viernes, mayo 03, 2013

Isonauta II



De pronto el reto de vivir en esta temporalidad se vuelve difícil. Llega el otoño, hielo santiaguino. Batallo por la concentración. Viejas canciones de la radio que no suenan quietas sino que ocupan demasiado espacio. El sol apenas asoma. Sabemos que la tarde será fría. Sopa. Muchas harinas.
Evidente que la negligencia es una compañera incómoda. Algo sucia, no importa. Pero hay algo en sus largas esperas.
Sopas de lentejas, chorizos, aguacates, frijoles y habas, pero especialmente ensaladas: espárragos. There is a fire in me, dice el radio. Mousse de frambuesas.
El mercado. Agnès Varda. Está lleno hoy de frutas desconocidas. Las frutas doblemente enmarcadas, por la cámara y por la ventana. Lo desconocido de las frutas introduce un paradigma extraño para nosotros. Roland Barthes. Nos aferramos a las chiltomas. El vendedor, que nos llama caceritos, nos aclara que se trata de un pimiento. El mundo es remoto frente a sí mismo. Pasamos al sector de las acelgas que han crecido mucho. Los grandes zapallos escuchan.
Nadar en el agua tibia del sueño. Algún libro, novela filosófica o filosofía novelada. La clasificación de noches repetidas ha producido esta noche de escritura.
Lucho por una palabra olvidada: desafección, desinencia. Con ella enfrentaré la tarde.

martes, abril 30, 2013

Isonauta (diario)



Vargallosismo palurdo. La idea de que el realismo es la realidad. Sucede con una crónica probablemente homofóbica publicada en Confidencial. Pero, además, es una tecnología realista diseñada para demoler al otro, de Pichula Cuellar a Arguedas.
Leo de madrugada. No es cómodo. La luz del aparatito me hiere la vista. Luego de una hora, ya cuando sé que va a amanecer, pongo el texto, y me sumerjo un poco en el sueño. Tengo el inicio de la experiencia esquizofrénica: el cuerpo irradiando la totalidad, vibrando en vértigo. En la infancia lejana pensaba que era epilepsia, me autodiagnosticaba y seguía practicando noche por noche. Luego llegó la prosa. Pero esta vez dura muy poco: suena inmediatamente la alarma. Es la hora de no levantarme. Se levanta María, yo me sumerjo, o trato. Ya no tengo más experiencias de irradiación terráquea.
He encontrado mi método de meditación (nunca es válida la cacofonía, perdón). Leo el libro de Zizek, Less than Nothing. El aparatito (un kindle) me informa que faltan 41 horas para que termine el libro. Lo que no sabe el aparatito es que me gustan ese tipo de compendios de filosofía. ¿No era yo el que corría por pasillos y veredas recomendando leer ¿Qué significa pensar?? También adoraba, extrañamente, un libro de Ortega y Gasset, otro compendio. El libro de Zizek, lo dije ayer, se detiene en el idealismo alemán.
La alegoría de Benjamin. Yo le cambiaría ruinas por olvido. Al ir de espaldas leyendo voy viendo algo de lo que olvido. Por eso menciono esos nombres.

sábado, marzo 23, 2013

Algunos espectros amigables

La noche es una entrada La noche es un mar

Y estoy deseando Verlos aparecer cruzando un sendero no identificado Pero verde

Lo acariciado El grito El automático cambio de escena

Suelo entrar así a apartados sintáxticos y apartamentos imaginarios

Hada Velo y Carnada

Piezas de 1971 Se abren unos ojos sobre los otros

Los libros entran a puñetazos en el lector electrónico

México 1918 Un tipo en kimono (poeta y todo) contemplando un ruiseñor muerto

A qué hora amanece en Santiago durante el mes de marzo?

La almohada está arriba Manejo la penunmbra con la pantalla

Estos son los cuerpos que amo en sueños

Mi forma de amarlos es tocarlos y contradecirlos Referencia Reverencia

Los escribo en formas que detectan su olor

Enseño toperías marsupiales a mis fantasmas

Estoy cuidando al Niño en la madrugada ¿Lo salvo de un recuerdo?

O: desperté Cortés alto y amarillo Fauno desdentado

(Este es el paisaje nicaragüense en Febrero)

Los espectros amigables que traen Miel sólida/ ria

 Pregunto por vos Para que vos me despertés Para ver si hay castigo en voz

Para mí que todo es una secuencia

martes, febrero 19, 2013

La ciudad y el tacto



Este, el cine. Y qué película viste en este cine?

Una con Richard Burton.

El cerebro de Richard Burton inconsciente en el hospital laboraba aceleradamente con habilidades para destruir la realidad.

Ahora la boletería está condenada. Ciudad sucia llena de pecados discretos: aceras, árboles, lomas. La tarde encendida produce lloviznas. Sopla el monte. Por un instante quedamos como esas estatuillas de la foto, entre uno y otro linde. Sol y sombra. Todo está fuera de foco. Todo redujo su tamaño.

Me oriento por el tacto de los pasos. Olvido bajo el sistema escueto de las manos. El río lamento en su sitio. Las escenas finales: varas, grúas, pendencias.

Las palabras escalofrío buscan su cauce si llegás así de pronto a este pueblo: un gánster, una sombra.

En este recodo escuché desmoronarse el río. Aquí está el candado del paso, el cierre del pan, la llave del hotel, la honda necesidad del caucho.

Este es el otro cine. Hoy es una puerta. Aquí vi sin duda El tambor de hojalata, y aprendí a decir sonámbulo Angela Winkler.

Este era el antiguo Hotel Bermúdez, allí donde está ahora la puerta cerrada de Góngora.

Entraba la luz hispánica entre mis manos de ajolote colonial. Aquí dijo alguien Molagüina.

Fui al mercado a buscar a las muertas. La abuela teológica con quien yo debatía el vago significado de las tres divinas personas. Debe estar muerta. Su deber. Su hermana obsesiva. Su sobrino que vendía sopa abajito.

Y la Niña de Pantasma con la colección de muchachitos en la sombra tan larga del cuarto.

Una mujer va trepando ahora. Cuál era la acera? Cuál era el árbol?

La cuesta idéntica de La Chispa: yo pasé aquí de noche, entre la cuartería, el lodo corre

También haré ese silencio.

GuaNunca, verano de 2013

lunes, enero 28, 2013

Poetas y cortesanos



Leo Ilusiones perdidas. (La edición Porrúa esquiva el artículo en el título.  En un tiempo lejano, Porrúa fue parte de la invasión editorial que provocó la revolución, y alcancé a coleccionar un Papá Goriot, una Cartuja de Parma, unas obras de Shakespeare, una Poesía de  Góngora. Tiempos de lectura que ahora están quietos.)

Es obvio que el libro se lee como texto marxista. El acento sobre el ser/tener y no sobre la conciencia. Uno de los asuntos que encuentro más intrigantes hasta ahora es la calidad de la crítica a la nobleza.
Una nobleza de primera clase que vive en París (y no figura en una novela que pertenece más bien a las Escenas de la Vida de Provincia), otra nobleza provinciana que es vapuleada en el texto, y otra nobleza natural que es la del poeta. Podría decirse, incluso, que en la novela el poeta (figura de la incierta modernidad) es puesto entre paréntesis en su causa noble.

Me intriga, pues, la calidad de esa crítica visto que la burguesía como tal no parece ofrecer modelos ideales. Si uno lo mide por Sechard, el obrero devenido burgués (un pretérito padre Karamazov) es evidente que es un mero padecimiento moral antes que la posibilidad de una construcción creativa y efectiva. Para comenzar no advierte la importancia de los cambios en la técnica y los medios de producción. No se le ocurre que hay que pasar de las planchas de madera a las de metal. Y no es casual que la novela comience discutiendo precisamente el negocio de la impresión, ese conglomerado de la letra, la técnica y la industria.

 La ilusión opera en el vínculo del hijo de Sechard con Lucien,  y la justificación política-estética sobre éste está basada en el argumento de la nobleza de sangre. El proyecto político del poeta es el de la aristocracia. Al llegar a la página 45 uno se entera: “Luisa hizo abjurar a Luciano sus ideas populares acerca de la quimérica igualdad de 1793, despertó en él la sed de distinciones (…) y le mostró la alta sociedad como el único teatro que debía frecuentar.”



domingo, enero 20, 2013

Ser cuadrúpedo

Algún día vas a preguntar

Y ese Neanderthal que críticaba ácremente a Berlioz y a Visconti

Algún día va a pasar un soplo persiguiendo el ser como un cuadrúpedo

El perro en el frío de la memoria

El corazón caliente del pez que vimos en el documental

Preguntarás por tránsitos y por las marquesinas de los cines

Escribirás como una cicatriz colocando al perro que huye en el parque otra vez

Un julio en que sopla la cordillera preguntarás

Sobre un ojo una mirada: el corazón murciélago del perro

Querrás una ventana para vocear la pregunta

No sabrás si porque las ventanas son para ver

O por la pestilencia del vidrio

lunes, enero 14, 2013

Papers en Scribd

Empecé a subir papeles a una mi cuenta en Scribd, por si resultan útiles para alguien.

Pongo por ejemplo el ensayo "Políticas culturales en la Nicaragua postsandinista: modelos letrados, genealogía y nuevasintervenciones".

Bienvenidos los que quieran leer.

martes, enero 08, 2013

10K

Caminar por el barrio alto o por el sur, Station to Station en el

mp3 player. Las avenidas prometen verdes de novelas pastoriles,

recodos de realismo sucio, ángulos de musical, soledades del corredor de fondo.

Todo lo contrario del nirvana estoy lleno de cosas, de las cosas y los nombres.

Los filosofitos que se conformaron con la nada y el blanco, el zorro orientalismo y

esa mirada irónica y colérica con que los miraba el sol: y ahora corren.

Filosofitos mascotas del sistema, hijos de Presley. Las esquinas sucias, un borracho que

orina o patea a otro (más viejo), esa esquina que recojo de  La Habana o de Managua, o incluso

de Penn Avenue en el declive que llevaba al Strip District.

Todo ocurre en el tatuaje de un pasado inesperado sobre la piel de un presente abstracto.

Managua Carretera Norte con su contemplación mística de los aviones está a la vuelta de la esquina

El verano sembrado de violetas en las calles con nombres de árboles encinas alerces almendros

Varias ciudades muertas sobre el fantasma de las flores vivas

Los goznes y articulaciones son lo primero que hay que observar

pura materialidad de la calavera que anda.

El fantasma te dirá que estás entre dos clases, entre dos regímenes, en la ciudad partida

y dividida sentirás que flotas, al norte de la etnia la clase

al sur de la clase la etnia

Ora de los músculos, ha caído el verano

en las bocas del Metro se dan cita las clases sociales

Qué hacían los jesuitas en Centroamérica con las otras clases

ese tipo de preguntas políticas cuando voy bajando la pista/la avenida de Tobalaba

o cualquier otra pregunta académico-política

especialmente las relacionadas con el cultivo y la falsa trascendencia

del yo.









viernes, diciembre 28, 2012

Libros 2012

No se trata de la lista de novedades, sacada de la librería oportuna y oportunista.

 Más bien es un trazo transversal por un estilo de lectura. Lo saben los profesores de literatura: se lee en un desorden temporal (incluidos los clásicos releídos y canónicos otro tanto). Pero se lee también de forma burocrática (miles de páginas literales de proyectos y tesis y exámenes). Y se lee por operatividad: los libros académicos puramente informativos.

Entre tanto, no queda más que hacer conversar proyecto de investigación con recreo. Advierto en esta lista un vicio evidente por la literatura autobiográfica, y una intención (ansiedad también podría ser) por ver explicada a Centroamérica. Esos parámetros orientan, como se verá, la selección. De esa forma impura ("imputa" solía decir yo mismo en otro mundo y otra lengua), los ordeno de la siguiente manera:

1. Fernando Vallejo. El Mensajero: una biografía de Porfirio Barba Jacob. Bogotá: Alfaguara, 2003.

 Comprado en una feria de libro en Ñuñoa, a precio muy barato: es obvio que Alfaguara no ha podido venderlo todo. Lo enseñé este año (es un decir) en un curso sobre modernismo. Es apasionante (sigue la azarosa e impura vida de Barba Jacob por el Caribe, México y Centroamérica) pero cruel con el lector: sin divisiones de capítulos y en esquema intrincado, y en prosa hablada, y con imprecaciones, anecdotas y comicidades abundantes. Sigue a Barba Jacob, como queda dicho, pero sigue a la vez la investigación del narrador sobre Barba Jacob que es la otra (la verdadera) novela superpuesta. Lo trabajo todavía en un ensayo para mostrar ese otro Caribe no postcolonial sino decadente.

2. Ricardo Piglia. La ciudad ausente. Buenos Aires: Sudamericana, 1993. .

En febrero, en Santiago, la feria del libro usado. A mí (des)honestamente me entusiasma más Piglia que Bolaño. Me parece que es el código real. Esto seguramente por deformación profesional: no trabajo literatura argentina, y tengo mitificado el otro lado de los Andes que comienza por Borges e incluye un archivo bien edificado. Esa ignorancia (que es salvación) me deja leer ese archivo como otro. Y es ahí donde quizá sobrevaloro la habilidad narrativa de esta novela. Una especie de Godard en forma que hubiera merodeado ahí por donde anduvo Onetti

3. Andreas Huyssen. Modernismo después de la posmodernidad. Barcelona: Gedisa, 2010.

Para seguir pistas de las otras modernidades estéticas, este libro puede ser buena introducción. Por qué la modernidad era buena después de todo? Es decir, después de la bobería postmoderna y orientalista? Porque siempre fue plural y sin centro. Esta sería, más o menos, la tesis de Huyssen. Así se pueden pensar otras modernidades,  en Rusia, Latinoamérica y demás. Quizá las respuestas de Huyssen sean apenas útiles para el limitado espacio de la cultura o la estética, y su argumento peque de colonial en el sentido que le darían los decoloniales. Sin embargo, es muy útil para pensar en el modernismo hispanoamericano que es mi actual tarea de investigación.

4. Edelberto Torres-Rivas. Revoluciones sin cambios revolucionarios: ensayos sobre la crisis en Centroamérica. Guatemala: F&G, 2011.

Magnífico estudio de las revoluciones en tres países: Guatemala, El Salvador y Nicaragua. Nada de las facilidades ni hablares ideológicos típicos de la izquierda intelectual (que se esfuerzan siempre por mostrar lo buenos y antistalinistas que fueron siempre), sino un estudio muy justificado desde los posibles acercamientos al tema (¿historia o sociología?), el despliegue acotado de los acápites y conceptos, diferenciaciones contextuales importantísimas (tan pequeña y tan diversa esta región), y ensayismo del mejor, del que cuelga preguntas de verdad en el espacio de los debates. 



5. J. M. Coetzee. Verano: escenas de una vida de provincias III.Barcelona: Mondadori, 2010.

Coetzee personaje de novela, entre el patetismo y la culpabilidad.





6. Michel Houellebecq. Las partículas elementales. Barcelona: Anagrama, 2009. Esta es una relectura. El rocanrol (ese espejismo narcisista) siempre estaba ocupado por su autocrítica (que es la suma del narcisismo). De ahí que haya definido muy bien desde el comienzo el significado de las escaleras al cielo. Esta novela de H. es esa misma crítica en que se igualan sociedad del espectáculo y del consumo, new age y posmodernismo, power-flower y fanatismo autocomplaciente pequeñoburgués. Pero se avista una salida: la ciencia y el diseño de seres/hombres nuevos. Nietzsche que es una ironía.

7. Edward W. Said. Fuera de lugar. Barcelona: Grijalbo, 2001.

El cuerpo de Said, sobre todo el pequeño y el joven Said. No una autobiografía intelectual como podía esperarse, sino una del padecimiento, de la reglamentación corporal. El exilio es siempre el de ese otro que está afuera. Uno averigua, pues, en este libro no la formación académica de Said (para eso están otros libros menos comprometidos del mismo autor), sino una conformación familiar, la pasión que despierta la madre, sus juegos de poder, los ritos familiares, la lucha (tantas veces absurda) con el cuerpo, la naturaleza itinerante y sin embargo arraigada de esta familia. Lección que otra vez aprendí, diría el poeta.

8. Edgar Morin. Mis demonios. Barcelona: Kairós, 2005.

Todo lo opuesto a la autobiografía de Said, en la de Morin el personaje justifica su notabilidad y singularidad. Mucho menos familiar o somático, quiere mostrar una historia de la erudición, y, más aún, de la necesidad transdisciplinaria: por qué Morin, el personaje, ha intentado juntar las ciencias y las humanidades. La doctrina ética fundamental del libro es la tolerancia, la ausencia de puntos radicales para la verdad, explicados con parámetros históricos clave: los partidos comunistas y el socialismo real básicamente. Pero también el sionismo, y la proclamación de un marranismo cosmpolita. Evidente que si la autobiografía de Said habita los bordes (la perturbadora filiación), la de Morin ocupa el viejo lugar renacentista y secular europeo. Moraleja: todos deberíamos ser conversos. De algo, pero con versos.

9. Ileana Rodríguez. Hombres de empresa, saber y poder en Centroamérica. Managua: IHNCA, 2011.

Hay que decantar los Balcanes y Volcanes de Sergio Ramírez. Provincializarlos. Desactivarlos. Eso sería objetivo digno de una clase de cultura centroamericana. En auxilio vienen libros como este de Ileana Rodríguez. Una lecttura de lo centroamericano desde lo excéntrico, y las inscripciones de los viajeros que instalan modernidad, ciencia y mito al mismo tiempo. Marcas que permanecen en el canon de lo moderno, y que es inevitable advertir una vez que uno recorre de nuevo los márgenes. La mirada aguda y la disciplina constante.

10. Étienne Klein. Las tácticas de Cronos. Madrid: Siruela, 2005.

Soy pésimo para la física y nulo para la literatura fantástica (veré el Hobbit en mi próxima reencarnación). Este libro llega entonces como una especie de consuelo doble. Primero, Einstein creía que el Universo no se movía, así todos tenemos algo de pre-Einstenianos. Segundo, es improbable que haya otros tiempos y otros universos aparte de este. Para no mencionar a San Agustín.