones del libro (creo que de Plaza & Janes) resulta sintomática. Se mira ahí a una combatiente sandinista a la que el diseñador ha cortado la cabeza. No sabemos quién es esa combatiente anónima en un libro en el que, por el contrario, sabemos todo de la autora. El desplazamiento resulta perturbador. Dice algo quizá de una de las estructuras en que se funda la revolución sandinista. El cuerpo de la combatiente (digamos, las bases sandinistas) y la cabeza (la nueva clase cortesano-revolucionaria) que puede hablar por esa mujer anónima.

Ese tipo de desplazamiento es estructural del nacionalismo que suele invocarse desde las clases dominantes, incluidos sus escritores de izquierda. En algunos textos, memorias y poemas, se puede advertir incluso un discurso nacionalista señorial. Se extrañan los paisajes atados a un sentido de propiedad: mis volcanes, mis palmeras, mis lagos, etcétera. Sin duda este sentimiento nacionalista es muy diferente del que puede elaborarse desde otras perspectivas.

Como en otros países centroamericanos, muchos nicaragüenses salen del país buscando la sobrevivencia. Son, entre otros, mujeres anónimas, que pierden la identidad en esa maraña de la migración y la diáspora. No sabemos qué será para ellas un sentimiento nacional. El gran poeta nicaragüense, Carlos Martínez Rivas (el rival oscuro de Cardenal, y según este mismo, mejor poeta de su generación), escribió un verso que resuena bien para la tradición nacional de Nicaragua: “Patria que para qué pare parias”.

En la aceptación de la nacionalidad chilena por parte de Belli advertí, mea culpa, una operación más publicitaria y política que de necesidad imperiosa. Cierta publicidad que quizá también quiere utilizar el gobierno chileno y que involucra a su Cancillera, Antonio Urrejola y el necesario despliegue del discurso de los Derechos Humanos. Me pareció publicitaria la representatividad que se atribuye a Belli que no deja, como ya dije, de reflejar cierta fascinación exotista por una izquierda en que se archivarían de manera idealistas todos los sueños de la revolución sandinista (la “buena” y no la “mala”).

En realidad las maniobras humanitarias (y publicitarias) del gobierno de Boric se alzan  frente a un contexto complejo como el nicaragüense en que los desenlaces de la crisis no se pueden prever, pero ojalá que apunten a una salida negociada y no a una guerra civil. Más que creer dogmáticamente en el discurso enunciado por algún nicaragüense específico (y esto incluye al autor de este texto) hay que leer críticamente a los nicaragüenses, separarlos de los deseos exotistas y tratar de comprender su historia y sus complejos.


domingo, agosto 01, 2021

Algo podrido

 Something is rotten in the state of Denmark.

En Letras libres, y otros sitios, Sergio Ramírez evidencia un estado de pestilencia. El que encabeza su antiguo camarada Daniel Ortega está, como estaba el estado de Dinamarca, podrido. "De aquella revolución, sólo queda el olor de un cadáver descompuesto", dice con convicción.

En ocasiones la aprehensión ante el tufo histórico conlleva el decreto historiográfico contundente y precipitado (porque quién es uno para hablar de los resultados últimos de la revolución francesa, por ejemplo?). "De la revolución no queda nada, solo un gran pretexto retórico para envolver los actos de represión y la consolidación de la dictadura familiar de los Ortega disfrazada de obra revolucionaria de izquierda", dice en entrevista complaciente.

Se ve que el mal olor precipita juicios, e incluso cachivaches como aquel de que no hay izquierda ni derecha (o, más sofisticadamente, que "ya no se distingue entre dictaduras de izquierda o de derecha"), y que da lo mismo el Doctor Francia que Fidel Castro o Daniel Ortega que Videla.

Entre tanto organismo descompuesto, el autor no vacila en llevar un mensaje democrático al XIV Foro Atlántico "Iberoamérica: Democracia y Libertad en tiempos recios” (ver video). A dicho foro asisten figuras como la de Mario Vargas Llosa (y su hijo, también Vargas Llosa por apellidos), y los presidentes de Colombia, Duque, y de Chile, Piñera, y de Uruguay, La Calle, y de Ecuador, Lasso. Además, el expresidente Macri de Argentina, y el opositor y prófugo Leopoldo López, por Venezuela. Es decir, la derecha que se toma por democrática en América Latina (imaginamos que Bolsonaro se habrá excusado.)

En este caso no testimonia Ramírez ninguna referencia al olor que despide este cónclave. Asistió quizá con la nariz tapada. Entre tantos olores, acusados o no, sobresale lo difícil de la tarea intelectual de la presente hora en América Latina. Al parecer, algo huele a podrido desde allá, desde acá y desde dentro del propio orden intelectual.

lunes, mayo 11, 2015

Centroamérica Cuesta

La próxima semana se celebra en Managua un encuentro de narradores llamado Centroamérica Cuenta.

A mí me dio por parodiar el título: se debería llamar Centroamérica Cuesta. No por mala sangre, sino por buscar el lado irónico del asunto, si es que lo tiene.

Nadie que decida dedicarse a las letras en aquellas tierras (y cuando digo letras no me refiero únicamente al intento de profesionalizarse como escritor, sino también en otros bordes de la escritura: crítica, teoría, historia) dejará de sentir que, en efecto, Centroamérica Cuesta.

Nadie que decida proponer una perspectiva regional, es decir, centroamericana, dejará de enfrentarse con los chacales (son un símbolo palpable y fiero): los localismos, los desconocimientos, la falta de archivos y bibliotecas, el caudillismo cultural, las distancias.

Por lo general, Centroamérica es un anaquel en una perdida biblioteca (digamos, por poner un ejemplo, la de don Rafael Heliodoro Valle o la de Ernesto Mejía Sánchez) y con una casi imaginaria bibliografía elaborada a tientos, y, por la falta de interés, entregada al olvido. (Eso fue el siglo XX, y estamos en el XXI, podría responder alguien optimista. Lo que no le quita nada al deber de pensar qué tan significativos han sido los cambios en ambos siglos.)

(Alguien podría lamentar también la falta de glamour de esa Biblioteca Centroamericana que no revivirá por virtud del mercado editorial, como podría pensarse.)

¿Cuánta consciencia tenemos de la lógica de olvido que se cierne sobre lo centroamericano, en este caso tomado únicamente como archivo regional,y sin querer significar las diversas dificultades políticas, sociales y culturales de la región?


sábado, diciembre 22, 2012

De cronopios y famas



Sí, hay mucha cursilería en la recepción de Cortázar que hace la izquierda intelectual nicaragüense.

Una recepción muy poco crítica. Más bien, una recepción embelesada por la figura de Cortázar y sus tics y sus tópicos (los cronopios, lo alto que era, etc.) Vid. Casa de las Américas 145-146. Textos de Tomás Borge, Luis Rocha, Sergio Ramírez, Valle-Castillo, Fernando Silva, y una entrevista con Omar Cabezas.

Se testimonia que es muy alto, su altura deriva en metáfora de su estatura humana, e, inconscientemente, de su fama.

Luego hay una serie de metáforas totalmente esperables: Cortázar es un ángel, un mago, un ser de más allá. Interesante la reacción, diríamos, colonial.

Se usa un tono conversacional con él (el famoso apóstrofe marca registrada de Julio; oh dios, he comenzado a tutearlo) y los nombres propios en esos textos generalmente emparejados, víctimas de la felicidad conyugal: Carol y Julio, Luis y Mercedes, Claribel y Bud…

Como si se tratara de repeticiones abrumadas de José y María!

viernes, septiembre 30, 2011

Diamonds are Forever

La taxonomía mítica del sandinismo está por escribirse. Es una novela. Pero sólo un sujeto en exacta actitud secular podría estructurarla.

En algunos insomnios en que logro separar cuerpo de historia, veo atisbos. Pero al no pasar de fantasmas, protoplasmas, acaeceres desvanecidos, acabo rechazándolos.

Algunos jóvenes entregados al oficio entusiasmado del servilismo. Algunos viejos que han descubierto como filosofía variantes new age de la Guerra de la Galaxias. Algunos secretarios de edad indefinida que balbucean ideología. Todos ellos ven lo mismo que yo y tienen el mismo impedimento: no pueden escribirlo.

Anoche tuve revelación. La taxonomía del sandinismo pasa por los míticos, los arruinados y los brillantes. Sobre los brillantes habría que escribir prolongado. (Ver el Mashup que pongo más abajo).

En ocasión de elecciones los brillantes se sienten en el deber de mostrar la autoridad de su voto.

Destituyamos patrañas: 1)la comunalidad sandinista no implicó nunca (ni en los Tiempos más Éticos) horizontalidad; 2)de haber sido asi habría sido una historicista comunidad postmoderna; 3)operando dentro de la desigualdad moderna, tampoco podía traer automáticamente democracia ni en 1984 ni en 1990 (afirmar lo contrario es ir contra el espíritu utópico del término).

Todos (míticos, brillantes y arruinados) se ven en la obligación de destacar democráticamente que su voto no es igual al de la masa, que vale más: por razones de una comandancia (mítica), una operación (de pensamiento), una teología (de lo que Morales llamó Izquierda Divina), o una clase (la dirigente más allá de la ideología).

En un reciente, rutinario y coyuntural artículo que habla por la voz de los y las brillantes, Gioconda Belli respalda la candidatura de Fabio Gadea a la presidencia. El texto es histriónico: Belli encarna (o pretende encarnar) un Ente preocupado por la Decisión. Hace un Balance Objetivo, destacando la habilidad de Gadea para representar (vía Pancho Madrigal) al Campesino Nicaragüense. Estamos ante el Candidato de la Empatía.

Belli deja colonizar su texto por el hábito binario de la publicidad (¿Coca-Cola o Pepsi?) para terminar optando por la Abstracción, el Símbolo Vacío en que el costumbrismo desplaza la contradicción.

Dentro de la taxonomía del sandinismo, son los brillantes los que requieren este tipo de operación ideológica para justificar y expresar, en relación simbólica, una voluntad de poder. Lo constante y sonante del poder los sigue atrayendo como si fueran unos políticos comunes y corrientes más. Pero deben disimularlo discursivamente.

Desafortunadamente tal voluntad de poder en un ambiente intelectual empobrecido no deja penetrar demasiada complejidad estructural. Para el caso del texto de Belli, en tanto el Campesino esté representado por Fabio Gadea (mientras la estructura de poder esté en su lugar), podremos ver de forma encantada (y frívola) cualquier historia de opresión.

Al someter la elaboración intelectual al devenir estereotipado de las elecciones, es decir, del consumo de candidatos, de la binariedad superficial, se encasillan las posibilidades (¿el deber intelectual?) de pensar.


(Mashup)

1. Shirley Bassey interpreta Diamonds are Forever





2. Sergio Ramírez habla de la gente brillante

Cuando uno recuerda ese gobierno de 1979 aparecen su nombre y los de Gioconda Belli, Ernesto Cardenal y un conglomerado de personalidades que han roto con el fsln. ¿Qué fue lo que pasó?

—Fuera de toda la gente brillante que tuvo aquel gobierno, como el jesuita Cardenal, que dirigió la cruzada de alfabetización, o Carlos Tunnermann, ministro de Educación, gente creativa que tenía la idea de un proyecto de cambio y transformación revolucionaria en el país ya no está más y se pronunció incluso en contra del régimen. Fueron reemplazados en los cargos principales por operadores anónimos. Los originales, los revolucionarios y creativos se fueron. Y a este gobierno no le interesa tener gente de esa clase. Especialmente porque son un desafío para la actual gestión y hacen peligrar el poder de Ortega.

resto de la entrevista aquí

miércoles, septiembre 14, 2011

Retablo para septiembre

Cuando llega septiembre, y las fiestas patrias, los periodistas se deciden a interrogar estudiantes para mostrar cómo padecen su ignorancia en historia nacional.

No hacen la prueba con periodistas o intelectuales o poetas. (Ojalá en los próximos años se animen a la heterogeneidad.)

Escogen a los estudiantes porque es la forma más fácil de demostrar, entre chascarrillos informativos, lo bruto del sistema educativo.

Así en el arrebato de este año, de El Nuevo Diario, se ha espantado de que el fantasma de Rafaela Herrera se pasee por la hacienda San Jacinto.

En el segundo acto del melodrama, los periodistas llaman al intelectual para que a través de sus declaraciones: 1) él quede como estrella de sabiduría; 2) demostrar que en cambio de sistemas educativos seculares deberíamos tener sabios escolásticos que parloteen; 3) terminar de reafirmar lo ignorantes en historia que son los estudiantes.

Al derribado, darle Knockout en el suelo.

Esta mezcla de esquematismo, amarillismo y conservadurismo pasa, sin asomo de crítica, por variación pedagógica sobre el tema patrio.

Este año, el intelectual convocado fue Carlos Tunnermann quien no hizo sino confirmar el esquema que el diario planteó al respecto.

Sorpresivo hubiera sido que el intelectual se sintiera obligado a criticar la ignorancia en historia que los propios intelectuales padecen. Esas peras del olmo no se piden en esta patria.

Las fiestas patrias, por otra parte, son horrorosas.

Al menos en la escuela pública a la que yo asistía cuando niño, eran horrorosas.

Se celebraba sin la menor distancia crítica personajes y hechos tan diversos como: Cristóbal Colón descubridor de Nicaragua (¡Gracias a Dios!); Domingo Faustino Sarmiento, maestro de América (todos con la civilización y contra la barbarie); Rafaela Herrera, defensora del Castillo (y de la época colonial); Andrés Castro y José Dolores Estrada (en la proverbial Hacienda plena de la armonía del trópico); Rubén Darío, fundador de la nota pintoresca en la literatura nicaragüense (qué alegre y fresca la mañanita), y, no menos importante, la bandera, ya independiente, celebrada por la lectura de la Jura por el dictador Anastasio Somoza Debayle, y transmitida por radio a todos los centros educativos.

Qué lección de historia se desprende de tal amalgama que no ha variado mucho? Pues que la historia nacional es inmemorial y descentrada. Que la "comunidad imaginada" tiene mucho de retablo religioso en donde conviven las especies y las épocas de manera poco problemática. Perfectamente se pasean por la hacienda San Jancinto Rafaela Herrera, Rubén Darío o Somoza Debayle, y no hay mayor conflicto.

Es un esquema que quizá se remonta al momento del pacto entre conservadores y liberales, luego de la llamada "guerra nacional" de mitad del siglo XIX, el que fue institucionalizado por el estado de los Treinta Años.

En fin, ministros de educación e intelectuales que no han podido y ni siquiera han deseado alterar este retablo de la falsa convivencia, no pueden venir a escandalizarse, tal periodistas en septiembre, del esquema que permite una divulgación del nacionalismo tan efectiva.

Menos aún, si uno de los prejuicios fundamentales del notabilismo es precisamente instalarse en ese retablo patrio, siempre asoleado, de septiembre.

Y, claro, enternecerlo con la verba escolástica.

jueves, junio 04, 2009

Es posible hacer una pregunta

¿Es posible?

El caso fue que Sergio Ramírez tuvo que suspender la presentación de un libro suyo en la Universidad Nacional de Nicaragua, sede León por las amenazas de boicot de una organización estudiantil expresada en mantas poco amables.

Hay que lamentar el hecho, coincidiendo en parte con el escritor: la Universidad debe ser sitio de diálogo y discusión.

Pero en ese mismo lugar del evento hay que poner la pregunta, si es que se puede.

Ramírez ha invocado un expediente franquista para caracterizar el hecho. Estos muchachos serían herederos de la acción política falangista en contra de los intelectuales, en un clima cultural "cavernario" que recuerda a Franco y el franquismo. (El tema ha sido repetido en las páginas de opinión.)

La pregunta sería pues: ¿por qué ha sido el franquismo y no el neoliberalismo el que ha informado la actitud intolerante de esos jóvenes? ¿a lo mejor fue más bien el populismo? ¿no habría que investigar mejor este punto? ¿qué prueba hay de que el cierre de espacios humanísticos en las Universidades, que es algo más que un síntoma, no ha sido decisivo en este rechazo indirecto de las humanidades? ¿quizá porque los intelectuales fundadores de la nacionalidad literaria fueron admiradores del falangismo debemos suponer que será siempre el franquismo el prístino motivo de los jóvenes? ¿el culto de los notables, que son en sí mismo instituciones, no ha favorecido la idea de que a estos no se les puede hacer ninguna pregunta si no solamente aceptarlos (incluyendo el servilismo) o rechazarlos de plano? ¿y cuánto han hecho los notables por favorecer un clima de debate en las universidades?






lunes, marzo 30, 2009

Ante la fractura

La articulación nacionalista letrada como una red de a/filiación (Said) y de creatividad.

Padres e hijos / hijas en una constante labor de creación (y coerción).

Paso subjetivo de la familia y la región a la nacionalidad (literaria).

Ritos de pasaje y redes sociales e intelectuales activas que reproducen estructuras de poder (patriarcal).

Naufragios.

Pero la reproducción es inconsciente.

Y vos (sí, vos) estás en la madeja.

jueves, marzo 05, 2009

¿Cómo es la vida intelectual en Nicaragua?

1. La pobreza comanda. El neoliberalismo ha desestructurado los centros significativos: la universidad, la educación, los gremios, los centros culturales, etcétera.

2. Hay mucha fragmentación. No todos los intelectuales se sienten representados por los notables. Pero los notables hablan por todos.

3. Los intelectuales reciben muchos No: todo se hace por proyecto pero hay que hablarle a las ONGs y demás organismos en su propia lengua (más o menos "radical"). Eso implica no pocas veces una posición neocolonial.

4. Por supuesto, sólo algunos No alcanzan el estrellato. (Véase, por ejemplo, la carta, firmada por muchos intelectuales, apoyando a Sergio Ramírez por el caso de un prólogo vetado. Más recientemente se habla del "martirio interior" de Cardenal.)

5. No hay un apoyo signficativo del Estado a los proyectos culturales (entendidos en el sentido estricto de bellas artes, o más amplio de estudio de las identidades).

6. A la empresa privada, porque es excéntrica y tiene el corazón en otra parte, no le interesa el financiamiento de la educación y la cultura. (Excepto si se trata de mortificar a las audiencias trayendo artistas calzón, como Juanes.).

7. En las Universidades las Humanidades han ido de baja en las últimas décadas (con frecuencia descoyuntándose o haciendose cuechitos). El interés son los estudios de negocios, tecnología y derecho.

8. Los intelectuales, por necesidad o ceguedad, tienden a devenir cortesanos del poder (del poder del Estado, del poder de la empresa privada, del poder de los medios de comunicación, del poder de otros intelectuales y notables).

9. Se ha seguido sacralizando la poesía como gran escenario de la identidad, pero no se ha debatido de verdad la identidad.

10. No hay un debate sobre estos puntos que no se lo trague la Personalidad.


(Ya antes había acometido estos puntos en otra parte. Sobre la baja de las Humanidades, también.)