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sábado, agosto 26, 2017

Frente a la tumba de Stravinsky

Ambulante la hoja que ingresa al escenario, y el moho de la hoja y la hormiga.

La danza de la mano, el subterráneo como el Hades y el infierno.

Estamos frente a la tumba de Stravinsky.

Cosa de los 17 años, tal vez, vi que los viejos músicos--Handel, Vivaldi, Scarlatti--miraban y cuchicheaban frente a esta tumba.

Era la novela de Carpentier y era la otra era. Novela que comprabas en carreras azuladas, en el pueblito y leías con velas ajenas.

Lo que decían imantaba; quijoteaba el niño desde el pesebre; albúmina perdida de un Nonato José Cemí.


"San Ramón Nonato" decía mi madre. En ese día.

jueves, diciembre 08, 2016

Del común

"Nadie sabe qué cosa es el comunismo" S.R.

Miraba al Anónimo que cargaba con su herida narcisista

La triza del yo-chingaste (como sustantivo): bazofia ontológica

Miraba el Delta en el mapa, los ríos innumerables que cantaban

No hay común, no hay común

Lentas procesiones en el río. Rostros que esperaban: en el río

Tránsito espaciado: a la coma, a la fotografía

Oh pequeño Wagner que circundas (la procesión en el río avanzaba: el rostro

Insaciable porque no se cansa la oreja de oír y el ojo de ver).

No hay común--como aquellos cómicos (aquel único cómico o trovador)

que aparece en Andrei Rubliov

Esta noche ha amanecido en 1970, con ecos.

Del áspero romero


“Del áspero romero  azules flores” P.B.J.

Recuerdo a mi madre con versos que ella no conoce.
La época de los versos, perdida.
El jardín y el verso frente a frente como en un dilema o un duelo.
En la feria, el declive y el corte filoso del verso.

Un tango que pasa, breve, por una cabeza.

Una golondrina en nubes espesas.

La lucha de la luna por brillar en un punto de  la noche.

Pero sobre todo Jardines Descuidados del Trópico.

Tierra raída del verano que espera.

Dalias profundas, nocturnas y ásperas.

martes, marzo 15, 2016

A plazos

Salimos por las pistas nuevas que conectan una Zona Franca con la otra (y la otra)

Aquí donde los algodonales serán (o fueron), y el terreno está preparado

Región lacustre o fluvial (pero seca) de Tipitapa

Van las obreras en la madrugada fresca buscando la cédula para entrar a la Zona
(y salir)

Los hombres en caponeras bicicletas buses recorren la obra que comunica Centroamérica con el espectro geofísico

El paisaje desde el avión es lagunas horadadas, masas de agua, retratos de ríos que serpean

Entre áreas turísticas, cerros pelados, ciudades que piden identidad

Turbulencias contra el avioncito de Lacsa

Masas de aire que golpean a plazos

Patria intermitente del patio vegetal y animal

Cachivaches, gatos, dalias, tubérculos dormidos

Paso por aquí hablando de los muertos

Del abrir y cerrar puertas de Cardoza

Cardos en la lluvia del avión que trastabilla sobre Suramérica

viernes, diciembre 25, 2015

La música inmaterial

Según Deezer los álbumes que más escuché este año fueron:
  1. Alfred Brendel. Beethoven Complete Piano Sonatas.
  2. Luis Alberto Spinetta. Sí o sí. Diario del rock argentino. Spinetta.
  3. Van Morrison. The Essential Van Morrison.
  4. Daniel Barenboim. Beethoven Complete Piano Sonatas.
  5. Frank Sinatra. The Capitol Collection Volume One.
  6. Brodsky Quartet. Shostakovich: String Quartets 1-15 (Complete).
  7. Chico Buarque. Carioca.
  8. Pablo Milanés. Canciones de amor y desamor (hoy y siempre).
  9. Madonna. The Immaculate Collection.
  10. Brodsky Quartet, Christian Blackshaw. Shostakovich: Chamber Music.

(Deezer no me ha dicho qué es lo que más escuché en el año. Pero como comencé a escuchar música en Deezer este año, me resulta fácil tomar la lista histórica como anual.)

La década pasada reuní una colección algo considerable de CDs.  Investigación heterogénea en el jazz, el funk, el hip-hop, la samba o tropicalia en general (y muy poca música de la llamada clásica o académica). Aspiración a colecciones completas de algunos autores (siempre incompletos: Dylan, Aretha, Prince, particularmente los Stones).

Como he dicho otras veces esos discos quedaron en el exilio.

En esta década triunfó la música por streaming. Tendría que decir que resulta problemática su inmaterialidad. La ausencia de notas que informen sobre la música. La falta de datos: fechas, intérpretes, versiones. Comprendo la pasión que desata otra vez el disco de vinil (pasión o coleccionismo que todo es lo mismo). La incomodidad de las computadoras es notable: que se comprendan a sí mismas como depositarias del Todo (el texto, la música, la información, las interpretaciones) es su pecado originario. Siempre habrá que separar e investigar.

Recuerdo lo que cuenta Buñuel en su autobiografía. La expectativa de cuando una orquesta iba a llegar a dar un concierto a la ciudad. La preparación escuchando versiones en disco. La emoción de ver realizada la música en el concierto. Ese tránsito (expectativa, preparación, emoción) es  anulado por el streaming. Todo está ya servido cuando no masticado.

(Si es que uno se atiene a la lógica del mercado. Reconozco que existe la posibilidad que el oyente desarrolle otra lógica y otro sentido.)

Deezer, pues, me ofrece una lista de los álbumes que escuché más. Su lógica es, por supuesto, cuantitativa. Y quizá deba agregar algunos datos que complejicen la escogencia:
  1. La forma “álbum” parece estar de baja en la lógica del streaming. La forma “álbum” recibió beneficios del auge del jazz y el rock entre los 40s y 70s., y se articulaba con una lógica vanguardista e histórica.  Pero, vista la organización en streaming, no es una forma que importe mucho ahora. Aunque “volver a la forma “álbum”" debe forma parte del sentido que imponen las (algunas) audiencias.
  2. Como se ve los álbumes “que más escuché” en Deezer no son álbumes como tales sino colecciones. Exceptuando quizá a Chico Buarque, Carioca.
  3. Aún así, hay en la lista colecciones que tienen un sentido histórico muy definido; caso de las reuniones de Sinatra, Shostakovich o Beethoven. (Las sonatas tocadas por Brendel y por Barenboim dan para comparaciones muy didácticas. O eso creo.)
  4. Quizá la colección más decepcionante desde el punto de vista conceptual sea la de Milanés. ¿Desde cuando amor y desamor son conceptos orientadores de algo? ¿Una colección despolitizada? Hay ahí quizá algo oportunista y perturbador. (Oportunista, por supuesto, no por parte del artista, sino de quien compila la obra con esos criterios.)
  5. La colección de Spinetta, la de Morrison y la de Madonna tienen mucha mejor definición histórica. De Spinetta me gusta su alto concepto democrático (su imaginación musical es comunitaria; sus metáforas aluden a la composición horizontal de bosques y jardines: “todos las hojas son del viento”, “jardín de gentes”, etc.). Al menos la primera parte de la colección de Van Morrison es un continuo de grandes canciones de amor. Mejor compositor de canciones de amor que McCartney, por ejemplo, con más raíz, verdad y carisma. (Además, sé de mejor manera qué escogencia hicieron los compiladores sobres sus  primeros álbumes en solitario: Astral Weeks, Moondance.)
  6. Por otra parte, de Shostakovich me atrae, en particular (y esto no es ninguna originalidad), la relación entre vanguardia y comunismo (o estalinismo). Escuchar en este caso es, sobre todo, un interrogatorio.

El streaming es, como se sabe, algo abiertamente fragmentario. De ahí que deba mencionar también algunos álbumes que me llegaron por el lado de iTunes. Ordenados por fecha serían:
  1. Lila Downs. Balas y chocolate.
  2. Berliner Philharmoniker, Hans Werner Henze & London Symphony Orchestra. Symphonies 1-6 (1996)
  3. Talking Heads. Popular Favorites 1976-1992: Sand in the Vaseline.
  4. Prince.  Sing ´O the Times.
  5. Wussy. Wussy.
(Henze casi por las mismas razones de Shostakovich. Un músico académico comprometido con la izquierda, y cuya búsqueda músical no se separa de su política. Prince, porque nunca tuve el álbum de verdad, sino copias en los gloriosos y pasados días del CD. Aunque tenerlo en estado inmaterial es tenerlo? Talking Heads y Wussy como parte de la investigación. A Lila Downs la vimos en vivo, en Santiago, en agosto. En este caso existe de forma más definida la concepción de álbum; con la temática de la muerte en sentido cultural.)

Para complejizar la fragmentariedad habría que agregar canales de Youtube, que son otra forma de escuchar música (incluso álbumes completos), y que son también grandes instrumentos de aprendizaje.

domingo, octubre 25, 2015

La escuela onírica

25 de octubre. Sueño con la Escuela. Es el día de la graduación. Vamos en una camioneta que tomamos en Guanuca. (La alusión literaria y automática que hace el sueño es a mi cuento “Road movie”, que comienza: “Salimos de Matagalpa…”). Llegamos a la Escuela y comprendo que no podré volver a casa esa noche. Pronto será el acto de graduación y en el bar se vende cerveza. Saludo emocionado a la mujer que atiende el bar. No sé definir quién es pero nos saludamos efusivos. Compro una cerveza pero me sirven un trago de un vino de cerezas. Considero a lo cambiado que está el espacio de la Escuela. Se ha agregado una especie de patio típico de las escuelas militares gringas (al menos las de películas, por ejemplo De aquí a la eternidad). Me llama especialmente la atención el lugar donde están ubicados los cajeros automáticos. Podría quizá necesitar dinero. Debo llamar en algún momento a mi madre para avisarle que no llego hoy por la noche. Pero quizá alguien salga en un vehículo  y me gane un aventón nocturno. (En cierto sentido me siento en las afueras de Santiago, y presiento la llegada a la ciudad viniendo desde Valparaíso por una pista en que se ven las luces de la ciudad a lo lejos.) Me entregan en una bolsa de plástico, como una bolsa de basura o de compras recientes, un zapato y un nombre. Cuando comience la graduación deberé entregar el zapato correspondiente al graduando (esto está relacionado obviamente con mi actual trabajo como profesor de estudiantes de postgrado, yo poseo la mitad del trámite). Espero el momento, siempre con la esperanza de volver esa noche, o de amanecer lo más tranquilo que pueda en la Escuela. El tiempo histórico de los que me esperan parace ser los años 90s. Presiento la espera de mis padres en la casa de entonces.

(En una entrada anterior, me despedía de la Escuela en un sueño.)

lunes, junio 15, 2015

Geología y calistenia

Nada se arregló con el tiempo, no pasó el frío

Dio la vuelta tan al norte el sol, bañando la periferia

Del edificio. Y el edificio anclado en su sitio: nada se arregló

Con el cambio de sitio aviones kilómetros el desollamiento típico

De la migración, el exilio o la movilidad (la calistenia poética de otros

Atardeceres). Aprendidas en cada parpadeo las hojas alamedas

Luces urbanas. Rincones que de pronto hablaron en secreto.

"Vos que empujabas los planetas..."

Estoy más melancólico que Caetano Veloso en sus últimos discos (a partir de )

Que Beck en sus mares. Sé que de cualquier chispa ambulante

Saltará un signo. Pero hoy digo que con el tiempo nada se arregló

El acomodamiento de mi propia geología en un traje tan vasto.


domingo, abril 26, 2015

Pulsiones


1
Escribes “pulsiones” por higiene.

2
Es como una onda de radio pero
lo que se sintoniza es la emulsión mitológica
con la historia menor del cuerpo.
Ya lo decía en juventud: se
vacía la posibilidad de captura.
Años heroicos en que Zeus
cogía a diestra y siniestra.

3
La higiene modernista
La secreción de la oca
“blanca Leda”
albúmina nunca disuelta
en el agua.

4
Emulsión mitológica:
Blow-Up!

5
El poema es el graznido
La mitad oscurecida de la cara del cisne
En la instantánea

viernes, abril 10, 2015

Esmog Algebraico (edad glaciojazzística)

(repris)

A los catorce años del siglo hora parda nubes lerdas sobre la Cordillera sábanas de sonido

Me dio por pensar en otros inviernos cómo se acurrucaba la nada en el golpeteo silábico de los vecinos rusos en Alderson

El ritmo marcador de la danza tan Fred Astaire en el callejón nevado que llevaba al departamento de la anciana sola y al basurero que miraba hacia Shady Avenue

En el largo verano de 2002 cuando recién estrenaba la ausencia de mi padre y me armaba con los clásicos The Velvet Underground & Nico Astral Weeks Pet Sounds cómo iba a ser esto de ser yo mismo cuando iba de la mano con Ángel que tenía 3 años hacia el playground del paquecito en Friendship

Mis santuarios eran las tiendas de discos usados cuarteles de invierno catedrales de sonido mordiscos de la edad eran mi escritura íntima apertura de la camisa ante la nada heró(t)ica

 A los catorce años del siglo hora parda nubes lerdas sobre la Cordillera sábanas de sonido

jueves, marzo 05, 2015

Pavel, pelumbre, gimnasia

Es fácil. Escoja aquellos intelectuales que Ud. no quisiera ser.

Claro hablamos de intelectuales nacionales. Mientras más ecuestres y equinos peor.

El artero calculador. El güegüense que le baila. Todo dariano que haya estado

En el centenario (1967). Aquel que dice que el campesino habla como los pájaros.

Todos los lamentables hijos de

Su casa.

Ud. se preguntará: y la técnica? cómo hago yo?

Pero eso son fuerzas productivas.

Lo fundamental (la Gran Sombra que Ud. juzgará) es el Fantasma de la Boina.

Déjese de la Gran Pendejada de las Generaciones. Cuando los jóvenes recapitulan

Sobre las mismas figuras (en aquella hora de los serviles)

Sea fiel a su deseo.

miércoles, febrero 04, 2015

Preludio

El tema me obsesiona. Paso largas horas arrumbado en el rincón aquel, llamado, para colmo, del sí mismo.

Una tijeras imaginarias me ayudan a cortar en pedacitos informes la imaginación. La mano escrituraria detenida.

Puedo pasar meses planificando y calculando una carta que no escribiré. Los sucesos devienen uno tras otro. Desfotografiables como la chica el chico de My funny Valentine.

Estoy intimamente convencido de que todo alcanza en la línea. Todo se arreglará con una misiva justa.

La gente que quiero debe esperarme infinitamente. Daniel Santos que esperaba la carta. Borges que esperaba el juicio final.

miércoles, octubre 29, 2014

Así era 1986

En el 86 ya recordaba como pasado Bestiario. Había integrado de alguna manera misteriosa mamboretás y quicios y tigres nocturnos.

Quizá porque estaba leyendo casi disciplinadamente un tomo de Todos los cuentos de Mario Benedetti, y el punto de referencia mayor era Cortázar.

No era precisamente un duelo entre autores sino una situación melancólica. Era el año de la desmovilización. Había costado llegar hasta ahí. Así que aquella bujía que iluminaba el libro, aquel zumbido del jazz en Radio Sandino a las 11, eran también contemplación monotemática del pasado recién ido.

No leí otra cosa que mi propio cuento.

lunes, septiembre 08, 2014

Escaleta doble

Soñé con la foto en que estabas vos con tu hermano.

Soñé que te encontraba en un estadio deportivo.

En el sueño las masas cinematográficas y agitadas de los estadios.

Soñé que seguía la pasión de mis hijos.

Iban adelante siempre y hacían su rutina de volleball.

Había que seguirlos, ir de la masa al espectáculo.

Soñé que la foto estaba desapareciendo dentro de sí misma como un espejo metido en el azogue cada vez más profundo.

Por qué no escaneas esa foto? Cuántos años llevas viviendo aquí?

Pero la mudez de la foto te había contagiado.

Y yo debía volver al centro de la multitud.

Seguir un poco a la masa extasiada.

La arquitectura del estadio era la del Three Rivers.

A los pocos meses de que llegué a Pittsburgh dinamitaron ese estadio.

Y vos en el sueño en un estadio dinamitado con una foto de tu hermano?

La arquitectura de acero parecía también la de un aeropuerto.

De ahí que la sensación del sueño era la de llegada al aeropuerto de una ciudad desconocida.

De nuevo ese sincretismo de las ciudades: una esquina de la salida de León con una autopista de Boston.

Una micro santiaguina era un bus que venía de Chinandega.

El sueño derivaba en breves encuentros.

Abrazaba a Juan, un compañero del Servicio Militar.

Saludaba de lejos a mi primo.

Volvía al 31 de julio de 1986 y a la forma morosa con que fui a reitirar al cuartel el certificado de finalización del Servicio.

Los puentes de la ciudad te quería decir yo, el acero de la ciudad hará que nos vemos de nuevo.

sábado, agosto 23, 2014

Lejos

También llovía fuerte en todo el valle.

Horizontes verdes. Leí en el camino unas pocas páginas de El mundo es ancho y ajeno.

Pero la mayor parte del tiempo lo dediqué a escuchar música. Comencé con un disco, único, de Los Beatles que está en mi teléfono (Beatles for sale). A pesar de mi escepticismo me entretuvo mucho la creatividad de Lennon, como cantante y arreglista.

Trataba de escuchar las líneas melódicas de las voces, y es difícil con ese aparatito chocho. Puse canciones de Dylan y eso sí que fue cosa personal. "Lay Lady Lay", por ejemplo. Dylan me parece muy superior a Los Beatles.

También se trataba de que estaba en un estado emocional particular y había líneas que me conmovían, incluso hasta las lágrimas como siempre me sucede en los viajes en bus que me elevan a un estado seudomístico, siempre y cuando el bus esté suficientemente aseado y el olor a orines característico de Ticabus no me golpee en la frente.

Siempre y cuando el volumen de la programación en video de películas sonsas no sea escandaloso. 

Aparte de lágrimas verdaderas en mi selección musical había también algo de oropel sentimental. Por ejemplo, The Winner Takes It All de Abba que a su manera es espléndida. Pero Dylan era la cumbre. 

Al final del largo viaje también Prince era la cumbre: oropel y lágrima, por ejemplo su celebrada (por mí) versión de Betcha By Golly Wow. REM, Murmur, era también la cumbre. Incluso escuché mis propias versiones de canciones cantadas con la guitarra y había versos que me conmovían.

Por ejemplo: "les dirás que me fui lejos". En efecto, me fui lejos.

Otras partes del cerebro maquinaban tonterías: horas de masturbación o de enfermedad o de sexo o de escritura o de enseñanza o de viajes en avión o de fantasmas.

"Lay Lady Lay" era la canción más personal. Biográfica.

Lo mismo la chica de la costa del río rojo.

jueves, agosto 07, 2014

Larseniana



Tenía la sensación doble del técnico que llega a tierras lejanas con un maletín y algunas simples herramientas

Con algo de arrogancia frente a las cosas moviéndose entre oficinas desiertas y en las horas del alimento y el sueño (cuando marca un número en el teléfono) entre lugares prosaicos asignados para comer o dormir

Pero la otra sensación era la del astillero: la empresa fantasmal e inútil del pueblo del interior

(Talca, Jinotepe, Heredia, Cali)

Ya no más arrogancia frente a las cosas sino enajenación y distancia

Así aparecen manchas en la mesa, en el cristalino, en la hipótesis de alma

domingo, febrero 23, 2014

Verano


La vasta masa del sol una dalia impresionista. La sospecha de varios mares tras varias palabras
En los audífonos Desdémona frente a una imagen de la virgen (se la puso ahí Verdi)
Encajes y ojos color vino: humo, aceite, cañones, vapores en el trémolo de la orquesta
Algo se derrumba, un grito y Desdémona muere cuando estoy llegando a la Avenida Grecia
(Desde ahora en el aire ácido y madurado del verano se sospecha en un recodo el otoño:
un marzo que es un ramo seco.)
Busco en la sombra una letra olvidada, un subrayado que dejé en abril
En este libro invisible: el idealismo alemán, Kant contra la desfiguración del mundo
Qué factores hacen posible estas fantasmagorías?
En el radio programan "Nobody Told Me": Todos están hablando y nadie dice una palabra
Particularmente los intelectuales. Decido volver por donde haya un puente
Una perrita raza boxer tras una rejas de color, un lejano tamarindo
Una sombra sobre un río imaginario.

domingo, diciembre 15, 2013

Siesta

Esta siesta parpadea, deja caer el libro sobre sí (el libro pesa)

Esta siesta horrible que se queda quieta como el individuo en el nirvana

Cuando despierta cuida su muela en los tonos y derivaciones del enamorado:

Cuánto la quise a esta horadada, minera muela

Y pregunta a los dentistas imaginarios, los ve deslizarse en zapatillas por pasillos medicados

La historia tuya con tu muela en un vitral, en una bala de misión imposible

No despierta para la llamada de la madre o despierta sólo la mitad

Tiene el libro sobre el hemisferio izquierdo (dicho simbólicamente) colocado en el pecho

Al fondo (pero al fondo del inconsciente) Amparo Ochoa canta "Tristeza"

No me reclame, niño, si lo abandono

Así es cuando uno envejece se va volviendo egoísta y menos sensible al otro

Y vos has pasado la vida con audífonos

La siesta como prótesis del amor

lunes, noviembre 25, 2013

Esto no es

Esto no es un texto. Son pisadas sospechosas de un hombre que lleva pegada un abeja en la camisa. Son flores caídas del jacarandá, el lila apasionado. Intrincados el perro y el amo en bicicleta. El sendero que no vi sino aquella mañana. Un manto de niebla iba bajando, cerca de las ocho (como suele ocurrir cualquier mañana). Las pisadas acaecen al atardecer, a contraluz. El hombre se orienta en el aire yuxtaponiendo cosas que ha visto, que ve ahora. Su vida momentánea es un manotazo tirado al aire. Piensa esto no es un texto, el leitmotiv es una piedra. Caminará hasta el final de la marca de la hierba, quizá influenciado por la antología beat dirá que esto, la inclinación del sol, la luz, la hierba no son un texto. Volverá a recordar aquella mañana de domingo que salió a correr. Tres perros negros venían a su encuentro. Perros desorientados que habían amanecido como unos Borges avant la lettre en la esquina de un mundo humano, un mundo perro digamos. Y los susodichos perros confundidos se alegraron de verlo, marcharon unos metros tras él. Él que iba cruzando calles por entero literarias (esto no es un texto) Blest Gana, Martín Rivas, Rubén Darío. Y los perros desorientados bailaron un momento uno en torno del otro, las tres divinas personas. Y se fueron. (Había tenido la suerte que una perrita negra musculosa y amable lo siguiera una mañana durante tres kilometros tratándolo casi como camarada. Pero a la altura de Tobalaba atendió algún ruido y siguió en sentido contrario, ella cruzando el aire con su bellísimo hocico negro, brillante y húmedo.) Había un sendero en frente. ¿Cómo correr un día por aquel sendero? Entonces un perro negro (hay varios perros negros en este texto) atacó a un frágil lassie muy parecido a su amo, este escandalizado por el ataque, aquel entrenando de rutina. Se oyeron unos aullidos, unos gritos. El entrenamiento siguió. La niebla iba bajando, incluso el cuerpo caliente reaccionaba al aire frío. Más adelante: los perros obsesionados de las esquinas, en Egaña, la Banda de los Cinco atacando taxis y transeúntes. En esas paradas hay más gente obrera esperando. Gente en el frío sin frente popular. Todos miran a la Banda de los Cinco, secretamente les temen, es un espectáculo del inconsciente. Busco el sol, mujeres escriturales hieren el sendero, sombras dramáticas vocean cosas. Como es domingo por la tarde hombres nunca vistos se juntan en las esquinas a murmurar.

viernes, octubre 11, 2013

El guardián en la milpa


Decidido a no ejercer el terrorismo de los mensajes con copia oculta.

Copiando la sombra del hombre fuerte (por antonomasia Somoza) como sujeto y poder subjetivo.

Cantidades constantes de libertad de prensa que endulzan tu paladar, pero cero libertad intelectual (¿acaso lo has pensado?).

La libertad como flatulencia de una ONG.

Subrayando las taras pequeñoburguesas de los perpetuamente púberes escribientes (y que blanden su pubertad como medalla).

Desterrando al cadejo positivista que como un chip coronelesco heredaron tantos nietos y nietas infrarilkistas.

Demostrándote cómo esto y esto otro no podía desesperarte, y seamos sincrónicos: no podía enfermarte en ese mismo círculo podrido del que eres crianza.

Ahora que vuelves de matar de un disparo a tu imagen y semejanza y te emboba una sola palabra.

Las pendejadas estructurales de la literatura junto al río de la basura norteamericana.

Orinas en contra del viento de la academia y tu orina se vuelve con el viento, ya te empapa la cabeza (así acabarás en el sarcófago).

(Alguna liendre subversiva destripada en el margen que se escapa de esta línea.)

Porque, hijos de Joyce, la primera cana aparece siempre en el pubis.