Las paredes se han echado a las aceras. Los aleros han sido clausurados. Las nubes estacionarias se deshacen tres o cuatro horas, precisamente esas en las que llego a Jinotepe. Ya nadie da paso al que
le ha agarrado la lluvia. Así uno va machucando los secretos arcoiris de la noche. Caminando por calles que nunca vi.
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