Mostrando entradas con la etiqueta lecturas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta lecturas. Mostrar todas las entradas

lunes, febrero 13, 2012

Verano



Verano se sobreentiende es la estación violenta que diría el mexicano. El mediodía de la vida. Coetzee es por entonces un hombre patético, poco hábil en el amor, y al cuidado de su padre con quien, por otra parte, no se lleva bien. La autobiografía es confesional y autoirónica. Dibuja, además, una especie de línea de destino étnico: un afrikaaner que por familia y compromiso con una idea de identidad no puede “madurar” hacia el nacionalismo y la lógica del apartheid. La fuerza centrípeta de la identidad (la melancolía del paisaje) no se equilibra nunca con la fuerza centrífuga del nómada potencial.

La confesión, efecto general de esta autobiografía disfrazada de biografía a varias voces, es, ante todo, sobre la incapacidad de amor y el deseo de trascendencia literaria. Dos motivos, además, localizados meticulosamente en etnia y paisaje.

jueves, febrero 09, 2012

Cosas al caer

Juan Gabriel Vásquez. El ruido de las cosas al caer (2011).

He leído muy pocas novelas Premio Alfaguara como para tener una opinión de conjunto sobre lo que representan o podrían representar (sobre todo como fenómeno editorial que podría ser el aspecto más interesante).

Por la lista de premiados, sin embargo, deduzco que se otorga o bien a novelistas consagrados (Poniatowska, Tomás Eloy Martínez), o a novelistas jóvenes con potencial de mercado (Roncagliolo, Neuman, el año pasado Juan Gabriel Vásquez).

Según los editores el “Premio Alfaguara tiene la vocación de contribuir a que desaparezcan las fronteras nacionales y geográficas del idioma, para que toda la familia de los escritores y lectores de habla española sea una sola, a uno y otro lado del Atlántico.”

Ante esta afirmación uno no puede dejar de interrogarse por cuáles serán los requerimientos, ritos de pasaje, autoridades y reglas de esa “familia” transnacionalizada. (Ya no digamos sospechar las Neurosis de esa Familia).

Una forma hipotética de demarcar esos espacios sería leerse todos los Premios y sacar de allí una especie de ideología literaria o cartilla de comportamiento para el Autor y Lector ideal Alfaguara.

Por lo poco que he leído (Sergio Ramírez, Eliseo Alberto, ahora Juan Gabriel Vásquez) los Alfaguara tienden a traducir al espacio editorial transnacional hispánico una problemática histórica nacional a la que no le faltan resonancias regionales. El autor traduce y en cierto sentido espectaculariza esa problemática para hacerla comprensible al lector no familiarizado con los factores geográficos e históricos.

Según recuerdo era el caso de Eliseo Alberto. El problema histórico (y ante todo generacional) era en Caracol Beach la diáspora o exilio cubano. La novela estaba concebida con el impulso y la habilidad argumentativa de un guion cinematográfico, algo cercano al cine narrativo hollywoodense.

En el caso más reciente de Juan Gabriel Vásquez el problema histórico y generacional es el narcotráfico y la violencia en Colombia. Asimismo hay algo de acento cinematográfico en los amores entre el piloto narcotraficante Ricardo Laverde y la chica gringa Elaine Fritts.

Probablemente la pericia para diseñar argumentos que “corran” con desenvoltura junto a las habilidades del buen reportero son elementos clave para sostener este tipo de novela. Esto por supuesto lo colma perfectamente Vásquez en El ruido de las cosas al caer.

En una lectura apresurada y, sin duda, superficial de la novela advierto, además, cierto intento algo titubeante de penetrar en la ambigüedad moral y psicológica de los personajes, un poco al estilo “español” de Javier Marías (en el margen de un capítulo anoto por ironía: “la enfermedad española”). Se podría invocar incluso a Onetti y su trabajo con personajes moralmente derruidos.

Tal intención se contrapone con el requerimiento de la narrativa espectacular y, hasta cierto punto, con el narrador-personaje (en primera persona) de gran parte de la novela que parece colocado “por debajo” del horizonte crítico de la obra como tal. Es decir, que tenemos un personaje-narrador poco dado al rigor analítico consigo mismo.

Es más, parece un personaje-narrador no plenamente consciente de su doble vida, y de sus contradicciones. La vida del profesor pequeñoburgués presto al estereotipo sentimental que, por ejemplo, llama al nacimiento de su hija, en tono de celebridad entrevistada “la experiencia más intensa, más misteriosa, más impredecible que me tocaría vivir” (p. 41), no concuerda plenamente con la del novelista cuyo afán narrativo desplaza cualquier otro compromiso.

El narrador-personaje es una víctima de la violencia del narcotráfico, como tal representativo de una generación. Su vía curativa escritural no es la del diario íntimo, que desprecia cuando un psicólogo se la propone (pp. 66-68), sino la del fisgoneo típicamente novelístico. La reflexión de Laverde en la novela puede resultar significativa al respecto: “«Traté con las hazañas de guerra de mi abuelo», dijo Laverde. «Luego me di cuenta de que nadie quiere escuchar historias heroicas, y en cambio a todo el mundo le gusta que le cuenten la desgracia ajena.»” (p. 155).

Un motivo paralelo es transformado en desasosiego ético del narrador-protagonista: “No hay nada tan obsceno como espiar los últimos segundos de un hombre: deberían ser secretos, inviolables, deberían morir con quien muere…” (p. 84). Este motivo abre por una parte la cuestión heterológica: la ética de narrar al otro o desde el otro. Pero también con más certeza, y con más lógica dentro de la narrativa del libro, lo operación novelística.

Si dentro de la novela el narrador protagonista escoge esa vía ante cualquier otra, diario íntimo o vida familiar, es porque, al parecer, esa lógica discursiva está íntimamente ligada a su constitución subjetiva: su calidad de víctima en busca de sanación escritural, su impotencia sexual, su al parecer inconsciente abandono del entorno, familiar e histórico, prefiriendo la narración de otra vida (en función, en cierto sentido, del complejo suplantador vargalloseano).

(Una pregunta al margen es si la novelística actual, sobre todo la que vende, ya salió o saldrá de ese complejo.)

El regodeo narrativo espectacular acaba desplazando, pues, la preocupación por los seres derruidos. En comparación, uno encuentra en Onetti empleados de astilleros o administradores de prostíbulos que son como artistas (marcados coyunturalmente por la modernidad estética).

En una novela como la de Vásquez, uno halla, en cambio, traficantes de drogas que poseen el brillo y el manierismo de una estrella de cine. A partir de esa identificación se tendría que comenzar a pensar en los efectos estéticos, o quizá en los significados alegóricos de tal preferencia.

P.S. Pasé a leer La ciudad ausente (1992) de Piglia y me dio la impresión que otra forma de poner el argumento anterior es decir que la narrativa espectacular se traga el cuidado por la pequeña historia. Pero que, además, evidencia una falta de vínculo con lo que podría llamarse, con disculpas a Rama, “sistema literario”. Piglia elabora variaciones de un archivo (Martín Fierro, Macedonio, et. al.).

En Vásquez, que cita vaga e irónicamente a Cien años de soledad y se refiere más directamente a poetas (José Asunción Silva, Aurelio Arturo) como modelos de su texto, la cuestión del archivo pareciera más vacilante.

jueves, diciembre 08, 2011

Lecturas escogidas del 2011

1. Truman Capote. El arpa de hierba.

2. Rodrigo Rey Rosa. La orilla africana.

3. José Donoso. El jardín de al lado.

4. Roberto Bolaño. Nocturno de Chile.

5. Pedro Antonio Valdez. La bachata del ángel caído.


Inspirado por.

P.S.

Listas como estas hacen pensar en el mercado en que se compran los libros.

A Valdez lo compré por Internet, y me llegó el libro descartado o robado de una librería pública neoyorkina. Fue parte de una necesidad caribeña en tierra austral.

A Donoso lo encontré en saldos.

A Rey Rosa lo compré en Los Ángeles vía Guatemala.

Bolaño y Capote pertenecen a mercados más estructurados en la ciudad de Santiago. Pero si el chileno convoca a la posposición (ya déjense de joder con Bolaño), Capote sugiere la expansión (me quiero leer todo Capote).

En todas estas novelas hay un escritor en ciernes operando y madurando.


sábado, febrero 05, 2011

De vacaciones uno

El verano penitente de Santiago. Y las vacaciones.

Eso le ha dado oportunidad de vagabundear por pasajes párrafos extraños aledaños.

Ha comenzado a leer siete libros. Uno por uno: la simultaneidad de lo sucesivo!

Ha dejado la mitad de siete a la mitad.

Del resto ha leído las solapas (para recordar costumbres de nuestros ilustres combatientes de las guerrillas literarias criollas).

(Ha escrito en el twitter que nadie sabe para quién se muere.)

De lo que ha leído a la mitad. A saber: Willy Thayer, Tecnologías de la crítica: entre Walter Benjamin y Gilles Deleuze; Roberto Bolaño, Nocturno de Chile.

Ha pensado (él también) en el suicida, con cierto resquemor.

Leía a Bolaño porque quería saber de Chile. En septiembre 11, leía Estrella distante.

¿Sabes que en las solapas (ese espacio que frecuentan tanto nuestros letrados) mencionan a Cervantes y a Melville y a Proust y a Musil! Entre esas catedrales quién podrá leer de verdad a Bolaño sin sentirse manipulado por el canon occidental?

El hecho es que la lectura a contrapelo se hace necesaria.

(Amuleto, por ejemplo, es una mala novela, sin más.)

El motto es, pues, leer la novela chilena posible que B. (no) habría podido escribir. Entre esas andan ambas/ dos Estrella distante y Nocturno

La hipótesis es: hay una conexión secreta alegórica oscura entre el recinto sagradísimo de la literatura y el arte (y la cultura) y la dictadura. No es un tema de B. sino del sentido común occidental(por ejemplo, Groys, por ejemplo, Coronel) y que él explora, ante el que toma posición. (No cabe duda que de tal tema se hace tranquilamente un canon.)

Para mi gusto la fábula de Estrella distante es mucho más efectiva. Aunque la de Nocturno de Chile es mucho más íntima de los colaboracionistas (sin poderse marcar, en realidad, un límite que marque en dónde termina la colaboración). Me gusta la interrogación radical que se hace a la literatura desde dentro en esos textos. Otrosí, no me siento motivado para leer inmediatamente después La literatura nazi por no parecerme un humor digno de estas vacaciones achicharradas.

Pensé también que Onetti tenía los huevos (iba a poner las artes, pero bueno) para escribir esa novela nacional en cueros torturados. (En Nicaragua no hay más que desgüevamiento y escasean los Onetti entre tantos Coroneles).

Comentaré el libro de Thayer en la próxima entrada.

viernes, enero 28, 2011

Mientras espero juicio sobre la muela del juicio

En la clínica dental leo Obra de arte total Stalin pregunto por qué no estamos en un museo, qué diferencia a la clínica del museo.

La dentista es pre-husserliana. Nació un día antes del nacimiento de Heidegger. Si no, no podría ver preclaras las piezas dentales. Señalar cuál es la que merece extracción.

Estas cosas, pienso, ya estaban en la poesía conversacional. Eran su tipo de tema. Por ejemplo, el del buen hombre esperando en la clínica dental con el ruido de la TV de fondo--transmitían Toy Story 2--, con un libro de bella edición entre las manos.

Pero los conversacionales decayeron. Sus temas están en los blogs. Su moral de buenos ciudadanos fue empujada a la calle como decía Cortázar que los sandinistas habían empujado la palabra cultura: como un carrito de supermercado.

Así pusieron la ética del ciudadano latinoamericano moderno en circulación (su moneda). Dueños y señores de sus discursos (soberanos!) contra un inconsciente político traidor.

Sus lugares comunes: "Benedetti, Cardenal y Sabines llenan estadios". Sus fantasmas. RFR bailando un bolero en un pueblo perdido del este de La Habana. La cura pronta e inminente del poeta-médico (y todos recordaban a William Carlos Williams). Stalin ganándole la partida a Roque Dalton.

Ante mí Oftalmología. Alguien que duerme secretamente en la clínica. Alguien que se cuida la sonrisa y pide que le pongan por favor CNN-Chile en la TV. Alguien que dice que Obama no va a la Argentina este verano (austral). En el libro: Breznev, sots-art, el sordo de O.P.

No es que el consumo es lo cotidiano sino al revés: lo cotidiano forma parte del consumo. Investigo la sombra de la vanguardia. Poseo libros. Deshojo la "margarita emocionante". Voy al dentista para interpelar a los conversacionales.

El juicio de la muela en suspensión. La muela del juicio positivista.

miércoles, marzo 18, 2009

La perversión de la maniobra

"Perry Anderson on Italy´s Squandered Heritage" (el artículo se llama "An Invertebrate Left" (Una izquierda invertebrada), con inusitada alusión a Ortega y Gasset). Pero el centro del argumento es, más bien, Gramsci. El Gramsci (y el Partido Comunista Italiano con él) de la hegemonía, trágicamente erosionado por la "guerra de posiciones" y con pocas oportunidades subjetivas y culturales de acceder a la "guerra de movimiento" (o maniobra). Un PCI que condicionado por el peso de la cultura (el peso de la inteligentsia y la fe en la necesidad de la hegemonía) se niega las oportunidades de golpear al enemigo. Concretamente, los comunistas (dirigidos por Togliatti), al concluir la segunda guerra mundial, no se atrevieron a encabezar una purga estatal de los cuadros fascistas. El resultado reciente se llama, por supuesto, Berlusconi.

Por ironía, la calidad de los intelectuales italianos (de Moretti (y en serio Moretti es de los críticos literarios que hay que leer) a Agamben) resulta ser de los saldos positivos de la cuestión. Pasando, como hace pasar Anderson al lector de manera muy sugerente, por los debates de cinco décadas de la izquierda italiana, y esa tensión inacabable entre el deseo de la hegemonía, el rechazo de la maniobra (casi, se diría, la perversión de la maniobra), el estalinismo que no se pelea con Gramsci (ni con Croce o Dante), y los ultraizquierdismos.

En un país en donde la izquierda de todo tamaño y seña ha jurado portarse bien (unos ante la Iglesia, otros ante los Estados Unidos, casi todos frente al capital), esta lectura es más que sugerente.

martes, febrero 17, 2009

La crisis global por fin gobierna


Estuve leyendo la narrativa de conformación de las ciencias y las disciplinas en Wallerstein, primer capítulo. Termina con ese gesto algo exasperado: sí, esto es una gran narrativa, pero estas son necesarias y algunas están más cerca de la realidad que otras. (Una acotación a su favor sería decir: la crisis económica mundial es una gran narrativa que nos está jodiendo a todos, es decir, a unos más que a otros.)

Para alguien reiteradamente estetizado por el discurso (el boom, la escuela francesa, esa nouveau roman), W. sonará esquemático. (Y tanto que costó leerse lo de las ciencias humanas en Las palabras y las cosas.) Pero para ese otro estetizado "por la naturaleza" (digamos, algún aspirante a calzar en la historia de la poesía patria que cree que cualquier intento crítico es mera autopsia) puede ser útil. (¿Qué significado tiene esa estructura en que los intelectuales o son notables(como bien lo recordó recientemente Barahona) o son mercenarios (hay tantos casos patéticos, dios mío?). Al descampado global, y en medio de la crisis, aprenderá a desnudar las fronteras, y a entender el sentido fragmentado (pero totalizable) de su salario.

Por otra parte, la crisis entra también exasperada al aula de clases: el número de alumnos se ha multiplicado por dos, la acumulación está en el hombro del profesor, W. le pega con el canto del libro, y el profesor reclama algo azorado por la (co)locación de la cultura, el muy pop-derechoso.

Sin embargo, en el fondo creo que hay que hacer el injerto del avizoramiento político de los post (ya una herencia que podemos comenzar a cuantificar) con la perspectiva global de la economía-mundo.

La crisis global por fin gobierna.

jueves, marzo 27, 2008

Así que a tus alumnos no les gustó la lectura

Ponte, entonces, una banderita de HELP antes que comiences a elaborar un consabido concepto.

Y recuerda: la lectura es específica.

El autor vive en una residencial determinada de Managua. (Está la posibilidad de armar una manifestación de protesta frente a su casa.)

Pero, entretanto, hay que hacer algo con el texto. Al menos, en los márgenes del texto.

Entre otras cosas, tienes que aprender a apreciar el rechazo.

Te dice llanamente el alumno: esto no añade nada. Por qué esto no añade nada?

No vayas a justificar las bondades del texto. Es lo que hacen los fanáticos en su etapa iluminada: decir que este texto es la Biblia. Recuerda: la educación es secular.

Aunque esté de moda: no te eches la culpa. El autor vive en una residencial determinada de Managua, etc.

Aprende a apreciar el rechazo: si esto no añade nada es porque:

1. El efecto de aprendizaje ha dejado al texto (a este texto específico) atrás. Felicidades.

(Puedes pensar lo contrario también: este alumno no ha llegado a este texto. O peor: no lo he conducido bien hasta esta lectura. Pero entonces ¿actuarás en consecuencia?)

2. El rechazo es el índice (alto) de comunicación entre el instructor y el alumno. Felicidades.

(Pero puedes pensar justamente lo contrario: la baja demarcación comunicativa con que el alumno ha ido al texto.)

Ponte, entonces, una banderita de HELP antes que comiences a elaborar un consabido concepto.





lunes, marzo 17, 2008

La lectura también es tecnología

En las Universidades nicaragüenses, y probablemente las de otros países de Centroamérica, se propagandizan unidas la educación participativa y el uso de tecnologías audiovisuales y de información para mejorar la enseñanza.

El entusiasmo es compartible pero advirtiendo siempre: la lectura también es tecnología.

Si se investiga el estado de desarrollo de la educación en el país (o si se quiere “el estado tecnológico” de la educación), hay que considerar como imperativo las habilidades de lectura, comprensión y pensamiento crítico de maestros y estudiantes.

¿Se investiga el desarrollo tecnológico el país? Hay que ver qué pasa con los programas de bibliotecas públicas y bibliotecas escolares.

¿Se considera al libro un bien que debe circular de la manera más expedita entre estudiantes y población en general? Alguien puede venir a decir que ya no se necesitan las bibliotecas porque la red pondrá los textos en las narices del potencial lector. ¿Hay entonces planes de bibliotecas virtuales-populares? (Algo así como lo que se ha hecho en Venezuela con la Biblioteca Ayacucho al poner su inventario on-line).

¿Se quiere decir algo de la relación entre tecnología y economía? Que se vea cuál es la inversión en bibliotecas, y cómo se relaciona el poder adquisitivo de los universitarios (maestros y alumnos) con el precio de los libros. ¿Cuántos libros puede adquirir un profesor horario de una Universidad nicaragüense por el salario parcial que recibe? ¿Cubren las universidades el déficit de libros y lectura?

(Un punto aparte es el estado de las librerías en el país: negocios tantas veces sonsos en que la papelería ahoga a la librería propiamente dicha, hay un ostentoso afán de negocio educativo, y reinan los bestsellers.)

Si no hay un verdadero desarrollo de las tecnologías vinculadas con el libro (creemos que el auge informático complejiza sus posibilidades en cambio de desaparecerlas), se puede incurrir en lo audiovisual sin esencia ni profundidad, en la información “espectacular” pero blanda, en la clase “participativa” pero monocorde y opaca.

Participar en una clase también es una actividad relacionada con esa tecnología que no debemos descuidar: la de la lectura.






viernes, diciembre 07, 2007

Blogs para leer

Viejos son los trapos
Una médica bonarense con talento, entre otros, de cuentista.

Itzpapalotl
Todos los viajes son imaginarios.

La columna de Ana
Opiniones de la escritora Ana Ma. Rodas

El blog de Seikilos
Mucho Lynch, Borges, literatura