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martes, noviembre 25, 2008

Vivan en el disenso y sean felices

No diré una noticia caliente si digo que Nicaragua está políticamente polarizada.

"Es que a estas alturas--podría decir alguien de fuera--no se han acostumbrado?

Vivan en el disenso y sean felices".

Bueno, trataremos.

Pero también dejaremos sentir la sintomatología.

Cada respiración, cada hoja de árbol (esta que siento y veo) puede estar en el lado contrario al tuyo, en el lado malo (ese que en la gramática cinematográfica se llamaba el salto de eje: y vos no podés estar saltando el eje constantemente).

La libertad de información se ha emputecido (perdón por la palabra).

Hay que enterrar la independencia informativa: medios más partidarios que los partidos, decretan, concretan, definen, editorializan en los titulares. Son pequeños larousses de la guayola.

Y así yacemos en el disenso bajo la iniciativa de la clase política (no muy confiable), los diarios (las decepciones) y los obispos (las comparsas).

martes, octubre 21, 2008

Encuesta sobre la santidad

Bajo la delgada capa de secularización, ebulle en Nicaragua el deseo de santidad. Su marco cristiano-católico.

La aparición del santo. La indudable existencia del santo. El "olor de santidad".

Esos conceptos no deben dejarse del lado en el análisis cultural y político.

Algunos de sus textos cabecera (su biblioteca particular): Rugama "Como los santos", Cardenal "Autobiografía" (4 tomos, santos en derroche), la colección completa de El Taller San Lucas, y El Pez y la Serpiente.

La correspondiente biblioteca "diabólica", que es como el negativo de la santidad, nuestros Baudelaires cruzados con nuestros Mallarmés (Martínez-Mejía).

(Advertía PAC que estos poetas jóvenes habían roto con la tela de la santidad.)

El sandinismo sin ironía ha sido un camino de santidad. Su "camino en la gloria" que dijo el incrédulo cubano (te lo dice un hermano).

Los santos proliferan en los campos urbanos (no se trata de un oxímoron) de Nicaragua.

Santos instantáneos que conversan con dios, en la dermis del país. Mientras en la epidermis las clases dominantes (el ejecutivo, los medios, los partidos, las ONGs) luchan a brazo partido por la santidad.

miércoles, septiembre 17, 2008

La frivolidad del letrado

Hay palabras que se ponen de moda y en el proceso van cambiando o perdiendo el significado. El auge actual de la palabra “letrado” proviene quizá del impacto que tuvo el último libro (publicado en forma póstuma) de Ángel Rama, La ciudad letrada (1984). La lectura apresurada del debate de Rama ha provocado que, de manera casi paródica, se considere a la “ciudad letrada” como algo “intemporal, como los signos”.

En todo lugar donde se encuentre la presencia de un literato, de un burócrata de la cultura, de un poeta laureado, de una asociación gremial, de un hipo culto se averigua la presencia del “letrado” y de la “ciudad letrada”. Y se asegura, entonces, la intimidad del letrado con el Estado y con la nación. Esto tiende a provocar una reacción a-histórica y mecánica, del tipo de “los letrados fundaron la nación”, como si estos pudieran separarse de la sociedad para “fundar” separadamente.

Esta posición mecánica refiere a un viejo debate del marxismo en torno a la autonomía o no del orbe cultural en una formación social. El mecanicismo reciente tiende a invertir la fórmula de que todo está condicionado en última instancia por la economía, para declarar que en última instancia todo está condicionado por la cultura, o, lo que es casi lo mismo, de que todos somos “letrados” y no nos habíamos dado cuenta, y, por lo tanto, no tendríamos que hacer más que lamentarlo.

Quizá este posicionamiento superficial esté basado en que en el texto de Rama hay una combinación de una herencia marxista y otra postestructuralista. Por un lado, la confrontación entre “ciudad letrada” y “ciudad real”, o, jalándolo más al presente, “letrados” versus “subalternos”, recuerda las clásicas confrontaciones históricas entre burgueses y proletarios. Por otra parte, Rama sigue de cerca la declaración de Foucault de que en siglo “clásico” (el del barroco) hay una operación de separación entre la realidad y los signos, lo que equivale a alegar la instauración de un grado de autonomía para la cultura.

En ese caso habría que preguntarse si la confrontación entre “letrados” y “subalternos” es o bien una alegoría de otras confrontaciones más “reales”, o es una confrontación autónoma dentro de unas confrontaciones sociales más generales. En ambos casos, los letrados sólo podrían “fundar” el Estado y la nación de manera simbólica sobredeterminados por una lucha de clases mucho más vasta.

En Rama la “ciudad letrada” parece un dispositivo del poder postcolonial, pero no es necesariamente el único. A pesar de su perdurabilidad, además, esta “ciudad letrada” sufre decantaciones debidas al nacionalismo y la modernidad. Hay conflictos internos en la “ciudad letrada”, hay disensos y proyectos utópicos, y márgenes. La modernidad también separa a la “ciudad letrada” de sus antiguas funciones, y es muy mecánico proclamar una permanencia por fuera de los hechos. (Para el estudio de este aspecto resulta vital el estudio de Julio Ramos, Desencuentros de la modernidad en América Latina.)

En una reseña reciente, Orlando Núñez habla de esta problemática como la de una novela posible cuya trama podría ser “cómo los letrados han inventado la identidad nacional de los nicaragüenses” (Nuevo Amanecer Cultural, 13 de septiembre, 2008). Pero esta proclamación es en sí problemática, y es lo que se debería de estudiar con cuidado, y sobre lo que debería insistirse en no ser mecánico ni maniqueo. Propongo, pues, que en vez de verlo como una novela, lo miremos como un poema, y a partir de un poema.

Mi tesis sería la siguiente: los escritores modernos (a diferencia de los letrados del siglo XIX) sólo podían fundar la nación de manera ideal y la "fundaron" no de forma estatal sino contradiscursiva, es decir, en oposición a la política, afirmando la autonomía, siendo esta autonomía una necesidad moderna, y, a la vez, una operación ideológica. En otras palabras, lo más difícil de estudiar no es si los intelectuales estaban cerca del Estado, sino qué significa la distancia que tenían con respecto al Estado. Decir que los letrados fundaron el Estado se ha transformado ya en un tópico que no comunica nada. Estudiar la autonomía relativa de los escritores modernos frente al Estado, con el que siempre han convivido, es un desafío más arduo.

Ahora, el poema, que pertenece a uno de los más importantes intelectuales de los años 1960s, Beltrán Morales:

Alusión a la pobreza
Ya que la Universidad constituía
comprobado semillero de asnos.
Y ya usted consagrado
como joven homérida elegido
de los dioses, es natural
que en secreto comenzara a cultivar
“su” Hacienda, “su” Isla, “su” Periódico.

Al cabo de los años
usted no resultó
el avispado ganadero peripatético vencido por the poetry,
el barbón anacoreta fundador de la Izquierda Divina en el país,
el probo editorialista al servicio de la Verdad y la Justicia.

Al cabo de los años
creo que usted había ya comenzado a comprender.
(Poesía completa 328).


Este poema resulta magistral porque muestra el aspecto moderno de la fundación del nacionalismo letrado (que no debe confundirse con el nacionalismo sin más), y porque descobija el aspecto ideológico de esta fundación, hablando de lo que se hace “en secreto”. (Desafortunadamente, entre los poetas jóvenes no parece haber secuaces de esta línea poética iniciada por Morales.)

El poema muestra la modernización de la “ciudad letrada”, su cambio de funciones. Esta modernidad es muy contextual: una inoperancia de la universidad y el desprecio de ciertos escritores modernos por lo académico. Una ritualidad que comanda lo culturalmente establecido (ha habido siempre jóvenes homéridas consagrados o a punto de ser consagrados, en Nicaragua).

Y, luego, las fuentes materiales, que por lo general no se ven, en que se sostiene la idealidad fundacional de los escritores modernos: la hacienda, la isla (podría decirse ahora el turismo), y la prensa. Elementos todos ambivalentes: entre el paraíso y el capitalismo, entre la colonial y lo moderno, entre el negocio y la libertad de palabra. Una alegoría, pues, de la literatura moderna en el contexto nicaragüense en el que la “autonomía” aparece mediada por labores aparentemente marginales (los “oficios compartidos” que dijera el novelista).

Este poema es magistral, en conclusión, porque su nivel utópico es manifiesto: uno puede sentir leyéndolo la necesidad (y el deseo) de derogación del estado de cosas en el ámbito cultural. El poema hace manifiesta la posible clausura de un mundo y un entendimiento cultural. De manera, pues, que a mi tesis principal podría añadirse una acotación: a la lucha contradiscursiva del escritor moderno, que ha abandonado una función mecánica de “letrado”, hay que añadir la pesada carga del rito y los ritos de pasaje , es decir, las tradiciones nacionales se imponen a veces a las interpretaciones generales.

Hasta hace poco ese rito se ha llamado en Nicaragua poesía, aunque sus correlatos estén en crisis.

viernes, agosto 29, 2008

Ganas de ofender al otro

La periodista Matilde Córdoba publica hoy en END un interesante artículo sobre "El lenguaje de los presidentes". Alude al arte de injuriar político en Nicaragua.

No menciona el artículo los canónicos timbucos y calandracas, pero compensa muy bien este fallo un texto de Sergio Ramírez sobre el tema: "Las ganas de ofender al otro--dice Ramírez--se hacen patentes tras estos apodos, y vienen a dejar a los granadinos como ricos bien comidos, y los leoneses como pobres hambrientos...".

En el artículo de Córdoba, Onofre Guevara, entrevistado, dice: “El recurso se vuelve tan común y tan poco comprobable que la gente se acostumbra a oírlo y a repetirlo, incluso sin ahondar en el contenido, en su significado”.

Esta hipótesis es cuestinable. Nada tiene éxito sino es comprensible en algún nivel general y comprobable de alguna manera figurativa. Los oligarcas tienen carro. Los borregos van a pie. Este esquematismo puede funcionar sin mucha comprobación, y su maniqueísmo es dramático: habla de una lucha invisible pero patente.

Por ejemplo, las colisiones recientes en la izquierda: "oligarcas", sandinistas opuestos al sandinismo oficial, y "borregos" que por apoyar al gobierno y por ir a pie han perdido toda posibilidad crítica.

Cree Córdoba que "Las administraciones que sucedieron al gobierno sandinista... no fueron tan fecund(as) en la invención de términos". ¿No sería esta falta de creatividad las que los llevó a la partición y la debacle?

En todo caso, no hay que olvidar a los "cabecitas calientes" que solía amonestar Violeta Chamorro (etapa racional de la Restauración), ni los "frentistas" del dúo Alemán-Bolaños (etapa vandálica de la Restauración), que, una vez emasculados del término "sandinista", sufrían vergüenza. Pero los exabruptos de Alemán incluyeron también términos menos imaginativos como el de "onanistas".

Pero ¿por qué no clasificar aquí también el apodo de "empresarios" que Antonio Lacayo daba a cualquier tipo de empleado, subempleado o desempleado?

Además, el arte de injuriar no es exclusivo de presidentes o secretarios íntimos.

En la campaña política del 96 se generalizó entre las masas sandinistas el grito "liberales, tamales". Para no decir nada del ambiguo término "piricuaco" que dominó gran parte de los días de la guerra civil.

Recontras, recompas, revueltos y renegados son términos que siguen esperando el reconocimiento cultural que se merecen en los catálogos del vocabulario político nicaragüense.

lunes, febrero 04, 2008

Cómo dejé de preocuparme de política y aprendí a dejar de ver noticias en TV

Todo comenzó con dos o tres analistas políticos que tienen tanto de profetas como lo tienen de tahúres (y, a la vez, de profesores y académicos correspondientes.

Y también tiene que ver con dos o tres columnistas políticos con los que siempre estoy en desacuerdo.

Jugando a Procusto quise durante meses hacer corresponder algo de mis creencias y expectativas con las suyas. Inútil tarea: mis pies se congelarán antes de encontrar lecho ideológico en el reino de esos grandes y estilizados egos, por no hablar de esos grandes y saturados periódicos.

Mi decisión fue terminante. Siguiendo de perfil la doctrina cristiana iba a aprender a amar a esos contradictorios analistas y cronistas por el único medio posible: dejar de leerlos. Ya mis mañanas son más tolerables: no espero estar de acuerdo con ninguna columna, simplemente leo los nombres de los cronistas y paso la página (o no hago click en el link de sus artículos). De esa manera sus nombres se han vuelto divisas pacíficas para mí.

Por supuesto, no es que yo haya renunciado a mis creencias políticas, o que la autocensura me haya ganado. Tampoco es que la Nueva Era me haya enseñado la armonía universal: sigo creyendo que el mundo es bastante injusto y que hay que hacer algo al respecto. Más bien una opción pragmática me parece más efectiva.

Si en realidad persigo una accionar político con su correspondiente teoría (que es lo que en última instancia se busca en las columnas de política) mejor inquirir por el lado de los clásicos: Marx, por ejemplo. Cuántas pequeñas revueltas intestinas y escandalosas escenificadas por la mente bipolar de la pequeña burguesía de Managua se evitaría uno con una sola página del 18 Brumario. En resumen, un apotegma fundamental:

Las páginas de opinión de los diarios no son el primer escenario de la acción política que Ud., hipócrita lector, busca (si es que de verdad lo busca).


Reconozco que el deseo de estar al día, de ser responsable y ayudar a cambiar el mundo puede llevar a confundir la necesidad de adquirir una teoría política para hacerla efectiva en la práctica, con la labor pedagógica que ejercen los “analistas” y cronistas políticos. En Nicaragua casi no hay bibliotecas, y no es económico (a veces tampoco racional) comprar libros: ¿cómo aprende uno de economía y postmodernismo, por decir algo, sino por lo que alguien un poquito más entrenado en esos temas puede presentar, y con el arte más o menos efectivo que pueda, en el periódico? (Además, el predominio de la Internet hacer surgir otra falsa expectativa: que la cultura universal, incluida la teoría política está a un click distancia. Pero este es, casi, otro tema.)

El hecho demostrable es que tras de la broza de la bronca política algo de teoría hay, pero en estado putrefacto. Aquí se impone una simple decisión y responsabilidad personal: no conformarse con ese estado residual y podrido con que se presenta la teoría política en nuestros patriarcales y pedagógicos medios de comunicación. Y de ahí otra razón para no leer, o leer menos, en todo caso atender menos, la omnipresencia de los analistas:

En los medios el aprendizaje de la teoría política está desactivado por los intereses personales, sean estos los de los egos de los analistas, o los de los dueños de los medios. No se aprende a partir de ese tipo de privatización (o egocomposición) de la política.


(Una consigna política que se puede levantar inmediatamente es la de reinvindicar las bibliotecas, sean estas físicas o virtuales, como vías de contradicción de la egocomposición de la política.)

Por supuesto que es justo plantearse que si el planeta se está haciendo mierda desde el punto de vista ecológico, e Irak y Guantánamo son muestras del permanente estado de excepción en el que vivimos, y los ricos son cada vez más ricos, ¿cómo se puede tolerar el sentimiento de culpa de no abrazar las grandes causas? Si algo bueno ha hecho el postmodernismo es demostrar lo difícil que es en estos tiempos ese abrazo de la totalidad. No es que la totalidad no exista, no es que no haya grandes causas, tampoco es que los grandes relatos sean pecaminosos. Es que con la globalización y la reducción de los Estados hay demasiada fragmentación, y esta fragmentación privatiza cada vez más las ideas y la teoría. Sin saberlo, muchos de nuestros analistas y cronistas políticos son un síntoma de esta fragmentación: ven el mundo de una forma supuestamente pragmática pero no han dejado de despotricar y teorizar (aunque sea residualmente) a partir de los problemas de su ombligo. Por lo tanto es justo decir que:

No se abrazan las grandes causas a través de las ideas y egos de los analistas y cronistas políticos.

Si ninguna de estas tres opciones de desactivación de columnistas políticos llega a ser suficientemente convincente (los analistas son una plaga existente e insistente), siempre es bueno algo de profilaxis. Una vez vi a uno de esos analistas políticos hablando mal de los políticos habiendo sido él mismo funcionario gubernamental, no entendía cómo no se desactivaba él mismo como político para seguir hablando mal de los políticos. Por eso, una última recomendación:

Si Ud. no ha sido nunca funcionario gubernamental descrea de aquellos “analistas políticos” que han trabajado en algún momento para algún gobierno. Son de los peores.


Ver también Se busca analistas políticos




miércoles, enero 23, 2008

miércoles, diciembre 12, 2007

De mentes no colonizadas

En la mesa peleaban keynesianos y neoliberales, estos se encontraban en franca desventaja argumentativa. Se les recordaba su alianza estratégica con la invasión de Irak, pura coalición de la voluntad, su complacencia con el golpe del 2002 en Venezuela, y el desastre social que han significado en América Latina las privatizaciones a mansalva. El más Sereno de entre ellos, y del bando neoliberal, dijo un por qué no te callas? iracundo y, quieren algunos, filosófico.

Los secuaces keynesianos tenían la estrella y la fama de la década. Pero bastaba ver hacia atrás para darse cuenta que en la década anterior la estrella era neoliberal pura. Sus nombres son conocidos: Fujimori, Menem, Carlos Andrés Pérez, Collor de Mello, Salinas de Gortari, Violeta de Chamorro.

Con esa Corte ningún Regio habría convocado el Silencio.

Todos habían vuelto a la democracia y habían sido electos. Pero no olvidar, cuestión de la memoria, que el Gran Neoliberal fue siempre Pinochet: háblase por eso de El Milagro de Chile.

Esta genealogía no es muy heroica que digamos, y sufre algunas otras complicaciones, como todos sabemos: corrupción, pobreza, emigración en masa, caracazos.

No es preciso siquiera hablar de historia para referirse a estos hechos; basta con hilvanarlos de memoria. Es algo que está ahí no más en el pasado, vivido por todos y no olvidado todavía.

Algunos dicen en tono muy ideológico, y en referencia al actual gobierno sandinista: "los 17 años de neoliberalismo", queriendo decir: 1. que el neoliberalismo comenzó en 1990; 2.que terminó en 2007, cuando el FSLN volvió al poder. Nada más lejano de la realidad. El neoliberalismo llegó al poder en 1987, tras los acuerdos de Esquipulas, ejecutado por los economistas que asesoraban al gobierno de entonces, y no se ha marchado todavía. Así que son 20 años completos. Ojalá que sólo fueran 20, cosa muy dudosa vistos los entusiasmos del FMI con los programas económicos del gobierno sandinista.

Sin embargo, es obvio que la transición de 1990 fue la consagración neoliberal del país. Chamorro echó las bases, Alemán le añadió corrupción, y Bolaños servilismo con los designios imperiales. El caso de Chamorro es, ciertamente, curioso por su ausencia ejecutiva en las políticas del neoliberalismo: reinaba, no gobernaba. Algunos, incluso escritores, se entusiasman con su domesticidad, su habilidad para sobrenadar la turbulencia: caso de significante blanco en entorno de mercado negro.

Con todo esto, resulta curiosa la recomendación que hace la revista Envío en su número más reciente. Se refiere a Violeta Chamorro, como modelo a ser imitado por Chávez y secuaces. Textualmente:
el ejemplo de la Presidenta Violeta Barrios de Chamorro, en sus relaciones con los poderosos del mundo, fue un ejemplo de sencillez y dignidad que los nicaragüenses y los latinoamericanos deberíamos estudiar con atención. Esa mujer mostró las posibilidades que ofrece una mente no colonizada. Y vale la pena aclarar: el caso de Violeta Barrios de Chamorro no se explica por su posición de clase, porque la clase a la que ella pertenece ha generado un sinnúmero de dirigentes bipolares que se mueven entre la sumisión y la agresividad frente al poder


¿Qué será en este caso una "mente no colonizada"? No fatigaré a Fanon o Bhabha. Casi por intuición: lo que se sugiere aquí es que los presidentes no deben gobernar, por ejemplo, discutir en una mesa en que está presente la Realeza, los asuntos de la economía y la política; se deben limitar a reinar con "sencillez y dignidad" (con "domesticidad" dirían algunos otros intelectuales). Todo Significante Blanco asegura la ausencia de palabras altisonantes. Para eso, de manera más inescrutable, y en otras mesas menos Serenísimas los especialistas acatarán lo que otros especialistas, de la economía sobre todo, ordenen. Es un esquema que pertenece, sin duda, a la década de los 90s: grunge, postmodernismo, garantía de inversión extranjera, privatización, y reinado serenísimo del FMI.

Sin pretender negar, por supuesto, la herencia política de Chamorro. No me refiero solamente a la, digamos, buena estrella política de Mundo Jarquín (verse convertido en coordinador de una facción sandinista disidente), sino, fundamentalmente, a que en torno a ese significante blanco se está procreando cierta historia ideologizada.

El mejor ejemplo lo da, inopinadamente, el argentino Tomás Eloy Martínez en un artículo más o menos célebre, que publicó END el 21 de mayo de 2004. Martínez advierte que en la casa de doña Violeta "están las sombras de su historia y las de su país, Nicaragua, que a menudo se confunden". Es decir, esa casa, en ese artículo, simboliza el epicentro de una historia que contar. Una historia cuyos calificativos se han ido acumulando con el tiempo: sencillez, domesticidad, dignidad, sentido común, reino sin gobierno. Una historia más Real que verdadera.

lunes, diciembre 10, 2007

Se busca

Analistas políticos
1. Que no hayan tenido cargo gubernamental alguno nunca.

2. Que no pertenezcan al rancio género de los "notables".

3. Que lean además de informes, literatura (que eso se les note sobre todo en el estilo: estilistas no pedantes).

4. Que no hayan publicado (y por vergüenza no estén dispuestos a publicar) una "novela política" de consabida "tesis ética".

5. Que no sean o hayan sido consejeros de partido.

6. Que no crean que la transición española es la Transición Metafísica.

7. Que independientemente de su credo personal (católico, protestante, new age) sepan ubicar su voz en un contexto secular.

8. Que ofrezcan de manera directa el contexto teórico de su análisis: Por qué cree que no hay ya clases sociales? Por qué esa Personalidad debe ser el obsesivo referente a combatir?

9. Que no salgan con la sandez de que "este contexto no se puede analizar porque supera todas las categorías políticas". Leído, no macondista.

10. Que sepa diferenciar su voz de la voz del dueño del medio de comunicación.

jueves, diciembre 06, 2007

Shallow

De entre toda la reflexión que ha generado la derrota de Chávez en el referéndum, END escoge de la prensa internacional este eructo lamentable.

Ah las políticas editoriales de los diarios de izquierda!
No más tendrían que compararse con Página 12 o con La Jornada y sacar sus conclusiones.

Más lógico es ese impulso celebratorio del diario de la derecha que seviría muy bien para pensar en dónde termina la voz del dueño del medio y en dónde comienza la voz independiente del periodista, un asunto que, si se mira hacia Nicaragua, da en qué pensar, y acaba uno pesimista.

Anduve también
viendo los 8 años de video arte en Nicaragua de www.marcaacme.com

Me ha gustado Pedro Chatarra, algo me dice que llega un poquito más a fondo que la Bienal.

En cambio, la Pildorita del Caos me parece tan rigurosamente fiel a la clase media y la zona rosa de Managua que me da un poco de espanto. Como que ese café de la filosofía del café es de la Casa del Café. Y como que la descripción del espacio sin arriba ni abajo sin izquierda ni derecha es de naturaleza social.

Todavía una lectura superficial.

Pero, volviendo a la política, la superficialidad es la nota notable de los politólogos de culto en Nicaragua.

lunes, noviembre 05, 2007

Sombra a sombra

Largo fin de semana: visito en día de muertos la tumba de mi padre, mejor dicho, los saltamontes rojo encendido que como guardianes la cuidan. Explico a Benjamín--esto es cosa de cuidado--hacia dónde mira el rostro del muerto.

El día es un baño maría, y la lluvia estalla a las once.

Leo algunos capítulos de La educación sentimental. Me hace feliz el romanticismo de Federico.

Pienso largamente: el postmodernismo terminó en una especie de propaganda de la mariguana "oriental". Leo el periódico. Escucho trozos muy entrecortados de Jobim.

Leo pero Stalin también leía.

Pienso en esa época casi dichosa en que sólo había dos o tres presidentes que me simpatizaban: Fidel, Mandela, Arafat. Ahora la cosa es más complicada, Correa, por ejemplo, habla muy bien de ciencias sociales.

Hago la lista de las cosas que en medio del calor me dejan frío:
--la mariguana "oriental"
--la reunión de Soda Estéreo (mi grupo favorito no es de esos que se separan cada 10 años para volver a reunirse, John Lennon se habría horrorizado)
--la reunión de The Police (ibidem).

Escucho trozos de Beethoven (cuartetos de cuerda) y de Joy Division.

jueves, noviembre 01, 2007

Qué hacer II

Estructurar a fondo la deuda interna, y que, para mientras, la moratoria de pago sea hasta el 2015, para tratar de alcanzar al menos una meta del milenio.

Por supuesto, la deuda de mierda es inmoral, y no debe ser amparada por "la estrategia de la táctica" y el oportunismo político.

miércoles, agosto 15, 2007

NO a Fe NO s.a.

No More FeNosa
Organizaciones de defensa de los consumidores anunciaron el martes que propondrán al gobierno realizar una consulta popular para decidir el futuro de la trasnacional española de electricidad Unión Fenosa en el país. Vía La Primerísima

jueves, agosto 09, 2007

Lulamanía


Al menos un diario nicaragüense ha encontrado "impresionante" a Lula.

sábado, julio 28, 2007

La polémica de la derecha posmo

Francois Houtart se ha referido recientemente al MRS llamándolo "derecha posmoderna". Textualmente, la acusación sería que los anaranjados han incurrido en una "alianza de clase de muy definida oposición a todos los programas gubernamentales (de Daniel Ortega) y a la nueva dinámica sociopolítica latinoamericana, posiciones teóricas clásicas de las nuevas derechas posmodernas en todo el mundo".

Por supuesto, la palabra posmoderna, y desinencias parecidas ya no dicen nada.

Pero hubo un tramo histórico en que posmoderno no implicaba necesariamente una celebración de derechas.

Libros "clásicos" de la posmodernidad latinoamericana como Culturas híbridas de García Canclini o La no simultaneidad de lo simultáneo de Carlos Rincón sostienen una (si se quiere, problemática, medrosa o ambigua) ubicación a la izquierda. Y la recopilación de John Beverley et. al. The Postmodernism Debate in Latin America tiende a juntar el postmodernismo con la radicalidad política.

Habría que preguntarse ¿ha entendido el MRS o el FSLN la política como descentramiento, hay anunciación de rizoma en sus políticas? ¿Han comprendido de manera radical la distancia entre representación política y subalternidad?

Hay que decir que no. Hay que decir que el adjetivo posmoderno en estos casos, es todavía una exageración.

En el campo de la política efectiva ambas organizaciones más o menos sandinistas no se han alejado ya bien del culto aficionado o el rechazo tajante a Daniel Ortega.

Pero, por el lado "posmoderno" podrían pactar una agenda social. Con la herencia que tienen en las luchas contra grupos subalternos (la contra y la Costa). Con la rectificación que podrían echar a andar al respecto. Con la herencia ética que comparten vinculada a ciertos principios de la teología de la liberación.

Y deberían ser los intelectuales los que piensen estos temas, un poco más allá de su obsesión por una institucionalidad que sigue siendo mestiza.

Pero faltaría: discutir fuera de toda disciplina partidaria (desde la sociedad no-partidaria), fuera también de las agendas de los medios (no fuera de su órbita e influencia de información, por supuesto, pero sí fuera de las verdades que nos venden), fuera del culto y obsesión por la personalidad.

P.D. La polémica, que incluye la referencia a la "sociedad civil", se ha extendido un poco. Una respuesta algo pacata, disimulada y llena de fabulosas abstracciones (la libertad individual, etc.) de Hugo Torres. Una acotación "desde la piñata" por Wheelock. Además, la polémica de Sergio Ramírez et. al. por la izquierda, Venezuela, la cultura y las telenovelas.

viernes, mayo 25, 2007

Toda poética se hizo para escribir una novela

¿Cómo enfrentan los creadores la disolución de una poética? Me refiero no a la reacción conservadora que insiste en la bondad del mundo (de su mundo poético).

Un indicio es Cervantes: su novela es una constelación de poemas, de modos de poesía, de fragmentos y proyectos poéticos (novelas pastoriles, elegías, teatro).

Otro indicio es Paradiso el colmo de la poética neobarroca, pero en forma de novela. Novela: eso que aspira a extender, exaltar una poética, de taladrar la realidad más allá de sus condiciones de posibilidad, pero sin dar con la forma, siendo su propia disolución. Cortázar era mal poeta de taladro parisino.

En referencia a la poética real visceralista que Roberto Bolaño noveliza en Los detectives salvajes, uno de los personajes dice: “era su manera de hacer política, de incidir políticamente en la realidad” (p. 321).

Esa manera de incidir en la realidad se corporiza a veces en la forma de una novela, y es, por eso, una acción política autorreferida (uno de los grandes temas de De Man, por cierto).

¿Queda sólo un gesto de una poética? ¿Pueden los que se autonombran (y he ahí el dilema, siempre es un autonombre) poetas evitar esa disolución? ¿Tenderán a escribir ese tipo de novela de despedida?

viernes, mayo 11, 2007

Movimientos culturales y política cultural del Estado nicaragüense

El Foro Nicaragüense de Cultura y la Red Nicaragüense de Escritoras y Escritores (RENIES), con la contribución del Gobierno de Suiza a través de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), convocan a todos los interesados en el desarrollo de la cultura de nuestro país, al primer foro debate cultural a realizarse en el Auditorio Central de la Universidad del Valle, el sábado 2 de junio de 2007, a partir de las 8:30 a.m.
Tema: Movimientos culturales y política cultural del Estado nicaragüense.
Más info en marcaacme.

lunes, enero 29, 2007

Grupos polifónicos

En Doctor Faustus, Thomas Mann (el viejo tío Tom) hacía la división entre tiempos de culto (asociados con la polifonía), y tiempos de cultura (vinculados con la armonía). Uno de los dilemas de Leverkünh, en su agitada vida de compositor, es, precisamente cómo, con los medios de la cultura (el “yoísmo” de los recientes siglos) podía lograr un efecto (aunque fuera fantasmagórico) de culto (reconciliación con el total).

El culto, tal como lo entiende Mann, está asociado con el Renacimiento, y, probablemente mucho más, con la Edad Clásica, que dicen los franceses, y que debe entenderse como Edad Barroca. En la polifonía no hay una subordinación a la melodía sino contrapunto: líneas que corren juntas interrelacionadas pero que parecieran cuestionar las jerarquías. Este orden es eclesial; el arte todo, la técnica y la subjetividad del artista están sometidos a la lógica del culto.

La armonía—con su subordinación a la línea melódica (es Beethoven el héroe aquí, según la novela de Mann), con el asentamiento definitivo de los modos mayores y menores—resulta un producción burguesa típica (quitándole a burguesa su sentido peyorativo, y dejándola en su más desnudo significado de época). Armonía y exacerbación del yo romántico son casi una tautología.

Esto implica una doble secularidad: del individuo (que deviene ciudadano) y del arte (que se vuelve cultura secular). Hay aquí una pérdida (sigo la lógica de Mann): el culto de la cultura y del yo se codifican y se abstraen cada vez más. Para Mann (así como para ciertos críticos del tipo de Luckács) esta pérdida es social, pues no hay manera que con medios culturales (se trata de la exacerbación vanguardista) se reconcilien sociedad e individuo. El arte en tanto cultura pasa a ser asunto de élites.

Este punto es de un pesimismo ambiguo. No hay que olvidar que lo que Mann cuenta en su novela, de manera casi subrepticia, es la biografía de Friedrich Nietzsche. “El sujeto social—explica Lyotard en un contexto similar al de la novela de Mann—parece disolverse en esta diseminación de juegos de lenguaje” (The Postmodern Condition 40). Codificación y abstracción separan para siempre, secularizan de forma radical, los lenguajes, entre ellos el lenguaje del arte. La música del siglo XX (en especial Schönberg) testimonia esta transformación en que “ya no hay metalenguaje universal” (Lyotard).

Estos cambios producen paralelamente angustia y entusiasmo. Leverkünh realiza, en la novela de Mann, un tránsito radical por el infierno de la angustia moderna, y prevé una nueva reconciliación en el futuro. En cierto sentido adivina la legitimación que van a proponer después los postmodernos: “La mayor parte de la gente ha perdido la nostalgia por la narrativa perdida. A eso no lo sigue que se reduzcan a la barbarie. Lo que los salva de ello es el conocimiento de que la legitimación puede surgir únicamente de sus propias prácticas lingüísticas y su interacción comunicacional” (Lyotard 41).

De hecho las vanguardias son domesticadas en variadas e infinitas formas, todas quizá confluentes en la publicidad. La publicidad es, en este sentido, la expresión magnánima de la lógica de la cultura durante el imperio de la armonía como sistema expresivo. ¿Pero hay posibilidades de romper tal lógica cultural? Deleuze propone como de pasada el concepto de grupos polifónicos. Una articulación que bien puede referirse también a Lyotard: “legitimación a partir de las propias prácticas lingüísticas y la (también propia) interacción comunicacional”.

En su bello libro Una vida, Deleuze recurre a una matriz spinoziana en que el concepto de una vida pierde su efecto (su blindada coraza) individual. Una vida (concepto de pluralidad) tiene sentido en el momento del devenir, de la circulación comunicacional en torno a la vida (el ejemplo es el de un hombre muy malo que está en agonía y produce un efecto de desplazamiento vital comunitario). Esto tiene importantes resonancias políticas. “Se trata—explica Deleuze—de invocar las potencias impersonales, físicas y mentales con las que uno se confronta y contra las que se combate desde el momento en que se pretende alcanzar un objetivo del que no se toma conciencia más que en la lucha. En este sentido, el Ser mismo es una cuestión política.” (Conversaciones 143-144).

La legitimación no es con el total, ese total que angustiaba tanto a Mann en su novela, y que él refería a la lógica universal del arte secular. La legitimación es mucho más coyuntural y en ella el viejo yo romántico, anquilosado en su mal entendido cartesianismo, da paso a unas etapas de culto y de polifonía fragmentadas. A eso se refiere quizá Deleuze cuando habla de “grupos polifónicos”.

lunes, octubre 09, 2006

E/Lecciones

“Decisiones, todo cuesta”. Rubén Blades

Cuando los intelectuales nos informan que las próximas elecciones en Nicaragua (noviembre 2006) son algo “histórico” (por ejemplo, un reciente artículo de Sergio Ramírez, en La Prensa, 5 de octubre), hay que afinar el oído, al estilo casi fenomenológico, y preguntar pero qué será ahí lo histórico y quién lo determina como tal?
Se me impone, a partir de esta pregunta, ser algo digresivo: por un tiempo pensé que se podía respirar, olvidar, crecer, descreer, vivir, en fin, ser orgánico, por fuera de ese imperativo gubernativo: las e/lecciones periódicamente ofrecidas por la clase política (sí, la palabra e/lecciones se puede dividir así, para mostrar caritativamente sus cualidades morales y didácticas). Pero, por fuera de cualquier elección “histórica” la historia sigue. No creo que este seguimiento deba tener una resonancia mística o fatal, precisamente. La “historia” no se prepara y acicala cada 5 años, sino que sucede de manera imprevista. No dijo el poeta ya que la vida es lo que sucede mientras estamos ocupados en otros menesteres?
Hay un indicio importante para determinar lo que se entiende por “histórico” en estas (y tal vez en todas las recientes) elecciones. Se trata de la carencia y ausencia de la retórica del “voto popular”, o de que en las elecciones se expresa la “voluntad popular”. Todavía en 1990, aseveraciones como esta parecían cargadas de sentido. Ahora ya casi nadie cree en ellas, esté donde esté ese “nadie” en el espectro político. No hay que ser cínico para ser escéptico en este ámbito, y es más, “nosotros los doctos” no podemos evitar ese escepticismo. El “voto popular” ha pasado a ser una figura abyecta, incontrolable, que le falta disciplina y que busca únicamente su interés. La masa es la indisciplina. (No es esta la gran lección histórica que han dado Alemán y el PLC?). Hay, pues, una tendencia en la clase intelectual a ser muy escéptica ante el “voto popular”. Un ejemplo claro lo ofrece Carlos Tünnermann y sus recomendaciones de una alianza política “patriótica”, para poder burlar una tendencia de las encuestas.
Esta propuesta no es criticable en sí, hay un gran espacio de derecho para proponerla y cierta lógica común, aceptada sin necesidad de escándalo en los medios y las clases lectoras. Pertenece a la doxa, como quien dice. Pero es obvio que en ella se ve apartada la retórica del “voto popular”, no hay tal expresividad de una gran voluntad en las elecciones. Se trata, más bien, de algo que debe y puede ser controlado por las elites. Y esto es lo fundamentalmente “histórico” de estas elecciones: la posibilidad de un control renovado del llamado “voto popular” ejercido por los intelectuales y las clases medias. Es el fondo de la utopía de los llamados grupos políticos “emergentes”. Y, como toda utopía, ésta es válida, pero limitada.
Al respecto de lo “histórico” que puedan tener unas elecciones, el caso no es, de hecho perteneciente a algo históricamente cercano. Cuando se trata de elecciones, nuestras elites políticas e intelectuales han sido entrenadas en el modelo de los Treinta Años, con una democracia muy segmentada, por razones de saber y poder. Una democracia fijada en el silencio del “voto popular”. De la misma manera, los partidos políticos han sido los grandes legisladores de este control. Y dentro de los partidos políticos, son las “grandes personalidades” las que terminan decidiendo sobre este control del “voto popular”.
De Zelaya a Somoza/
no ocurre otra cosa.
Ahí están Alemán y Ortega para confirmarlo.
Pero la cuestión no es tanto si ejercemos una política correcta en contra de estas “grandes personalidades” y a favor de la institucionalidad, sino más bien que incluso estando en contra estas “grandes personalidades” debe existir una política democrática mucho más radical, que, para decirlo ilustrativamente, ayude a quitarle las comillas al “voto popular”, haciéndolo más valedero. No es lo que los intelectuales nos están diciendo por lo general. Al contrario, nos hablan de imponer alianzas por arriba que ayuden a controlar ese desprestigiado “voto popular”. Cuál es la diferencia, en fin, de este tipo de alianzas y las que forjan las “grandes personalidades” de la política? Quizá que se trata aquí de “grandes personalidades” de la intelectualidad?

Postdata a favor del aborto terapéutico
Lo “verdaderamente histórico” viene quizá de la manipulación mediática y la movilización social que ha logrado la campaña en contra del aborto terapéutico, encabezada por las iglesias cristianas, en especial la católica. Mucho más preocupante es que en tiempos de elecciones, en donde cada candidato anda cuidando sus pudendas partes a como puede, o declarándose santo de cualquier devocionario (incluso el neoliberal), los diputados reciban una ley escrita por esos fanáticos religiosos para penalizar el aborto terapéutico. El presidente del congreso en funciones, recibió casi de brazos abiertos a los jefes de la marcha, en un acto vergonzoso para un partido que se las tira de izquierda.
En estas circunstancias, no hay un solo político que se atreva a decirles a esas directivas religiosas que Nicaragua es un Estado laico y que hay pluralidad de opiniones, y que la ley no puede ser elaborada por dos o tres cerebros fanáticos. Ninguno lo dirá. Se trata quizá de que estas elecciones son muy históricas.
Por otra parte, es muy notorio que dentro de las dos alianzas de izquierda, el MRS y el FSLN, la perspectiva popular socialista es muy minoritaria, y siendo el sandinismo en su conjunto minoritario en el país, es obvio que nos encontramos ante una minoría muy menor, para ilustrarlo con agudeza se(s)udocoroneliana. Esta perspectiva, poco elaborada, no pasará de ser arrollada por el tipo de “alianzas patrióticas” que entusiasman tanto a los intelectuales.