No, no he conseguido la oscuridad total. Ni siquiera el ocre total.
Siempre se cuela una luz en la rendija y tiembla una flor en el iris.
Hoy que me leen menos amigos, deslizo secretos.
La realidad es una araña hidrópica.
Mi disco favorito de los Stones suena en alguna parte.
¿Es desde una ventana que suena?
Se confunde el viento.
Armo mi cuarto.
¿Acabaré orientándome por la rendija o por la sombra?
Entran mediodías de 1984 aquí. Son mis mascotas.
Paisajes que vi una vez en Providence, RI, serpentean.
El tiempo abstracto vacío entra aquí.
Tengo juntas imaginarias. Zarandeos en la camisa. Coimas por libros.
Trozos de películas con casas errantes.
Desituado me da sed.
Me incorporo en el pasado.
viernes, julio 08, 2011
sábado, julio 02, 2011
Lecturas absorbentes
Amigos, existe un path(os) (sendero-sufrimiento) post-boom?
Como tal, habría algunos síntomas:
a) la novela del dictador latinoamericano
b) la novela melodrama-radio-novela
c) la novela post-nacional
d) la novela que lleve en el título a Batman, a Chespirito o aMadonna Lady Gaga.
e) la novela feminista-pero-de masas
d) no pretendo agotar la taxonomía pero revísense algunos catálogos editoriales
Quizá no es extraño que Vargas Llosa las haya practicado casi todas. Tampoco que ellas pretendan una lectura absorbente.
Me pregunto cómo andará en ese pathos el post-boom centroamericano.
Como tal, habría algunos síntomas:
a) la novela del dictador latinoamericano
b) la novela melodrama-radio-novela
c) la novela post-nacional
d) la novela que lleve en el título a Batman, a Chespirito o a
e) la novela feminista-pero-de masas
d) no pretendo agotar la taxonomía pero revísense algunos catálogos editoriales
Quizá no es extraño que Vargas Llosa las haya practicado casi todas. Tampoco que ellas pretendan una lectura absorbente.
Me pregunto cómo andará en ese pathos el post-boom centroamericano.
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Vargas Llosa
miércoles, junio 29, 2011
Cintura de los sollozos
A principios de junio hice un viaje por puertos del Pacífico.
Aeropuertos.
Ya sé que dicho así suena menos romántico.
Viaje instantáneo (o vertical, como diría José Cemí).
Viaje entre madrugadas.
En los Aeropuertos todo es más caro. El agua, el aire. No hay combos en los restaurantes de comida rápida. No hay piedad en los supermercados de libros. Tampoco es que sepan de literatura esos supermercados. Uno no se libra del nicho Vargas Llosa: y que nadie pregunte cuándo se jodíó Perú.
"Lo que no sabíamos es que al mismo tiempo que nosotros comenzábamos a escribir la posmodernidad, en los ochenta, y la globalización, en los noventa, cambiarían las reglas del juego y convertirían a Latinoamérica no en una república independiente de la letras sino en un gran supermercado de novedades literarias."
Mirando los nichos más perversos del supermercado (tres de los aeropuertos que piso son latinoamericanos) cito casi de memoria esas palabras de Carlos Cortés que tengo en un libro allá.
De todas las novedades compro la última novela de Sergio Ramírez, La fugitiva.
La compro no pensando en "la república independiente de las letras" sino en la Eunice, criatura de aquel tiempo heroico. La compro casi como literatura para turbulencias de eventual auxilio académico, sin que eso desdiga mi comunicación con la muerta, la restitución deseante, incluso el sol incaico, ya que estoy en El Callao.
(Hay que escribir un poema en las entrelíneas de las novelas no lo sabías? Es la única manera de defenderse.)
La pragmática de la novela es acaso evidente en una primera mirada (unas cien páginas adentro): los ticos y los nicas son constituidos como espejos, estos frentes a aquellos y viceversa. Esta novela de nica ve con delectación e ironía la historia tica (iba a poner idiosincrasia pero esa es palabra sin gracia).
A la altura de la página 159 llego borgeanamente al que es quizá el centro dellaberinto argumento: "Todas nuestras figuras de bronce tienen en sus cabezas coronas de excrementos, igual que en los parques."
Y así voy leyendo casi burocráticamente, imaginando parques del futuro.
Aeropuertos.
Ya sé que dicho así suena menos romántico.
Viaje instantáneo (o vertical, como diría José Cemí).
Viaje entre madrugadas.
En los Aeropuertos todo es más caro. El agua, el aire. No hay combos en los restaurantes de comida rápida. No hay piedad en los supermercados de libros. Tampoco es que sepan de literatura esos supermercados. Uno no se libra del nicho Vargas Llosa: y que nadie pregunte cuándo se jodíó Perú.
"Lo que no sabíamos es que al mismo tiempo que nosotros comenzábamos a escribir la posmodernidad, en los ochenta, y la globalización, en los noventa, cambiarían las reglas del juego y convertirían a Latinoamérica no en una república independiente de la letras sino en un gran supermercado de novedades literarias."
Mirando los nichos más perversos del supermercado (tres de los aeropuertos que piso son latinoamericanos) cito casi de memoria esas palabras de Carlos Cortés que tengo en un libro allá.
De todas las novedades compro la última novela de Sergio Ramírez, La fugitiva.
La compro no pensando en "la república independiente de las letras" sino en la Eunice, criatura de aquel tiempo heroico. La compro casi como literatura para turbulencias de eventual auxilio académico, sin que eso desdiga mi comunicación con la muerta, la restitución deseante, incluso el sol incaico, ya que estoy en El Callao.
(Hay que escribir un poema en las entrelíneas de las novelas no lo sabías? Es la única manera de defenderse.)
La pragmática de la novela es acaso evidente en una primera mirada (unas cien páginas adentro): los ticos y los nicas son constituidos como espejos, estos frentes a aquellos y viceversa. Esta novela de nica ve con delectación e ironía la historia tica (iba a poner idiosincrasia pero esa es palabra sin gracia).
A la altura de la página 159 llego borgeanamente al que es quizá el centro del
Y así voy leyendo casi burocráticamente, imaginando parques del futuro.
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viernes, junio 10, 2011
Llamada a la patria
No. Ese “coman mierda” no lo voy a mandar todavía.
Sí. Sigue clandestino, puesto que la dictadura arrecia.
No. Es que “intolero” a más de la mitad de mis connacionales.
Sí. A punto de encontrar my four leaf clover.
No. Sin belleza.
Sí. Carísima.
Sí. Sigue clandestino, puesto que la dictadura arrecia.
No. Es que “intolero” a más de la mitad de mis connacionales.
Sí. A punto de encontrar my four leaf clover.
No. Sin belleza.
Sí. Carísima.
sábado, abril 30, 2011
Santidad
Un suburbano de Lima, o quizá de México, tuvo por aquellos años una turbulento proceso de descreimiento. Aun así, fue a la capilla y al ensayo de la monofonía (se trataba de un cantante barítono) en honor de Juan Pablo II. Luego, los meandros latinoamericanos del Papa, recorridos con tesón y destreza política, desmerecieron en el descreído, y provino el rompimiento. Menor, pero no menos angustioso. Nuestro anónimo héroe, ya en el torbellino del escepticismo, archivó aquella figura entre los viejos retratos.
Caducaron muchas fotos en el tiempo, que ha sido breve e intenso. Algunas resuenan más que otras, y algunas yacen más derrotadas que las demás. En su viaje de 1979 a la conferencia de obispos en Puebla, Juan Pablo II ya iba decidido a doblegar a la izquierda eclesiástica y teológica que propagandizaba la liberación. Wojtyla logró esa apuesta política de manera incuestionable. Pero en ese mismo viaje, el Papa dijo a los indígenas que él quería ser “la voz de los que no pueden hablar y de los que han sido silenciados”. Fue una propuesta sincera, a no dudar, pero insostenible. Su lógica intelectual no era menos rutinaria que la del antiguo revolucionarismo, y con una evidente ausencia de plataforma política, pues la del Papa era otra muy diferente.
Lo obsesionaba la unidad de la iglesia y el fantasma del comunismo, que había padecido en carne propia. Descreía de la idea conciliar de la iglesia como pueblo en la historia. Su disciplinada constitución contemplativa y espiritualista, lo empujaba a propagandizar a la iglesia como cuerpo místico. En esa retórica, el Papa era cabeza, comando y luz.
La intromisión de una retórica y un ejercicio democráticos, gracias a la renovación conciliar, fue escándalo y objetivo de ataque para Wojtyla. Dispersar a los teólogos, dejando la verdad de dios en manos de la Curia, intervenir de manera decidida en contra del comunismo (para lo cual no dudó en aliarse con Reagan), desarticular a la llamada iglesia popular, todo formaba parte del plan divino y la autorización mesiánica del Papa.
Lo logró con mucha habilidad política y otro tanto de manipulación mediática. No dudó en hacerse “pop” y “multicultural”, si esto servía para reforzar sus dogmas. La fe, para Wojtyla, debía expresarse en el rito, y el rito equivalía al comportamiento. Una especie de “behaviorismo” de la fe, es el que impide a la iglesia de este Papa mirar de manera más coherente los asuntos de la ética sexual, por ejemplo. Su obsesión con el aborto, la homosexualidad y la no ordenación de la mujeres, señalan por contraste el ideal paradigmático del creyente: más acá de la gracia o la fe, la superioridad moral ha sido codificada en un Catecismo (otros de los logros de su dilatada conducción).
No es extraño que un Papa con un plan universal tenga regiones de espledor más apaciguado. Latinoamérica podría ser esa región emblemática. El suburbano de Lima, o quizá de Managua no puede dejar de sentir, luego de veintitantos años de papado, que con Wojtyla la iglesia de estos lares ha vuelto, por lo general, a su antigua alianza con las oligarquías; la que, al menos desde Medellín, había quedado en entredicho. De las viejas fotos de Puebla,y la triste en la que Wojtyla habla con los indígenas, es demasiado fácil encadenar las otras, que tienen algo de recorrido melancólico.
En la Plaza 19 de julio de Managua, el Papa dictaminó el ocaso de la iglesia popular, su agenda fundamental, sin importarle que el país estuviera en guerra civil, y algunos quisieran una oración por los muertos. En Chile, el Papa salió al balcón de la La Moneda, la misma que fue escenario de la muerte de Allende, a saludar junto al entonces presidente general Pinochet. Poco después, cruzó una Argentina de desaparecidos, omitiendo referirse a las víctimas, mucho menos a los culpables.
El Papa supo salvaguardar la unidad de la iglesia. Le dio brillo nuevo, codificó de forma contundente la disciplina, contribuyó de manera fundamental en la derrota de los regímenes autoritarios del este europeo, realimentó el espiritualismo e incrementó de manera inusitada la lista de los santos de la iglesia. Hace pocas semanas regresó a Latinoamérica precisamente para heredar un legado último a los latinoamericanos. Un nuevo santo mexicano e indígena. En la visión mística y críptica de Wojtyla esta es la forma de cumplir tal vez su promesa de 1979, su forma de decir que la iglesia es “la voz de los que no pueden hablar y de los que han sido silenciados”.
Ha escogido una plataforma propicia para diseminar estas ideas. El zapatismo es el laboratorio político de una nueva izquierda, con un sujeto social bastante dislocado (Marcos no se olvida nunca de convocar a los desempleados, a las mujeres, a los homosexuales, a los colonos, etc.). Juan Diego, iluminado por el rayo de la Señora, y el icono transcultural impregnado en su manta, no es un participante menor en este debate cultural, y el Papa lo sabe muy bien. Además, en México, a la par de que un partido conservador ha logrado el gobierno, otro, de rancia herencia revolucionaria (y anticlerical) ha sido despojado del poder luego de décadas de gobierno semiautocrático.
El suburbano de Sao Paulo, de Lima o Mexico D.F., conoce perfectamente la astucia del Papa. Quizá mira con ironía ese legado multitudinario, luego de décadas de espera y escepticismo. El Papa ha dejado muchos santos en el camino, y su mensaje es que hay que advertir en los Santos la disciplina. El suburbano sabe también que este continente es mucho más heterodoxo. En cualquier recorrido del barrio brotan los iconos desautorizados y los santos instantáneos (generalmente pentescostales).
En cambio, la herencia hagiográfica de Wojtyla, de incierto futuro histórico, resulta de una pasión personal muy evidente. Sus biógrafos cuentan que cuando regresa de sus fatigados viajes, una hermana que forma parte de su equipo de servicio le advierte que está preocupada por Su Santidad. El Papa invariablemente responde, con una ironía muy suya: “Yo también estoy preocupado por mi santidad”.
Texto del verano de 2002. Wojtyla recorría otra vez Latinoamérica y yo acababa de leer la biografía escrita por Carl Bernstein, de donde saqué la mayor parte de las referencias.
Caducaron muchas fotos en el tiempo, que ha sido breve e intenso. Algunas resuenan más que otras, y algunas yacen más derrotadas que las demás. En su viaje de 1979 a la conferencia de obispos en Puebla, Juan Pablo II ya iba decidido a doblegar a la izquierda eclesiástica y teológica que propagandizaba la liberación. Wojtyla logró esa apuesta política de manera incuestionable. Pero en ese mismo viaje, el Papa dijo a los indígenas que él quería ser “la voz de los que no pueden hablar y de los que han sido silenciados”. Fue una propuesta sincera, a no dudar, pero insostenible. Su lógica intelectual no era menos rutinaria que la del antiguo revolucionarismo, y con una evidente ausencia de plataforma política, pues la del Papa era otra muy diferente.
Lo obsesionaba la unidad de la iglesia y el fantasma del comunismo, que había padecido en carne propia. Descreía de la idea conciliar de la iglesia como pueblo en la historia. Su disciplinada constitución contemplativa y espiritualista, lo empujaba a propagandizar a la iglesia como cuerpo místico. En esa retórica, el Papa era cabeza, comando y luz.
La intromisión de una retórica y un ejercicio democráticos, gracias a la renovación conciliar, fue escándalo y objetivo de ataque para Wojtyla. Dispersar a los teólogos, dejando la verdad de dios en manos de la Curia, intervenir de manera decidida en contra del comunismo (para lo cual no dudó en aliarse con Reagan), desarticular a la llamada iglesia popular, todo formaba parte del plan divino y la autorización mesiánica del Papa.
Lo logró con mucha habilidad política y otro tanto de manipulación mediática. No dudó en hacerse “pop” y “multicultural”, si esto servía para reforzar sus dogmas. La fe, para Wojtyla, debía expresarse en el rito, y el rito equivalía al comportamiento. Una especie de “behaviorismo” de la fe, es el que impide a la iglesia de este Papa mirar de manera más coherente los asuntos de la ética sexual, por ejemplo. Su obsesión con el aborto, la homosexualidad y la no ordenación de la mujeres, señalan por contraste el ideal paradigmático del creyente: más acá de la gracia o la fe, la superioridad moral ha sido codificada en un Catecismo (otros de los logros de su dilatada conducción).
No es extraño que un Papa con un plan universal tenga regiones de espledor más apaciguado. Latinoamérica podría ser esa región emblemática. El suburbano de Lima, o quizá de Managua no puede dejar de sentir, luego de veintitantos años de papado, que con Wojtyla la iglesia de estos lares ha vuelto, por lo general, a su antigua alianza con las oligarquías; la que, al menos desde Medellín, había quedado en entredicho. De las viejas fotos de Puebla,y la triste en la que Wojtyla habla con los indígenas, es demasiado fácil encadenar las otras, que tienen algo de recorrido melancólico.
En la Plaza 19 de julio de Managua, el Papa dictaminó el ocaso de la iglesia popular, su agenda fundamental, sin importarle que el país estuviera en guerra civil, y algunos quisieran una oración por los muertos. En Chile, el Papa salió al balcón de la La Moneda, la misma que fue escenario de la muerte de Allende, a saludar junto al entonces presidente general Pinochet. Poco después, cruzó una Argentina de desaparecidos, omitiendo referirse a las víctimas, mucho menos a los culpables.
El Papa supo salvaguardar la unidad de la iglesia. Le dio brillo nuevo, codificó de forma contundente la disciplina, contribuyó de manera fundamental en la derrota de los regímenes autoritarios del este europeo, realimentó el espiritualismo e incrementó de manera inusitada la lista de los santos de la iglesia. Hace pocas semanas regresó a Latinoamérica precisamente para heredar un legado último a los latinoamericanos. Un nuevo santo mexicano e indígena. En la visión mística y críptica de Wojtyla esta es la forma de cumplir tal vez su promesa de 1979, su forma de decir que la iglesia es “la voz de los que no pueden hablar y de los que han sido silenciados”.
Ha escogido una plataforma propicia para diseminar estas ideas. El zapatismo es el laboratorio político de una nueva izquierda, con un sujeto social bastante dislocado (Marcos no se olvida nunca de convocar a los desempleados, a las mujeres, a los homosexuales, a los colonos, etc.). Juan Diego, iluminado por el rayo de la Señora, y el icono transcultural impregnado en su manta, no es un participante menor en este debate cultural, y el Papa lo sabe muy bien. Además, en México, a la par de que un partido conservador ha logrado el gobierno, otro, de rancia herencia revolucionaria (y anticlerical) ha sido despojado del poder luego de décadas de gobierno semiautocrático.
El suburbano de Sao Paulo, de Lima o Mexico D.F., conoce perfectamente la astucia del Papa. Quizá mira con ironía ese legado multitudinario, luego de décadas de espera y escepticismo. El Papa ha dejado muchos santos en el camino, y su mensaje es que hay que advertir en los Santos la disciplina. El suburbano sabe también que este continente es mucho más heterodoxo. En cualquier recorrido del barrio brotan los iconos desautorizados y los santos instantáneos (generalmente pentescostales).
En cambio, la herencia hagiográfica de Wojtyla, de incierto futuro histórico, resulta de una pasión personal muy evidente. Sus biógrafos cuentan que cuando regresa de sus fatigados viajes, una hermana que forma parte de su equipo de servicio le advierte que está preocupada por Su Santidad. El Papa invariablemente responde, con una ironía muy suya: “Yo también estoy preocupado por mi santidad”.
Texto del verano de 2002. Wojtyla recorría otra vez Latinoamérica y yo acababa de leer la biografía escrita por Carl Bernstein, de donde saqué la mayor parte de las referencias.
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jueves, abril 07, 2011
Escrito para infieles
Franz Kafka (1883-1924) es un escritor judío-checo, pero que escribía en alemán. Son famosas sus novelas, entre ellas El proceso, El castillo y América (mi favorita). Son textos laberínticos en los que la realidad adquiere un tinte onírico y pesadillezco.
Informo esto casi de manera urgente porque he visto que es importante aclarar términos como kafkiano u orwelliano.
Es importante, sobre todo, cuando uno escribe entre infieles, y la sanidad terminológica puede ayudarnos a disciplinar al poder (o la terminología para poder disciplinar?). Al mismo tiempo que incrustramos la pedagogía (algo tenemos que enseñar, come on) en el lado correcto de la valla. (Porque se han fijado? siempre hay una valla cuando no un muro cuando no un abismo.)
El riesgo del lugar común es quizá menos grave que el de tanto infieles que no saben qué apellido ponerle al poder. Por eso sueñan cada noche (aunque no lo saben, es más, te susurro, no las descifran) con taxonomías vertiginosas: derridiano, foucaltiano, althusseriano, sadista, nietzcheano. En fin, freudiano.
Todos y cada uno de estos términos, y otros que le son afines (lacaniano, por ejemplo, tan tongolelesco que suena), iré explicando poco a poco. Esta es la nueva Cruzada en busca del sepulcro blanqueado del significado y en contra del poder, y que a don Pablo Antonio, tan sereno, habría placido.
Les decía, pues, que kafkiano se dice de lo laberíntico incrustrado en lo privado como bomba de tiempo que nunca estalla pero que amenaza. También aquello que hace de la realidad un legajo de derecho interminable, indescifrabe, infatigable dentro de su misma fatiga. También aquello que se refiere a puertas cerradas para siempre y únicamente destinadas a uno. Sí, kafkiano es el destino gris y privatizado y firmado por la Ley.
Cualquiera de estas complicaciones, en las que nos auxiliarán siempre la borgeana Británica, o la Británica de hoy día, Wikipedia, me exigen siempre un despeje nunca logrado. ¿Cómo separar, digamos, lo freudiano de "mi pequeño país"? (Y tomo el Antifonario: "Mi pequeño país cristiano se compone de unas pocas/ primaveras y campanarios").
Si yo quiero a "mi país" (¿es que no sienten Uds., élite política e intelectual de Nicaragua un estremecimiento hipócrita al decir mi país a cada rato?) modelado por el Paraíso que se empezó a soñar en los Treinta Años Conservadores, con sus formas de sujeción y su disciplina social y subjetiva, que nadaba libremente sobre el Lago de la autorización del yo por rango racial y de casta.
Mi pequeño país pre-terminológico./
Y cuánto te extrañamos.
Informo esto casi de manera urgente porque he visto que es importante aclarar términos como kafkiano u orwelliano.
Es importante, sobre todo, cuando uno escribe entre infieles, y la sanidad terminológica puede ayudarnos a disciplinar al poder (o la terminología para poder disciplinar?). Al mismo tiempo que incrustramos la pedagogía (algo tenemos que enseñar, come on) en el lado correcto de la valla. (Porque se han fijado? siempre hay una valla cuando no un muro cuando no un abismo.)
El riesgo del lugar común es quizá menos grave que el de tanto infieles que no saben qué apellido ponerle al poder. Por eso sueñan cada noche (aunque no lo saben, es más, te susurro, no las descifran) con taxonomías vertiginosas: derridiano, foucaltiano, althusseriano, sadista, nietzcheano. En fin, freudiano.
Todos y cada uno de estos términos, y otros que le son afines (lacaniano, por ejemplo, tan tongolelesco que suena), iré explicando poco a poco. Esta es la nueva Cruzada en busca del sepulcro blanqueado del significado y en contra del poder, y que a don Pablo Antonio, tan sereno, habría placido.
Les decía, pues, que kafkiano se dice de lo laberíntico incrustrado en lo privado como bomba de tiempo que nunca estalla pero que amenaza. También aquello que hace de la realidad un legajo de derecho interminable, indescifrabe, infatigable dentro de su misma fatiga. También aquello que se refiere a puertas cerradas para siempre y únicamente destinadas a uno. Sí, kafkiano es el destino gris y privatizado y firmado por la Ley.
Cualquiera de estas complicaciones, en las que nos auxiliarán siempre la borgeana Británica, o la Británica de hoy día, Wikipedia, me exigen siempre un despeje nunca logrado. ¿Cómo separar, digamos, lo freudiano de "mi pequeño país"? (Y tomo el Antifonario: "Mi pequeño país cristiano se compone de unas pocas/ primaveras y campanarios").
Si yo quiero a "mi país" (¿es que no sienten Uds., élite política e intelectual de Nicaragua un estremecimiento hipócrita al decir mi país a cada rato?) modelado por el Paraíso que se empezó a soñar en los Treinta Años Conservadores, con sus formas de sujeción y su disciplina social y subjetiva, que nadaba libremente sobre el Lago de la autorización del yo por rango racial y de casta.
Mi pequeño país pre-terminológico./
Y cuánto te extrañamos.
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sábado, marzo 26, 2011
Inventario virtual de novelas
Ay! ese subgénero dentro de los blogs con que se despiden los autores "por un tiempo", "una temporadita", "una apasionada (y totalmente usurpadora del tiempo que debo a mis queridos lectores de blog) re-escritura de En busca del tiempo perdido".
que llega tras un prolongado silencio, marcado por la primera hoja de otoño austral (que lleva una diminuta firma de Cortázar, made in china).
(además: el in-mundo se ha jodido otra vez, otra guerra colonial en África del Norte, y ese espantoso maremoto en Japón que despertó al monstruo nuclear)
Mientras tanto digo que admiro las buenas ideas para novela, que también es un subgénero del que habría que hacer una antología. Muy recientemente dos ejemplos notables ofrecidos por Javier Padilla y Juan Sobalvarro en sus respectivos blogs (y que por suerte no están cerrando por inventario):
Dice Padilla, en parte de su entrada "La casa de Chema Castillo":
Por su parte, pregunta Juan Sobalvarro:
Me entusiasma el vértigo de las buenas ideas para novela, sus muertos posibles, sus emblemas manchados.
No sé ustedes.
que llega tras un prolongado silencio, marcado por la primera hoja de otoño austral (que lleva una diminuta firma de Cortázar, made in china).
(además: el in-mundo se ha jodido otra vez, otra guerra colonial en África del Norte, y ese espantoso maremoto en Japón que despertó al monstruo nuclear)
Mientras tanto digo que admiro las buenas ideas para novela, que también es un subgénero del que habría que hacer una antología. Muy recientemente dos ejemplos notables ofrecidos por Javier Padilla y Juan Sobalvarro en sus respectivos blogs (y que por suerte no están cerrando por inventario):
Dice Padilla, en parte de su entrada "La casa de Chema Castillo":
Y me pregunto, ¿qué cosas pensaría Bloom si viviera en la Nicaragua orteguista, en el año 2011? No viviría en los suburbios, eso esta claro, sino en un vecindario más o menos central y de clase media, una casa en Altamira o Los Robles, una casa con espacio suficiente para que la Molly Bloom haga sus fechorías con Blazes Boylan, cuyo nombre podría ser algo así como Arduino Fogoso, miembro de Macolla o La nueva compañía. Asi es, Leopoldo Flores viviría en Los Robles y no leería los periódicos ni tampoco tendría automóvil. Se despertaría muy de mañana a comprar el desayuno en la pulpería de la esquina y caminaría hasta su trabajo en el edificio Pellas. No tendría opiniones políticas pero si muchas sobre el desorden vial, la basura, los perros abandonados y los trabajadores por cuenta propia.
Por su parte, pregunta Juan Sobalvarro:
1.- Para ser criminal basta con haber nacido ¿No resulta innecesario recurrir a las notas rojas de un periódico para escribir una novela de la misma especie?
3.- Y si todo se resuelve con un argumento... ¿por qué no es mejor escribir un reportaje, una crónica, una biografía, un ensayo, un artículo de opinión... y no una novela?
4.- ¿Toda novela histórica tiene su musa (era Somoza) en el poder? ¿o si no se inventa Magdalenas heroicas?
5.- ¿Toda novela histórica debe ser un paseo divertido por el museo de antropología?
2.- Por cierto: pereza irrevocable para escribir la biografía de un político, sobre todo si es nicaragüense, pero... ¿Sería mejor que un político escriba su autobiografía?
Me entusiasma el vértigo de las buenas ideas para novela, sus muertos posibles, sus emblemas manchados.
No sé ustedes.
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lunes, febrero 21, 2011
Gozá la revolución
Que la tecnología quede de una vez y para siempre relacionada, vinculada, en pacto de sangre con la democracia liberal.
Que ese pacto de sangre no permita ver su relación con el mercado.
Que se pinte de colores la democracia. Los códigos recurrentes y castrados del flower power son siempre útiles.
La revolución twitter o facebook, como dirían los clásicos, comes in colors.
Celebremos, en profecía autocumplida, que la revolución sea "sin tonos islamistas ni liderazgo político".
Porque la tecnología (hermana de la democracia) rehuye de las particularidades y las disonancias y las desinencias tanto como la vieja filosofía de la historia de Hegel. Si tan solo, Fukuyama, lo hubieras sabido.
La utopía de la guerra sin bajas, la guerra virtual, es en verdad la otra hermana significativa del sueño ideológico de la democracia conquistada por medios tecnológicos.
Habría que debatirlas juntas.
Algunos links:
Lo de Egipto por Antonio Caballero. Entre otras cosas, las satisfacciones de Obama con lo que pasó en Egipto resultan sospechosas.
Diarios nicas que ya sueñan la tecnología: "Llegan al país mensajes codificados en cuadros". El índice profundo del sueño lo indica este párrafo: "Es un código portador de información precisa que es aprovechado para diversos fines, como las convocatorias de movimientos sociales como el reciente de Egipto y hasta por la mercadotecnia en su afán de personalizar las ofertas y promociones". Que, por supuesto, ha invertido los términos: menciona primero los movimientos sociales y luego la mercadotecnia, cuando es ésta la matrona de los dos conceptos.
La revolución facebook abre otro capítulo de otroficación manipulado desde Occidente: "Una pareja llama a su hija Facebook para celebrar la revolución egipcia" (La Vanguardia)
Sobre la guerra virtual (el otro sueño tecno): Hacer la guerra sin despeinarse de Jordi Calvo Rufanges.
Nunca demás: "La pregunta por la técnica" de Heidegger.
Si hay una mistificación ideológica en este caso, hay que volver a pensar la cuestión de la ideología.
Que ese pacto de sangre no permita ver su relación con el mercado.
Que se pinte de colores la democracia. Los códigos recurrentes y castrados del flower power son siempre útiles.
La revolución twitter o facebook, como dirían los clásicos, comes in colors.
Celebremos, en profecía autocumplida, que la revolución sea "sin tonos islamistas ni liderazgo político".
Porque la tecnología (hermana de la democracia) rehuye de las particularidades y las disonancias y las desinencias tanto como la vieja filosofía de la historia de Hegel. Si tan solo, Fukuyama, lo hubieras sabido.
La utopía de la guerra sin bajas, la guerra virtual, es en verdad la otra hermana significativa del sueño ideológico de la democracia conquistada por medios tecnológicos.
Habría que debatirlas juntas.
Algunos links:
Lo de Egipto por Antonio Caballero. Entre otras cosas, las satisfacciones de Obama con lo que pasó en Egipto resultan sospechosas.
Diarios nicas que ya sueñan la tecnología: "Llegan al país mensajes codificados en cuadros". El índice profundo del sueño lo indica este párrafo: "Es un código portador de información precisa que es aprovechado para diversos fines, como las convocatorias de movimientos sociales como el reciente de Egipto y hasta por la mercadotecnia en su afán de personalizar las ofertas y promociones". Que, por supuesto, ha invertido los términos: menciona primero los movimientos sociales y luego la mercadotecnia, cuando es ésta la matrona de los dos conceptos.
La revolución facebook abre otro capítulo de otroficación manipulado desde Occidente: "Una pareja llama a su hija Facebook para celebrar la revolución egipcia" (La Vanguardia)
Sobre la guerra virtual (el otro sueño tecno): Hacer la guerra sin despeinarse de Jordi Calvo Rufanges.
Nunca demás: "La pregunta por la técnica" de Heidegger.
Si hay una mistificación ideológica en este caso, hay que volver a pensar la cuestión de la ideología.
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viernes, febrero 18, 2011
Sobre desvíos
Hay quien confunde la literatura latinoamericana con una u otra editorial española.
Anagrama, digamos, o Alfaguara.
Aunque esta confusión puede parecer una incursión en el equívoco y el ridículo, también lo puede ser de demarcación de una política de lo real.
Ahí donde el latinoamericanismo académico se encarga de romper (aparentemente) las barreras (de lo literario a lo cultural, de lo hispanoamericano al mundo postcolonial, del canon al corpus, de lo cosmopolita a lo regional, de la estilística a un horizonte filosófico dilatado), el mercado español demarca una muy delgada idea de lo que es literatura latinoamericana, acotada por índice de ventas e índice de premios.
De hecho, esta idea depurada descarta otros géneros que no sean la narrativa (y dentro de esta, enfatiza la novela).
Así, el que confunde la literatura latinoamericana con Anagrama, Alfaguara o Planeta tiene entre las manos un escenario cultural e ideológico interesante, en que sin duda la acotación (mercantil) implica muchas veces una mutilación sin más.
Al respecto, muy ilustrativo el libro de Ignacio Echevarría, Desvíos: un recorrido crítico por la reciente narrativa latinoamericana. (2007).
Echevarría testimonia el auge de la narrativa latinoamericana nueva en España a partir de los noventa, luego de cierto eclipse del boom.
Lo decisivo del libro, que junta reseñas y artículos publicados entre 1996 y 2004, es que selecciona lo que sería una narrativa de vanguardia (o buena narrativa) de entre una especie de avalancha de autores promovidos por las editoriales .
El nombre paradigmático es, por supuesto, Bolaño. Y entre los happy few figuran Lemebel, Rey Rosa, Aira, Piglia, Fogwill, Alan Pauls, Pitol.
No es tanto una generación. De algunos, como Piglia, se testimonia una tardía publicación y recepción española.
Este grupo de escritores sancionados, se opone al mainstream que acapara tiradas y premios.
En efecto, afirma Echevarría, los "escasos autores latinoamericanos que obtienen un éxito comparable al que en su momento obtuvieron-y conservan-autores como García Márquez, Cortázar o Vargas Llosa suelen ser de un calibre notablemente inferior, aparte de no entrañar sus libros novedad alguna digna de ser destacada" (p. 22)
La trivialidad impera entre autores y editores. Algunos nombres mencionados por Echevarría: Xavier Velasco, Antonio Skármeta, Zoé Valdés, Laura Restrepo (p. 22). Una constelación en que, digo yo, Gioconda Belli no desentonaría.
Echevarría plantea su crítica pensando de manera más radical en el sentido que puede tener lo latinoamericano en las condiciones acotadas por el mercado español.
Fundamentalmente sobresale el problema de la representatividad. ¿Es eso latinoamericano del mercado editorial una superstición española o se activa de verdad una representación?
Para Echevarría, el canon defendido representaría una extraterritorialidad articulada como resistencia a encarnar lo exótico o local: lo que está más acá del boom.
Se trata de unn ser o no ser. La "paradójica condición" (en Bolaño como paradigma) "de ser y no querer ser escritor latinoamericano. La de escribir y no querer escribir sobre un país--Chile, en este caso---y sobre una región--Latinoamérica--de los que entretanto se ha convertido en su bardo más caracterizado" (p. 51).
La huella, pues, de viejas controversias latinoamericanas. Pedro Henríquez Ureña, por ejemplo, defendiendo el descontento y la promesa. O Ángel Rama advirtiendo la identidad latinoamericana en la excentricidad modernista.
Echevarría, que por razones prácticas debe defender conceptos que los posmos abominan (calidad literaria, por ejemplo), ofrece también textos para justificar a la crítica como tal. Un eje que se revela por entero "occidental" y benjaminiano.
Los dos planteamientos generales del libro son, pues, la narrativa latinoamericana actual en el mercado español y la función de la crítica literaria de publicación periódica y masiva.
Ambas temáticas están planteadas con agudeza y mucha conciencia de límites. Dos características sin duda decisivas para echar adelante cualquier proyecto crítico.
Interesante, sin duda, que esas discusiones puedan confluir de alguna manera con la otra crítica (la académica) cuyas esperanzas políticas son más dilatas, pero cuyo alcance comunicativo es mucho más limitado.
Anagrama, digamos, o Alfaguara.
Aunque esta confusión puede parecer una incursión en el equívoco y el ridículo, también lo puede ser de demarcación de una política de lo real.
Ahí donde el latinoamericanismo académico se encarga de romper (aparentemente) las barreras (de lo literario a lo cultural, de lo hispanoamericano al mundo postcolonial, del canon al corpus, de lo cosmopolita a lo regional, de la estilística a un horizonte filosófico dilatado), el mercado español demarca una muy delgada idea de lo que es literatura latinoamericana, acotada por índice de ventas e índice de premios.
De hecho, esta idea depurada descarta otros géneros que no sean la narrativa (y dentro de esta, enfatiza la novela).
Así, el que confunde la literatura latinoamericana con Anagrama, Alfaguara o Planeta tiene entre las manos un escenario cultural e ideológico interesante, en que sin duda la acotación (mercantil) implica muchas veces una mutilación sin más.
Al respecto, muy ilustrativo el libro de Ignacio Echevarría, Desvíos: un recorrido crítico por la reciente narrativa latinoamericana. (2007).
Echevarría testimonia el auge de la narrativa latinoamericana nueva en España a partir de los noventa, luego de cierto eclipse del boom.
Lo decisivo del libro, que junta reseñas y artículos publicados entre 1996 y 2004, es que selecciona lo que sería una narrativa de vanguardia (o buena narrativa) de entre una especie de avalancha de autores promovidos por las editoriales .
El nombre paradigmático es, por supuesto, Bolaño. Y entre los happy few figuran Lemebel, Rey Rosa, Aira, Piglia, Fogwill, Alan Pauls, Pitol.
No es tanto una generación. De algunos, como Piglia, se testimonia una tardía publicación y recepción española.
Este grupo de escritores sancionados, se opone al mainstream que acapara tiradas y premios.
En efecto, afirma Echevarría, los "escasos autores latinoamericanos que obtienen un éxito comparable al que en su momento obtuvieron-y conservan-autores como García Márquez, Cortázar o Vargas Llosa suelen ser de un calibre notablemente inferior, aparte de no entrañar sus libros novedad alguna digna de ser destacada" (p. 22)
La trivialidad impera entre autores y editores. Algunos nombres mencionados por Echevarría: Xavier Velasco, Antonio Skármeta, Zoé Valdés, Laura Restrepo (p. 22). Una constelación en que, digo yo, Gioconda Belli no desentonaría.
Echevarría plantea su crítica pensando de manera más radical en el sentido que puede tener lo latinoamericano en las condiciones acotadas por el mercado español.
Fundamentalmente sobresale el problema de la representatividad. ¿Es eso latinoamericano del mercado editorial una superstición española o se activa de verdad una representación?
Para Echevarría, el canon defendido representaría una extraterritorialidad articulada como resistencia a encarnar lo exótico o local: lo que está más acá del boom.
Se trata de unn ser o no ser. La "paradójica condición" (en Bolaño como paradigma) "de ser y no querer ser escritor latinoamericano. La de escribir y no querer escribir sobre un país--Chile, en este caso---y sobre una región--Latinoamérica--de los que entretanto se ha convertido en su bardo más caracterizado" (p. 51).
La huella, pues, de viejas controversias latinoamericanas. Pedro Henríquez Ureña, por ejemplo, defendiendo el descontento y la promesa. O Ángel Rama advirtiendo la identidad latinoamericana en la excentricidad modernista.
Echevarría, que por razones prácticas debe defender conceptos que los posmos abominan (calidad literaria, por ejemplo), ofrece también textos para justificar a la crítica como tal. Un eje que se revela por entero "occidental" y benjaminiano.
Los dos planteamientos generales del libro son, pues, la narrativa latinoamericana actual en el mercado español y la función de la crítica literaria de publicación periódica y masiva.
Ambas temáticas están planteadas con agudeza y mucha conciencia de límites. Dos características sin duda decisivas para echar adelante cualquier proyecto crítico.
Interesante, sin duda, que esas discusiones puedan confluir de alguna manera con la otra crítica (la académica) cuyas esperanzas políticas son más dilatas, pero cuyo alcance comunicativo es mucho más limitado.
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miércoles, febrero 09, 2011
Fuera del limbo
Ya he hablado otras veces en este blog de la juventud como objeto de deseo.
Un deseo y una práctica de apropiación y control ejercida por intelectuales y políticos, y que resulta estratégica para guiar ideológicamente.
Como en Nicaragua está tan poco establecida la Universidad y la escuela (ese "aparato ideológico del Estado" que diría Althusser), el deseo por la juventud trasciende esos lugares oficiales para desplegarse en la personalidad del maestro.
Nuestro (es un decir) José Coronel Urtecho es el arquetipo, hombre símbolo del círculo de jóvenes adoctrinados que acatan su voz o, como aparece con más frecuencia enunciado, su conversación en una especie de "círculo de estudio" como lo llamaban los marxistas de los 1970s, práctica que en realidad se remonta a un ejercicio ignaciano.
En tiempos recientes este deseo por la juventud se ha combinado con otra superstición notable: considerar la vida política y el poder político la fuente de todo sentido (moral, nacional, humano, generacional).
Es casi una teología.
Así tenemos, en un ejemplo reciente, a Gioconda Belli haciendo depender su lucidez (quizá cualquier lucidez) de las eventualidades políticas de Daniel Ortega.
En algo parecido incurre Andrés Pérez Baltodano cuando se refiere a la generación de los 1980s como un "peldaño roto" que ha imposibilitado la renovación generacional de la clase política.
Pero ¿quién dice que es o ha sido el deseo y el sentido de esa generación tal relevo político? Sobre todo, ¿cómo hablar en nombre de una generación "pasmada" (que así la llama el politólogo) tan difícil de captar y que, como ya he dicho otras veces, está dividida en clases?
Por supuesto, no se me ocurre a mí tampoco hablar por los de los 1980s.
Pero, ya de forma personal, no me identifico para nada con una identidad patética del estilo "peldaño roto". No creo haber estado nunca, al menos no predominantemente, en "un limbo político y emocional", o "inmovilizado".
Pienso, además, que la juventud se está sobrevalorando por las razones obvias que dije primero (control ideológico), y por otras razones que ya son de época.
Algo como lo que piensa Ignacio Echevarría hablando de crítica y literatura: "la juventud, de la que emergía antes la expectativa principal de transgresión, es hoy objeto de una adulación anestesiante".
Un deseo y una práctica de apropiación y control ejercida por intelectuales y políticos, y que resulta estratégica para guiar ideológicamente.
Como en Nicaragua está tan poco establecida la Universidad y la escuela (ese "aparato ideológico del Estado" que diría Althusser), el deseo por la juventud trasciende esos lugares oficiales para desplegarse en la personalidad del maestro.
Nuestro (es un decir) José Coronel Urtecho es el arquetipo, hombre símbolo del círculo de jóvenes adoctrinados que acatan su voz o, como aparece con más frecuencia enunciado, su conversación en una especie de "círculo de estudio" como lo llamaban los marxistas de los 1970s, práctica que en realidad se remonta a un ejercicio ignaciano.
En tiempos recientes este deseo por la juventud se ha combinado con otra superstición notable: considerar la vida política y el poder político la fuente de todo sentido (moral, nacional, humano, generacional).
Es casi una teología.
Así tenemos, en un ejemplo reciente, a Gioconda Belli haciendo depender su lucidez (quizá cualquier lucidez) de las eventualidades políticas de Daniel Ortega.
En algo parecido incurre Andrés Pérez Baltodano cuando se refiere a la generación de los 1980s como un "peldaño roto" que ha imposibilitado la renovación generacional de la clase política.
Pero ¿quién dice que es o ha sido el deseo y el sentido de esa generación tal relevo político? Sobre todo, ¿cómo hablar en nombre de una generación "pasmada" (que así la llama el politólogo) tan difícil de captar y que, como ya he dicho otras veces, está dividida en clases?
Por supuesto, no se me ocurre a mí tampoco hablar por los de los 1980s.
Pero, ya de forma personal, no me identifico para nada con una identidad patética del estilo "peldaño roto". No creo haber estado nunca, al menos no predominantemente, en "un limbo político y emocional", o "inmovilizado".
Pienso, además, que la juventud se está sobrevalorando por las razones obvias que dije primero (control ideológico), y por otras razones que ya son de época.
Algo como lo que piensa Ignacio Echevarría hablando de crítica y literatura: "la juventud, de la que emergía antes la expectativa principal de transgresión, es hoy objeto de una adulación anestesiante".
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sábado, febrero 05, 2011
De vacaciones uno
El verano penitente de Santiago. Y las vacaciones.
Eso le ha dado oportunidad de vagabundear porpasajes párrafos extraños aledaños.
Ha comenzado a leer siete libros. Uno por uno: la simultaneidad de lo sucesivo!
Ha dejado la mitad de siete a la mitad.
Del resto ha leído las solapas (para recordar costumbres de nuestros ilustres combatientes de las guerrillas literarias criollas).
(Ha escrito en el twitter que nadie sabe para quién se muere.)
De lo que ha leído a la mitad. A saber: Willy Thayer, Tecnologías de la crítica: entre Walter Benjamin y Gilles Deleuze; Roberto Bolaño, Nocturno de Chile.
Ha pensado (él también) en el suicida, con cierto resquemor.
Leía a Bolaño porque quería saber de Chile. En septiembre 11, leía Estrella distante.
¿Sabes que en las solapas (ese espacio que frecuentan tanto nuestros letrados) mencionan a Cervantes y a Melville y a Proust y a Musil! Entre esas catedrales quién podrá leer de verdad a Bolaño sin sentirse manipulado por el canon occidental?
El hecho es que la lectura a contrapelo se hace necesaria.
(Amuleto, por ejemplo, es una mala novela, sin más.)
El motto es, pues, leer la novela chilena posible que B. (no) habría podido escribir. Entre esas andan ambas/ dos Estrella distante y Nocturno
La hipótesis es: hay una conexión secreta alegórica oscura entre el recinto sagradísimo de la literatura y el arte (y la cultura) y la dictadura. No es un tema de B. sino del sentido común occidental(por ejemplo, Groys, por ejemplo, Coronel) y que él explora, ante el que toma posición. (No cabe duda que de tal tema se hace tranquilamente un canon.)
Para mi gusto la fábula de Estrella distante es mucho más efectiva. Aunque la de Nocturno de Chile es mucho más íntima de los colaboracionistas (sin poderse marcar, en realidad, un límite que marque en dónde termina la colaboración). Me gusta la interrogación radical que se hace a la literatura desde dentro en esos textos. Otrosí, no me siento motivado para leer inmediatamente después La literatura nazi por no parecerme un humor digno de estas vacaciones achicharradas.
Pensé también que Onetti tenía los huevos (iba a poner las artes, pero bueno) para escribir esa novela nacional en cueros torturados. (En Nicaragua no hay más que desgüevamiento y escasean los Onetti entre tantos Coroneles).
Comentaré el libro de Thayer en la próxima entrada.
Eso le ha dado oportunidad de vagabundear por
Ha comenzado a leer siete libros. Uno por uno: la simultaneidad de lo sucesivo!
Ha dejado la mitad de siete a la mitad.
Del resto ha leído las solapas (para recordar costumbres de nuestros ilustres combatientes de las guerrillas literarias criollas).
(Ha escrito en el twitter que nadie sabe para quién se muere.)
De lo que ha leído a la mitad. A saber: Willy Thayer, Tecnologías de la crítica: entre Walter Benjamin y Gilles Deleuze; Roberto Bolaño, Nocturno de Chile.
Ha pensado (él también) en el suicida, con cierto resquemor.
Leía a Bolaño porque quería saber de Chile. En septiembre 11, leía Estrella distante.
¿Sabes que en las solapas (ese espacio que frecuentan tanto nuestros letrados) mencionan a Cervantes y a Melville y a Proust y a Musil! Entre esas catedrales quién podrá leer de verdad a Bolaño sin sentirse manipulado por el canon occidental?
El hecho es que la lectura a contrapelo se hace necesaria.
(Amuleto, por ejemplo, es una mala novela, sin más.)
El motto es, pues, leer la novela chilena posible que B. (no) habría podido escribir. Entre esas andan ambas/ dos Estrella distante y Nocturno
La hipótesis es: hay una conexión secreta alegórica oscura entre el recinto sagradísimo de la literatura y el arte (y la cultura) y la dictadura. No es un tema de B. sino del sentido común occidental(por ejemplo, Groys, por ejemplo, Coronel) y que él explora, ante el que toma posición. (No cabe duda que de tal tema se hace tranquilamente un canon.)
Para mi gusto la fábula de Estrella distante es mucho más efectiva. Aunque la de Nocturno de Chile es mucho más íntima de los colaboracionistas (sin poderse marcar, en realidad, un límite que marque en dónde termina la colaboración). Me gusta la interrogación radical que se hace a la literatura desde dentro en esos textos. Otrosí, no me siento motivado para leer inmediatamente después La literatura nazi por no parecerme un humor digno de estas vacaciones achicharradas.
Pensé también que Onetti tenía los huevos (iba a poner las artes, pero bueno) para escribir esa novela nacional en cueros torturados. (En Nicaragua no hay más que desgüevamiento y escasean los Onetti entre tantos Coroneles).
Comentaré el libro de Thayer en la próxima entrada.
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viernes, enero 28, 2011
Mientras espero juicio sobre la muela del juicio
En la clínica dental leo Obra de arte total Stalin pregunto por qué no estamos en un museo, qué diferencia a la clínica del museo.
La dentista es pre-husserliana. Nació un día antes del nacimiento de Heidegger. Si no, no podría ver preclaras las piezas dentales. Señalar cuál es la que merece extracción.
Estas cosas, pienso, ya estaban en la poesía conversacional. Eran su tipo de tema. Por ejemplo, el del buen hombre esperando en la clínica dental con el ruido de la TV de fondo--transmitían Toy Story 2--, con un libro de bella edición entre las manos.
Pero los conversacionales decayeron. Sus temas están en los blogs. Su moral de buenos ciudadanos fue empujada a la calle como decía Cortázar que los sandinistas habían empujado la palabra cultura: como un carrito de supermercado.
Así pusieron la ética del ciudadano latinoamericano moderno en circulación (su moneda). Dueños y señores de sus discursos (soberanos!) contra un inconsciente político traidor.
Sus lugares comunes: "Benedetti, Cardenal y Sabines llenan estadios". Sus fantasmas. RFR bailando un bolero en un pueblo perdido del este de La Habana. La cura pronta e inminente del poeta-médico (y todos recordaban a William Carlos Williams). Stalin ganándole la partida a Roque Dalton.
Ante mí Oftalmología. Alguien que duerme secretamente en la clínica. Alguien que se cuida la sonrisa y pide que le pongan por favor CNN-Chile en la TV. Alguien que dice que Obama no va a la Argentina este verano (austral). En el libro: Breznev, sots-art, el sordo de O.P.
No es que el consumo es lo cotidiano sino al revés: lo cotidiano forma parte del consumo. Investigo la sombra de la vanguardia. Poseo libros. Deshojo la "margarita emocionante". Voy al dentista para interpelar a los conversacionales.
El juicio de la muela en suspensión. La muela del juicio positivista.
La dentista es pre-husserliana. Nació un día antes del nacimiento de Heidegger. Si no, no podría ver preclaras las piezas dentales. Señalar cuál es la que merece extracción.
Estas cosas, pienso, ya estaban en la poesía conversacional. Eran su tipo de tema. Por ejemplo, el del buen hombre esperando en la clínica dental con el ruido de la TV de fondo--transmitían Toy Story 2--, con un libro de bella edición entre las manos.
Pero los conversacionales decayeron. Sus temas están en los blogs. Su moral de buenos ciudadanos fue empujada a la calle como decía Cortázar que los sandinistas habían empujado la palabra cultura: como un carrito de supermercado.
Así pusieron la ética del ciudadano latinoamericano moderno en circulación (su moneda). Dueños y señores de sus discursos (soberanos!) contra un inconsciente político traidor.
Sus lugares comunes: "Benedetti, Cardenal y Sabines llenan estadios". Sus fantasmas. RFR bailando un bolero en un pueblo perdido del este de La Habana. La cura pronta e inminente del poeta-médico (y todos recordaban a William Carlos Williams). Stalin ganándole la partida a Roque Dalton.
Ante mí Oftalmología. Alguien que duerme secretamente en la clínica. Alguien que se cuida la sonrisa y pide que le pongan por favor CNN-Chile en la TV. Alguien que dice que Obama no va a la Argentina este verano (austral). En el libro: Breznev, sots-art, el sordo de O.P.
No es que el consumo es lo cotidiano sino al revés: lo cotidiano forma parte del consumo. Investigo la sombra de la vanguardia. Poseo libros. Deshojo la "margarita emocionante". Voy al dentista para interpelar a los conversacionales.
El juicio de la muela en suspensión. La muela del juicio positivista.
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sábado, enero 08, 2011
Borramientos
Cuando todo cierre: el restaurante, la tienda, la calle, la frontera, la cordillera, el cielo, el cine, sonará música.
Fiestas del mañana que no llega
La navidad fue hace mil años (mil papers-luz de distancia) y el himno de entonces era Big Yellow Taxi.
Fiestas de fin de año que a uno lo vuelven bruto.
Que la poetry está overrated
Grupos, multitudes, gentes transidos de poesía, hieráticos, fijos: sólo queda destransirlos.
Un "ella no es de California" enfático.
Formas de escuchar la música
Multitudes con la cabeza llena de pajaritos, a algunos se les han muerto adentro de disparos violentos.
Eras inútil, Joni, podías recorrer el mundo en 80 días y siempre inútil, sólo servías para hacer esas canciones.
You´re a mean old lady but I like you.
Propósitos de año nuevo: ser Miles Davis.
Dadme una tienda de discos usados y pentecostés en el extranjero.
Ensayos antropofágicos
El problema con la muerte son los obituarios.
Si descansas en paz, te mato.
No atiendas
Plegarias postmodernas: dame una pose radical y un mundo normalizado.
Fotos de gente demasiado feliz también es pornografía.
Y vos, sí, vos
Nunca te cansaste de comer mierda de intelectuales.
Fiestas del mañana que no llega
La navidad fue hace mil años (mil papers-luz de distancia) y el himno de entonces era Big Yellow Taxi.
Fiestas de fin de año que a uno lo vuelven bruto.
Que la poetry está overrated
Grupos, multitudes, gentes transidos de poesía, hieráticos, fijos: sólo queda destransirlos.
Un "ella no es de California" enfático.
Formas de escuchar la música
Multitudes con la cabeza llena de pajaritos, a algunos se les han muerto adentro de disparos violentos.
Eras inútil, Joni, podías recorrer el mundo en 80 días y siempre inútil, sólo servías para hacer esas canciones.
You´re a mean old lady but I like you.
Propósitos de año nuevo: ser Miles Davis.
Dadme una tienda de discos usados y pentecostés en el extranjero.
Ensayos antropofágicos
El problema con la muerte son los obituarios.
Si descansas en paz, te mato.
No atiendas
Plegarias postmodernas: dame una pose radical y un mundo normalizado.
Fotos de gente demasiado feliz también es pornografía.
Y vos, sí, vos
Nunca te cansaste de comer mierda de intelectuales.
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viernes, diciembre 24, 2010
La última promesa costumbrista
Siempre enseño o tengo de referencia en mi enseñanza Balcanes y volcanes de Sergio Ramírez, una de las pocas explicaciones de la cultura centroamericana con aspiraciones globales. (En realidad heredera de la impronta de Torres Rivas y Martínez Peláez, cierto marxismo postcolonial que apuntó en Centroamérica en los 1960s y la teoría de la dependencia.)
Podría leerse Balcanes y Volcanes, entre otras cosas, como una condena a la ideología costumbrista que alentada por la estructura cultural y mental atrasada de la élite centroamericana, impregna todos los espacios (incluido el uso de los medios de comunicación). No es Centroamérica la subregión latinoamericana del primer golpe de estado victorioso del siglo XXI?
Es cierto que ha sido turbulento el presente político centroamericano. Pero no deja de ser curioso que se anuncie el apoyo de Sergio Ramírez al candidato presidencial Fabio Gadea Mantilla, según Ramírez ( cito del diario de derecha La Prensa) “la única alternativa democrática que tenemos en el país”.
Gadea Mantilla es, si algo, la quintaesencia del costumbrismo (los campesinos de sus cuentos transmitidos por radio están reducidos a la sentimentalidad estereotipada). Al menos desde el punto de vista literario y cultural Fabio Gadea no es la alternativa más democrática que tenemos en Centroamérica.
El mismo Ramírez apunta en su libro que hay un tránsito del costumbrismo a la expresión más compleja de la realidad rural, paso que en la cosmovisión de Gadea ni siquiera se avizora. Su idea literaria y cultural general es conservadora. Ante un poema vanguardista se persigna exigiendo el dogma rubendariano, para no hablar de sus posiciones retrógradas en asuntos de ciudadanía y política: su homofobia es manifiesta, por ejemplo.
Así que el apoyo político a un retrogrado cultural da en qué pensar. Sobre todo cómo es que se concibe la cultura en su (aparente) subordinación a la política. Un expediente cultural de los políticos no estaría mal. Un expediente político de los líderes culturales tampoco.
Podría leerse Balcanes y Volcanes, entre otras cosas, como una condena a la ideología costumbrista que alentada por la estructura cultural y mental atrasada de la élite centroamericana, impregna todos los espacios (incluido el uso de los medios de comunicación). No es Centroamérica la subregión latinoamericana del primer golpe de estado victorioso del siglo XXI?
Es cierto que ha sido turbulento el presente político centroamericano. Pero no deja de ser curioso que se anuncie el apoyo de Sergio Ramírez al candidato presidencial Fabio Gadea Mantilla, según Ramírez ( cito del diario de derecha La Prensa) “la única alternativa democrática que tenemos en el país”.
Gadea Mantilla es, si algo, la quintaesencia del costumbrismo (los campesinos de sus cuentos transmitidos por radio están reducidos a la sentimentalidad estereotipada). Al menos desde el punto de vista literario y cultural Fabio Gadea no es la alternativa más democrática que tenemos en Centroamérica.
El mismo Ramírez apunta en su libro que hay un tránsito del costumbrismo a la expresión más compleja de la realidad rural, paso que en la cosmovisión de Gadea ni siquiera se avizora. Su idea literaria y cultural general es conservadora. Ante un poema vanguardista se persigna exigiendo el dogma rubendariano, para no hablar de sus posiciones retrógradas en asuntos de ciudadanía y política: su homofobia es manifiesta, por ejemplo.
Así que el apoyo político a un retrogrado cultural da en qué pensar. Sobre todo cómo es que se concibe la cultura en su (aparente) subordinación a la política. Un expediente cultural de los políticos no estaría mal. Un expediente político de los líderes culturales tampoco.
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sábado, diciembre 18, 2010
Elipsis
Estoy revisando el año. Un año balbuciente (me refiero sobre todo al número de entradas en el blog).
Meses enteros con una vacía entrada.
Durante algunas semanas acaricié la idea de cerrar este, y abrir otro blog, con el título "Diario de Isonauta". Me ha detenido mi manifiesta falta de disciplina con los diarios.
Eso y la conciencia de que la escritura no es sólo la confirmación de la narrativa sino el deseo (improbable) de escapársele.
Como los fieles lectores han visto, algunas urgencias (se gana el Nobel un contrainsurgente o se quieren ganar a la juventud los notables) me llevan a las entradas poco rigurosas.
Debería marcar mi entrada favorita del año. Me quedaría, probablemente, con El país bajo mi maquillaje.
Tengo, además, la tentación maligna de señalar algunos textos peores que se han dicho o publicado por otros medios, por otros. Quizá el problema no sea que sean malos textos (que lo son) sino que me escandalizan. Mejor dicho: son malos porque los adopto, porque de alguna manera los amparo y los rechazo (fábula de aborto, ciclo de tortura).
Esa interiorización es riesgosa, así que dejaré esta elipsis en su lugar.
Este blog querría vivir del mito de los márgenes. Cuando alguien dice, por ejemplo, que le dedicarán un número de El Hilo Azul a Beltrán Morales, el bloguero se espanta porque Morales, por su obra y vida, estaría mejor en una revista contestataria. Pero escacean las revistas contestatarias en Nicaragua.
La última vez que vi a Morales citado fue en un poema de Roberto Bolaño, éste sintiendo sin duda su hermandad en Parra. El problema es si será posible dar cuenta de un antipoeta desde los ámbitos conservadores de la cultura llamada nacional. Ningún gesto en esos mundos es inocente: todos son de apropiación. Todos responden a la lógica de lo que Morales llamaba el Museo de Cera de la literatura nacional.
Y la peor indicación del estado de la cultura llamada nacional es su estado permanente de homenaje, tributo y canonización urgente.
Meses enteros con una vacía entrada.
Durante algunas semanas acaricié la idea de cerrar este, y abrir otro blog, con el título "Diario de Isonauta". Me ha detenido mi manifiesta falta de disciplina con los diarios.
Eso y la conciencia de que la escritura no es sólo la confirmación de la narrativa sino el deseo (improbable) de escapársele.
Como los fieles lectores han visto, algunas urgencias (se gana el Nobel un contrainsurgente o se quieren ganar a la juventud los notables) me llevan a las entradas poco rigurosas.
Debería marcar mi entrada favorita del año. Me quedaría, probablemente, con El país bajo mi maquillaje.
Tengo, además, la tentación maligna de señalar algunos textos peores que se han dicho o publicado por otros medios, por otros. Quizá el problema no sea que sean malos textos (que lo son) sino que me escandalizan. Mejor dicho: son malos porque los adopto, porque de alguna manera los amparo y los rechazo (fábula de aborto, ciclo de tortura).
Esa interiorización es riesgosa, así que dejaré esta elipsis en su lugar.
Este blog querría vivir del mito de los márgenes. Cuando alguien dice, por ejemplo, que le dedicarán un número de El Hilo Azul a Beltrán Morales, el bloguero se espanta porque Morales, por su obra y vida, estaría mejor en una revista contestataria. Pero escacean las revistas contestatarias en Nicaragua.
La última vez que vi a Morales citado fue en un poema de Roberto Bolaño, éste sintiendo sin duda su hermandad en Parra. El problema es si será posible dar cuenta de un antipoeta desde los ámbitos conservadores de la cultura llamada nacional. Ningún gesto en esos mundos es inocente: todos son de apropiación. Todos responden a la lógica de lo que Morales llamaba el Museo de Cera de la literatura nacional.
Y la peor indicación del estado de la cultura llamada nacional es su estado permanente de homenaje, tributo y canonización urgente.
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martes, diciembre 14, 2010
Peste cristal
Wikileaks es reclamado por los anarquistas (sesudos o frívolos, que suelen ser ambos) pero usado por los liberales.
Es como si el reclamo y el (valor de) uso jugaran a la distancia y a la impureza.
Se ha dado el caso incluso que se reclame Wikileaks para la literatura (o más exactamente, para la mala literatura): algo así como mi novela prefiguraba la transparencia gubernamental que ahora wikileaks vuelve evidente.
Muchos profetas apresurados vaticinan que Wikileaks impactará en los medios.
Assange no está divorciado de la hermenéutica (cree que debemos ir directamente a los archivos a sacar nuestra propias conclusiones). Pero algunos de sus gestos parecen contradecir tal postura. Es como si creyera con toda solvencia en la pureza del reclamo y no se diera cuenta de la impureza de la interpretación (la que hacen con toda soltura los medios).
De hecho entre sus afirmaciones más contradictorias está este romanticismo epistémico: la verdad siempre vencerá.
Curioso, contradictorio y romático eslogan para un mundo en que la "verdad" es por lo general derrotada y en que las verdades oficiales son por lo general las triunfadoras.
La coyuntura "post" trataba, en principio, de esa contradicción. Uno de sus padrinos (desde la derecha) miraba cómo lo esencial se escapaba siempre. Otro, en su variante psicoanalítica, enseñó los trabajos de intepretación del inconsciente.
La verdad tal como es reclamada en la coyuntura actual es más disolvente, rápida, deslizante y crédula.
Y aparece urgida por separarse de su propia credulidad.
Es como si el reclamo y el (valor de) uso jugaran a la distancia y a la impureza.
Se ha dado el caso incluso que se reclame Wikileaks para la literatura (o más exactamente, para la mala literatura): algo así como mi novela prefiguraba la transparencia gubernamental que ahora wikileaks vuelve evidente.
Muchos profetas apresurados vaticinan que Wikileaks impactará en los medios.
Assange no está divorciado de la hermenéutica (cree que debemos ir directamente a los archivos a sacar nuestra propias conclusiones). Pero algunos de sus gestos parecen contradecir tal postura. Es como si creyera con toda solvencia en la pureza del reclamo y no se diera cuenta de la impureza de la interpretación (la que hacen con toda soltura los medios).
De hecho entre sus afirmaciones más contradictorias está este romanticismo epistémico: la verdad siempre vencerá.
Curioso, contradictorio y romático eslogan para un mundo en que la "verdad" es por lo general derrotada y en que las verdades oficiales son por lo general las triunfadoras.
La coyuntura "post" trataba, en principio, de esa contradicción. Uno de sus padrinos (desde la derecha) miraba cómo lo esencial se escapaba siempre. Otro, en su variante psicoanalítica, enseñó los trabajos de intepretación del inconsciente.
La verdad tal como es reclamada en la coyuntura actual es más disolvente, rápida, deslizante y crédula.
Y aparece urgida por separarse de su propia credulidad.
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miércoles, diciembre 08, 2010
miércoles, diciembre 01, 2010
Cirujías
Sí, hay un hiato entre la crítica y los escritores.
Escritores de esos que CMR llamó "publicadores de libros".
No juego al radical, hablo de un hecho.
Es que el crítico está acostumbrado a pensar en términos históricos o, al menos, historicistas. No saca la pistola sino a don Pedro Henríquez Ureña, edición Ayacucho.
Lo que es El País y la ferias de libro les tiene muy sin cuidado quién diablos es ese pobrecito de don Pedro.
Su sentido de la historia es sintético, con la pasión y el grosor de un lugar común. Vea sino este conversatorio.
A mí me horrorizó la terrible deshistorización de esa conversación, la reducción de lo latinoamericano a una anécdota light sobre los temas mercadeables. El ANTES y DESPUÉS de una cirugía estética llamada historia de la cultura.
La TV se ha cagao en (nos)OTROS.
(pobre don Pedro desvelado/ con su Historia cultural y literaria/ de la América hispánica)
El país es horrible. Cómo puede conformarse con metáforas tan convencionales pero sobre todo IDEOLÓGICAS (se vale alzar la voz en esta parte) como la que atribuye el carácter de "bálsamo" a la cultura, o la que acaba invocando casi como Delia Fiallos "el drama avasallador de la condición humana".
Cómo acumular "temas eternos" con avidez televisiva? Léase ese conversatorio.
Cómo llegar al "tema menor" sin pasar por la "literatura menor" (¡por fin un tema deleuziano que puede ser latinoamericano!)?
Por qué inventar que el humor lo ha descubierto ahora el neocapitalismo desconociendo una obvia acumulación colonial de ironía y humor, señor Güegüense?
Se me ocurre un cuento sobre un crítico (un crítico digamos pre-sartreano pre-foucaultiano) que es devorado no por el New Age Orientalista ni por la TV ni por la Universidad sino por "la condición humana" (no, no le puedo quitar las comillas).
Sí, hay un hiato entre la crítica y los escritores.
Yo por mi parte espero que no se reconcilien nunca.
Escritores de esos que CMR llamó "publicadores de libros".
No juego al radical, hablo de un hecho.
Es que el crítico está acostumbrado a pensar en términos históricos o, al menos, historicistas. No saca la pistola sino a don Pedro Henríquez Ureña, edición Ayacucho.
Lo que es El País y la ferias de libro les tiene muy sin cuidado quién diablos es ese pobrecito de don Pedro.
Su sentido de la historia es sintético, con la pasión y el grosor de un lugar común. Vea sino este conversatorio.
A mí me horrorizó la terrible deshistorización de esa conversación, la reducción de lo latinoamericano a una anécdota light sobre los temas mercadeables. El ANTES y DESPUÉS de una cirugía estética llamada historia de la cultura.
La TV se ha cagao en (nos)OTROS.
(pobre don Pedro desvelado/ con su Historia cultural y literaria/ de la América hispánica)
El país es horrible. Cómo puede conformarse con metáforas tan convencionales pero sobre todo IDEOLÓGICAS (se vale alzar la voz en esta parte) como la que atribuye el carácter de "bálsamo" a la cultura, o la que acaba invocando casi como Delia Fiallos "el drama avasallador de la condición humana".
Cómo acumular "temas eternos" con avidez televisiva? Léase ese conversatorio.
Cómo llegar al "tema menor" sin pasar por la "literatura menor" (¡por fin un tema deleuziano que puede ser latinoamericano!)?
Por qué inventar que el humor lo ha descubierto ahora el neocapitalismo desconociendo una obvia acumulación colonial de ironía y humor, señor Güegüense?
Se me ocurre un cuento sobre un crítico (un crítico digamos pre-sartreano pre-foucaultiano) que es devorado no por el New Age Orientalista ni por la TV ni por la Universidad sino por "la condición humana" (no, no le puedo quitar las comillas).
Sí, hay un hiato entre la crítica y los escritores.
Yo por mi parte espero que no se reconcilien nunca.
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lunes, noviembre 01, 2010
Nombres con más frecuencia mencionados en este blog
José Coronel Urtecho 20
Rubén Darío 18
Ernesto Cardenal 15
Jorge Luis Borges 14
Octavio Paz 13
Sergio Ramírez 12
José Lezama Lima 11
Roberto Bolaño 8
Julio Cortázar 8
Jacques Derrida 8
Bob Dylan 7
Foucault 7
Luis Cardoza y Aragón 6
Roque Dalton 5
John Lennon 5
Mario Vargas Llosa 5
Prince 5
Edward Said 5
Ángel Rama 4
Gabriel García Márquez 4
David Bowie 4
Carlos Fuentes 4
Eunice Odio 3
César Vallejo 3
Stendhal 3
Luis de Góngora 3
Flaubert 2
Gioconda Belli 2
Guillermo Cabrera Infante 2
José Agustín 2
Jorge Volpi 2
T.S. Eliot 2
Dicen algo los nombres: fobias, favoritos. Un índide inconsciente con dejes de abyección.
Rubén Darío 18
Ernesto Cardenal 15
Jorge Luis Borges 14
Octavio Paz 13
Sergio Ramírez 12
José Lezama Lima 11
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Bob Dylan 7
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Luis Cardoza y Aragón 6
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John Lennon 5
Mario Vargas Llosa 5
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Edward Said 5
Ángel Rama 4
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David Bowie 4
Carlos Fuentes 4
Eunice Odio 3
César Vallejo 3
Stendhal 3
Luis de Góngora 3
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Gioconda Belli 2
Guillermo Cabrera Infante 2
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sábado, octubre 09, 2010
El Nobel contrainsurgente
Algunos links críticos (y no celebratorios) sobre Vargas Llosa en ocasión del Premio Nobel de Literatura:
Idelber Avelar hace una apretada y muy buena síntesis de la deriva literaria-ideológica del peruano.
Tercera describe cómo fue narrado intencionadamente el Nobel por los medios españoles, coincidiendo con los intereses económicos del mercado editorial.
Kurupí dice que en las novelas del nuevo Nobel subyace la idea "que Perú es el culo del mundo y solo queda europeizarse, blankiñosarse o morir..."
Juan Sobalvarro narra cómo se vive el anuncio y parafernalia del Nobel desde la cotidianidad de Managua.
Por mi parte: el Vargas Llosa que me parece más infame es el de La utopía arcaica, su libro anti-Arguedas. Pura prosa de contrainsurgencia.
---
P.S. 15/10/2010
En Nicaragua se han publicado algunos penosos comentarios encomiásticos de la posición política de MVLl antes que de su literatura.
Oguer Reyes Guido prodiga metáforas caninas para enjuiciar a los detractores de Vargas Llosa, quizá lo sorprendería saber que en La ciudad y los perros, éstos no son caninos.
Para Sofía Montenegro Vargas Llosa sería un paradigma del intelectual crítico, aquel que "nunca ha creído que las ideologías sean más importantes que las personas". Esto equivale a tomarle la palabra al peruano-español sin la mínima distancia crítica, más cuando hay pruebas textuales y políticas de que MVLl pone la ideologia neoliberal por sobre cualquier concepto de diversidad cultural.
A propósito, el texto de Luis Martín-Cabrera, Contra la escritura letrada de Vargas-Llosa, que enfatiza la postura "letrada" de MVLl ante Arguedas.
Por su parte Manuel Talens y Juan Miguel Company-Ramón en Mario Vargas Llosa como síntoma caracterizan la entrega del Nobel dentro de las encrucijadas del poder geopolítico.
En El Boomerang, especie de grupo corporativo de blogs de la editorial Santillana, ha habido algunas reacciones esperables y frívolas, tal la de Vicente Molina Foix que aprovecha la ocasión para descalificar al Nobel guatemalteco Miguel Ángel Asturias.
En el mismo Boomerang, Julio Ortega esgrime una esperanza diplomática: "El Premio Nobel hará que la obra de Mario Vargas Llosa sea, por fin, leida más allá de la política." Tal lectura implicaría un retroceso teórico-crítico de por lo menos 45 años. (Un originario mundo pre-foucaultiano que no creo sea esperanza de Ortega.)
A propósito del francés, la entrada en O Biscoito Fino e a Massa O anti-Foucault, por Pedro Meira Monteiro. En efecto, quien parece desear un mundo pre-postestructuralismo es el propio Nobel de literatura. (En Letras Libres el discurso de Vargas Llosa Breve discurso sobre la cultura)
Y para recordar un poco algo de la concreta práctica política del Nobel reciente, un artículo de 2003 por Santiago Alba Rico, Trofeos de Guerra que enmarca bien el liberalismo de MVLl en la guerra neocolonial de Irak, y sus consecuencias.
---
P.S. 2 17/10/2010
Francamente ingenua me parece la propuesta de Javier Cercas en El País de rescatar a Vargas Llosa para la izquierda. Aunque "izquierda" puede ser un concepto laxo, en el terreno exclusivamente literario y latinoamericano refiere a la heterogeneidad cultural (un libro básico: Rama, Transculturación narrativa). Es en ese terreno en donde el Nobel es más contrainsurgente.
Idelber Avelar hace una apretada y muy buena síntesis de la deriva literaria-ideológica del peruano.
Tercera describe cómo fue narrado intencionadamente el Nobel por los medios españoles, coincidiendo con los intereses económicos del mercado editorial.
Kurupí dice que en las novelas del nuevo Nobel subyace la idea "que Perú es el culo del mundo y solo queda europeizarse, blankiñosarse o morir..."
Juan Sobalvarro narra cómo se vive el anuncio y parafernalia del Nobel desde la cotidianidad de Managua.
Por mi parte: el Vargas Llosa que me parece más infame es el de La utopía arcaica, su libro anti-Arguedas. Pura prosa de contrainsurgencia.
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P.S. 15/10/2010
En Nicaragua se han publicado algunos penosos comentarios encomiásticos de la posición política de MVLl antes que de su literatura.
Oguer Reyes Guido prodiga metáforas caninas para enjuiciar a los detractores de Vargas Llosa, quizá lo sorprendería saber que en La ciudad y los perros, éstos no son caninos.
Para Sofía Montenegro Vargas Llosa sería un paradigma del intelectual crítico, aquel que "nunca ha creído que las ideologías sean más importantes que las personas". Esto equivale a tomarle la palabra al peruano-español sin la mínima distancia crítica, más cuando hay pruebas textuales y políticas de que MVLl pone la ideologia neoliberal por sobre cualquier concepto de diversidad cultural.
A propósito, el texto de Luis Martín-Cabrera, Contra la escritura letrada de Vargas-Llosa, que enfatiza la postura "letrada" de MVLl ante Arguedas.
Por su parte Manuel Talens y Juan Miguel Company-Ramón en Mario Vargas Llosa como síntoma caracterizan la entrega del Nobel dentro de las encrucijadas del poder geopolítico.
En El Boomerang, especie de grupo corporativo de blogs de la editorial Santillana, ha habido algunas reacciones esperables y frívolas, tal la de Vicente Molina Foix que aprovecha la ocasión para descalificar al Nobel guatemalteco Miguel Ángel Asturias.
En el mismo Boomerang, Julio Ortega esgrime una esperanza diplomática: "El Premio Nobel hará que la obra de Mario Vargas Llosa sea, por fin, leida más allá de la política." Tal lectura implicaría un retroceso teórico-crítico de por lo menos 45 años. (Un originario mundo pre-foucaultiano que no creo sea esperanza de Ortega.)
A propósito del francés, la entrada en O Biscoito Fino e a Massa O anti-Foucault, por Pedro Meira Monteiro. En efecto, quien parece desear un mundo pre-postestructuralismo es el propio Nobel de literatura. (En Letras Libres el discurso de Vargas Llosa Breve discurso sobre la cultura)
Y para recordar un poco algo de la concreta práctica política del Nobel reciente, un artículo de 2003 por Santiago Alba Rico, Trofeos de Guerra que enmarca bien el liberalismo de MVLl en la guerra neocolonial de Irak, y sus consecuencias.
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P.S. 2 17/10/2010
Francamente ingenua me parece la propuesta de Javier Cercas en El País de rescatar a Vargas Llosa para la izquierda. Aunque "izquierda" puede ser un concepto laxo, en el terreno exclusivamente literario y latinoamericano refiere a la heterogeneidad cultural (un libro básico: Rama, Transculturación narrativa). Es en ese terreno en donde el Nobel es más contrainsurgente.
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