Los notables sólo se acuerdan de la Universidad cuando ven sus intereses afectados.
Pero no se preguntan cómo es que esa amenaza a la libertad de pensamiento se vincula con su propia administración de poder cultural como notables y con la ruina de la Universidad (porque al parecer no les importaría que la Universidad estuviese en ruinas con tal de que fuera "autónoma" y en esa Universidad en ruinas se pudiera "pensar libremente").
Y tampoco se preguntan por sucesos históricos recientes en los que todos ellos estuvieron involucrados.
Si la cultura está organizada en torno a la Personalidad, hay poco espacio para la Universidad. Y en sentido pragmático: a la Universidad se va por la Personalidad. Al menos era esa la tardía lógica nicaragüense de los años 1950s.
Pero esa época ya debería estar superada, y no debería ser restituida. Y los notables, como es lógico, todavía padecen esa añoranza.
Sin ponerse a pensar todo lo que perdió la Universidad de autonomía en los 80s, cuando se partidizó de verdad (y con anuencia de los notables).
Y luego toda la autonomía que perdió la Universidad frente al mercado desde los 90s para acá. (Si algunas universidades privadas parecen sucursales de Movistar y Claro).
Y mucho más intimamente: toda la lógica de mercado que ha operado esmeradamente en la Universidad (y que algunos de esos notables han avalado), y el desprecio sistemático por las Humanidades (que en este blog he tratado varias veces), en un país en que, de hecho, han desaparecido.
Una ausencia de las Humanidades que no puede ser subsanada por la presencia de la Personalidad y del Notable.
Pero, además, por las maniobras de poder a que están acostumbrados, estos notables tienen bastante empeñada su labor como intelectuales críticos. Son de hecho operadores políticos, opositores, partidistas u oficialistas, según soplan los aires y según les conviene.
Si han empeñado su propia autonomía política es bastante irónico su reclamo de independencia, y sus instrucciones a cerca de todo lo independiente que debe ser un estudiante universitario de verdad.
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domingo, marzo 21, 2010
jueves, mayo 14, 2009
16 riesgos de la Universidad frente a la Empresa
Un artículo de Tünnermann sobre "La relación universidad-empresa" que apareció ayer en un diario nacional, motiva en parte estas reflexiones sobre la universidad, la empresa y las humanidades.
1. El riesgo de reducir la Universidad a la producción de lo utilitario, empírico, aplicable.
2. Reducirla, así, en su posibilidad crítica.
3. Viejo "conflicto de las facultades" recolocado en un mercado periférico o infranacional, en donde las Humanidades llevan las de perder.
4. "Sectorizar" la Universidad y la Empresa bajo un paradigma neodesarrollista en que lo crítico es de hecho sustituido.
5. No hacerle ni una sola pregunta académica a la Empresa.
6. No saber nada de la historia cultural de la Empresa. Su excentricidad y sus costumbres. A saber: que funciona con el corazón puesto en el extranjero, y no sabe nada de inversión en educación. Que se educa para gobernar manteniendo una estructura de dominio clasista, racista, etnicista, machista.
7. Quedar satisfecho con que las Humanidades se reduzcan al culto dariano y festivales adyacentes que resultan monumentos a la pobreza cultural. (Y no es pobreza cultural de los pobres, que es de otro tipo, sino pobreza cultural de las clases medias y altas que viven de eso.)
8. Convencer a la Empresa, fundamentalmente la Empresa Financiera, que basta con financiar la mochila de libros de la biblioteca "nicaragüense" para que todo esté en paz, manteniendo cierta hegemonía cultural.
9. Dejar la antropología, historia, sociología, arqueología, ciencias humanas y sociales en sitios "de fuera", ONGs y academias no situadas aquí (lo que enfatiza las agendas excéntricas).
10. Ese saber y esas ciencias no han existido por falta de financiamiento del Estado y la Empresa. Y no es con ensayos nacionales que se subsana ese vacío.
11. No sé si será kantiano, pero la autonomía (su fundamento) no saldrá de la tecnología.
12. No pensar en la tecnología y la ausencia tecnológica más obvia y evidente: saber leer y escribir, enseñar a leer y escribir a los universitarios.
13. ¿Cómo operar un convencimiento cultural en la Empresa?
14. ¿Cómo hacer para que lo que la Empresa invierte en educación (exageremos), no lo invierta con el patetismo de la caridad cristiana, sino con un convencimiento más profundo, liberal, si se quiere, en las bondades de la educación humanista?
15. ¿O será que irremediablemente las Universidades tendrán que devenir empresas, o no ser?
16. Contra la simbiosis Universidad-Empresa.
1. El riesgo de reducir la Universidad a la producción de lo utilitario, empírico, aplicable.
2. Reducirla, así, en su posibilidad crítica.
3. Viejo "conflicto de las facultades" recolocado en un mercado periférico o infranacional, en donde las Humanidades llevan las de perder.
4. "Sectorizar" la Universidad y la Empresa bajo un paradigma neodesarrollista en que lo crítico es de hecho sustituido.
5. No hacerle ni una sola pregunta académica a la Empresa.
6. No saber nada de la historia cultural de la Empresa. Su excentricidad y sus costumbres. A saber: que funciona con el corazón puesto en el extranjero, y no sabe nada de inversión en educación. Que se educa para gobernar manteniendo una estructura de dominio clasista, racista, etnicista, machista.
7. Quedar satisfecho con que las Humanidades se reduzcan al culto dariano y festivales adyacentes que resultan monumentos a la pobreza cultural. (Y no es pobreza cultural de los pobres, que es de otro tipo, sino pobreza cultural de las clases medias y altas que viven de eso.)
8. Convencer a la Empresa, fundamentalmente la Empresa Financiera, que basta con financiar la mochila de libros de la biblioteca "nicaragüense" para que todo esté en paz, manteniendo cierta hegemonía cultural.
9. Dejar la antropología, historia, sociología, arqueología, ciencias humanas y sociales en sitios "de fuera", ONGs y academias no situadas aquí (lo que enfatiza las agendas excéntricas).
10. Ese saber y esas ciencias no han existido por falta de financiamiento del Estado y la Empresa. Y no es con ensayos nacionales que se subsana ese vacío.
11. No sé si será kantiano, pero la autonomía (su fundamento) no saldrá de la tecnología.
12. No pensar en la tecnología y la ausencia tecnológica más obvia y evidente: saber leer y escribir, enseñar a leer y escribir a los universitarios.
13. ¿Cómo operar un convencimiento cultural en la Empresa?
14. ¿Cómo hacer para que lo que la Empresa invierte en educación (exageremos), no lo invierta con el patetismo de la caridad cristiana, sino con un convencimiento más profundo, liberal, si se quiere, en las bondades de la educación humanista?
15. ¿O será que irremediablemente las Universidades tendrán que devenir empresas, o no ser?
16. Contra la simbiosis Universidad-Empresa.
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educación,
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