lunes, octubre 09, 2006

E/Lecciones

“Decisiones, todo cuesta”. Rubén Blades

Cuando los intelectuales nos informan que las próximas elecciones en Nicaragua (noviembre 2006) son algo “histórico” (por ejemplo, un reciente artículo de Sergio Ramírez, en La Prensa, 5 de octubre), hay que afinar el oído, al estilo casi fenomenológico, y preguntar pero qué será ahí lo histórico y quién lo determina como tal?
Se me impone, a partir de esta pregunta, ser algo digresivo: por un tiempo pensé que se podía respirar, olvidar, crecer, descreer, vivir, en fin, ser orgánico, por fuera de ese imperativo gubernativo: las e/lecciones periódicamente ofrecidas por la clase política (sí, la palabra e/lecciones se puede dividir así, para mostrar caritativamente sus cualidades morales y didácticas). Pero, por fuera de cualquier elección “histórica” la historia sigue. No creo que este seguimiento deba tener una resonancia mística o fatal, precisamente. La “historia” no se prepara y acicala cada 5 años, sino que sucede de manera imprevista. No dijo el poeta ya que la vida es lo que sucede mientras estamos ocupados en otros menesteres?
Hay un indicio importante para determinar lo que se entiende por “histórico” en estas (y tal vez en todas las recientes) elecciones. Se trata de la carencia y ausencia de la retórica del “voto popular”, o de que en las elecciones se expresa la “voluntad popular”. Todavía en 1990, aseveraciones como esta parecían cargadas de sentido. Ahora ya casi nadie cree en ellas, esté donde esté ese “nadie” en el espectro político. No hay que ser cínico para ser escéptico en este ámbito, y es más, “nosotros los doctos” no podemos evitar ese escepticismo. El “voto popular” ha pasado a ser una figura abyecta, incontrolable, que le falta disciplina y que busca únicamente su interés. La masa es la indisciplina. (No es esta la gran lección histórica que han dado Alemán y el PLC?). Hay, pues, una tendencia en la clase intelectual a ser muy escéptica ante el “voto popular”. Un ejemplo claro lo ofrece Carlos Tünnermann y sus recomendaciones de una alianza política “patriótica”, para poder burlar una tendencia de las encuestas.
Esta propuesta no es criticable en sí, hay un gran espacio de derecho para proponerla y cierta lógica común, aceptada sin necesidad de escándalo en los medios y las clases lectoras. Pertenece a la doxa, como quien dice. Pero es obvio que en ella se ve apartada la retórica del “voto popular”, no hay tal expresividad de una gran voluntad en las elecciones. Se trata, más bien, de algo que debe y puede ser controlado por las elites. Y esto es lo fundamentalmente “histórico” de estas elecciones: la posibilidad de un control renovado del llamado “voto popular” ejercido por los intelectuales y las clases medias. Es el fondo de la utopía de los llamados grupos políticos “emergentes”. Y, como toda utopía, ésta es válida, pero limitada.
Al respecto de lo “histórico” que puedan tener unas elecciones, el caso no es, de hecho perteneciente a algo históricamente cercano. Cuando se trata de elecciones, nuestras elites políticas e intelectuales han sido entrenadas en el modelo de los Treinta Años, con una democracia muy segmentada, por razones de saber y poder. Una democracia fijada en el silencio del “voto popular”. De la misma manera, los partidos políticos han sido los grandes legisladores de este control. Y dentro de los partidos políticos, son las “grandes personalidades” las que terminan decidiendo sobre este control del “voto popular”.
De Zelaya a Somoza/
no ocurre otra cosa.
Ahí están Alemán y Ortega para confirmarlo.
Pero la cuestión no es tanto si ejercemos una política correcta en contra de estas “grandes personalidades” y a favor de la institucionalidad, sino más bien que incluso estando en contra estas “grandes personalidades” debe existir una política democrática mucho más radical, que, para decirlo ilustrativamente, ayude a quitarle las comillas al “voto popular”, haciéndolo más valedero. No es lo que los intelectuales nos están diciendo por lo general. Al contrario, nos hablan de imponer alianzas por arriba que ayuden a controlar ese desprestigiado “voto popular”. Cuál es la diferencia, en fin, de este tipo de alianzas y las que forjan las “grandes personalidades” de la política? Quizá que se trata aquí de “grandes personalidades” de la intelectualidad?

Postdata a favor del aborto terapéutico
Lo “verdaderamente histórico” viene quizá de la manipulación mediática y la movilización social que ha logrado la campaña en contra del aborto terapéutico, encabezada por las iglesias cristianas, en especial la católica. Mucho más preocupante es que en tiempos de elecciones, en donde cada candidato anda cuidando sus pudendas partes a como puede, o declarándose santo de cualquier devocionario (incluso el neoliberal), los diputados reciban una ley escrita por esos fanáticos religiosos para penalizar el aborto terapéutico. El presidente del congreso en funciones, recibió casi de brazos abiertos a los jefes de la marcha, en un acto vergonzoso para un partido que se las tira de izquierda.
En estas circunstancias, no hay un solo político que se atreva a decirles a esas directivas religiosas que Nicaragua es un Estado laico y que hay pluralidad de opiniones, y que la ley no puede ser elaborada por dos o tres cerebros fanáticos. Ninguno lo dirá. Se trata quizá de que estas elecciones son muy históricas.
Por otra parte, es muy notorio que dentro de las dos alianzas de izquierda, el MRS y el FSLN, la perspectiva popular socialista es muy minoritaria, y siendo el sandinismo en su conjunto minoritario en el país, es obvio que nos encontramos ante una minoría muy menor, para ilustrarlo con agudeza se(s)udocoroneliana. Esta perspectiva, poco elaborada, no pasará de ser arrollada por el tipo de “alianzas patrióticas” que entusiasman tanto a los intelectuales.

miércoles, octubre 04, 2006

Canon popular

“Jamás tuve problemas con las drogas, los problemas eran con la policía”, frase atribuida a Keith Richards

Pa´lo más popular, como suelen decir los Van Van, también hay cánones. No se sabe si es que automáticamente alguien que escribe sobre productos de la cultura popular se modela según la antaño llamada cultura alta (una especie de eurocentrismo meteco) o, peor aún, hay códigos culturales intrínsecos que orientan a esa especie de selección natural (basada en la artificialidad) que son los cánones (eurocentrismo palmario).
Tómese por ejemplo la discografía de los Rolling Stones entre 1964 y 1967. Por una lógica industrial, los discos editados en Inglaterra no eran los mismos que los editados en “América” (la América que cantaron entre otros Chaplin y Kafka).

El pragmatismo yanqui consideraría sin más que la discografía editada en los Estados Unidos es tan originaria como la editada en UK. Un ejemplo de esto lo da Robert Christgau, el autollamado “Dean” de la crítica de música popular en los USA. Según él, esa discografía está constituida por obras maestras (con la excepción de la incursión ácida Their Majestic Satanic Request, 1967).

En cambio en la web de crítica www.warr.org, se considera la discografía de Inglaterra la originaria, y se pide, incluso, que las empresas disqueras deberían reeditar esos discos tal como son, y no como fueron adulterados en las versiones norteamericanas.

Ejemplo modélico ofrecido: Los Beatles, cuya discografía, también escindida por el Atlántico Norte, fue unificada ya en CD por la buena voluntad (o diríamos mejor, para evidenciar nuestra ironía, vuena boluntad) de Capitol/EMI.
Esto supone simplemente que al centro canónico de los discos editados en Inglaterra, corresponde otro centro igualmente canónico: los Beatles. De dónde emana tal consagración? Es difícil responder adecuadamente. Pero hay un indicio importante en la concepción AOR,
es decir la orientación del álbum como obra en sí, para lo que uno se refiere comúnmente a Rubber Soul, y que alcanza su primer gran hito en el cerebro de Brian Wilson y Pet Sounds (un poco fuera del recinto centralizado de los Beatles), y cuya gran consecuencia podría ser, en cambio de Sargent Pepper, Are You Experienced?.
El canon funciona, pues, en asociación a formas establecidas. En esa batalla los objetos son convertidos en estrellas centrales, planetas adyacentes y lunas. Hay quiénes creen que Los Beatles son ese centro del universo que la cultura (“popular”) desea. Lo curioso es que lo que llamamos “cultura popular” (un nombre más adecuado sería cultura mediática) también muera por deseos de tal centralidad.
No se trata de un relativismo hueco, sino una lucha de valores en la que no podemos dejar de participar. Hoy, por ejemplo, quiero proclamar que el centro está en los Rolling Stones y en un disco en su versión USA, Between the Buttons. Es injusto mostrar que ahí hay gran influencia de los Beatles, sin decir que su aspiración es también dylanesca, y que su tiranía sonora es también emancipación. Y demás decir que a lo mejor el centro estuvo siempre en Dylan y no en otra parte.

jueves, septiembre 21, 2006

Más sobre la provincia francesa

"Amo más que la Grecia de los griegos
la Grecia de la Francia, porque Francia
...." R.D.


Ah es que vos creés que se puede hacer filosofía barata con zapatos de goma? Mirando Terminator? San Sarlo no será pero tiene razón de que debemos volver a los valores.

Pero, claro, en tu caso se trata de "volver" a la provincia francesa. Si no, no te conmoviera tanto la eufonía de la palabra Godard. Murió Althusser; murieron Foucault y Derrida, pero Viva Godard.

En Página 12 (el diario que leen los que están más a la izquierda de Clarín), aparece hoy una entrevista que cito in extenso (y me ilumino de inmenso, by the way):

"–¿Cuál fue su formación? ¿Estudió filosofía?

–Fue siempre a través de la literatura que me acerqué a la filosofía. Había la efervescencia de la posguerra, el existencialismo, Sartre sobre todo y Camus, del que guardé una frase que me conmovió toda mi vida: el suicidio es el único problema filosófico realmente serio. Por mi padre, de formación más germánica, admirador de Alemania, fui introducido a la historia del Romanticismo alemán, con El alma romántica y el sueño, de Albert Beguin. Todo eso era acompañado por el descubrimiento de las películas mudas en la Cinemateca de Henri Langlois y del cine alemán, de Murnau...

–¿Lee obras de filosofía?

–Amo los libros, los libros de bolsillo, porque precisamente se pueden meter en el bolsillo (en realidad son ellos los que nos meten en el bolsillo). Pero yo no leo de manera seria, es raro que lea un libro, incluso una novela del principio al fin. Hoy releo algunos, lentamente, que me quedaron en la memoria, pero que seguramente leí mal. Como el final de Minuit, de Julien Green, donde todavía está la cuestión del suicidio: se tiene la impresión de que la chica se tira, pero en realidad es el piso que sube hacia ella a una velocidad vertiginosa... Leer libros “técnicos” de filosofía, soy incapaz. Soy incapaz de leer a Heidegger. Me gusta Caminos del bosque, pero eso pasa por la imagen...

–Sin embargo, usted cita mucho a Heidegger.

–Son puntas de pensamiento. Antes yo lo ponía como citas, ahora como situaciones. Antes hubiera ido a Sarajevo, hubiera hecho travellings y hubiera puesto a Heidegger debajo. Lo que hay en Nuestra música lo encontré en Levinas, en un libro antiguo que se llama El tiempo y el otro. Es una nota al pie de página. Me gustan mucho las notas largas al pie de página, comencé por eso. Levinas dice que la muerte es lo posible de lo imposible y no el imposible de lo posible, como había dicho Jean Wahl a propósito de Heidegger. Traté de leer las Meditaciones cartesianas, de Husserl, pero no aguanté. Deleuze, cuando se lo escucha, es absolutamente magnífico: cuando leo algunos de sus textos más difíciles, es como si hiciera matemáticas superiores. Todos los libros de filosofía deberían, como el de Kierkegaard, llamarse Migajas filosóficas, así uno se sentiría menos culpable de no poder leer más que “migajas”, justamente."

La entrevista completa está en http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/5-3881-2006-09-21.html

Lo que conmueve aquí no es la mirada de Ana Karina, la pureza de Belmondo, la monotemática del silencio bajo la imagen (pienso en alguna olvidada mirada de Prénom Carmen, donde pasaban tranvías sobre París).

Lo que conmueve es que se trata de la provincia francesa, siendo el Otro, Levinas.

Se trata también que no podemos al bolsazo, provincializar a Europa (mucho peor "la Grecia de la Francia" de que habló el cursi de Darío).

martes, septiembre 19, 2006

Textos (no tan) recientes

Como los ilustres bardos de mi país, vivo de mi propio crédito. Y debo confesar que es un crédito largo. No paso apenas de mis viejos papers. Con la suerte de que se pueden des/encuadernar de manera virtual.

Siguiendo ese orden:
De la serie Deseos narrativos, en El Nuevo Diario:

"El hablador y sus escuchas". END 21 de mayo de 2006.
"El mapa y el subalterno". END 4 de junio de 2006.
"Algo más prosaico". END 12 de septiembre de 2006.
Hay algún artículo de esta serie, que no está on-line.

Reseñas
Sobre Polychromos de Helena Ramos, en marcaacme. También será publicado, según entiendo, en la Revista de ANIDE
Sobre El pensamiento contemporáneo de Freddy Quezada. en El Nuevo Diario.

Otras opiniones
Curando a "Guatemala" desde la teoría. END 18 de marzo de 2006.
Izquierdas. END 18 de junio de 2006.

Viejos barcos
En Espéculo mi artículo La narrativa de la soledad en Octavio Paz:
modernidad, clínica, crítica
.
En Fractal aparecerá mi artículo sobre "Cartucho" de Nelly (o Nellie) Campobello.

miércoles, septiembre 13, 2006

Signos de los tiempos

Uno de los recientes discursos de George W. Bush en la celebración del quinto aniversario del 9-11, puede ser tomado como un signo de los tiempos, diría casi el discurso de la época, implicando el poder y el poder de convocatoria (para seguirlo o negarlo). Dice Bush, entre otras cosas:
"Enfrentamos a un enemigo determinado a llevar la muerte y el sufrimiento a nuestros hogares. Estados Unidos no pidió esta guerra, y cada estadunidense querría que terminara. También yo. Pero ésta no termina, y no habrá terminado, hasta que alguno, nosotros o los extremistas, emerja victorioso"
"(S)i nosotros no vencemos a estos enemigos ahora, dejaremos a nuestros hijos un Medio Oriente dominado por estados terroristas y dictadores radicales que poseen armas nucleares. Estamos en una guerra que va a marcar el rumbo de este nuevo siglo, y a determinar el destino de millones en el mundo".
"Esta lucha ha sido denominada un choque de civilizaciones. En verdad, es una lucha por la civilización. Combatimos para mantener el estilo de vida disfrutado por naciones libres. Y peleamos por la posibilidad de que gente buena y decente en Medio Oriente pueda erigir sociedades basadas en la libertad, en la tolerancia y en la dignidad personal" (Citas tomadas de La Jornada, 12 de septiembre de 2006)
Piénsese en este discurso cada vez que se invoquen los conceptos de civilización, futuro (el deseo de Bush es "determinar el destino de millones en el mundo")y estilo de vida. Cada uno de estos conceptos está militarizado de hecho.

lunes, septiembre 11, 2006

Retórica de la crítica

“Una noche, Giménez Caballero, director de La Gaceta Literaria, ofreció un banquete a Valle-Inclán. Asistieron una treintena de personas, entre ellas Alberti e Hinojosa. A los postres, nos pidieron que dijéramos unas palabras. Yo me levanté el primero y dije:
--La otra noche, mientras dormía, sentí unas cosquillas, encendí la luz y vi que por todo el cuerpo me corrían Valle-Inclanes pequeñitos.
Alberti e Hinojosa dijeron cosas tan graciosas como ésta, que fueron escuchadas en silencio y sin la menor protesta por los demás comensales.
Al día siguiente, me encontré casualmente con Valle-Inclán en la calle de Alcalá. Él levantó su gran sombrero negro y me saludó al pasar, tan tranquilo, como si nada”.
(Luis Buñuel. Mi último suspiro 165).

jueves, septiembre 07, 2006

Salir de la imagen

Recuerdo otra vez a aquel muchacho español, evocado por Almodóvar, que como aspirante a cineasta sentía que la guerra que más lo había influenciado era la de Vietnam.
Ese tipo de descolocaciones es muy característico de los momentos y situaciones en que no está clara la legitimidad con que se validará tu discurso.
Como ejercicio profiláctico, se puede proponer una serie de preguntas, sobre el discurso propio. ¿Es académico? ¿Es político, de los “movimientos sociales”? ¿Es escritura, en los sentidos que le da la provincia francesa? ¿Es dilentatismo? ¿Es crítica? ¿Es sobre la época o sobre el arte? ¿Es filosofía, con ese significado luminoso y griego que Derrida estudia?
En los contextos enrevesados y empobrecidos, todo parece al alcance de la mano y la mirada: la guerra de Vietnam vista con los lentes de Coppola que fue Conrad que fue imperial. En esos casos tu legitimación es tan autocrática que rozas con los dedos el absoluto.
Pero, claro, eso está lejos de ser cierto. Tienes todavía que salir de la imagen.
Se puede argumentar lo contrario: Lezama nunca viajó, mucho menos uno de esos viajes que él llamaba meramente horizontales que son los viajes en avión, y, sin embargo, no hay mejores libros de teoría que los suyos. (No ignoro que estuvo, sin embargo, en Montego Bay.) En ese caso todos somos un poco el viejo bricoleur y quizá nuestra tesis es ese golpecito con que queremos abrir el tokonoma en la pared.
Pero yo propongo, de todas maneras que debemos salir de la imagen.

Posdata. Esta será prosaica, pero es que me ha llamado la atención que Ramírez, incluso, reflexiona sobre su propio discurso en su más reciente artículo. Una reicidencia flaubertiana tamizada por Vargas Llosa, que me deja dubitativo y algo perplejo, sobre todo al final, cuando afirma: "Al fin y al cabo, el artista no es responsable del horror. No lo produce... Y no puede dejar de hacer su oficio, que es registrarlo." Queda mucho más que decir de este realismo tan sugerente y contextualizado.

viernes, septiembre 01, 2006

De los “héroes agachados” hollywoodenses

Es particularmente notable que una anotación de Wikipedia en español esté muy bien informada. Sucede así con la entrada sobre Rocky, la película que en 1976 dirigiera John Avildsen, fuera aclamada por la crítica, consagrara a Stallone y provocara una serie de secuelas cada vez más conservadoras.
Wikipedia nos informa que “el famoso final dramático de la película no era el original y fue uno de los pocos cambios que Stallone le hizo a su guión”. En este final, Rocky, luego de haber demostrado su bravura, clama a gritos por su esposa. Todo el sentido de la vida parece residir en un close-up de ambos abrazados. No se podía advertir entonces, pero aquí estaba la semilla de la paranoia familiar de Atracción fatal.
De 1976 a 1980 (éste último, año en que Reagan gana las elecciones, y en que es asesinado John Lennon) una forma cultural conservadora se asienta en el cine hollywoodense. Rocky es el héroe de la mediocridad que ve todo a ras del suelo, y cuya épica sólo sirve para demostrarse la razón de su propio mundo. Es como puede ser conceptualizado un héroe “de abajo” en condiciones “de arriba” (el Campeonato del Mundo, Hollywood).
Junto con Saturday Nigh Fever (héroe de la clase baja en busca de brillo artístico: y John Travolta tiene un poster de Rocky en su aposento!) clasificaría Rocky como una película intolerable, y cuya lógica íntima es intolerante (el “héroe agachado”—el término lo aplica Bartra a la ideología de lo mexicano—sólo sabe demostrar la razón de su vida a puñetazos). Pero, claro, quedaría por analizar de manera detallada en qué sentido y por qué práctica concreta un producto cultural se vuelve intolerable, y esconde una lógica intolerante (que después se revela, pues Rocky se transforma en Rambo, ya en plena época reaganiana).
Quizá es intolerable mucho de la época, los años 1970s. Quizá la sensibilidad ha variado mucho, y en estos momentos la de aquella época se encuentra de baja. (En cambio, había en aquel momento mucha música que estaba a la izquierda: es la época de oro de Aretha Franklin, Stevie Wonder y P-Funk). Pienso, por ejemplo, en Coppolla, Scorsese y Allen como directores sobreestimados. Y, nótese que cada uno corresponde a un héroe mediocre: Coppolla, Michael Corleone. Scorsese, Travis, y, por supuesto, el Toro Salvaje (quien también boxea). Allen, su propio neurótico de Manhattan.
La difusión de ese tipo de mediocridad heroica es mucho más amplia. Tampoco la mediocridad heroica está relacionada directamente con la clase media baja únicamente. Corleone es mafioso; Allen y sus personajes de la clase media alta.
Dustin Hoffman, desde varios ángulos políticos y sociales, interpretó esta épica muchas veces, por ejemplo en el melodrama Kramer versus Kramer
en donde quedaba abandonado, junto con un hijo de 7 años, por su funesta esposa (Meryl Streep), a quien después la Ley ordenaba el resguardo del niño. Según declaró Streep en una entrevista, Hoffman se tomó tan en serio su papel que el primer día de trabajo le pegó de verdad. Y ese suceso marcó todo el desarrollo del rodaje.
En cierto sentido Kramer también era un boxeador.

Por cierto, una nueva secuela de Rocky saldrá en 2007.

No todos los héroes agachados resultan reaccionarios, pero hay una tendencia hacia el conservatismo en ellos—la marca de Hollywood—. Ver, por ejemplo, mi crítica de Billy Elliot en donde aparecen estas contradicciones traducidas a la época de la Sra. Tatcher.

Allá lejos en San Tranquilino, recibíamos la clase del profesor Fraga con todas estas películas de los 70s. Se añadían The Deer Hunter, Carrie, etc. etc. Cuando platicábamos hasta muy noche, Giovanna siempre recomendaba aprovechar la clase del profesor Fraga para dormir.

lunes, agosto 28, 2006

Antologías: “alguna síntesis imprevisible se prepara”

Dado que por convocatoria ajena debo volver a reparar mis reflexiones sobre Rápido tránsito, de Coronel, busco varios auxilios este fin de semana: entre ellos la Prosa reunida, y exactamente el “Fragmento” que aparece ahí del Panorama de la poesía norteamericana (1949). Lo más increíble es que esos párrafos apretados articulan lo que es y ha sido hasta este año, el plan de las antologías de poesía nicaragüense: la fe en que la poesía encarna y expresa un “alma nacional” y el cometido futuro de tal encarnación, es decir, su progresivo desenvolvimiento y penetración social. Coronel hablando de la coyuntura de 1912 en adelante, que sería la de la inscripción de la New Poetry, dice:
“En rápida sucesión aparecieron obras capitales de poetas que pronto gozaron de prestigio nacional y desde entonces la poesía ha continuado siendo en Norteamérica un arte viviente que sigue de cerca la evolución profunda del país y expresa cada vez con mayor variedad el alma americana individual y colectiva. La poesía, libre de trabas retóricas, capaz de adaptarse a todas las formas o de crear nuevas, tiende a ser un arte popular que sirva de expresión, no sólo a los poetas superiores sino a una creciente mayoría de seres humanos.” (Prosa reunida 140).
Estas líneas son la doctrina fundamental de las antologías de poesía nicaragüense, y, en cierto sentido, la ideología de los que escriben poesía con ánimo nacionalista.
Por otra parte, es particularmente curioso cómo a Coronel lo entusiasma “América” (¿los Estados Unidos simplemente o, más bien, una “Panamérica”, que vía el San Juan, incluye a Centroamérica?) como lugar de entrecruce de culturas, lo que lo lleva a decir que “alguna síntesis imprevisible se prepara”. La poesía sería en un “factor primario de esa futura síntesis” (141).

viernes, agosto 25, 2006

Todo sobre el "nihilismo clásico alemán"

Dice Quezada, en su reacción a mi crítica de su libro, que ese término es de escuela elemental. Pero, a saber, sólo aparece en tres autores: Freddy Quezada, José M. Ortíz Dominguez y Alberto Pinzon León.
Ortíz Dominguez pone en su bibliografía a Quezada (de manera que tal nihilismo pareciera prohijado, hasta aquí, por el nicaragüense), pero Pinzon León no menciona a Quezada.
Lo más curioso es que el esquema de las "tres fuentes" de la postmodernidad usados por Quezada (postestructuralismo, nihilismo clásico alemán y vanguardismo estético), son repetidas en el artículo de Pinzon León. Uno leyó al otro, y lo leyó de manera muy cercana.

Por ejemplo, dice Pinzon:

"2.1.2. Nihilismo Clásico Alemán

Son los discursos que hoy se están resignificando básicamente de tres autores: Nietzsche, Heidegger y Schopenhauer. A este último se le está rescatando su pesimismo y las constantes llamadas de alertas sobre el aspecto destructivo de la razón. Principio que retoma Teodoro Adorno, en su segundo momento como miembro de la Escuela de Frankfurt, para denunciar el carácter opresor de la razón instrumental que consideraba un sujeto con derecho a oprimir a su objeto (la naturaleza, la mujer, etc.) derivando este modelo como el principio opresor en la sociedad".
(On line: http://www.antroposmoderno.com/textos/Cioran.shtml)

Y responde Quezada:

"1.2 Nihilismo Clásico Alemán
Otra fuente del postmodernismo fueron las lecciones retomadas básicamente de tres autores: Nietzsche (2001), Heidegger (2003) y Schopenhauer. A este último se le rescató su pesimismo y las constantes llamadas de alertas sobre el aspecto destructivo de la razón. Principio que después rescató Teodoro W. Adorno, en su segundo momento como miembro de la Escuela de Frankfurt, para denunciar el carácter opresor de la razón instrumental que consideraba un sujeto con derecho a oprimir a su objeto (la naturaleza, la mujer, entre otros) derivando este modelo como el principio opresor en la sociedad". (El pensamiento contemporáneo pp. 27-28)

Cabe también la posibilidad que uno sea el seudónimo del otro (es decir, Pinzon no existe en sí, y es un seudónimo de Quezada), lo que confirmaría que el "nihilismo clásico alemán" es clasificación de data reciente, y que no tiene por qué ser condenada por falta de originalidad.

miércoles, agosto 23, 2006

Del diletantismo

En mi reciente crítica al libro de Freddy Quezada terminé diciendo que el rechazo del presente hacía pensar en el modernismo decimonónico. Poca sorpresa relativa me ha deparado por eso leer en la Introducción al libro de Marta Elena Casaús Arzú y Teresa García Giráldez, Las redes intelectuales centroamericanas, algunas características que podrían pasar hoy día por “postmodernas”.
“Un rasgo común de los intelectuales de esta generación finisecular era, como opinaba Félix Ortega, su diletantismo intelectual, entendiéndolo como determinados individuos que opinaban de muchos temas sin reglas, método o teoría apropiada. Generalmente eran escritores polifacéticos, que escribían y opinaban sobre cualquier cosa, en muchas ocasiones sin conocimiento de causa y mezclando a menudo literatura y ensayo; ensayo, poesía y filosofía; y todas estas disciplinas con el periodismo daban como resultado unas opiniones en muchos casos bastante superficiales, cuando no banales.” (Casaús y García 3).
Pero al voltear la página, una coincidencia más: el orientalismo, incluido Krishnamurti. Las autoras testimonian “el enorme impacto que produjo en todos ellos [los intelectuales centroamericanos] el conocimiento de Oriente y de las grandes doctrinas y filosofías hinduistas y teosóficas.” (4). Como sugieren las autoras esto produjo un principio de hibridez en las políticas intelectuales de los centroamericanos.
Quizá no deba sorprender, entonces, que los aparatos de la “postmodernidad” estén desembocando para algunos en el New Age. Ahí también desemboca la cultura de algunos antiguos intelectuales orgánicos (por ejemplo, la novelística de Gioconda Belli, tan proclive a las universalidades), y la política oficial del sandinismo.

martes, agosto 15, 2006

Paul Bowles en Tehuantepec

Memorias de un nómada (Without Stopping). Cortejé este libro por algún tiempo: pensaba en una especie de encarnación funesta del melodramatismo de Bertolucci en El Cielo Protector.
Bowles resulta mucho más complicado. Se trata de una de esas grandes autobiografías de los vanguardistas (incluyo entre ellas a Tristes Tropiques), con mucho tinte de problema colonial, como para ser leído según Said.
Dos problemas de lectura: hay demasiados nombres y pocas ganas de hacer un cuadro cronológico con ellos, para entenderlos mejor (más allá de los obvios: Stein, Copland, y los beat, y otros cercanos); y, en segundo lugar, desconozco la historia de Tánger. Otrosí, las editoriales españolas son chapuceras: ésta prometía unas ilustraciones (para el que hicieron un Índice) que no figuran.
En Bowles, un músico de la modernidad, hay mucha tensión lírica, a la vez que mucho sentido de la elipsis. De más decir que la sexualidad es una de las elipsis más notorias del libro (exceptuando dos extrañas iniciaciones).
Otra cosa sucede con la militancia política y la insaciable travesía en que se convierte su vida. Milita por años en el Partido Comunista (estalinista), se vuelve criatura del New Deal—recibiendo una pensión de desempleado—, todo esto a pesar de su origen patricio.
Una de las visitas extraterritoriales más conmovedoras es la que hace a Tehuantepec, en donde tocando su acordeón se hace popular entre los zapotecos. Junto a sus acompañantes, ayuda a pintar las mantas para la celebración del 1 de mayo. Su contribución son las siguientes consignas: MUERA TROTSKY, y EL COMUNISMO ES LA RELIGIÓN DEL SIGLO XX.
Una delegación de campesinos los visitó para saber qué era el comunismo, los creían instructores enviados por el gobierno.
“—Entonces ¿por qué os enviaron?—preguntó el portavoz del grupo.
--No nos enviaron de la capital—le dije, y pareció aceptarlo. Pero estaba decidido a no marcharse de vacío.
--Dime sólo una cosa—dijo entonces--¿Qué es el comunismo? [en español en el original].
Como no tenía una respuesta satisfactoria para él ni para mí, le mostré unos libros y folletos en español, entre los que figuraba uno titulado El abecé del comunismo, pero no manifestó ningún interés. Comprendí entonces que no sabían leer y que él era el único que hablaba español. Se lo expliqué entonces en zapoteco; nos dieron la mano y salieron a la calle en fila.” (pp. 219-220).
No queda claro que es lo que explicó “en zapoteco”. Probable errata? En todo caso un pasaje como para mirar de forma lateral la distancia entre el Estado de la revolución y los indígenas. Una figuración repetida muchas veces, en muchas revoluciones. Pero refractada esta vez por el ojo del artista vanguardista.
Hay muchas otras entradas en el libro de Bowles que conforman una mirada colonial, en otras partes del mundo (incluida Costa Rica). Pero, claro, las más ricas son las del norte de África. Por cierto, Bowles halló en Tehuantepec un paisaje más impresionante que el Sahara: “la vegetación también parecía mineral, aunque había adoptado formas de agresividad mucho más sugestivas que las que pueda adoptar cualquier formación rocosa” (218).

lunes, agosto 07, 2006

Cuba, ¿democracia sin colonialismo?

No es que no se necesiten cambios democráticos en Cuba. Por supuesto que sí. El problema es qué se entiende por democrático y cuánta importancia se le da a la autonomía, tomando en cuenta una historia de colonialismo, a la que la revolución cubana se ha opuesto.
Como era de esperarse, la enfermedad de Fidel y los eventuales cambios en Cuba se han convertido en un asunto mediático muy típico de nuestra época. Este suceso global, sobre todo televisivo, es conducido por variables y dogmas conocidos:
1. Los medios pueden ganar las guerras que las armas no; sobre todo ablandando las fronteras y volviendo porosos los conceptos de autonomía.
Esta variable ha sufrido varios embates en los últimos años. Se recuerda el golpe de estado contra Chávez en el 2002, que contradijo la gramática mediática. A veces los movimientos sociales pueden más que la representación televisiva que de ellos se hace, caso de la derrota relativa del neoliberalismo en Argentina.
En el caso de Cuba es imposible predecir si habrá un ablandamiento de las fronteras, al estilo del Este europeo a finales de los 1980s. En todo caso, el énfasis mediático estará en el concepto de democracia, reducido a la celebración de elecciones pluripartidistas. Esto implica la ignorancia sistemática de los conceptos de autonomía e independencia; lo que lleva a la segunda "verdad" impuesta:
2. La historia del colonialismo es borrada por los medios, nunca ha existido y no es necesario reactivarla en la memoria.
Por supuesto, no se puede explicar la figura de Fidel Castro y el significado de la revolución cubana si no se reactiva la historia colonial. El modelo de autonomía de los países postcoloniales fue el nacionalismo. En la etapa global y neoliberal, este es despojado de su esencialidad, pasando a ser un apéndice regional de la democracia electoral (con sus encarnaciones “culturales” típicas: el turismo y el folclor). Las fronteras se ablandan para dar paso a los mercados (incluido los electorales).
Este asunto es muy difícil de verse porque la historia parece estar, precisamente, en manos de los medios dominantes. Se trata del típico problema de que la historia la narran los vencedores. De esa manera, tenemos versiones expurgadas de la historia global, sin imperios, colonias, diferencias entre centro y periferia, etc. La “transición” que anuncia Bush para Cuba no es otra cosa que el proyecto de llevar a su consumación esa estrategia de olvido y borramiento.

viernes, agosto 04, 2006

El nacionalismo ¿es un proyecto fallido?

Aludo a las recientes declaraciones de Sergio Ramírez de que la revolución cubana ha sido "fallida".
A las trenzas epistemológicas, económicas y políticas del neoliberalismo, la globalización y la postmodernidad podría hacérsele tal cuestionamiento: porque en el fondo no es la revolución cubana, simplemente,la que puede verse desde un ángulo "fallido"; es toda la doctrina de autonomía, límites, soberanía y ciudadanía la que está en crisis. Y no necesariamente porque Fidel haya sido "infidel" a esa doctrina.
No más anunciada la enfermedad del comandante, y los cubanoamericanos de Miami celebraban en las calles. Esta es como oponer la blandenguería de las fronteras, a la doctrina férrea del nacionalismo. Pero hay que pensar el nacionalismo--y particularmente el de Fidel-- en un sentido postcolonial, en sentido estricto. Se creía que se descolonizaba por medio del nacionalismo. La otra versión es la subordinación estatal a un poder parecido al de la Unión Soviética. La pregunta es ahora cómo se descoloniza?
Cómo pensar que las peticiones de democracia de Bush encarnan una "dicción" democrática que proviene de un presidente democrático?
De manera que no es la revolución cubana la que es fallida sino el nacionalismo. Y, dadas las contradiciones de la globalización, podría decirse que fallido provisionalmente.

viernes, julio 21, 2006

Estamos hechos para olvidar los libros

En nuestra cultura hay pocas formas de memoria: las bibliotecas y demás archivos, las neurosis, poco más.
Hay quien cree que leyó, sin embargo. Y lo que hizo fue visitar una biblioteca.
Creo que leí las memorias de Gore Vidal hace dos años más o menos. Leí también Breakfast at Tiffany´s, de la cual no recuerdo casi nada. Del libro de Vidal, sé, ni siquiera recuerdo, que narra su encuentro sexual con Kerouac.
Hoy voy a la librería. Compro en oferta Anatomía del mexicano de Roger Bartra. Hace menos de 3 meses que leí de corrido su famosa La jaula de la melancolía. Y, por supuesto, la he olvidado. Hoy recordé que leí las memorias de Vidal porque también compré las memorias de Paul Bowles que mencionan a Vidal. De manera que la única manera de reavivar un olvido es comprando uno nuevo en una librería.
De los libros quedan impresiones, huellas, fantasmas. Lo extraño es que sobre esa nata de la experiencia se alcen los Cánones. O todo es una paradoja moderna y existió antes la posibilidad de juntar culto y subjetividad?
Tampoco recuerdo cómo va la versión de "All The King´s Horses". La de Aretha o la de Dusty. Ambas olvidadas pero convertidas en fantasmas. No se equivocó el poeta: "Son fantasmas, son fantasmas..."

miércoles, julio 12, 2006

La muerte del hombre símbolo

Esta fábula ya la había encontrado en alguna parte, y es algo corrupta, o, al menos, impura. Trata a la política como tema narrativo, y a los valores de la cultura como esencia política. Dónde termina una y comienza la otra, constituye un enigma. Este enigma es de lo que hay que apropiarse.
Hablo, por supuesto, de la “noveleta” de Coronel Urtecho. Del contexto habrá que decir, por lo menos, que Somoza pretendía no ser político, estar por encima de la política. Los vanguardistas, por su parte, tenían una manera coercitiva de ver a la historia: querían ver, deseaban apropiarse de, conceptualizaban la historia como “guerra civil”. Había que salir de la “guerra civil”, de la “anarquía”, y por eso confluían en un solo proyecto Somoza y los vanguardistas. Tanto para Somoza como para los vanguardistas la democracia (el aparato retórico para dar voz a los otros) es imposible.
Es en ese el contexto y con esos presupuestos que Coronel escribe La muerte del hombre símbolo. De más decir que la “noveleta” de Coronel no está hecha de conceptos filosóficos, sino de escritura. No hay tal “universalidad” del argumento, sino una operación de “lenguaje y coerción” según la nota de Barthes a todas las escrituras.
Toda muerte es simbólica, es decir, establece un código y puede ser leída desde varios ángulos. El hombre símbolo es el representante de unos valores en crisis, los que se ve obligado a encarnar, y de otros valores mucho más placenteros y blandos que debe ocultar. Aquí opera la división moderna entre vida pública y vida privada. La parábola literaria nace de la yuxtaposición de ambas, que lleva al objetivo fabuloso—vanguardista y somocista—de terminar con la política. Es la coerción que ejerce la escritura.
En la modernidad los muertos se parecen a los libros canónicos. Son sólo su titular. El contenido puede variar, pero eso nadie lo va a notar, mientras se mantenga la lógica moral con que se pasa revista a los viejos retratos. Así, en la narración de Coronel, el hombre símbolo ha encuadernado novelas policíacas bajo las pastas de los clásicos. Toda escritura, así como toda política, separa irremediablemente el orbe moral—visto como apetecible y como factor de orden—del placer. Esta división es también cultural: clásicos versus policiales, cultura alta versus cultura baja. O, ya en términos más bajtinianos, cultura oficial versus cultura del carnaval.
El poder trata, por eso, de manera mistificada al muerto. Y, particularmente, al muerto político. Dice casi textualmente: este muerto por ser político, y por ser mío, es mucho mejor que el tuyo, o que cualquier otro muerto privado. Canoniza de manera apresurada. Apela a la historia. Dice: esto es histórico, y lo es sin más trámite crítico. Cualquier trance dubitativo será combatido de manera explícita, y con una retórica implacable. No hay manera de que se restituya el misterio esencial de cualquier muerte.
La muerte, pues, como código doble: como acto del poder, y como suceso de la modernidad. Por el acto del poder sabemos que este muerto encarna ciertos valores deseables. Por el relato de la modernidad sabemos que tal encarnación es siempre relativa e insuficiente. Por eso, toda corporalidad constituye un enigma. Los muertos privados siguen sin más trámites sus procesos corporales, van al cementerio y desaparecen. Los muertos en un trance de poder se constituyen en “hombres símbolos” y sus corporalidades son muy aptas para la narrativa. Toda narrativa que quiera, como la de Coronel, mezclar política y literatura, no es más que una narrativa necrológica.

viernes, julio 07, 2006

Antigua, El río de Cardoza y las vanguardias centroamericanas


La próxima semana debía asistir al VIII Congreso Centroamericano de Historia, en Antigua, Guatemala. Por problemas de presupuesto, no podré viajar.
En cualquier caso iba a hablar de Coronel y Cardoza y Aragón, y específicamente de cómo sus textos autobiográficos de los 1980s, constituían una especie de estado terminal de los proyectos vanguardistas a escala centroamericana. En especial me interesa la manera en que esos textos--fundamentalmente dos: El río: novelas de caballería, autobiografía de Cardoza, y "Siendo pintado por Dieter Masuhr", de Coronel--establecían tanto una "teoría autobiográfica" como una crítica de los principios más convencionales de la autobiografía: su aspecto confesional y "novelístico", en esencia.
Mi crítica de este aspecto confesional es de vieja data, y se puede ver en un artículo publicado en La prensa literaria en diciembre de 2002.
Ya que no voy a Antigua, rememoro una vieja crónica de 2000, cuando hice ese viaje por tierra y en dos días.

Hay una página en ensayistas.org con bibliografías sobre Cardoza.

lunes, julio 03, 2006

José Coronel Urtecho (1906-1994)


El centenario del nacimiento de Coronel Urtecho ha provocado pocas celebraciones, menos aún conmemoraciones académicas, y menos aún todavía replanteos críticos sobre su obra. Esto no deja de ser injusto para un decisivo e influyente representante de la llamada literatura nacional de Nicaragua.
El principal aporte literario de Coronel ha sido el traslado de las formas realistas inspiradas por la “New Poetry” norteamericana (tradición que va de Whitman a Pound, más o menos) a la literatura nacional. Este aporte, con excepciones, no ha sido evaluado todavía de manera crítica, por estar la crítica literaria o cultural muy escasamente desarrollada en Nicaragua y Centroamérica.
En este centenario, de manera un poco azarosa, he estado dedicado a estudiar a Coronel. El año pasado, en mi tesis sobre autobiografía centroamericana abordé una parte de su escritura autobiográfica. En marzo presenté en la Conferencia de LASA un acercamiento a su texto “Siendo pintado por Dieter Mashur”. Y en abril expuse “Hacia una agenda crítica” en el Simposio sobre la lengua nicaragüense, en la UNAN, Managua.
Seguí con artículos a ser publicados, con un poco de suerte, pronto. Uno—sobre Rápido tránsito—en un libro sobre ensayo centroamericano, iniciativa de Werner Mackenbach y la Revista Virtual Istmo. Otro—sobre las llamadas “noveletas”—para la revista 400 elefantes. Todo esto apunta a una colección que, provisionalmente, podría llamarse Asedios a Coronel: por una visión crítica de la poética conversacional.
En internet hay pocas referencias a Coronel Urtecho. Se puede ver la entrada del Diccionario de Escritores Nicaragüenses, y hay un número especial del Boletín de CIRCA No 20, con textos, bibliografía activa y pasiva, y una presentación a cargo de Luis Rocha. Estas bibliografías no son completas, pero son una buena tentativa de hacer circular la información por la web.
Es divertido que la presentación de Rocha me alude (es decir, alude algunos de los textos que he escrito sobre Coronel) casi directamente. Dice Rocha:
Para algunos neoenterradores no se debe de decir que José Coronel Urtecho fue
un gran conversador y mucho menos que como tal no sólo ejerció la crítica sino
que también el magisterio. Gracias a esas opiniones -indigestadas de
mezquindad- existe un mundo de sabihondería que hace irreconciliables a la
crítica y la conversación, y por añadidura sus discípulos somos responsables
tanto de que José Coronel Urtecho no supiera bailar, como de no hacerle la
disección.
En efecto, Rocha tiene razón. El oficio de la crítica se parece un poco a las exhumaciones (se debe correjir, pues, el término neoenterradores, y proponer neoexhumadores). Un eje de mi crítica de Coronel es, asimismo (Rocha tiene toda la razón), que la conversación según Coronel es un artefacto retórico, literario e ideológico, antes que una característica personal o natural. (Si no no estuvierasmos hablando de un gran escritor.) Por eso, la crítica no puede articularse por medio de la conversación, sería como quedar atrapado en el gesto ideológico del propio escritor, sin lograr un distanciamiento necesario. Con respecto a la falta de oído musical de Coronel (según Rocha, no sabía bailar), es una información que proviene de las Memorias de Ernesto Cardenal, quien al confesar de manera divertida su propia falta de oído, se refiere también a que Coronel presentaba la misma característica. Eso me llevó a sospechar que había una general ausencia musical en el llamado exteriorismo, y era una sospecha benigna, irónica y divertida, como bien lo ha entendido Rocha.

El Festival Internacional de Poesía de este año estuvo dedicado a Coronel.

Es curioso que haya un obituario de Coronel en The New York Times.

El artista alemán Dieter Masuhr realizó un peculiar retrato de Coronel, que he usado para ilustrar esta entrada.