domingo, diciembre 13, 2009

De la críptica inconstante

Leo la, a mi parecer, fallida (fallecida, diría él) novela de Guillermo Cabrera Infante La ninfa inconstante.

Mi escepticismo es casi vargallosiano: no hay una estructura realmente trabajada del texto, hay poca profundidad en los personajes, gana la vagancia por la ya consabida estructura de la ciudad (de La Habana) y por el entretenimiento verbal hasta llegar, lo dice el honesto narrador, a la chacota.

Lo curioso y a la vez dudoso es pues que mi reclamo se haga con respecto a lo convincente de la representación: desde cuándo un yo realista?. Además, que se joda Vargas Llosa, ese pesado reaccionario, y que se joda su estética muerta.

La novela del Infame es de/forme o in/forme pero tiene cualidades:

1. Contra cualquier expectativa, no es nostálgica.

2. De forma desesperada lucha por mantener la estructura pre 59 de La Habana: al punto de poder verse como un honesto artificio modernista: éticamente sólida, en otras palabras.

3. La ninfa es a la vez un escarceo erótico y una interrogación de la memoria: su función alegórica necesariamente destartala al autor-como-dios: la ninfa baila entre la memoria y la reproducción chocarrera de significantes y significados.

4. La deformidad de la novela es virtualmente necesaria: si no, no sería.

5. Es un artefacto que inopinadamente se puede volver en contra de la posición ideológica del autor: sí, señores imperialistas, construir el socialismo (o esta novela) es una tarea difícil.

Una muchacha llamada Milagros

Vos sos como una puertecita "mental" para combatir al Estado en un continente en que millones de seres luchan todos los días contra el Mercado.

Está bien que por esa puertecita mental entren las ilusiones de la clase media, juvenil, informada, esperanzada de por fin encontrar un nicho en este jodido mercado global.

Nada como los compromisos odorizados y blancos (y secretamente ambiciosos).

Los orilleros de San Salvador, Lima o Rio, orilleros y blogueros, y algunos que escriben de verdad (porque la verdad sea dicha: vos no escribís nada ni interrumpirá nunca tu labor política un mero asomo de estética) seguiran intermitentemente desapareciendo en el sublime global.

Pero esa desaparición sólo testimonia que vos sos todo lo contrario a un paradigma de verdad.

Reconozco que dada la índole patética de tus escritos hay un sentimiento natural de deseo de ayuda en tus lectores. Sos la ONG particularizada, vuelta ente o mónada o sujeto.

Sos tan posmo en esa insistencia en que tu pequeña historia es más importante que cualquier otra. No necesariamente una teórica posmo sino una especie de parásito inconsciente del posmo (porque reconozcamos de una vez que tu vuelo teórico tampoco es muy alto que digamos).

Tu pequeña historia es la más importante del mundo. Si eso no es metafísica de la presencia no sé que será.

Lo que no sabíamos es que el Mercado cucharea metafísica de la presencia todos los días. Y Derrida se da vueltas en la tumba.

Como Hija Huérfana del Mercado que lucha contra el Estado despiertas siempre ansias de Orestes en los lectores que también se sienten huérfanos de ese puto mercado global: todos esperan la hora de la Epifanía en que te dirán a ti, oscura y vulgar Ifigenia: vive por fin hermana en ese nivel de clase media que merecías.

Esa narrativa me recuerda la de la telenovela escrita por la honestísima Delia Fiallos titulada Una Muchacha llamada Milagros, que vi desde otro barrio orillero en 1974.

viernes, diciembre 11, 2009

Fiestas del mañana

Quiero otro disco inexplorado, corte grueso sobre la lámina de un mar de zinc

Que hiera fríamente la nostalgia que haga imposible abrir la ventanilla

De la historia que la historia quede sin escape

Malsana heterogénea perra en celo la historia

Imposible meterle el dedo en las fauces porque te destroza

Nostalgia cero el programa gubernamental mejor llevado

El espejo del arte derritiendo a la sonsa y menstrual egotomanía posmo

Poner a salvo de la pureza la pregunta por las modas que usará la muchacha pobre

Durante las largas fiestas del mañana

(Fragmentos de Pavel Carías)

miércoles, diciembre 09, 2009

Vivía

Vivía en una casa administrada por una mujer quiromántica que tenía un defecto extraño en el pie izquierdo. Los oficios de la mujer eran más bien decepcionantes: curas a distancia, lectura de sueños, sanación del aura de mascotas.

En la casa vivían cerca de ocho inquilinos. Estudiantes jóvenes y una mujer solterona, alta, y asomada siempre a las persianas, y dando largos paseos por la ciudad casi siempre fría en aquella primavera.

Los domingos se oía alguna música, tal vez algunos de los trozos más vulgares de Pink Floyd, y todos los inquilinos despertaban tarde. En las noches, cualquier día, alguien tocaba una guitarra. Canciones de Freddy Mercury, esa cosita loca que es el amor. Algo decaía en la mano izquierda, torpe, del guitarrista.

En las tardes, si había algo de sol, la mujer alta se sentaba en el patio, y a veces llegaba la adivina, y hablaban del pensamiento positivo y cómo las enfermedades estaban conectadas al pensamiento negativo. Se contaban algo de sus muertos: las madres en especial. Y de las tareas que un gurú del barrio, que daba cursos de yoga, o de pensamiento zen, le habían dejado a la practicante. Por ejemplo, buscar pasajes del Evangelio en que Jesús no estuviera solo sino actuando con grupos. Y luego dos o tres historias de cualquier otra religión. Podía ser hindú, o maya. “Incluso mapuche”, decía la mujer. Pero historias en que el profeta estuviera en medio de un grupo.

Tenía el arte de la jardinería. La criada negra regaba con la manguera aquellas flores que eran la verdadera obra de arte de la mujer impedida. Se sabía los nombres y sus taxonomías, casi de una forma impresionista: era una especie de Monet imaginaria maniatada por el New Age.

Allí tuvo su primer sueño vagamente erótico: la mujer alta mordía suavemente sus testículos. La sensación se disolvía en otras muchas imágenes.

Tuvo después que pasar un día en un hotel de un barrio de clase media alta. La casa de inquilinos quedó atrás, y la primavera se había instalado por fin. Para distraerse en la tarde paseó viendo las tiendas, hasta que entró en una librería de esoterismo. Los filósofos hindúes del espiritismo, la adivinanza y el buen vivir (el vivir seguro, el vivir libre, el vivir tranquilo) estaban ahí, y el administrador de la librería conversaba casi en voz baja con otro hombre y una mujer. El tema eran los cánceres y las curas milagrosas.

Cenó en McDonalds. El pollo grill. “Desea agrandar”, dijo la muchacha. “No”, dijo él. La muchacha tenía unos ojos negros muy profundos que sabía enfatizar de manera casi virtuosa con rímel en los párpados. Era pálida, angulosa y alta.
Volvió al hotel que estaba casi vacío. El hombre de turno le explicó que la puerta de la escalera quedaba con llave por la noche, pero que se abría por dentro, en caso de que, dios no quiera, pase algo.

Su cuarto estaba en el cuarto piso. Al otro lado había alguien que tosía. Sobrevendría el insomnio de cualquier noche de hotel. En la TV pasaban una larga entrevista con José Emilio Pacheco en ocasión del premio Cervantes. Hablaba de los ríos del DF que habían sido cegados por el asfalto. Él recordó Providence, RI, y aquel río visto recién en junio que, al contrario, estaban reabriendo. Aguas subterráneas, naturalmente subterráneas que nunca ven el sol y que Vicente Aleixandre había puesto en un poema. Un poema que leyó hace veinte cinco años en Matagalpa. Esas aguas nunca dejaban de pasar y se las encontraba ahora en esta ciudad. Esas aguas que nunca dejaban de pasar.

Estuvo despierto mucho tiempo después de haber apagado la TV y la luz. El olor de cenizas de cigarro lo atosigaba. Llevó el cenicero al baño y cerró la puerta. Se asomó por la ventana, un gato caminaba por una tapia. Volvió a la cama. Toda esa gente rotando en torno a la librería, y trozos de conversación, y mujeres estilizadas, disciplinadas en gimnasios de aquel barrio, y las historias del jardín y las aguas subterráneas lo mantuvieron despierto hasta muy tarde.

La cortina

En los aniversarios históricos globales la historia de Centroamérica (esa región "menor") pierde todo espesor.

Sucede, por supuesto, con la reciente conmemoración de la caída del Muro. La revista conservadora Letras Libres ha publicado un artículo del periodista francés Bertrand de la Grange Centroamérica: el otro muro que encarna canonicamente el proceso por el cual los acontecimientos centroamericanos son convertidos en extravagancias tropicales que ocurren fuera del tiempo histórico europeo.

No es extraño tampoco que el artículo sea recibido con entusiasmo caluroso (que yo no vacilaría en llamar colonial) por los medios locales. Sólo para hablar de medios nicaragüenses (pues seguramente ha entusiasmado también en El Salvador y Guatemala), hay una reseña en La Prensa; el artículo completo es reproducido en La Trichera, y recomendado por La Brújula.

Como ya dije en mi primera reacción vía twitter: el exorcismo de Colón signa este tipo de intervenciones en la historia local. Como creen los honestos editores de la revista "en aquellas jornadas" Centroamérica, "demostró una vez más estar a destiempo con la historia", lo que implica, obviamente, que el hombre del tiempo histórico verdadero en este relato no es otro que el periodista que nos relata ese otro trozo de historia "atrasada" centroamericana.

No es chovinismo, por supuesto, porque bastaría leerse, por ejemplo, el último capítulo de El pensamiento salvaje del recién fallecido Levi-Strauss para darse cuenta que esa historia uniforme y grandilocuente hace tiempo que ha sido cuestionada.

Otra cosa sería afirmar que con el boom mediático se pueda reactualizar ese tipo de historia eurocéntrica, algo que tampoco es nuevo porque desde los 1980s (tal ha mostrado Neil Larsen) Hollywood (y añadamos ahora los medios y esas mediaciones prestigiosas que son los periodistas) ha tratado a Centroamérica como subcontinente sin historia.

En ese estereotipo incurrieron intelectuales del tamaño de Octavio Paz, como he discutido en mi contrapunteado artículo Ironías materiales.

Sin restar importancia histórica a la caída del Muro, en el contexto centroamericano fueron decisivos eventos como el asesinato de los jesuitas en El Salvador o la invasión de Panamá. Y fundamentalmente las luchas de liberación nacional.

Al afiliar polarizadamente a estos pueblos a la historia ("europea") del Muro (eje de lo aceptable y responsable y lógico) lo que se hace es apartarlos también de una relación (de hecho negar cualquier relación) con los derechos humanos y con la memoria: con las narrativas propias. Expropiarles de hecho las identidades.

¿Qué sucede, qué ha sucedido, por ejemplo, en Honduras en los últimos meses? ¿Otra lucha tribal por fuera del tiempo histórico europeo o una batalla por los derechos humanos y la memoria?

Recuerdan Uds. "la cortina de mierda" que EMS contrapuso al Muro. Esos eurocéntricos la agitan y la embarran cada vez que les conviene.

martes, diciembre 08, 2009

Bricoleur

No será Ud. el vecino que tararea a Madonna por horas y horas, devenires y aconteceres, "años, centurias, eras"?

Es Ud. el que va del baño a la ventana pero siempre pensando en la cama, la cama que traquetea bajo el impulso del deseo Deseo?

Ud. espera ciertamente la hora en que el profesor pronuncie: "pero, claro, tú eres como yo: el Bricoleur" o es más simplemente otra virgen prudente de esas que a montoneras produce la cultura nicaragüense?

Porque si se fija bien no hay otro complejo más íntimo y ardoroso en la llamada poesía nicaragüense que confrontar la virginidad y en eso no hay tanta diferencia frente a la cultura pop: Diana no puede apurar el amor.

Y qué le ha parecido al fin esa última colección? mejor que la Inmaculada?

lunes, noviembre 23, 2009

Inmunidad

Estoy completo ante tu inmunidad.

Mentira en este caso no es posible estar completo estoy sesgado inclinado desconstruido destruido ante tu inmunidad.

Me fijo en los cantantes de micro: hoy un ciego que canta unas coplas estereotipadas auxiliado por una chica su lazarilla y tamborilera del conjunto además de segunda voz.

Me fijo en las advertencias que hace al público, el significado que tiene la repetición del vocativo chiquillo. Esa sabiduría paternal que se toma del aire o de ninguna parte.

Fue él quien tuvo que estar por varias horas en la comisaría. Te advierto, chiquillo, del mal del mundo, del ladrón invisible. Pasan el ciego y su olor recogiendo las monedas, y se bajan antes de que el bus entre a Vicuña Mackenna.

"¿Sabés qué fue el muro de Berlín?", me dice el Septembrini interno que todos llevamos dentro.

"Un gran Monumento a la Inmunidad".

"¿Sabes qué fue la guerra de la contra, el bloqueo a Cuba, la visa para un sueño?"

"Son ese punto en que las preguntas comienzan a implicar respuestas: pura inmunidad."

Estoy completo frente a tu inmunidad: audífonos, condones, pin numbers.

Me resisto a contagiarme: acabo en el orden imaginario.

(Para el concepto de inmunidad: Roberto Esposito. Comunidad, inmunidad y biopolítica.)

jueves, noviembre 19, 2009

De los intelectuales con madre

Curiosamente, hay quienes idealizan los 1990s, en especial el gobierno de Violeta Chamorro, como modelo de organización ideal y, a estas alturas, deseable. Para eso se sentimentaliza y, sobre todo, se ideologiza. Se asume un ideal socialdemócrata en aquel gobierno, una concertación social exitosa, una transparencia informativa histórica, y una identificación familiar entre la gobernante y sus gobernados (Violeta, para estupefacción de muchos, entre ellos yo, sería una "madre" deseada y añorada). Digo ideologización en un sentido casi mecánico o engeliano: una inversión de la realidad en la mente del que tiene esa percepción.

Me atrevo a proponer mi propia ideologización: ninguna de esas supuestas victorias políticas de Chamorro penetraron en el cuerpo social: lo que se lee ahora y teleológicamente por arriba no es lo que se vivió por abajo. Neoliberalismo crudo, desestructuración social, fragmentación, consolidación de un modelo informativo de mercado: en general, la paradójica presencia de una "madre" que confirma el apotegma de Juan Rulfo: el gobierno no tiene madre. Quiero ideologizar pero quizá no idealizar: se juntaron con Chamorro las principales fuerzas políticas del país, incluido el sandinismo (porque desde que nació el sandinismo no es un ética sino un pensamiento estatal).

Pero como la historia es irónica, no sería extraño que se consolidara en el futuro una idealización ideológica de Chamorro como "madre". Pongo aquí una bibliografía de urgencia que puede llevar más o menos exitosamente a consolidar esa bárbara teleología.

Gioconda Belli "Una mujer otra vez"

Andrés Pérez Baltodano "El silencio de Chávez"

Tomás Eloy Martínez "Sombras de la revolución en Nicaragua"

Lastimosamente, estos árbitros de la ideología son también intelectuales.

lunes, noviembre 02, 2009

Receta

Una cucharadita de Maquiavelo tres veces al día.

Sinapismos de hermenéutica (no deje de vigilar a Heidegger cuando mencione la comunidad) sobre todo de noche.

Contra la ingenuidad y la cursilería ("Nicaragua necesita una madre") frotamientos de Gramsci (y no desprecie, por favor, el doble sentido de la palabra frotamiento). Frotese y repasese la maniobra y la hegemonia.

Contra la fiebre y la locura ajena (pero sobre todo contra la propia) el termoangélico de Benjamin le hará la cuenta mirando de espaldas el Paraíso.

Sentirá Ud. que es un sólo dolor, un sólo cuerpo ardiente, una sola confusión: una mónada o una monada. Ud. cartesianito de mierda: parcialice, teorice que no todo lo resuelve la política.

Gárgaras de estudios subalternos pueden acabar irritándole la garganta pero son necesarias.

Sentirá que el dolor de la política le parte el cuerpo en dos pero eso es sólo apariencia: no es la política lo que lo parte a Ud.en dos. Ud. como todos los nicas ingenuos está llanamente equivocado. Lo que lo parte a Ud en dos es Invisible, Viral, Ideológico, Freudiano, Existencial. Piénselo. (Ejercicios de meditación nunca van mal: el estrés siempre baja las defensas.)

Vaya con cuidado con los Curanderos Mayores, los Notables Vestidos de Blanco que le dirán Grandes Palabras: esas que son incurables.

jueves, octubre 29, 2009

Nueve

No tiene de pronto la sensación que todo lo importante sucedió a los nueve años, la promesa de estudiar, la muerte del abuelo, el impacto de Camilo Sesto, los cuajayotes con sal, el pájaro que caga el machete del abuelo, Pancho Madrigal, Plaza Sésamo, Go Ku, El Hombre Araña, el informe sobre la sexualidad, el hombre que llora sobre el timón, detiene el carro y llora sobre el timón, los ecos de un orgasmo o una cachetada en la noche (porque los nueve años son melodramáticos), el infinito camino de la escuela, el perro negro con espuma en las fauces, los rayos que caían en la tarde, la menstruación, el embarazo, el dibujo del ovario, el pene y el espermatozoide, la única clase de artes plásticas, el maestro que después se muere, y, no olvidar, la construcción del nuevo cine frente la escuela, a donde con el tiempo fuimos a ver Taras Bulba en matiné.

jueves, octubre 15, 2009

Me voy de vez en cuando a algún lugar

Esta vez a Chile.

Mirando los manglares que bordean el Canal repito lo del poeta: "malditas despedidas, me están volviendo viejo".

Por el vértigo (que es también político) cierro la ventanilla, pero sigo rodeado de poetas populares que revolotean.

Entraré sin duda a la noche de Neruda hoy por la noche como un isonauta común y corriente.

jueves, septiembre 17, 2009

Cuatro gatos no es ningún sacrificio

Tengo cuatro gatos. Ya Ud. sospechará cómo se llama cada uno. Digo sus nombres delante de la gente y ya me consideran buena persona. Lo que no digo, como tampoco se lo diré a Ud., es que disfruto a veces matando gatos del vecindario: he refinado de hecho el arte de envenenar mininos de nombre anglo. Esto para que nunca se fíe de un fan de los Beatles. Somos terribles: multitudinarios, sectarios y secretamente violentos.

Mi único desliz New Age es que estoy convencido de que la personalidad de mis gatos reflejan su nombre de inspiración. Ya Ud. sabe a Paul le gusta mucho la leche endulzada, Jonh es un poco más errabundo. Ud. no va a creer pero este tipo de cursilerías me llenan de amigos y conocidos, vienen a mi terraza, me llaman al celular, me consultan sobre música. El otro día me llamó un músico para invitarme a ver el homenaje que le hacían a los Beatles en el teatro nacional. ¿Sabía Ud. que ese tipo de homenajes ha devenido una tradición latinoamericana más? En Lima, en el D.F, en Managua, bandas avaras y mostrencas se toman los teatros para cantar "Penny Lane" y "Hey Jude". Algunos hasta en disfraz de soldado Sgt. Pepper´s.

Mi única defensa (además de mi vida nocturna en que mato gatos: a propósito ha visto Ud. cómo proliferan las escritoras centroamericanas que adoran los gatos y lo repiten depravadamente en sus blogs?) es escribir anónimos en mi blog en contra de los Beatles. Nadie sospecharía, ni el más candoroso de los beatlómanos nicaragüenses, que por cierto suelen creerse poetas y publicar libros profilácticos al respecto, que soy yo el autor de la sentencia que dicta: "Los Beatles no fueron ni siquiera la mejor banda en que estuvo John Lennon".

Es una proposición rigurosa en exceso. Conozco otra que es un poco menos rigurosa y más polémica: "Ya no creo en los Beatles". No esa no la dije yo aunque parezca lo contrario.

Sí, ya sé que el centro de su curiosidad es cómo soporto a estos mis cuatro gatos (rigurosamente: mis cuatro cursis gatos) si hay un asesino en serie de gatos escondido bajo mi carne. Dura y difícil pregunta.

Creo que todo comenzó cuando me casé con Eleanor. No, no hay ninguna ironía en su nombre. Se llama Eleanor Kukalón Rodríguez y tiene un talento innato para la venta de perfumería y calzones (bueno, se dice lencería, pero son calzones al fin de cuentas). Ella logró esta casa, con su terraza, su jardín, su fuentecita. Adoro los desayunos en su compañía. Hablamos mal de las malas actrices. Yo defiendo a Shirley McClain hasta la muerte.

Esta calma, este silencio valen oro. Me pregunté como el filósofo: cómo ser bueno. Y llegué a la conclusión que lo único que me podía hacer bueno era volverme fan de aquello de lo que ninguna mente inteligente y brillante rechazaría: así dí con los Beatles. Son la bondad y la inteligencia encarnada en el "hombre masa". Cuatro gatos no es ningún sacrificio.

También tengo dos perros. Uno se llama Mick y el otro Keith. Si quiere pasamos al fondo del patio para los vea un poco más de cerca.

martes, septiembre 08, 2009

Masculinidades pirata

anda diciendo el hijueputa que yo me las doy de amiga de la Sofía (no, bergante, la Coppola es la única Sofía reconocida por estos lares) cuando yo sé lo que guarda en esa cajita plástica que observa ido de vez en cuando cuando lee de forma supurada como si se tomara el jarabe de aceite de hígado de bacalao las páginas de opinión de los diarios

guarda todas y cada una de las películas que se van haciendo sobre novelas de Corman McCarthy desde la primigenia de Billy Bob Thornton con Rubén Blades por cierto y una horripilante Penélope haciendo de texana de hacienda

piensa el milimétrico en esas descripciones de la planicie en esos diálogos sin guiones en medio de la lluvia que nunca termina en esos gestos de hombría hombradía y enfermo machismo malinchismo todo en resumen una suprema culería enclosetada

el amigo probable y más masculino de Corman que se burla de que yo haya pasado la infancia guindada del arete de la Sofía

guarda los volúmenes de Ché porque Soderbergh es su muso y Benicio su patrón y tras de ellos el fantasma requerido y amenazante del Ché

guarda Heat no te digo que ese imbécil piensa que es mejor que Collateral y todo porque en Heat hay una poética del cristal del auto atravesado por balas y una épica de las tomas desde helicóptero sobre LA (sí, así se pronuncia) y el secreto descuartizamiento de la historia y el convencimiento de que Michael Mann es mejor novelista que Thomas Mann

ahí se está quieto con el ricino de los diarios hasta que se decide y abre su cofre plástico de películas pirateadas

viernes, septiembre 04, 2009

Índice para una novela

La tenue, y tal vez inútil, posibilidad de serle fiel al evento que fue la revolución.

La negativa a justificar mi propia infidelidad—el olvido, el aburrimiento, la expatriación subliminal o fáctica—aludiendo a la mediocridad o el capitalismo de la dirigencia.

Y luego de dos o tres actos político-culturales (así les llaman): el hartazgo.

Imaginar una vida sin revolución como la del bruto que se aparea donde puede.

Invertir el resto de la vida en esa contra-utopía.

Porque todos ansiamos una escritura modesta de La educación sentimental.

(Para lo de la fidelidad al evento, Badiou "La filosofía y la "muerte del comunismo"".)

lunes, agosto 31, 2009

Filosofía

Fuimos a la presentación del libro de Sergio.

Me encontré con Cindy. Tuve que estar ahí con ella un rato ya al final cuando la gran fila de fans pedían firmas. El lugar estaba atestado. Ella se entretenía con un trago rojo opalino.

Hablaba profusamente de Sofía, sobre todo de los soundtracks de Sofía.

Que ella y Sofía podían ser íntimas.

Que Sofía había dicho en una entrevista que su trago favorito era el mojito. Y que ella suponía que quería decir mojito y marihuana. Claro, yo tenía que tolerar discretamente aquel tipo de chistes estupefactos. En realidad no sé por qué. Porque la maje a pesar de todo tiene su ángulo creo yo.

Pobrecito Sergio, decía de pronto. Cuándo termina con toda esa gente. Debe ser toda una inseguridad la fama. Pero él siempre linda gente. Al menos a mí me ha tratado como discípula.

Se acercó una pintora conocida y hablaron "de una negrisilla" que se le quería ir arriba con no se qué trabajo. "Sonó racista, ¿no?", le dije yo, una vez que la pintora se había alejado. "¿Qué cosa?", preguntó ella. "Eso de referirse a la gente de color como "negrisilla", debe ser una herencia colonial". Lo meditó unos segundos, y me dijo después que yo ya sabía como eran las Fulanas (y mencionó aquí un apellido frecuente de las clases altas del país).

Me preguntó que si yo sabía porque la Kirsten era la actriz favorita de Sofía.

Que si yo me imaginaba lo que hubiera sido Lost In Translation con la Kirsten. Y no es que ella despreciara a la Scarleth, era que la relación Sofia-Kirsten era más radical.

Se imaginaba lo que sería "reunirnos las tres nosotras" en la Gran Manzana--¿sabía ella que yo odiaba ese tipo de clichés internacionales del tipo Tierra de Lagos y Volcanes?--para salir a tomar algo. O por qué no en LA (y lo dijo mencionando en inglés el nombre de las dos letras).

Lo que ella y Sofía compartían eran los soundtracks. Era como que se hubieran criado juntas. Como si Francis, atareado por la escritura de Padrinos y etcéteras, las hubiera dejados solas en plenos años 1970s con una extensa y novedosa discografía pop. Discografía que sin dejar de ser sofisticada no despreciaba el mero gesto gratuito y hedonista.

Pero lo más significativo de todo era que en realidad ella ya estaba a dos emails de distancia de Sofía porque una amiga suya había estado en una fiesta con la merísima SP en NY, y ya era de hecho amiga de una amiga de Sofía.

Y en ese momento necesitaba ir a saludar a Gioconda que se alejaba entre el gentío perseguida por un grupo de poetas jóvenes que querían que ella también les autografiara el libro de Sergio. No se le podía escapar ya que estaba cultivando lentamente una amistad por entero literaria (esta vez no cinematográfica) con ella.

Y fue así que se despidió, dejándome algo abrumado.

domingo, agosto 30, 2009

El nicaragüense

Como PAC, como Mántica, como SRM, he pensado también en las cosas que me vuelven nicaragüense.

Las adyacentes--un timbre de voz, una calzada--no las diré, pero sí la fundamental: cada fin de semana compro los dos diarios, y cuando no quiero comprarlos me repito: todo sea en honor pecuniario de la familia.

jueves, agosto 27, 2009

Informativo redes

Como padezco el ligero estrabismo de la escritura, el blog me parece siempre una gran recompensa, y no tengo mucho que quejarme hasta ahora de Blogger. (No soy (tan) ingenuo, estoy al tanto de las advertencias sobre los usos interesados de la privacidad por Google.)

Me gusta Twitter por la capacidad de transmitir no mis estados de ánimo sino sobre todo links, aunque no llego a la capacidad de @niklasgv, pero qué duda cabe de que es toda una forma de escritura. En Twitter soy @isonauta. El seudónimo es un evidente homenaje a Huidobro, y el avatar testimonia mi admiración por el reverendo Al Green.

Facebook me despierta muchas dudas, pero me parece un puente excelente hacia el blog o hacia alguna otra parte. Su ventaja es poder "ver" tan de cerca a amigos tan dispares en tiempo y espacios.

También Delicious podría despertar más mis entusiasmos si tuviera más tiempo disponible. Potencialmente, es el más "educado" de estos recursos, con posibilidades para funcionar en tareas de enseñanza.

Como se sabe que las redes le han hecho favores y desfavores a la escritura, y se incurre muy pronto con esto en consabidos clichés, he querido poner aquí una lista de los recursos que uso, y cómo en teoría los conecto: sólo un testimonio de rastros. Saludos y que tengan excelente fin de semana.

martes, agosto 25, 2009

Ya llego

NP, poeta contestatario, mientras orina ve a través de la persiana del baño que una paloma ronda la ventana, cree incluso que la paloma terminará rompiendo los vidrios pero ella se posa algo insulsa y picotea su imagen en el vidrio. Será una señal, piensa NP mientras termina la meada iluminada por la paloma zahorí.

Si algo ha aprendido es que este camino tiene varios viacrucis: los ciegos, los niños y los simples muertos. Y aun otra cosa: que nadie que se precie y que sea llamado al móvil dirá la verdad.

Todos están kilómetros adelante. Si están en Diriamba dirán que están en El Crucero, y si están trabajosamente subiendo Montefresco dirán sin sonrojo que están por llegar a Diriamba. Y dirán invariablemente a su interlocutor (la esposa que espera, el compañero de clases que aguarda para hacer la tarea, el jefe): “ya llego”. Es todo un síndrome local, y casi un epígrafe nacional: ya llego, es el equivalente cotidiano de ahora seremos modernos en cuanto nomás derrotemos a la izquierda o al imperialismo.

El microbús (el intermortal, el van) es como una casa de cartón que posee la inusitada habilidad de correr. NP lee lentamente casi dodecafónicamente a Hanna Arendt en la casa de cartón: qué triste se oye la lluvia.

Suena el teléfono de la chica de al lado. “Estoy saliendo pero ya llego…” le dice a mamá. Suena el teléfono del chico que le ha tocado el asiento bailongo de adelante—¿no irá mareado ese maje de tanto ajetreo?—. “Estoy entrando a Diriamba. Ya llego”. Sí, claro, y como siempre, el tigre entrando a la montaña.

NP camina por Carretera Norte: el avión de COPA está casi al alcance de la mano y los vecinos ven desde los patios—son sobre todo barrios pobres, incluso uno que se llama Hugo Chávez—si el avión viene muy lleno o muy vacío. En la Corte Suprema de Justicia, Secretaría, hay una escalera empinada y oscura, y en el pasillo se aglomeran los que necesitan algún reconocimiento, una firma, una auténtica, aunque siempre se olviden de los timbres fiscales.

NP, poeta contestatario, se horroriza de estar en el mero epicentro, culo o hemorroide interna favorita del pacto. Cuál pacto, no importa. Pero ningún poeta contestatario dejará de condenar el puto pacto.

En la pizarra acrílica de la oficina de CAJA hay un sermón escrito, o es más bien una advertencia: es como un salmo degradado que recuerda la urgencia de acogerse a los designios del Señor. La religión es el opio de Carretera Norte, piensa el contestatario poeta NP.

Porque Nicaragua vive en la estación Foreigner, atosigado por la música "cristiana" más ñoña que se pueda imaginar, y que suena tanto en Carretera Norte como en Carretera Sur, van intemortal incluido. Foreigner más que Cardenal es el modelo de nuestra cultura.

Suena el móvil. ¿Qué dónde estoy? Pero si esa es la pregunta que ningún habitante o transeúnte de Carretera Norte podrá contestar jamás. Tampoco es que los de Carretera Sur les lleven la delantera. Ningún nicaragüense, mayor de edad, casado o soltero puede responder conscientemente esa pregunta. Peor aún, my dear, ninguno la respondería con honestidad. Por el momento estoy, como el Frente, en algún lugar de Nicaragua. Pero no te preocupés que ya llego.

Estoy diez kms delante de donde en realidad estoy, piensa NP haciendo señas al taxi. El hombre pide 40 pesos para llevarlo a la UCA. Un hombre grita desde algún lugar (tal vez el avión de Continental que en este momento aterriza?): “se te va chorreando toda el agua del radiador”. Pero el taxero sabe sus mañas y no es desventurado decir que a pesar de que el carro lleva el riesgo de incendiarse, también su fantasma va mucho más delante pregonando una verdad consabida.

lunes, agosto 24, 2009

La sequía

Restos eternos de los Judas en los tendidos eléctricos. Aquí pasaron los basuqueros peleándose por la faja, la camisa, la gorra y los zapatos deportivos. Y el verano se ha hecho eterno: aleros por todos lados, el clima verbal y paradisíaco de las moscas, humedad ocasional y sol.

Tras varios inviernos de lluvia eterna, sepultados en octubre y vueltos a nacer en mayo. Tras extrañar tanto los aleros y convencerme de mi intimidad con las nubes estacionarias. Mariposas tigre se pelean con los zanates en el patio.

martes, agosto 18, 2009

La felicidad en un cuenco

Dos veces me he encontrado con él. Ganó madurez, canas, pero sigue siendo meticulosamente esquivo, azoradamente neutro.

Sale con su bolsita a mediodía a buscar en dónde comer. Managua, la incandescente, le murmura con su lengua seca y polvoza.

Tiene el pelo casi todo blanco. La disciplina le ha ganado el rostro. Siempre ha ido a contracorriente, internándose en la psiquis del barrio San Luis. Vagos y agrios olores lo han sostenido vivo, penetrando el entrecejo de una mujer, convencido de que todas las mujeres son impenetrables pero interpretables.

Estuve en una competencia con él por un puesto de contable B en un diario nacional de esos más izquierdosos que Reagan. El puesto no me interesaba en lo más mínimo porque yo estudiaba literatura en la UCA en aquellos años, y aparte de "Dios deseado y deseante" no me interesaba casi nada. Como cantaba (mal) el elegíaco (es un decir) Palito Ortega yo tengo en mi diario anotado(s) esos días (lo que prueba que podría asistir sin problemas al próximo Festival).

Me interesaba el café que podía llevarme mi papa a la hora del almuerzo (él trabajaba en la sala de redacción que quedaba en el segundo piso: el piso heroico para mí, not anymore).

La competencia no se desarrolló de forma apasionada. La sala de contabilidad era uno de los lugares más sórdidos que he tenido el chance de ver. Para mi horror, los contadores A pensaban que Pablo Milanés era soprano. Además, la carretera norte de Managua es la carretera más triste del mundo. (Mi papa lo sabía. Todavía estaban los rieles de la línea del tren. Veo aún a una loca que se escapaba siempre del Psiquiátrico (yo había tenido el honor de conocerla en 1984 en otra historia) siendo arrollada por los vagones, pero saliendo de últimas ilesa del accidente: casi veo el grano quemado de esta película.) El único momento emocionante del día era cuando tomaba la 114 para irme a la UCA a escuchar mis clases de literatura. Mi competidor también tomaba la misma ruta. Tendría por entonces 40 años. Me mata el deseo de construir su biografía. Para mí que era del lado de Santa Ana, que visitaba los burdeles que quedaban cerca del Ministerio del Trabajo, y que lo suyo con Managua era estudiadamente existencial aunque absolutamente llano en el ámbito de la expresión. Podría haberlo encontrado quizá un atardecer cuando iba camino a la Cinemateca, haberlo saludado con distancia, mientras pensaba en cosas remotas: Fellini, la noche.

Él ganó la competencia por una serie de hechos fortuitos. Yo nunca di opinión en aquella sala de contabilidad. Manejé muy lentamente las tarjetas de las cuentas de acreedores. Entendí demasiado bien la articulación feudal del moderno periódico. (Había una serie interminable de personajes de los que yo quería escribir la biografía: el auditor gordo y ambiguo que llegaba de vez en cuando y era mirado con sorna por los contadores A y B; o el viejo cardista algo petimetre que silbaba a Agustín Lara.)

Él pudo. Lleno de entereza ante la gente, sorteando los almuerzos de sopa de cangrejos con leche, tolerando las bromas sexuales de los contadores y auxiliares, y el terrible horario de trabajo (media hora para almorzar). Me imagino su felicidad. Su felicidad, como todas, alcanzada y cerrada en un cuenco. Quisiera detenerlo para hablar de estas cosas, como si fuéramos lo que en verdad somos, dos viejos conocidos. Explicarle que no voy más a la Cinemateca (quizá contarle cómo me sorprendió aquel aplauso espontáneo del público al final de "La vida criminal de Archibaldo de la Cruz", cuando Buñuel sólo tenía unos pocos años de muerto). Ah, sí, que tengo varios años de no releer "Dios deseado y deseante".