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lunes, noviembre 27, 2017

Disensos

"we never did too much talking anyway"
Dylan

El Premio Cervantes para Sergio Ramírez debería ser un momento no de exaltación del "orgullo nacional" ni de la exageración aduladora (los entusiastas afirman incluso que es el "acontecimiento más relevante de nuestra historia reciente").

Se trata al contrario de una oportunidad para repensar críticamente las figuras intelectuales de la historia nacional.  Darío, De la Selva, Coronel, Cuadra, Cardenal, Ramírez, tantos otros, tienen historias fascinantes en su relación con el poder político. Asimismo, es interesante su colocación más o menos ventajosa dentro del poder cultural. De hecho, es muy probable que Sergio Ramírez sea actualmente la personalidad centroamericana con más poder cultural de la región. Por eso mismo, me parece que es hora de fortalecer posiciones de diferenciación y crítica con respecto al mismo Ramírez.

En ese sentido mi "homenaje" sería marcar algunos puntos en que bien vale la pena disentir con posiciones del flamante Cervantes:

1. La exaltación del castellano y el hispanismo. Como leitmotiv que reaparece en varios de sus discursos, Ramírez tiende a centrar la cuestión cultural en la lengua castellana. Esta centralidad del castellano funciona en Ramírez con un aparente olvido de la naturaleza imperial de la lengua, de su memoria colonial, y con evidente invisibilización de la heterogeneidad de la cuestión lingüística y cultural en América Latina. Esta centralidad se corresponde con la supuesta (y deseada) centralidad del escritor moderno como "voz" que enuncia la colectividad. En ámbitos tan poco democráticos como resultan los países centroamericanos esta serie de jerarquías (lengua-escritor como voz de pueblos) deben ser, por lo menos, puestas en cuestión.

2. La propaganda de una literatura "de tertulia". Como ya dije en una entrada anterior, uno de los grandes aportes de Ramírez es el de ofrecer una perspectiva centroamericana de la cultura. Textos y recopilaciones suyas como Balcanes y volcanes o la Antología del cuento centroamericano resultan fundamentales para ese cometido. Sin embargo, su perspectiva reciente, unida a su también loable empresa Centroamérica cuenta, me parece demasiado centrada en un tipo de narrativa de acceso fácil para el gran público, y en una prescripción del autor mediático (habilidoso para la comunicación y la tertulia, en esencia). Se entiende que por razones de vida o muerte la narrativa centroamericana debe ingresar al mercado (mercado que lleva un solo nombre, con una sola geografía de referencia, y con imaginario de monopolio), sin embargo, este proceso no debe evitar perspectivas (auto)críticas y pluralidad de propuestas ("dentro del mercado todo, contra el mercado nada").

3. La memoria de la revolución sandinista. Existe poca reflexión sobre los procesos de privatización que ha deparado la revolución sandinista. No sólo las privatizaciones evidentes de riqueza que orientan el proceso a partir de la firma de Esquipulas (1987), sino la privatización de la memoria. Asistimos, así, a la paradoja de un proceso popular y multitudinario cuya memoria pasa a ser la de unos pocos notables. El notabilismo es un mal endémico de la historia nacional visible en, por ejemplo, la fundación de clubes de notables, antes que de partidos políticos modernos. Inevitablemente, Ramírez participa de esta lógica de privatización, y como tal su figura, sus textos y posiciones intelectuales son fundamentales para ese (eventual) debate.

 Por otra parte, Sergio Ramírez es quien nos enseñó, en otra hora, que el proyecto cultural de la oligarquía nicaragüense era un proyecto fracasado. Quien describió tantas veces la cursilería centroamericana y la inoperancia cultural de las élites. Es casi un deber mantener esta postura crítica de manera estratégica.

Se sabe que un índice de tal cursilería es precisamente ese tipo de procesos en que se consagra a héroes por razones de chato nacionalismo. En La fugitiva, el propio Sergio Ramírez caracteriza este proceso diciendo: "Todas nuestras figuras de bronce tienen en sus cabezas coronas de excrementos, igual que en los parques." (pág. 159).

Habrá que estar alerta y ser crítico ante esa dialéctica entre la fosilización y la cultura viva.

miércoles, febrero 25, 2015

Hace 25 años terminó la guerra fría

En Nicaragua hace 25 años (el 25 de febrero de 1990, con el triunfo electoral de Violeta Chamorro) comenzaron los años 90s.

Fue una época de reconciliación para los de arriba (el FSLN-MRS y el gobierno Chamorro) y de sálvese quien pueda para los de abajo.

Débil en su fuerza política pero apoyada por el sandinismo opositor, Chamorro pudo desentenderse de la sociedad empobrecida de la posguerra civil para entretenerse con la pirotecnia de los programas de ajuste neoliberal, las ofensivas ideológicas conservadoras: por ejemplo, en la educación (con el Opus Dei Humberto Belli como Ministro de Educación) y los trofeos de posguerra fría (Chamorro ofreciendo un AK-47 a George Bush padre).

Se puede alegar que Chamorro encabezó una transición democrática, siempre y cuando se entienda la jerarquía explícita de tal transición. Apertura reconciliadora democrática arriba, desestructuración, empobrecimiento, emigración abajo.

La sensibilidad social de la élite política nicaragüense ha sido tradicionalmente nula. A eso no renunciaron los arquitectos del pacto de transición (los "pragmáticos" del sandinismo--Daniel y Humberto Ortega y Sergio Ramírez-- junto al equipo familiar-institucional de Chamorro).

Como he dicho en este blog varias veces, curiosamente el Signo Blanco-Violeta Chamorro es visto por las elites nostálgicas como el Signo Deseable para un modelo democrático. Pero yo creo que sin una crítica a fondo de ese Significado Blanco no se avanza nada en discutir realmente qué sería la democracia o lo democrático en una Nicaragua que luego de 25 años sigue tan fragmentada como entonces.

Con respecto a la sobrevaloración de Chamorro como Signo Blanco, repito algunos ejemplos que he mencionado en entradas anteriores:

-Tomás Eloy Martínez acabó creyendo que la historia de Nicaragua estaba en la casa de Chamorro. 

-Andrés Pérez Baltodano considera a Chamorro ejemplo de una mente no colonizada!

-Gioconda Belli piensa que Chamorro "maternizó" a Nicaragua.


Como diría el poeta: "Patria que para qué pare parias"


P. S. 26 de febrero
No deja de ser sintomática la solicitud de los actuales partidos opositores de que el 25 de febrero sea declarado "Día de la democracia".

domingo, febrero 22, 2015

Márgenes recorridos

Subo una copia en pdf, vía Scribd, de mis Márgenes. Por fin logré vencer al escaner que me había entorpecido el trabajo varias veces. (Se verá que la copia no es perfecta, aunque legible, y me refiero a la tipografía y no a la prosa necesariamente.)

Este libro es hijo del Seminario de literatura centroamericana que iniciaron en los 1990s Franz Galich y Bárbara Dröscher, y que luego dirigió Werner Mackebach. Hijo, digamos, con defectos propios. Además, como proyecto de libro fue acogido por Margarita Vannini, directora del IHNCA. Por último, revisado para publicarse cuando yo estudiaba ya en la Universidad de Pittsburgh.

Si tuviera que reescribirlo, quitaría gran parte de las comillas que, creo yo, abruman al libro. ¿Por qué las necesité entonces? ¿Quizá para dar énfasis a tantos distanciamientos?

Si tuviera que reeditarlo, simplemente agregaría varios otros ensayos acumulados. Así me mantendría dentro de la lógica de los Márgenes, buscando su invocación primaria. Aunque el destino de la reedición no favorece historicamente al libro centroamericano.

Como digo, tiene ya 20 años el impulso inicial de estos ensayos. Aunque se podría decir que el ambiente de discusión intelectual no era favorable en Nicaragua (nunca lo es), creo que estábamos llenos de deseos de contradecir y criticar. (Voy del singular al plural, porque siempre en estos casos hay más de uno. Lo mismo pasaba con el grupo literario 400 elefantes.)

No creo que se pueda hacer un balance a esta altura. (Realmente aportaron algo estos intentos?)  En todo caso el balance es la dispersión.

Pero eso, he tenido que aprenderlo, tampoco es novedoso en Centroamérica. (Otros países centroamericanos--El Salvador o Costa Rica--me parecen más abiertos al debate que Nicaragua, en donde todo tiende a convertirse en carnaval dirigido desde arriba.)

Quizá un elemento parcialmente superficial es la adquisición de las retóricas posmodernas y poscoloniales que se deja ver en este tipo de ensayos. Pero digo que es superficial (no caí por suerte en el Nirvana posmo de algunos otros) porque el fondo estaba bien asido de la historia, o del deseo de historia.

En la página del índice califiqué al estilo gringo (de A+ a B-) los ensayos. La calificación me sigue pareciendo justa.