"Por ejemplo, tomo mi caso con Coronel Urtecho. Cuando yo estaba joven, él era un hombre quizás no anciano pero si mayor, entonces había una maestría que yo le aceptaba. Pero el joven ahora no me acepta a mi una maestría, al contrario, lo que intenta es tratar de demostrar que yo no sé escribir, y que el que sabe escribir es él. En otras palabras, ni siquiera me dan la posibilidad de compartir".
El problema, precisamente, es que nunca se desconoció lo suficiente la maestría de Coronel, y que había que comenzar con desarmar la estructura del maestro de boina en el centro y los discípulos extasiados, uniformados y totalizados por su verbo: Coronel ha sido nuestro Saturno más frecuente.
Repetir, pues, aquella consigna de hace ya una década: quemar al maestro.
¿Y en tiempos de blogs, queda autoridad alguna para los literatos (esos seres que se permiten, bajo cobijos de seda, la opiniología)?. Sí, hay algunos intentos, como los blogs del grupo Prisa, que van entre la monotonía del género y un posmodernismo bastante monológico.
2 comentarios:
Bueno, también es un poco candorosa la idea esta del maestro o, en este caso, la maestra rodeada de discípulos. Hasta un poco de delicioso morbo se le puede hallar. Pero también sorprende la ingenuidad de querer preservar ese modelo 'helénico' en estos tiempos de disgreción y diversidad inevitables.
Hola, Juan.
Saludos a vos y a Marta Leonor.
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