Lana Jicote me invitaba al concierto de gala en el Teatro Nacional donde una orquesta interpretaría The Best of The Beatles, especialmente su doble A favorito Penny/Strawberry. O al revés.
Los Beatles están fuera de paila, le respondí. Y será para morir de vergüenza ver al Teatro Nacional haciendo la caricatura del Albert Hall. Los Beatles están demodé. ¿Sabés vos lo que pasaba entre 1966 y 1971 cuando los de Liverpool componían baladitas?
Lana Jicote no lo sabía. Pero se sabía la letra de "The Inner Light". (Es que la ola del Maharishi había pegado fuerte en la costa oeste de Nicaragua. Los intelectuales que se preciaran hablaban de zen, de Oriente y la armonía universal. Era como si nunca hubiéramos salido del prólogo a El reino de este mundo.)
Lana tenía que pistolearse el pelo. Eso impediría que yo prosiguiera con mi lección sobre qué pasó en la música pop entre 1966 y 1971. Lana había respondido entusiasmada: la separación de Los Beatles por las malas artes de la bruja de Yoko Ono. Yoko Ono, sin embargo, no era beatle y era más culta e inteligente que los cuatro, le dije yo. (Un resquemor subconsciente me ganó: “culto e inteligente” llama Ernesto Cardenal a Sandino. Era una asociación perturbadora.) El ruido diluviano de la pistola de estremecerse el pelo ocultó mi última idea.
Continuará.....
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Beatles
Managua
viernes, abril 25, 2008
lunes, abril 21, 2008
En Nicaragua predomina la poética simbólica
Revisando un viejo libro de español para estudiantes de sétimo grado, del tiempo de la revolución, encuentro la siguiente receta de estilística:
Estoy básicamente en desacuerdo con esta descripción. Y a la vez creo que es todavía (20 años después de finalizada la revolución) predominante entre círculos de poetas.
Los "dos rasgos" de la palabra deberían ser (son desde el estructuralismo) el significado y el significante (que sobrepasa la parte "sonora" de las palabras, para ser algo más extensamente material, de la misma manera que el significado no está vinculado a una certeza semántica).
La subjetividad, por otra parte, no tiene que ver necesariamente con la vida personal.
Hay subjetividades deslocalizadas. (De grupos, de clases, de épocas.)
Esa confusión del significante con la sonoridad, de las palabras con las cosas y de la subjetividad con la vida personal es el catecismo del poeta o la poetisa como héroe/heroina civil.
¿Y si lo que escribes es algo que penetra silenciosa, inesperada, inconscientemente la materialidad social? ¿De que te sirve la bella sonoridad? (¿No es, en ese caso, la sonoridad un burdo intento de retener para la lógica lo que no es lógico?)
¿Y si la subjetividad que escribes y que vos creés personal es la de tu grupo, tu clase, tu época?
Iniciar estos cuestionamientos toma tiempo. Los poetas jóvenes todavía pelean contra los fantasmas asociados a un nombre, una sonoridad y una vida personal. Es el juego que han planteado (y en el que han ganado) los más viejos.
poesía
Nicaragua
poetas
1. La poesía pone atención a los dos rasgos principales de las palabras: la sonoridad y la semántica, es decir, sonido y significado.
2. En la poesía predomina la subjetividad (y era fácil deducir que en este caso se entendía por subjetividad la vida personal).
Estoy básicamente en desacuerdo con esta descripción. Y a la vez creo que es todavía (20 años después de finalizada la revolución) predominante entre círculos de poetas.
Los "dos rasgos" de la palabra deberían ser (son desde el estructuralismo) el significado y el significante (que sobrepasa la parte "sonora" de las palabras, para ser algo más extensamente material, de la misma manera que el significado no está vinculado a una certeza semántica).
La subjetividad, por otra parte, no tiene que ver necesariamente con la vida personal.
Hay subjetividades deslocalizadas. (De grupos, de clases, de épocas.)
Esa confusión del significante con la sonoridad, de las palabras con las cosas y de la subjetividad con la vida personal es el catecismo del poeta o la poetisa como héroe/heroina civil.
¿Y si lo que escribes es algo que penetra silenciosa, inesperada, inconscientemente la materialidad social? ¿De que te sirve la bella sonoridad? (¿No es, en ese caso, la sonoridad un burdo intento de retener para la lógica lo que no es lógico?)
¿Y si la subjetividad que escribes y que vos creés personal es la de tu grupo, tu clase, tu época?
Iniciar estos cuestionamientos toma tiempo. Los poetas jóvenes todavía pelean contra los fantasmas asociados a un nombre, una sonoridad y una vida personal. Es el juego que han planteado (y en el que han ganado) los más viejos.
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viernes, abril 18, 2008
Período Especial
Algunos signos y muestras de aridez.
1. La contemplación de las iguanas en los ladrillos de la gasolinera (estación de El Bramadero, Liberia).
2. El agotamiento de temas para el blog.
3. La necesidad de leer historia de América Latina. (En clases uno nota inmediatamente esos cráteres del conocimiento. Regla: si no lo saben tus alumnos es problable que vos tampoco.)
4. El resguardo temeroso de los archivos. (Archivos del blog, archivos de la memoria, diarios íntimos: todo debe ser militarizado.)
5. Alguna voluntad redundante de ver melodramas por T.V. (Triunfará la chica abandonada luego de su violento divorcio con hijos mediando sus estudios de enfermería y el aparecimiento de un nuevo novio?).
6. La certeza de que vos tampoco sabés nada de nada. (Y la certeza contraria: de que vos sabes todo de nada.)
7. La metamorfosis como recurso neurótico. (Cuando Gregorio Samsa etcétera. Kafka más que Proust. Proust más que Joyce.)
8. Abril.
9. Este incompleto decálogo.
diario
vacío
decálogos
1. La contemplación de las iguanas en los ladrillos de la gasolinera (estación de El Bramadero, Liberia).
2. El agotamiento de temas para el blog.
3. La necesidad de leer historia de América Latina. (En clases uno nota inmediatamente esos cráteres del conocimiento. Regla: si no lo saben tus alumnos es problable que vos tampoco.)
4. El resguardo temeroso de los archivos. (Archivos del blog, archivos de la memoria, diarios íntimos: todo debe ser militarizado.)
5. Alguna voluntad redundante de ver melodramas por T.V. (Triunfará la chica abandonada luego de su violento divorcio con hijos mediando sus estudios de enfermería y el aparecimiento de un nuevo novio?).
6. La certeza de que vos tampoco sabés nada de nada. (Y la certeza contraria: de que vos sabes todo de nada.)
7. La metamorfosis como recurso neurótico. (Cuando Gregorio Samsa etcétera. Kafka más que Proust. Proust más que Joyce.)
8. Abril.
9. Este incompleto decálogo.
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lunes, abril 07, 2008
Ante los juvenilismos
Mirando desde muy afuera el pleito en el barrio sureño (y afirmo rotundamente que no tengo vela en ese entierro), llego a pensar que lo que hay que reintegrar a los análisis culturales es la perspectiva de clase.
El juvenilismo (la retórica del joven que va a tomar el poder someday) es carente:
1. Supone la homogeneidad de los jóvenes: como sabemos, no es lo mismo ser joven de 19 de clase media que ser joven de 19 y pobre.
2. Es monádico. No sé si esto es una lección posmoderna o qué, pero se argumenta a través de personas-universo, completas en sí mismas junto con sus discursos, sus perros, sus vicios, sus caídas chicas y grandes. Pero la lección debe ser la contraria: discursos, contextos, clases sociales, inexactitudes entre discursos.
3. La madre, el deseo sexual y el lenguaje nos exceden a todos. De nada vale proclamar la individualidad o, en otras palabras, sólo es posible proclamar la individualidad en los términos alegóricos de una herencia benjaminiana.
4. La escritura excede a todos los que se proclaman escritores. De nada vale luchar a brazo partido por la individualidad de nadie.
5. Una cosa diferente es la lucha de clases.
clases
jóvenes
literatura
Nicaragua
El juvenilismo (la retórica del joven que va a tomar el poder someday) es carente:
1. Supone la homogeneidad de los jóvenes: como sabemos, no es lo mismo ser joven de 19 de clase media que ser joven de 19 y pobre.
2. Es monádico. No sé si esto es una lección posmoderna o qué, pero se argumenta a través de personas-universo, completas en sí mismas junto con sus discursos, sus perros, sus vicios, sus caídas chicas y grandes. Pero la lección debe ser la contraria: discursos, contextos, clases sociales, inexactitudes entre discursos.
3. La madre, el deseo sexual y el lenguaje nos exceden a todos. De nada vale proclamar la individualidad o, en otras palabras, sólo es posible proclamar la individualidad en los términos alegóricos de una herencia benjaminiana.
4. La escritura excede a todos los que se proclaman escritores. De nada vale luchar a brazo partido por la individualidad de nadie.
5. Una cosa diferente es la lucha de clases.
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jueves, abril 03, 2008
A quién meterías en la hoguera
Esto resuena bien (o mal) observando el caso de los medios nicaragüenses:
En mi caso sería el tipo de bloguero corporativo (de publicidad, letras o lo que sea).
Y vos ¿a quién meterías en la hoguera?
Digo, como bloguero.
blogs
internet
medios
Nicaragua
"En la hoguera metería a todos los llamados blogs (casi sin excepción) que están bajo el paraguas de un periódico o diario o revista. Lo que antes de ser un blog era una columna y aprovechan el tirón para aparentar ser modernos". 4colors
En mi caso sería el tipo de bloguero corporativo (de publicidad, letras o lo que sea).
Y vos ¿a quién meterías en la hoguera?
Digo, como bloguero.
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jueves, marzo 27, 2008
Así que a tus alumnos no les gustó la lectura
Ponte, entonces, una banderita de HELP antes que comiences a elaborar un consabido concepto.
Y recuerda: la lectura es específica.
El autor vive en una residencial determinada de Managua. (Está la posibilidad de armar una manifestación de protesta frente a su casa.)
Pero, entretanto, hay que hacer algo con el texto. Al menos, en los márgenes del texto.
Entre otras cosas, tienes que aprender a apreciar el rechazo.
Te dice llanamente el alumno: esto no añade nada. Por qué esto no añade nada?
No vayas a justificar las bondades del texto. Es lo que hacen los fanáticos en su etapa iluminada: decir que este texto es la Biblia. Recuerda: la educación es secular.
Aunque esté de moda: no te eches la culpa. El autor vive en una residencial determinada de Managua, etc.
Aprende a apreciar el rechazo: si esto no añade nada es porque:
1. El efecto de aprendizaje ha dejado al texto (a este texto específico) atrás. Felicidades.
(Puedes pensar lo contrario también: este alumno no ha llegado a este texto. O peor: no lo he conducido bien hasta esta lectura. Pero entonces ¿actuarás en consecuencia?)
2. El rechazo es el índice (alto) de comunicación entre el instructor y el alumno. Felicidades.
(Pero puedes pensar justamente lo contrario: la baja demarcación comunicativa con que el alumno ha ido al texto.)
Ponte, entonces, una banderita de HELP antes que comiences a elaborar un consabido concepto.
lectura
pedagogía
enseñanza
Y recuerda: la lectura es específica.
El autor vive en una residencial determinada de Managua. (Está la posibilidad de armar una manifestación de protesta frente a su casa.)
Pero, entretanto, hay que hacer algo con el texto. Al menos, en los márgenes del texto.
Entre otras cosas, tienes que aprender a apreciar el rechazo.
Te dice llanamente el alumno: esto no añade nada. Por qué esto no añade nada?
No vayas a justificar las bondades del texto. Es lo que hacen los fanáticos en su etapa iluminada: decir que este texto es la Biblia. Recuerda: la educación es secular.
Aunque esté de moda: no te eches la culpa. El autor vive en una residencial determinada de Managua, etc.
Aprende a apreciar el rechazo: si esto no añade nada es porque:
1. El efecto de aprendizaje ha dejado al texto (a este texto específico) atrás. Felicidades.
(Puedes pensar lo contrario también: este alumno no ha llegado a este texto. O peor: no lo he conducido bien hasta esta lectura. Pero entonces ¿actuarás en consecuencia?)
2. El rechazo es el índice (alto) de comunicación entre el instructor y el alumno. Felicidades.
(Pero puedes pensar justamente lo contrario: la baja demarcación comunicativa con que el alumno ha ido al texto.)
Ponte, entonces, una banderita de HELP antes que comiences a elaborar un consabido concepto.
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lunes, marzo 24, 2008
El bachatero
(De la serie compañeros de ruta)
Era el hombre de la sonrisa mirando al hombre del rostro huesudo. Un momento en el retrovisor de la camioneta que iba delante pudo ver esa palidez surcada, los dientes metidos precipitadamente en la cara. El hombre que advertía con el rostro de ceniza.
El hombre ligero, bachatero, de risa demasiado en la superficie manejaba un van colectivo Managua-Jinotepe. El hombre pálido conducía por su parte una camioneta MAZDA blanca.
En el empalme de la Panamericana con la carretera a Pochomil algo había demorado al hombre pálido. El hombre pálido y sus acompañantes: una mujer que gesticulaba en el asiento delantero, la sombra de un adolescente atrás, tal vez un empleado o, incluso, un hijo.
El del van manifestó con el claxon ocho, diez veces su entusiasmado malestar. ¿Por qué se demoraba la camioneta de esa manera, dudando entre arrancar y no arrancar, y ocupando espacio? Entusiasmado, el bachatero mostraba la sonrisa. Hay que decir que aquellas dulcetes bachatas estremecían a los pasajeros mientras el chofer emprendía esta batalla de amedrentar al de los huesos en la cara. Y el bachatero sonaba el claxon y lo sonaba para que el pálido perdiera la paciencia. Y la perdió asomando la mano, y en la mano erecto el dedo medio, gesticulación a la que correspondió el del van: bueno, hijueputa.
Pero el de la camioneta tomó la delantera. No iba a dejarse pasar. Tampoco iba a alejarse demasiado. Iba a estar cerca de ese miserable hombre de la sonrisa con sus 17 pasajeros a bordo, sin dejar que lo pasara. De vez en cuando la mujer miraba hacia atrás. Sabía quizá que el de las bachatas sonreía. La silueta delgada del adolescente se quebraba en la distancia y se recomponía en los acercamientos.
Pero el de la sonrisa era blando. Pegado de la camioneta, sin apartarle la vista, no insinuó nunca la posibilidad de aventajar. El de la camioneta bajaba la velocidad, se demoraba con impaciencia. Terminaban los recodos y las vueltas de los kilómetros, 27, 32, 38. La carretera cada vez más recta, pacífica, penetrando en el bosquecito mugre de la zona.
Las bachatas se quejaban en el atardecer. Soplos de viento y palabras vueltas púrpura, violeta, dedos naranja. Alguien moría en la canción. Un muerto hacía un juramento. Alguien volvía y encontraba el paisaje cambiado. Alguien esperaba la sonrisa del bachatero. Los pasajeros observaban cómo iba acercándose el van a la camioneta. Miraban al chofer que miraba la cara huesuda y cenizosa del hombre.
Lo iba a reconocer en cualquier parte. Una cantina. El de la cara huesuda iba a acercarse al bachatero. “Yo no hago amenazas de balde”, diría el uno al otro. El bachatero mostraba la sonrisa otra vez. Se presentía en el aire ya casi oscuro. (Se pasan en este camino varios gallineros malolientes.) El de la bachata miraría la calle y reconocería la camioneta aparcada. La mujer estaría echada en un sofá a largos kilómetros de distancia, en una casa de Diriamba. El hijo, si es que era hijo, esperando una llamada a su celular.
El de la bachata se sentía un poco humillado, comenzaba a ver las señales de tránsito (“las señales del mundo”, diría el pastor de su congregación) como otras tantas muestras de que el mal entraba por señales, sobre todo señales humanas. Señal de correr, de no merodear en la pista, de tomar decisiones. El hombre de la cara huesuda lo miraba fijamente desde el retrovisor. Era una cara por entero reconocible. Todo lugar en el mundo era habitable por esa cara. A veces esa cara traía memoria y venganza.
cuentos
carreteras
Managua
masculinidades
bachatas
Era el hombre de la sonrisa mirando al hombre del rostro huesudo. Un momento en el retrovisor de la camioneta que iba delante pudo ver esa palidez surcada, los dientes metidos precipitadamente en la cara. El hombre que advertía con el rostro de ceniza.
El hombre ligero, bachatero, de risa demasiado en la superficie manejaba un van colectivo Managua-Jinotepe. El hombre pálido conducía por su parte una camioneta MAZDA blanca.
En el empalme de la Panamericana con la carretera a Pochomil algo había demorado al hombre pálido. El hombre pálido y sus acompañantes: una mujer que gesticulaba en el asiento delantero, la sombra de un adolescente atrás, tal vez un empleado o, incluso, un hijo.
El del van manifestó con el claxon ocho, diez veces su entusiasmado malestar. ¿Por qué se demoraba la camioneta de esa manera, dudando entre arrancar y no arrancar, y ocupando espacio? Entusiasmado, el bachatero mostraba la sonrisa. Hay que decir que aquellas dulcetes bachatas estremecían a los pasajeros mientras el chofer emprendía esta batalla de amedrentar al de los huesos en la cara. Y el bachatero sonaba el claxon y lo sonaba para que el pálido perdiera la paciencia. Y la perdió asomando la mano, y en la mano erecto el dedo medio, gesticulación a la que correspondió el del van: bueno, hijueputa.
Pero el de la camioneta tomó la delantera. No iba a dejarse pasar. Tampoco iba a alejarse demasiado. Iba a estar cerca de ese miserable hombre de la sonrisa con sus 17 pasajeros a bordo, sin dejar que lo pasara. De vez en cuando la mujer miraba hacia atrás. Sabía quizá que el de las bachatas sonreía. La silueta delgada del adolescente se quebraba en la distancia y se recomponía en los acercamientos.
Pero el de la sonrisa era blando. Pegado de la camioneta, sin apartarle la vista, no insinuó nunca la posibilidad de aventajar. El de la camioneta bajaba la velocidad, se demoraba con impaciencia. Terminaban los recodos y las vueltas de los kilómetros, 27, 32, 38. La carretera cada vez más recta, pacífica, penetrando en el bosquecito mugre de la zona.
Las bachatas se quejaban en el atardecer. Soplos de viento y palabras vueltas púrpura, violeta, dedos naranja. Alguien moría en la canción. Un muerto hacía un juramento. Alguien volvía y encontraba el paisaje cambiado. Alguien esperaba la sonrisa del bachatero. Los pasajeros observaban cómo iba acercándose el van a la camioneta. Miraban al chofer que miraba la cara huesuda y cenizosa del hombre.
Lo iba a reconocer en cualquier parte. Una cantina. El de la cara huesuda iba a acercarse al bachatero. “Yo no hago amenazas de balde”, diría el uno al otro. El bachatero mostraba la sonrisa otra vez. Se presentía en el aire ya casi oscuro. (Se pasan en este camino varios gallineros malolientes.) El de la bachata miraría la calle y reconocería la camioneta aparcada. La mujer estaría echada en un sofá a largos kilómetros de distancia, en una casa de Diriamba. El hijo, si es que era hijo, esperando una llamada a su celular.
El de la bachata se sentía un poco humillado, comenzaba a ver las señales de tránsito (“las señales del mundo”, diría el pastor de su congregación) como otras tantas muestras de que el mal entraba por señales, sobre todo señales humanas. Señal de correr, de no merodear en la pista, de tomar decisiones. El hombre de la cara huesuda lo miraba fijamente desde el retrovisor. Era una cara por entero reconocible. Todo lugar en el mundo era habitable por esa cara. A veces esa cara traía memoria y venganza.
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lunes, marzo 17, 2008
La lectura también es tecnología
En las Universidades nicaragüenses, y probablemente las de otros países de Centroamérica, se propagandizan unidas la educación participativa y el uso de tecnologías audiovisuales y de información para mejorar la enseñanza.
El entusiasmo es compartible pero advirtiendo siempre: la lectura también es tecnología.
Si se investiga el estado de desarrollo de la educación en el país (o si se quiere “el estado tecnológico” de la educación), hay que considerar como imperativo las habilidades de lectura, comprensión y pensamiento crítico de maestros y estudiantes.
¿Se investiga el desarrollo tecnológico el país? Hay que ver qué pasa con los programas de bibliotecas públicas y bibliotecas escolares.
¿Se considera al libro un bien que debe circular de la manera más expedita entre estudiantes y población en general? Alguien puede venir a decir que ya no se necesitan las bibliotecas porque la red pondrá los textos en las narices del potencial lector. ¿Hay entonces planes de bibliotecas virtuales-populares? (Algo así como lo que se ha hecho en Venezuela con la Biblioteca Ayacucho al poner su inventario on-line).
¿Se quiere decir algo de la relación entre tecnología y economía? Que se vea cuál es la inversión en bibliotecas, y cómo se relaciona el poder adquisitivo de los universitarios (maestros y alumnos) con el precio de los libros. ¿Cuántos libros puede adquirir un profesor horario de una Universidad nicaragüense por el salario parcial que recibe? ¿Cubren las universidades el déficit de libros y lectura?
(Un punto aparte es el estado de las librerías en el país: negocios tantas veces sonsos en que la papelería ahoga a la librería propiamente dicha, hay un ostentoso afán de negocio educativo, y reinan los bestsellers.)
Si no hay un verdadero desarrollo de las tecnologías vinculadas con el libro (creemos que el auge informático complejiza sus posibilidades en cambio de desaparecerlas), se puede incurrir en lo audiovisual sin esencia ni profundidad, en la información “espectacular” pero blanda, en la clase “participativa” pero monocorde y opaca.
Participar en una clase también es una actividad relacionada con esa tecnología que no debemos descuidar: la de la lectura.
lectura
tecnología
educación
pedagogía
El entusiasmo es compartible pero advirtiendo siempre: la lectura también es tecnología.
Si se investiga el estado de desarrollo de la educación en el país (o si se quiere “el estado tecnológico” de la educación), hay que considerar como imperativo las habilidades de lectura, comprensión y pensamiento crítico de maestros y estudiantes.
¿Se investiga el desarrollo tecnológico el país? Hay que ver qué pasa con los programas de bibliotecas públicas y bibliotecas escolares.
¿Se considera al libro un bien que debe circular de la manera más expedita entre estudiantes y población en general? Alguien puede venir a decir que ya no se necesitan las bibliotecas porque la red pondrá los textos en las narices del potencial lector. ¿Hay entonces planes de bibliotecas virtuales-populares? (Algo así como lo que se ha hecho en Venezuela con la Biblioteca Ayacucho al poner su inventario on-line).
¿Se quiere decir algo de la relación entre tecnología y economía? Que se vea cuál es la inversión en bibliotecas, y cómo se relaciona el poder adquisitivo de los universitarios (maestros y alumnos) con el precio de los libros. ¿Cuántos libros puede adquirir un profesor horario de una Universidad nicaragüense por el salario parcial que recibe? ¿Cubren las universidades el déficit de libros y lectura?
(Un punto aparte es el estado de las librerías en el país: negocios tantas veces sonsos en que la papelería ahoga a la librería propiamente dicha, hay un ostentoso afán de negocio educativo, y reinan los bestsellers.)
Si no hay un verdadero desarrollo de las tecnologías vinculadas con el libro (creemos que el auge informático complejiza sus posibilidades en cambio de desaparecerlas), se puede incurrir en lo audiovisual sin esencia ni profundidad, en la información “espectacular” pero blanda, en la clase “participativa” pero monocorde y opaca.
Participar en una clase también es una actividad relacionada con esa tecnología que no debemos descuidar: la de la lectura.
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pedagogía
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jueves, marzo 13, 2008
Visitas a Rosibel
Lo llamó Averroes para una crítica de cine semanal. Averroes se llama. Buitrago de apellido. Siempre entran las secretarias en las llamadas, vacilan en el oído, anotan. Los días miércoles. Fresco el parquecito con su idiota y su carrito. Se llama el Niño Solo. El parque, no el idiota. Lo llamó su esposa. ¿Que qué dijo? Estaba en el super, no habían pasas. Pero, en cambio, tiró a lo lejos su dieta.
PRIMERA VISITA
El epílogo lo daba el radio receptor: para los dos hasta el fin del mundo… Me harté de yesos y querubines trompudos enseñándose en las salas hasta que di con el biombo forrado con cartones. Allí estaba el Corazón de Jesús en una versión rojiza. Crucé la sala sin que me vieran: ahí estaba la T.V. enseñoreando y una mujer que sonreía frenética. Llegué al patio y vi las estrellas. Me perdí en las estrellas.
Como en una película de Natassja Kinsky, Rosibel tenía una abuela sorda. No la mamá, que había muerto hacía varios años, sino la abuela. Al fondo había un silvestre jardín descompuesto en loterías de hojas lustrosas y a veces partidas; y trepadoras que se habían posesionado de las bardas. El radio era un celeste Philidor y Los 007 se seguían quejando: detén la noche para los dos… Palacios hacía gracias: para la noche detén los dos… La abuela era ostentosamente sorda mirando el jardín y con el radio a su lado, puesto en la mesa de madera sin pintar.
Rosibel quería hablar de esa mujer. Vos decís la Andarivela. Es una pueta de por aquí que trabaja en el FENUAP, una o-ene-gé de esas. Me traía en su carro y me dejó ahí por las Delicias. Vos mentiste. Pensé que iba a decir: Usted mintió. Hubiera sido más terrígeno o terráqueo sentir que una matagalpina de pelo crespo suelto y largo me hablaba de Ud. No tengo por qué mentirte. La abuela apartaba una mosca que quería roer su oreja derecha y seguía ensimismada. Luego otra vez ver el jardín. Un jardín de cachivaches, flores encarnadas en sujetos anónimos: la dalia petrificada, la tribu de jalacates, el jacinto vítreo. Al fondo había crecido un arbusto de huelenoche, saludable y pestífero. El jardín será siempre tierra de nadie, pensé. Al tiempo que decía: tenía que aceptar el raid. Aunque esa niñona de la palabra me traía enfermo con su catalepsia literaria. Es un tipo de mujer desenfadada y frívola. Desenfadada, está bien, relacionada, con carro. Pero frívola, free bola, lluvia o llovizna de la poesía, jardincito de la poé-tica, cualquier cosa menos mi heroína.
-Mira, Norberto. Ven que te enseño – esta vez con acento de cubana -. Aquí donde tú ves, la alfombrita deshilachada del estar, ahí fue donde caí muerta. Bueno no muerta, me faltaban algunos minutos para morirme…
Rosibel abría las persianas de madera. Afuera era la calle del verano, la algarabía del barrio. ¿Si digo algarabía estoy optando por ser pesimista?. Rosibel Sander, Rosibel Aurora, Rosibel Liuba Condorí. Era gruesesita en verdad. Había abierto esa misma persiana en un viejo diciembre para despedir a un novio que se quedó aferrado al recio calor del aire en otros meses menos oreados. Al voltearse, su cara ofrecía la cifra de fotos, empleos, lugares, ansias que Palacios no iba nunca a conocer. Pensaba en las casas de alquiler, listas ya con todo y cucarachas para ser ocupadas, llenadas. Las primeras noches extrañando las bujías número 100 y el sitio. La primer mañana en que se mide el patio y se lavan las medias para colgarlas en el alambre de púas. Y Rosibel seguía hablando de esas sensaciones y de cómo el jardín se había tomado la esquina del patio y las tapias.
Mi jefe es enorme. Come carne de canguro y toma cocacola cada amanecer. Y lo llama Averroes Buitrago que eructa casi en el teléfono. De dónde lo llama?. Tal vez del más allá, de los canteros viejos del Pedagógico donde estudió con él y donde adoraban juntos a las musas del cine. Sale mi jefe bañado en colonia a almorzar con Averroes. Pero Averroes le insiste al siguiente día con la reseña semanal. Cuando se lo digo muestra su sonrisa mi jefe. Tiene un puente con los dientes superiores artificiales. También lo llamó su esposa. Desde el gimnasio. O viene ella hedionda a cold cream y sudor. La nutria con que se aparea el inmenso de mi jefe. Hasta sus sueños veo, ya hasta clarividente me voy volviendo. Pero es claro que sueña con España, sueña con esas vacaciones. Yo llamo a la oficina de Iberia, pregunto por los boletos. Él vuelve agitado y serio. Da indicaciones, no me mira. Roo – si –bellllll. Y enuncia (la ele que usa es de Miami, una ele anglosajona, así como cuando dice Robert De Niro, dice en realidad prrrroberrrrttt dte nirooo, pero él no tiene acento de gringo, sino que intercala la pronunciación inglesa donde debe y el resto es puro chapiollo lo que habla pero claro con distinción, me he fijado por ejemplo en su forma irónica de decir gallo pinto) órdenes.
- Vamos al parque del niño solo (¿de qué muere el niño sino de soledad?). Ahí nos sostendremos el uno en el otro como dos picados de culebra…- dijo Palacios otra vez ocurrente.
- Pero no estará lleno de pequineses y pateadores de bultos?- preguntó Rosibel haciendo señas a Palacios que callara que la abuela podría oírlos. La abuela flotaba impermeable a las amenazas (solo y herido así me dejás…) de Leo Dan.
- Temés que el vulgo naufrague nuestra barcarola? – sabiendo Palacios que Rosibel siempre estaba disgustada con el vulgo (¿qué le ha hecho a Ud. el vulgo, señorita? preguntaba el locutor)
-Además va a llover – dijo Rosibel mientras Palacios echaba una última mirada al ocaso en el jardín (un Chardin transmoderno sin duda) (saludos en la ciudad de San Marcos para Fulgencio, Soto, para Robert PRRROBERRRT, para Argentina, Felipe del Mismo Apellido, saludos a doña Paula…).
Paula no era /la Andarivela /que vendrá por ti/ a la tierra/ de la espera/ infinita.
Paula Noriega/la Andarivela/ que vela por ti/ en la esfera/ terráquea y/ finita.
Paula andariega/ la Andarivela/ que esperma/ eremita.
No sabés hablar con Rosibel; ella enmudece con sus párpados y glúteos, te tiene preso en los enmedios y los acertijos; cómo llamar al huelenoche que te atosiga cuando vas al excusado, cómo desertar de sus cabellos traídos de los cerros de La Chispa El Chispón y Gua-nunca (mi patria adoptiva). Y así con ese himno terminó la primera visita.
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Managua
PRIMERA VISITA
El epílogo lo daba el radio receptor: para los dos hasta el fin del mundo… Me harté de yesos y querubines trompudos enseñándose en las salas hasta que di con el biombo forrado con cartones. Allí estaba el Corazón de Jesús en una versión rojiza. Crucé la sala sin que me vieran: ahí estaba la T.V. enseñoreando y una mujer que sonreía frenética. Llegué al patio y vi las estrellas. Me perdí en las estrellas.
Como en una película de Natassja Kinsky, Rosibel tenía una abuela sorda. No la mamá, que había muerto hacía varios años, sino la abuela. Al fondo había un silvestre jardín descompuesto en loterías de hojas lustrosas y a veces partidas; y trepadoras que se habían posesionado de las bardas. El radio era un celeste Philidor y Los 007 se seguían quejando: detén la noche para los dos… Palacios hacía gracias: para la noche detén los dos… La abuela era ostentosamente sorda mirando el jardín y con el radio a su lado, puesto en la mesa de madera sin pintar.
Rosibel quería hablar de esa mujer. Vos decís la Andarivela. Es una pueta de por aquí que trabaja en el FENUAP, una o-ene-gé de esas. Me traía en su carro y me dejó ahí por las Delicias. Vos mentiste. Pensé que iba a decir: Usted mintió. Hubiera sido más terrígeno o terráqueo sentir que una matagalpina de pelo crespo suelto y largo me hablaba de Ud. No tengo por qué mentirte. La abuela apartaba una mosca que quería roer su oreja derecha y seguía ensimismada. Luego otra vez ver el jardín. Un jardín de cachivaches, flores encarnadas en sujetos anónimos: la dalia petrificada, la tribu de jalacates, el jacinto vítreo. Al fondo había crecido un arbusto de huelenoche, saludable y pestífero. El jardín será siempre tierra de nadie, pensé. Al tiempo que decía: tenía que aceptar el raid. Aunque esa niñona de la palabra me traía enfermo con su catalepsia literaria. Es un tipo de mujer desenfadada y frívola. Desenfadada, está bien, relacionada, con carro. Pero frívola, free bola, lluvia o llovizna de la poesía, jardincito de la poé-tica, cualquier cosa menos mi heroína.
-Mira, Norberto. Ven que te enseño – esta vez con acento de cubana -. Aquí donde tú ves, la alfombrita deshilachada del estar, ahí fue donde caí muerta. Bueno no muerta, me faltaban algunos minutos para morirme…
Rosibel abría las persianas de madera. Afuera era la calle del verano, la algarabía del barrio. ¿Si digo algarabía estoy optando por ser pesimista?. Rosibel Sander, Rosibel Aurora, Rosibel Liuba Condorí. Era gruesesita en verdad. Había abierto esa misma persiana en un viejo diciembre para despedir a un novio que se quedó aferrado al recio calor del aire en otros meses menos oreados. Al voltearse, su cara ofrecía la cifra de fotos, empleos, lugares, ansias que Palacios no iba nunca a conocer. Pensaba en las casas de alquiler, listas ya con todo y cucarachas para ser ocupadas, llenadas. Las primeras noches extrañando las bujías número 100 y el sitio. La primer mañana en que se mide el patio y se lavan las medias para colgarlas en el alambre de púas. Y Rosibel seguía hablando de esas sensaciones y de cómo el jardín se había tomado la esquina del patio y las tapias.
Mi jefe es enorme. Come carne de canguro y toma cocacola cada amanecer. Y lo llama Averroes Buitrago que eructa casi en el teléfono. De dónde lo llama?. Tal vez del más allá, de los canteros viejos del Pedagógico donde estudió con él y donde adoraban juntos a las musas del cine. Sale mi jefe bañado en colonia a almorzar con Averroes. Pero Averroes le insiste al siguiente día con la reseña semanal. Cuando se lo digo muestra su sonrisa mi jefe. Tiene un puente con los dientes superiores artificiales. También lo llamó su esposa. Desde el gimnasio. O viene ella hedionda a cold cream y sudor. La nutria con que se aparea el inmenso de mi jefe. Hasta sus sueños veo, ya hasta clarividente me voy volviendo. Pero es claro que sueña con España, sueña con esas vacaciones. Yo llamo a la oficina de Iberia, pregunto por los boletos. Él vuelve agitado y serio. Da indicaciones, no me mira. Roo – si –bellllll. Y enuncia (la ele que usa es de Miami, una ele anglosajona, así como cuando dice Robert De Niro, dice en realidad prrrroberrrrttt dte nirooo, pero él no tiene acento de gringo, sino que intercala la pronunciación inglesa donde debe y el resto es puro chapiollo lo que habla pero claro con distinción, me he fijado por ejemplo en su forma irónica de decir gallo pinto) órdenes.
- Vamos al parque del niño solo (¿de qué muere el niño sino de soledad?). Ahí nos sostendremos el uno en el otro como dos picados de culebra…- dijo Palacios otra vez ocurrente.
- Pero no estará lleno de pequineses y pateadores de bultos?- preguntó Rosibel haciendo señas a Palacios que callara que la abuela podría oírlos. La abuela flotaba impermeable a las amenazas (solo y herido así me dejás…) de Leo Dan.
- Temés que el vulgo naufrague nuestra barcarola? – sabiendo Palacios que Rosibel siempre estaba disgustada con el vulgo (¿qué le ha hecho a Ud. el vulgo, señorita? preguntaba el locutor)
-Además va a llover – dijo Rosibel mientras Palacios echaba una última mirada al ocaso en el jardín (un Chardin transmoderno sin duda) (saludos en la ciudad de San Marcos para Fulgencio, Soto, para Robert PRRROBERRRT, para Argentina, Felipe del Mismo Apellido, saludos a doña Paula…).
Paula no era /la Andarivela /que vendrá por ti/ a la tierra/ de la espera/ infinita.
Paula Noriega/la Andarivela/ que vela por ti/ en la esfera/ terráquea y/ finita.
Paula andariega/ la Andarivela/ que esperma/ eremita.
No sabés hablar con Rosibel; ella enmudece con sus párpados y glúteos, te tiene preso en los enmedios y los acertijos; cómo llamar al huelenoche que te atosiga cuando vas al excusado, cómo desertar de sus cabellos traídos de los cerros de La Chispa El Chispón y Gua-nunca (mi patria adoptiva). Y así con ese himno terminó la primera visita.
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lunes, marzo 10, 2008
Diagrama para pasear un perro
En este lugar hay un mapa para pasear un perro.
De madrugada una manada de perros expectantes miran y ladran a su perro cuando Ud. lo pasea.
Huyen, entran al motelito, ladran. Perros desrazados que comercian con la madrugada.
La madrugada de domingo es irreal. Ud. está todavía en el sueño, o ha salido. O escribe esto.
El objeto del deseo del perro son las deyecciones de los otros. Busca un código.
Sienta cómo se petrifica su perro: orines sagrados en el orbe territorial. Un éxtasis sobre la marca pequeña del otro sobre la hierba.
La sombra de un perro, antes que su voz, entrelaza a los vecinos. Los guardianes de raza pura que cuidan el garaje. Las tribus amodorradas que han sorteado los fantasmas de las dos y las tres.
Es la razón por la que Ud. dicta a su hijo más tarde un cuento sobre el Cadejo: el perro de huesos que puede ser bueno o malo. El perro lacaniano. El perro hecho código.
El verano ha llegado, la hierba está casi seca; sólo la alimentada con viejos alisios, muestra todavía algo de humedad. Pero el perro sabe que el sol es inclemente en marzo y abril.
Los atletas, los gordos, los trabajadores cruzan la madrugada del domingo. Un hombre trata de abrir el portón del campo deportivo. Sostiene una bicicleta y carga un saco. Es un enigma que el perro no advierte. (El perro sigue husmeando el código del otro, la abstracción de su sexo.) El hombre penetra en el campo deportivo. Dispone su saco, saca la cal y comienza a marcar sobre la hierba la geografía del fútbol.
El perro se ve atraído por las basuras, por el polvo, por las hierbas más sucias y menos estéticas.
El perro suelta ahora por séptima vez la vejiga.
El perro ha decidido que por fin puede marcar este lugar.
El perro está constipado. Ud. piensa comprarle desparasitante muy pronto.
El perro es escatología pura. Porosa, verdosa y húmeda escatología.
El perro ha marcado la mañana del domingo. Cuando Ud. regresa los vecinos riegan ya la calle. Hay que saludarlos. El saludo debe ser tan impecable como su perro.
Ud. se repite casi íntimamente al momento de saludar eso de que el perro es el animal no fijado.
perros
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De madrugada una manada de perros expectantes miran y ladran a su perro cuando Ud. lo pasea.
Huyen, entran al motelito, ladran. Perros desrazados que comercian con la madrugada.
La madrugada de domingo es irreal. Ud. está todavía en el sueño, o ha salido. O escribe esto.
El objeto del deseo del perro son las deyecciones de los otros. Busca un código.
Sienta cómo se petrifica su perro: orines sagrados en el orbe territorial. Un éxtasis sobre la marca pequeña del otro sobre la hierba.
La sombra de un perro, antes que su voz, entrelaza a los vecinos. Los guardianes de raza pura que cuidan el garaje. Las tribus amodorradas que han sorteado los fantasmas de las dos y las tres.
Es la razón por la que Ud. dicta a su hijo más tarde un cuento sobre el Cadejo: el perro de huesos que puede ser bueno o malo. El perro lacaniano. El perro hecho código.
El verano ha llegado, la hierba está casi seca; sólo la alimentada con viejos alisios, muestra todavía algo de humedad. Pero el perro sabe que el sol es inclemente en marzo y abril.
Los atletas, los gordos, los trabajadores cruzan la madrugada del domingo. Un hombre trata de abrir el portón del campo deportivo. Sostiene una bicicleta y carga un saco. Es un enigma que el perro no advierte. (El perro sigue husmeando el código del otro, la abstracción de su sexo.) El hombre penetra en el campo deportivo. Dispone su saco, saca la cal y comienza a marcar sobre la hierba la geografía del fútbol.
El perro se ve atraído por las basuras, por el polvo, por las hierbas más sucias y menos estéticas.
El perro suelta ahora por séptima vez la vejiga.
El perro ha decidido que por fin puede marcar este lugar.
El perro está constipado. Ud. piensa comprarle desparasitante muy pronto.
El perro es escatología pura. Porosa, verdosa y húmeda escatología.
El perro ha marcado la mañana del domingo. Cuando Ud. regresa los vecinos riegan ya la calle. Hay que saludarlos. El saludo debe ser tan impecable como su perro.
Ud. se repite casi íntimamente al momento de saludar eso de que el perro es el animal no fijado.
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jueves, marzo 06, 2008
Las chicas anglo
(De la serie compañeros de ruta.)
Son empleadas de agencias publicitarias.
Luego de saludarse evalúan su cabello. Te cambiaste el look, se dicen. Hablan de lo cansadas que las tenía aquel tinte cobre. Ahora hay un toque Kidman en su pelo.
Muy delgadas.
En algún momento hablarán de la dieta.
Entradas para ver a Reik o Alejandro Fernández o cualquier otro acto poco interesante pero anunciado mil veces en sus radios preferidas y que ellas monitorean por hábito.
Se preguntan cómo es el V.I.P. en los conciertos de Pharaons Casino.
¿Por cuánto tiempo te dieron la visa? ¿Qué documentos presentaste?
La visa sólo puede ser la Visa.
Un hombre casi mítico interrumpe la conversación con una llamada al celular.
Les pide que bajen del bus para llevarlas en su carro.
Ya dijo N. que una vida excepcional está llena de repeticiones.
chicas
anglo
Nicaragua
Son empleadas de agencias publicitarias.
Luego de saludarse evalúan su cabello. Te cambiaste el look, se dicen. Hablan de lo cansadas que las tenía aquel tinte cobre. Ahora hay un toque Kidman en su pelo.
Muy delgadas.
En algún momento hablarán de la dieta.
Entradas para ver a Reik o Alejandro Fernández o cualquier otro acto poco interesante pero anunciado mil veces en sus radios preferidas y que ellas monitorean por hábito.
Se preguntan cómo es el V.I.P. en los conciertos de Pharaons Casino.
¿Por cuánto tiempo te dieron la visa? ¿Qué documentos presentaste?
La visa sólo puede ser la Visa.
Un hombre casi mítico interrumpe la conversación con una llamada al celular.
Les pide que bajen del bus para llevarlas en su carro.
Ya dijo N. que una vida excepcional está llena de repeticiones.
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lunes, marzo 03, 2008
Cómo vender un rincón en el mundo
Domingo a medio día
Lo que veo en el paseo del domingo por la mañana, más o menos.
Tres prostitutas esperan en la esquina.
Misa de once.
La sorbetería cerrada.
Los clientes tardíos del desayuno en la comidería.
Máscaras de El Viejo y la Vieja en lo baños del mini-centro comercial.
Imperceptible estado místico de la mujer que va a misa. Pasea en su mente a su hijo alcohólico.
El supermercado atestado.
Entrenamiento, de padre a hija, de cómo consumir la paleta de helado de fruta.
Campanas y sol.
Clientes en bicicleta, clientes en las mecedoras de madera.
Real Estate que ofrece vender la casa de dos pisos de la esquina.
La casa del prostíbulo derruida.
Viento de enero al inicio de marzo.
Sol de marzo dentro del viento de enero.
Vagas ideas de turismo en el subconsciente: qué vender desde este rincón del mundo.
Jinotepe,
turismo,
ventas,
domingo
Lo que veo en el paseo del domingo por la mañana, más o menos.
Tres prostitutas esperan en la esquina.
Misa de once.
La sorbetería cerrada.
Los clientes tardíos del desayuno en la comidería.
Máscaras de El Viejo y la Vieja en lo baños del mini-centro comercial.
Imperceptible estado místico de la mujer que va a misa. Pasea en su mente a su hijo alcohólico.
El supermercado atestado.
Entrenamiento, de padre a hija, de cómo consumir la paleta de helado de fruta.
Campanas y sol.
Clientes en bicicleta, clientes en las mecedoras de madera.
Real Estate que ofrece vender la casa de dos pisos de la esquina.
La casa del prostíbulo derruida.
Viento de enero al inicio de marzo.
Sol de marzo dentro del viento de enero.
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jueves, febrero 28, 2008
La ciudad maquila
La "ciudad maquila" equivale a la situación cultural de las sociedades centroamericanas en el presente auge de la globalización y el neoliberalismo.
Maquila, remesas, narcotráfico.
Migración, globalización, des(es)truc(tura)ción.
Comercio informal, postmodernismo, universidades de garaje.
Estoy en la conferencia sobre historia económica, pero percibo los conceptos “en clave cultural”.
La ciudad maquila reinando en Centroamérica.
El conferencista menciona al Mercado Oriental, en Managua, el espacio de comercio informal más grande de la región.
Algo así como el Festival de Poesía del comercio informal: pero tal vez más importante.
Turismo, poesía, privatización.
Y los intelectuales oficiales de la ciudad maquila con su retórica en torno a los negocios de la sociedad civil.
Hablé ya en otro momento de la ciudad maquila.
maquila,
Centroamérica,
cultura,
ciudad+maquila,
globalización
Maquila, remesas, narcotráfico.
Migración, globalización, des(es)truc(tura)ción.
Comercio informal, postmodernismo, universidades de garaje.
Estoy en la conferencia sobre historia económica, pero percibo los conceptos “en clave cultural”.
La ciudad maquila reinando en Centroamérica.
El conferencista menciona al Mercado Oriental, en Managua, el espacio de comercio informal más grande de la región.
Algo así como el Festival de Poesía del comercio informal: pero tal vez más importante.
Turismo, poesía, privatización.
Y los intelectuales oficiales de la ciudad maquila con su retórica en torno a los negocios de la sociedad civil.
Hablé ya en otro momento de la ciudad maquila.
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lunes, febrero 25, 2008
Compañeros de ruta
El mesero
Planifica que el viernes llevará de todas maneras ropa. “Una mudada”.
El viernes pasado estuvo fatal. A las dos de la madrugada del sábado su jefe inmediato le pidió que regresara a trabajar a las diez de la mañana. Tenía menos de ocho horas para volver a casa (en el km. 38 de la carretera sur), descansar, asearse, vestirse y volver a Managua.
“Sos un salvaje. Estoy aquí desde las ocho de la mañana. Dónde querés que duerma. Dónde voy a bañarme.”
“Yo no sé vos. Dormí sobre una piedra si querés. Pero te quiero aquí a las diez.”
Reclamó inútilmente. Suele reclamar inútilmente, y acaba metido en un entrecejo de la madrugada.
Acaba metido también en un vehículo que lo lleva por la carretera sur.
Es curioso que el mesero cuente esto en voz alta en el bus. Tiene como un deseo de que su vida sea más peligrosa de lo que en realidad es, mezclado con la evidencia dañina de que su vida es en realidad peligrosa.
Se fue con los otros empleados y meseros a la costa de la laguna. En Managua hay siempre una laguna nocturna esperando. Cubierta de mosquitos, lunas olvidadas rielando en el agua, lucecitas escasas de carros que corren.
Se tomaron dos litros de cerveza. Rumiaba su resentimiento contra el jefe.
Hasta las tres, la cerveza cada vez más tibia. A esa hora el más compasivo de sus compañeros le propone que vaya a su casa, descanse unas horas y luego se bañe y se vista.
El mesero se escandaliza. “Bañarme. Vestirme. Yo no voy a ponerme la misma mudada. Ando sudado de todo el día.”
Es un caso de aseo personal. Pero de todas maneras va a la otra casa, donde siguen tomando cerveza. El mesero está cada vez más retraído en la reunión (me pregunto cómo será esa casa del otro mesero, quién lo esperaba y abría la puerta, habrá mosquiteros, colillas en el cenicero, niños que cuentan la madrugada despiertos), hasta que cerca de las cinco sale, detiene un taxi y desaparece.
A las ocho de la mañana, aseado y vestido espera en el km. 38 un intermortal que lo lleve de vuelta a Managua. Va siempre acompañado de una mujer, tal vez su mujer, que es su interlocutora principal. Alcanzan en recodos incómodos del bus. El tiene acento de hondureño, o quizá sólo usa unas eses más remarcadas a causa de su trabajo en público. Al montarse al bus algunos cobradores le preguntan por la abuelita. “A estas horas ya está pensando qué va al almorzar”. Se ríe. “Si está levantada desde las cinco de la mañana”.
La abuelita y el páramo del Crucero, que comienza, entran sigilosamente en el bus.
Managua
carreteras
urbanismo
historias
Planifica que el viernes llevará de todas maneras ropa. “Una mudada”.
El viernes pasado estuvo fatal. A las dos de la madrugada del sábado su jefe inmediato le pidió que regresara a trabajar a las diez de la mañana. Tenía menos de ocho horas para volver a casa (en el km. 38 de la carretera sur), descansar, asearse, vestirse y volver a Managua.
“Sos un salvaje. Estoy aquí desde las ocho de la mañana. Dónde querés que duerma. Dónde voy a bañarme.”
“Yo no sé vos. Dormí sobre una piedra si querés. Pero te quiero aquí a las diez.”
Reclamó inútilmente. Suele reclamar inútilmente, y acaba metido en un entrecejo de la madrugada.
Acaba metido también en un vehículo que lo lleva por la carretera sur.
Es curioso que el mesero cuente esto en voz alta en el bus. Tiene como un deseo de que su vida sea más peligrosa de lo que en realidad es, mezclado con la evidencia dañina de que su vida es en realidad peligrosa.
Se fue con los otros empleados y meseros a la costa de la laguna. En Managua hay siempre una laguna nocturna esperando. Cubierta de mosquitos, lunas olvidadas rielando en el agua, lucecitas escasas de carros que corren.
Se tomaron dos litros de cerveza. Rumiaba su resentimiento contra el jefe.
Hasta las tres, la cerveza cada vez más tibia. A esa hora el más compasivo de sus compañeros le propone que vaya a su casa, descanse unas horas y luego se bañe y se vista.
El mesero se escandaliza. “Bañarme. Vestirme. Yo no voy a ponerme la misma mudada. Ando sudado de todo el día.”
Es un caso de aseo personal. Pero de todas maneras va a la otra casa, donde siguen tomando cerveza. El mesero está cada vez más retraído en la reunión (me pregunto cómo será esa casa del otro mesero, quién lo esperaba y abría la puerta, habrá mosquiteros, colillas en el cenicero, niños que cuentan la madrugada despiertos), hasta que cerca de las cinco sale, detiene un taxi y desaparece.
A las ocho de la mañana, aseado y vestido espera en el km. 38 un intermortal que lo lleve de vuelta a Managua. Va siempre acompañado de una mujer, tal vez su mujer, que es su interlocutora principal. Alcanzan en recodos incómodos del bus. El tiene acento de hondureño, o quizá sólo usa unas eses más remarcadas a causa de su trabajo en público. Al montarse al bus algunos cobradores le preguntan por la abuelita. “A estas horas ya está pensando qué va al almorzar”. Se ríe. “Si está levantada desde las cinco de la mañana”.
La abuelita y el páramo del Crucero, que comienza, entran sigilosamente en el bus.
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jueves, febrero 21, 2008
Silvio (Rodríguez) y el Dinosaurio (nica)
Andará Nicaragua
Canción conocida
El dinosaurio se despertó temprano, leyó la noticia: Silvio Rodríguez en Nicaragua. Se exigió concentración el resto del día. Lo real sorprende. A veces reprende. Esta vez reprendía más de lo que sorprendía.
No se apresuró a comprar el boleto de entrada. Estuvo el fin de semana revisando los viejos discos. Se escuchaba hasta aquí el rumor tiránico del mercado, los discretos empujoncitos, las seducciones a domicilio de la TV, las conversaciones en los pabellones del arte.
El dinosaurio compraba religiosamente lo último de Vargas Llosa y Fuentes, alguna de Pamuk, lenta pero eficazmente todo Saramago, y en primicia a Sergio y Gioconda (Coelho no, porque todos sabemos que él es muy superficial). Era, además, económico: no más de 5 libros al año, menos de 100 dólares anuales, y por todo eso mantenerse al día en lo que se refiere a la literatura latinoamericana y mundial.
Silvio era otra cosa. Era como pasear el fantasma del hombre nuevo en la pasarela del casino. Intolerable. Si ya tenemos nuestros propios trovadores, nuestras versiones trabajadas del mismo Silvio, Silvitos s.a. (Además: Mercedes en rebaja: Shakira; Silvio de polietileno: Arjona. The Police tropicalizada: Maná. Serrat sin complicaciones: Hernaldo.)
Pero que viniera ese dinosaurio (perdón, especie, pensó el dinosaurio) a cantar montado sobre el rabo de la nube.
Especialmente por ese track 2 del lado B en la versión vinil de Unicornio. Eso de los espectros y del camino en la gloria. Toda la retórica de la “sangre sabia”. Se vuelve esta aparición una especie de enjuiciamiento posmo a la qué hicisteis vosotros rilkistas.
Sé que comerciasteis.
Con vuestra memoria, armas, tierra, novelas, pobrezas, ONGs, piñatas, trovas, poetas, festivales, contratos al mejor postor, más memorias, espacios pagados, puñales, estatuas de Sandino, valores, el Güegüense, poetas jóvenes acunados por poetas viejos, poetas viejos besuqueados por poetas jóvenes, espíritu de lucha, petróleo, divas recientes de la canción protesta y la canción sorpresa, conchas acústicas, reverencias a la prensa, temor de perder el poder, así ha andado Nicaragua y no en el track 2 del lado B de Unicornio.
Qué mercado este del camino en la gloria.
Silvio en Nicaragua el 2 de marzo de 2008.
P.S. del 3 de marzo de 2008: y Silvio no quiso cantar el "andará Nicaragua"
P.S. del 5 de marzo de 2008
El link al video youtube en donde se ve que Silvio no cantó la canción urgente.
conciertos
Nicaragua
Silvio+Rodríguez
Canción conocida
El dinosaurio se despertó temprano, leyó la noticia: Silvio Rodríguez en Nicaragua. Se exigió concentración el resto del día. Lo real sorprende. A veces reprende. Esta vez reprendía más de lo que sorprendía.
No se apresuró a comprar el boleto de entrada. Estuvo el fin de semana revisando los viejos discos. Se escuchaba hasta aquí el rumor tiránico del mercado, los discretos empujoncitos, las seducciones a domicilio de la TV, las conversaciones en los pabellones del arte.
El dinosaurio compraba religiosamente lo último de Vargas Llosa y Fuentes, alguna de Pamuk, lenta pero eficazmente todo Saramago, y en primicia a Sergio y Gioconda (Coelho no, porque todos sabemos que él es muy superficial). Era, además, económico: no más de 5 libros al año, menos de 100 dólares anuales, y por todo eso mantenerse al día en lo que se refiere a la literatura latinoamericana y mundial.
Silvio era otra cosa. Era como pasear el fantasma del hombre nuevo en la pasarela del casino. Intolerable. Si ya tenemos nuestros propios trovadores, nuestras versiones trabajadas del mismo Silvio, Silvitos s.a. (Además: Mercedes en rebaja: Shakira; Silvio de polietileno: Arjona. The Police tropicalizada: Maná. Serrat sin complicaciones: Hernaldo.)
Pero que viniera ese dinosaurio (perdón, especie, pensó el dinosaurio) a cantar montado sobre el rabo de la nube.
Especialmente por ese track 2 del lado B en la versión vinil de Unicornio. Eso de los espectros y del camino en la gloria. Toda la retórica de la “sangre sabia”. Se vuelve esta aparición una especie de enjuiciamiento posmo a la qué hicisteis vosotros rilkistas.
Sé que comerciasteis.
Con vuestra memoria, armas, tierra, novelas, pobrezas, ONGs, piñatas, trovas, poetas, festivales, contratos al mejor postor, más memorias, espacios pagados, puñales, estatuas de Sandino, valores, el Güegüense, poetas jóvenes acunados por poetas viejos, poetas viejos besuqueados por poetas jóvenes, espíritu de lucha, petróleo, divas recientes de la canción protesta y la canción sorpresa, conchas acústicas, reverencias a la prensa, temor de perder el poder, así ha andado Nicaragua y no en el track 2 del lado B de Unicornio.
Qué mercado este del camino en la gloria.
Silvio en Nicaragua el 2 de marzo de 2008.
P.S. del 3 de marzo de 2008: y Silvio no quiso cantar el "andará Nicaragua"
P.S. del 5 de marzo de 2008
El link al video youtube en donde se ve que Silvio no cantó la canción urgente.
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Silvio Rodríguez
lunes, febrero 18, 2008
La aldea motorizada
En algunas entradas de este blog—por ejemplo, en mi descripción de los Intermortales—he mencionado lo que llamo la aldea motorizada.
Pero ¿qué es la aldea motorizada?
Provisionalmente, la definiría como el grupo de pueblos y ciudades, con infraestructura de transportes insuficiente, que viven un “boom” en el número de vehículos que los cruzan y comunican.
Asimismo, aldea motorizada podría ser entendida, en sentido connotativo y metonímico, como los procesos sociales y culturales aparejados por ese “boom” de transportes sin infraestructura adecuada.
Estos pueblos y regiones no tienen ni las carreteras ni las vías adecuadas para soportar la carga de tránsito con que ahora viven. Tampoco pueden renunciar a ella. Es con eso que la aldea y sus habitantes se mueven y, en sentido económico, se reproducen.
Este “boom” de vehículos cambia rápidamente los hábitos y costumbres de la aldea. Surgen nuevos oficios, frescos atolladeros, polvazales extensos, nuevas formas de vivir y de morir.
Figura 1: el furgón incrustado.
Íbamos para La Boquita, balneario del Pacífico caraceño. Es una ruta lenta y doméstica: los habitantes de los pueblitos aledaños van a Diriamba a comprar alimentos, y viajan en el bus Bluebird (uno de esos viejos amarillos buses escolares que han desocupado en algún County de los Estados Unidos y ha sido adoptado en la aldea motorizada). El suceso visual de este viaje no fue el paisaje, sino ver cómo un furgón de bebidas gaseosas había penetrado por la puerta de la sala de una casa orillada a la carretera. Los del bus comentaban que la señora de la casa había tenido un ataque de nervios— ¿quién no?—pero que, por suerte, no había víctimas humanas. En la sala se podía ver a la señora, sus hijos, algún vecino comentando el evento, mientras el furgón incrustado seguía en su lugar.
Todos sabemos cómo crece esa extensa zona suburbana que abarca, por lo menos, el sur y el este de Managua, con tendencia a convertir en una sola área metropolitana lo que comprende las ciudades de Masaya y Granada, así como amenaza con trepar sobre los bosques del Crucero hacia el sur.
Sin mucha exageración podría decirse que estas zonas suburbanas crecen en los márgenes de las carreteras (que, en realidad, son sólo dos angostas vías). Carreteras, además, que tienen que soportar el tránsito de carga, porque no hay tren en Centroamérica ni vías alternas de transporte pesado. Así que el transporte de pasajeros y los conductores con vehículo propio deben pelear el espacio del viaje con los camiones. Sin duda, esto eleva varias veces los riesgos de accidentes. A veces, se cuentan filas de hasta 20 furgones con su marca correspondiente, digamos TRANSAMERICA, bajando en el atardecer por el bosque del Crucero.
Figura 2: el caballo muerto.
Un enero de hace algunos años. Las bolsas de viento que golpean el páramo con fuerza, empujaron al furgón hacia el costado. Los caballos venían en ese mismo viento galopando, habían saltado el cerco (por los ácidos que vienen del volcán, quizá, todo se seca rápidamente en esta área) e iban a cruzar la carretera: buscaban quizá hierba fresca. Uno de ellos recibió el impacto del furgón y cayó en el centro de la carretera dando un golpe de vientre. Cuando pasamos y lo vimos desde el bus, se arrastraba y sangraba pero no podía incorporarse.
Uno de los cimientos obvios de la aldea motorizada es una elevada tasa de nacimientos que permite la duplicación en pocos años relativos de la extensión de los pueblos. Este cambio de volumen poblacional no implica una modernización del espacio. La modernización es desigual: se siembran por todas partes antenas para la comunicación por teléfonos móviles pero las ciudades y pueblos crecen de manera desordenada, sin racionalidad urbana o servicios básicos adecuados.
El estado de las carreteras, la polución (incluida la polución sonora) y el estado mental de choferes y pasajeros están íntimamente ligados. Como ya sugerí en mi post anterior, 5 consejos para afrontar el estrés del commuter, se requieren profilaxis y curas. El uso de la música, atestada de comerciales exaltando un consumo ridículamente agringado (emparedados submarinos del mes, cafés copiados de Starbuck, autos en rebaja, loterías, la felicidad de hablar por teléfono móvil), enfatiza la tortura y la esencia autoritaria de la aldea motorizada: el que tiene un motor conduce y hace oír lo que él (es decir, la aldea en sí) desea.
Figura 3: Allison, historia de taxi
Allison (el nombre anglo en una centroamericana ladina no es ninguna novedad) es una mujer pobre de unos 45 años, con dos hijas adolescentes que a su vez tienen entre ambas tres críos. Ninguna de estas mujeres trabaja de manera convencional. No les entusiasma las zonas francas en donde los taiwaneses disciplinan y explotan mucho. No serán domésticas ni saldrán a vender nada de nada. Viven de un carro convertido en taxi, el cual conducen sus eventuales novios y maridos. Por la noche, el taxi sirve también para raterías de poca monta, algún tráfico de drogas livianas, sus salidas a los bares pobres. No es fácil tener este taxi. Allison está endeudada, los siempre cambiantes choferes-novios la maltratan a ella y a sus hijas. La gasolina sube de precio. Se invierte mucho en reparaciones. Pero su sueño de futuro está claro: cada hija tendrá un taxi propio, con chofer propio quizá, y mejores posibilidades económicas. Ni la escuela ni el empleo formal dan esperanza de futuro a esta mujer, incluso teniendo tres nietos que se acercan a la edad escolar.
Cuando de pronto la ciudad se llena de taxis uno lo percibe inmediatamente: polvo, lodo, consumo. Centenares y miles quieren vivir de esa opción económica. Los jóvenes del politécnico, los maestros desempleados, los agricultores fracasados se convierten en choferes. Las pulperas, los profesionales, los rentistas adquieren taxis para explotarlos. Desde los aparatos ideológicos se exalta la libre competencia y el espíritu empresarial. Las ONGs y Universidades comienzan a hablar del emprendedurismo.
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Pero ¿qué es la aldea motorizada?
Provisionalmente, la definiría como el grupo de pueblos y ciudades, con infraestructura de transportes insuficiente, que viven un “boom” en el número de vehículos que los cruzan y comunican.
Asimismo, aldea motorizada podría ser entendida, en sentido connotativo y metonímico, como los procesos sociales y culturales aparejados por ese “boom” de transportes sin infraestructura adecuada.
Estos pueblos y regiones no tienen ni las carreteras ni las vías adecuadas para soportar la carga de tránsito con que ahora viven. Tampoco pueden renunciar a ella. Es con eso que la aldea y sus habitantes se mueven y, en sentido económico, se reproducen.
Este “boom” de vehículos cambia rápidamente los hábitos y costumbres de la aldea. Surgen nuevos oficios, frescos atolladeros, polvazales extensos, nuevas formas de vivir y de morir.
La aldea motorizada es esencialmente distópica, es decir, anula el pensamiento posible de alternativas equilibradas que combinen la salud ecológica y la salud pública.
Figura 1: el furgón incrustado.
Íbamos para La Boquita, balneario del Pacífico caraceño. Es una ruta lenta y doméstica: los habitantes de los pueblitos aledaños van a Diriamba a comprar alimentos, y viajan en el bus Bluebird (uno de esos viejos amarillos buses escolares que han desocupado en algún County de los Estados Unidos y ha sido adoptado en la aldea motorizada). El suceso visual de este viaje no fue el paisaje, sino ver cómo un furgón de bebidas gaseosas había penetrado por la puerta de la sala de una casa orillada a la carretera. Los del bus comentaban que la señora de la casa había tenido un ataque de nervios— ¿quién no?—pero que, por suerte, no había víctimas humanas. En la sala se podía ver a la señora, sus hijos, algún vecino comentando el evento, mientras el furgón incrustado seguía en su lugar.
Todos sabemos cómo crece esa extensa zona suburbana que abarca, por lo menos, el sur y el este de Managua, con tendencia a convertir en una sola área metropolitana lo que comprende las ciudades de Masaya y Granada, así como amenaza con trepar sobre los bosques del Crucero hacia el sur.
Sin mucha exageración podría decirse que estas zonas suburbanas crecen en los márgenes de las carreteras (que, en realidad, son sólo dos angostas vías). Carreteras, además, que tienen que soportar el tránsito de carga, porque no hay tren en Centroamérica ni vías alternas de transporte pesado. Así que el transporte de pasajeros y los conductores con vehículo propio deben pelear el espacio del viaje con los camiones. Sin duda, esto eleva varias veces los riesgos de accidentes. A veces, se cuentan filas de hasta 20 furgones con su marca correspondiente, digamos TRANSAMERICA, bajando en el atardecer por el bosque del Crucero.
Figura 2: el caballo muerto.
Un enero de hace algunos años. Las bolsas de viento que golpean el páramo con fuerza, empujaron al furgón hacia el costado. Los caballos venían en ese mismo viento galopando, habían saltado el cerco (por los ácidos que vienen del volcán, quizá, todo se seca rápidamente en esta área) e iban a cruzar la carretera: buscaban quizá hierba fresca. Uno de ellos recibió el impacto del furgón y cayó en el centro de la carretera dando un golpe de vientre. Cuando pasamos y lo vimos desde el bus, se arrastraba y sangraba pero no podía incorporarse.
Uno de los cimientos obvios de la aldea motorizada es una elevada tasa de nacimientos que permite la duplicación en pocos años relativos de la extensión de los pueblos. Este cambio de volumen poblacional no implica una modernización del espacio. La modernización es desigual: se siembran por todas partes antenas para la comunicación por teléfonos móviles pero las ciudades y pueblos crecen de manera desordenada, sin racionalidad urbana o servicios básicos adecuados.
El estado de las carreteras, la polución (incluida la polución sonora) y el estado mental de choferes y pasajeros están íntimamente ligados. Como ya sugerí en mi post anterior, 5 consejos para afrontar el estrés del commuter, se requieren profilaxis y curas. El uso de la música, atestada de comerciales exaltando un consumo ridículamente agringado (emparedados submarinos del mes, cafés copiados de Starbuck, autos en rebaja, loterías, la felicidad de hablar por teléfono móvil), enfatiza la tortura y la esencia autoritaria de la aldea motorizada: el que tiene un motor conduce y hace oír lo que él (es decir, la aldea en sí) desea.
Figura 3: Allison, historia de taxi
Allison (el nombre anglo en una centroamericana ladina no es ninguna novedad) es una mujer pobre de unos 45 años, con dos hijas adolescentes que a su vez tienen entre ambas tres críos. Ninguna de estas mujeres trabaja de manera convencional. No les entusiasma las zonas francas en donde los taiwaneses disciplinan y explotan mucho. No serán domésticas ni saldrán a vender nada de nada. Viven de un carro convertido en taxi, el cual conducen sus eventuales novios y maridos. Por la noche, el taxi sirve también para raterías de poca monta, algún tráfico de drogas livianas, sus salidas a los bares pobres. No es fácil tener este taxi. Allison está endeudada, los siempre cambiantes choferes-novios la maltratan a ella y a sus hijas. La gasolina sube de precio. Se invierte mucho en reparaciones. Pero su sueño de futuro está claro: cada hija tendrá un taxi propio, con chofer propio quizá, y mejores posibilidades económicas. Ni la escuela ni el empleo formal dan esperanza de futuro a esta mujer, incluso teniendo tres nietos que se acercan a la edad escolar.
Cuando de pronto la ciudad se llena de taxis uno lo percibe inmediatamente: polvo, lodo, consumo. Centenares y miles quieren vivir de esa opción económica. Los jóvenes del politécnico, los maestros desempleados, los agricultores fracasados se convierten en choferes. Las pulperas, los profesionales, los rentistas adquieren taxis para explotarlos. Desde los aparatos ideológicos se exalta la libre competencia y el espíritu empresarial. Las ONGs y Universidades comienzan a hablar del emprendedurismo.
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jueves, febrero 14, 2008
5 consejos para afrontar el estrés del commuter
Third World Commuter (that´s me)
Commuting, dice la Biblia, "es el proceso de viaje entre un lugar de residencia y uno de trabajo".En mi caso Jinotepe (ciudad fresca etcétera) y Managua (ciudad infernal etcétera).
Viajo en bus. Últimamente con audífonos Koss para evitar a las putas emisoras favoritas de los choferes, las emisoras más siniestras del dial nica: 98.7 y 95.5 FM, amor, muerte o romanticismo.
En mi nota Intermortales ya describí algo de los mecanismos culturales que operan en un viaje simple con los chicos reaggetoneros. No mencioné por parapraxia evidente estas últimas emisoras siniestras (las "románticas") que pertenecen más bien a los desvencijados (20 años en permanente uso) buses de la ex-Turnica (llamada de manera escandalosa y machista por algunos al ponerle, después de la segunda sílaba, el vocablo que representa a California y al Calcio--CA).
Si Ud. va a Jinotepe by bus va a tener esas dos opciones básicas: reaggeton o 98.7. Pero si Ud. va, y va a diario, también puede desarrollar mecanismos de defensa, de los que propongo algunos.
Tips para soportar el típico estrés del commuter nica sureño
1. Haga listas de la mala música que escucha. Si no queda más remedio que escuchar de verdad esas emisoras (y escucharlas por lo general a alto volumen), entreténgase en una especie de top 40 negativo y vengativo. Yo titulo al mío, por lo general, "Abominables del día" o, en días de más estrés, "Asesinables del día". Como curiosidad, ¿quiénes encabezan mis listas de las últimas semanas?a. Andrea Bocelli
b.Celine Dion
c.Yuri
d. Ricardo Montaner
e. Jarabe de palo
f. Ana Gabriel
g. Maná
Un corolario correspondiente: elaborar listas de lo mediocre también exige concentración y gusto.
2.
3. Admire el paisaje/ dé cuenta de las estaciones. Excepto cuando la lluvia, la bajada y subida de El Crucero es una experiencia colorida. Va siendo cada vez menos. Ese bello bosque de la bajada va mostrando cada vez más zonas peloneadas. Va disminuyendo la gama de los verdes. ¿Por qué no hacen un parque nacional- reserva en esta zona? ¿Veremos a la Medusa Managua tragarse este paisaje? Todavía se puede esperar con entusiasmo, sin embargo, el florecimiento de los corteses entre febrero y marzo.
4. Escuche una música particular. Recientemente he migrado del toca CD portable al toca mp3. Las dificultades del viaje me han obligado a buscar mejores audífonos: hay que cuidar los oídos y librarse de 98.7. Hay músicas que no son para viajar. Nunca podré escuchar a Thelonious en un bus atestado de pasajeros, eso es mucho más íntimo. Pero hay músicas más extrovertidas y dúctiles. Para mí ha sido últimamente sobre todo Bacharach en varias versiones: la que hizo Dusty, por ejemplo, de I just don´t know what to do with my self.
5. Disfrute su pertenencia. Tomar el bus para la capital y regresar a la ciudad dormitorio es una declaración de pertenencia. El clima, la gente, la velocidad, el paisaje , el fin de semana, todo espera tras esa breve aventura diaria.
(Tono turístico de este artículo cortesía del Festival de Poesía).
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lunes, febrero 11, 2008
Aprendiendo / enseñando cultura
La semana pasada comenzaron las clases universitarias e inició el curso de cultura mesoamericana que imparto en la UCA. Por eso me parece pertinente reflexionar sobre lo que he aprendido enseñando ese mismo curso en los últimos años.
Y esto porque ponen a prueba:
Posibilidades de cambio/ posibilidades de los valores
En los últimos años he ido modelando el contenido y el estilo de enseñanza del curso. Algunos puntos fundamentales del aprendizaje que propongo son:
En otras palabras: un esquema antropológico modelado por el postcolonialismo que trata de salir del relativismo. O de manera más práctica: los condicionamientos históricos y políticos de la cultura y la posibilidad de los valores.
Esto suena abstracto pero deja de serlo cuando aterriza en problemas concretos:
De hecho, estos tres textos, aunque no son por supuesto los únicos para leer, forman el eje “ideológico” del curso.
Un hecho político
Para el tiempo de la Cruzada de alfabetización—primera gran experiencia pedagógica de muchos de mi generación—aprendí que la alfabetización es un hecho político con implicaciones pedagógicas (y no al revés). Esa especie de guía mental de los alfabetizadores provenía, por supuesto, de Paulo Freire.
Y es asombroso (pero a la vez natural) que una verdad como esa busque la realidad (la realización) tantos años después.
Como sabrán los expertos, en la escuela de postgrado se suele jugar al más listo. Muchas horas son consumidas en la competencia de la última lectura y el último teórico. En condiciones de predominio del supermercado de la teoría, esto se vuelve obcecación.
¿Es esto conformismo? ¿Marrulla contra sí mismo o contra los alumnos? Podría ser.
Una última nota sobre el concepto de Mesoamérica. En vez del concepto arqueológico, remitido a las culturas prehispánicas, en este caso hablamos del conjunto plural de culturas que habitan los espacios de México y Centroamérica, estableciendo ejes sincrónicos y diacrónicos de sus convivencias y conflictos.
Buscamos unir lo existente y lo temporal.
pedagogía
cultura
Mesoamérica
He aprendido fundamentalmente que los cursos universitarios constituyen un escenario político decisivo.
Y esto porque ponen a prueba:
--La teoría: Uno puede estar al “último grito” en teoría, o ser más o menos dogmático o heterodoxo. Impartir este curso pone a prueba qué tan superficial es en realidad mi teoría, sobre todo el vocabulario especializado, y hasta dónde mi dogmatismo es autoritario o mi heterodoxia es acomodaticia y resignada.
--La ética personal: Dar un curso es tener y administrar una posición de poder. Todo lo dicho en el ítem anterior debe ser sopesado según esta verdad.
Posibilidades de cambio/ posibilidades de los valores
En los últimos años he ido modelando el contenido y el estilo de enseñanza del curso. Algunos puntos fundamentales del aprendizaje que propongo son:
1. Los ejes temporales y espaciales de las culturas
2. La colonialidad como hecho fundamental
3. Sabiendo que “no hay un documento de civilización que no sea, a la vez, un documento de barbarie”, pensar las posibilidades de cambio a partir de la cultura.
En otras palabras: un esquema antropológico modelado por el postcolonialismo que trata de salir del relativismo. O de manera más práctica: los condicionamientos históricos y políticos de la cultura y la posibilidad de los valores.
Esto suena abstracto pero deja de serlo cuando aterriza en problemas concretos:
1. La observación de un grupo cultural. Por ejemplo, Octavio Paz analizando a los pachucos (en El laberinto de la soledad).
2. Las diferencias de género y sexualidad. Por ejemplo, durante el carnaval del Torovenado de Masaya (tal como lo estudia Erick Blandón en Barroco descalzo)
3. La subalternidad. Por ejemplo, en el testimonio de Rigoberta Menchú (Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia).
De hecho, estos tres textos, aunque no son por supuesto los únicos para leer, forman el eje “ideológico” del curso.
Para el tiempo de la Cruzada de alfabetización—primera gran experiencia pedagógica de muchos de mi generación—aprendí que la alfabetización es un hecho político con implicaciones pedagógicas (y no al revés). Esa especie de guía mental de los alfabetizadores provenía, por supuesto, de Paulo Freire.
Y es asombroso (pero a la vez natural) que una verdad como esa busque la realidad (la realización) tantos años después.
He aprendido que se aprende por larga duración, y que hay que buscar en sí mismo los hilos que conecten tu propia experiencia con la de la clase concreta.
Como sabrán los expertos, en la escuela de postgrado se suele jugar al más listo. Muchas horas son consumidas en la competencia de la última lectura y el último teórico. En condiciones de predominio del supermercado de la teoría, esto se vuelve obcecación.
Sin embargo, un curso de pregrado en condiciones reales (sobre todo en condiciones de una universidad nicaragüense) deja poco espacio a la pedantería.
¿Es esto conformismo? ¿Marrulla contra sí mismo o contra los alumnos? Podría ser.
En un curso de cultura se camina en un angosto espacio: a un lado la trampa de la simpleza; al otro, la esquizofrenia de la teoría.
Una última nota sobre el concepto de Mesoamérica. En vez del concepto arqueológico, remitido a las culturas prehispánicas, en este caso hablamos del conjunto plural de culturas que habitan los espacios de México y Centroamérica, estableciendo ejes sincrónicos y diacrónicos de sus convivencias y conflictos.
Buscamos unir lo existente y lo temporal.
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jueves, febrero 07, 2008
ICEBERG INVERTIDO
Tarea de escritura
Un escritor debería conocer los condicionamientos culturales y materiales que inciden en su tarea. Pero conocerlos no es fácil.Quizá uno los sabe sólo vagamente, los averigua por la noche pero los olvida en el día. Se acerca a enunciarlos al despunte de la mañana y desiste en pleno mediodía. De ahí, en parte, la angustia de Carlos Martínez Rivas:
“Y para todo esto sólo se te dieron palabras,De las “vagas reglas” para escribir casi nadie habla en Nicaragua. Esto porque la escritura conserva por aquí cierto halo de divinidad. Todos hemos hecho proyectos para ONGs, artículos por encargo, o hemos ayudado a editar textos y libros vacíos. Trabajos alimentarios, es verdad, con los que no queremos ensuciar el manto sagrado de la escritura.
verbos y algunas vagas reglas. Nada tangible.”
¿Pero no son estos textos paralimentarios elementos fundamentales de esa otra cosa que queremos llamar escritura? ¿No la condicionan?
A mí me entusiasma la escritura de este blog, precisamente, por esa incertidumbre autoinflingida: la mixtura del texto, su degeneración, su indecisión. Pero soy conciente que en ese entusiasmo por lo débil e híbrido habita un peligro.
Tibieza
Al hacer el respectivo examen de conciencia he sentido, a veces, la amenaza de la tibieza. El famoso dictamen apocalíptico:“Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”. Apocalipsis 3-16
De hecho vivimos en un mundo tibio. Así como somos tibios consumistas, la filosofía del presente es pensamiento débil.
Durante el examen de conciencia elaboro una agenda mínima de los asuntos de la lucha diaria que componen la constelación material de lo que bien o mal escribo.
Agenda mínima
1. hijos y familia
2. respeto propio
3. tiempo para crear
4. distinguir la verdad
No sé si este tipo de listas adquirirá sentido escritural o sólo es detritus (y por algo va para el blog). Quizá se quede sólo en el orbe de los valores y la materialidad. Incluso el orden de elementos es conflictivo: por qué no “distinguir la verdad” de primero? por qué no el “respeto propio” en un presente tan mercantil?
En resumen: el asunto del marco material en que escribo no se deja escribir tan fácilmente pero abarca más de lo que visualmente mostraría una escritura "bonita".
Y la teoría del iceberg, por cierto, ha envejecido.
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lunes, febrero 04, 2008
Cómo dejé de preocuparme de política y aprendí a dejar de ver noticias en TV
Todo comenzó con dos o tres analistas políticos que tienen tanto de profetas como lo tienen de tahúres (y, a la vez, de profesores y académicos correspondientes.
Y también tiene que ver con dos o tres columnistas políticos con los que siempre estoy en desacuerdo.
Jugando a Procusto quise durante meses hacer corresponder algo de mis creencias y expectativas con las suyas. Inútil tarea: mis pies se congelarán antes de encontrar lecho ideológico en el reino de esos grandes y estilizados egos, por no hablar de esos grandes y saturados periódicos.
Mi decisión fue terminante. Siguiendo de perfil la doctrina cristiana iba a aprender a amar a esos contradictorios analistas y cronistas por el único medio posible: dejar de leerlos. Ya mis mañanas son más tolerables: no espero estar de acuerdo con ninguna columna, simplemente leo los nombres de los cronistas y paso la página (o no hago click en el link de sus artículos). De esa manera sus nombres se han vuelto divisas pacíficas para mí.
Por supuesto, no es que yo haya renunciado a mis creencias políticas, o que la autocensura me haya ganado. Tampoco es que la Nueva Era me haya enseñado la armonía universal: sigo creyendo que el mundo es bastante injusto y que hay que hacer algo al respecto. Más bien una opción pragmática me parece más efectiva.
Si en realidad persigo una accionar político con su correspondiente teoría (que es lo que en última instancia se busca en las columnas de política) mejor inquirir por el lado de los clásicos: Marx, por ejemplo. Cuántas pequeñas revueltas intestinas y escandalosas escenificadas por la mente bipolar de la pequeña burguesía de Managua se evitaría uno con una sola página del 18 Brumario. En resumen, un apotegma fundamental:
Las páginas de opinión de los diarios no son el primer escenario de la acción política que Ud., hipócrita lector, busca (si es que de verdad lo busca).
Reconozco que el deseo de estar al día, de ser responsable y ayudar a cambiar el mundo puede llevar a confundir la necesidad de adquirir una teoría política para hacerla efectiva en la práctica, con la labor pedagógica que ejercen los “analistas” y cronistas políticos. En Nicaragua casi no hay bibliotecas, y no es económico (a veces tampoco racional) comprar libros: ¿cómo aprende uno de economía y postmodernismo, por decir algo, sino por lo que alguien un poquito más entrenado en esos temas puede presentar, y con el arte más o menos efectivo que pueda, en el periódico? (Además, el predominio de la Internet hacer surgir otra falsa expectativa: que la cultura universal, incluida la teoría política está a un click distancia. Pero este es, casi, otro tema.)
El hecho demostrable es que tras de la broza de la bronca política algo de teoría hay, pero en estado putrefacto. Aquí se impone una simple decisión y responsabilidad personal: no conformarse con ese estado residual y podrido con que se presenta la teoría política en nuestros patriarcales y pedagógicos medios de comunicación. Y de ahí otra razón para no leer, o leer menos, en todo caso atender menos, la omnipresencia de los analistas:
En los medios el aprendizaje de la teoría política está desactivado por los intereses personales, sean estos los de los egos de los analistas, o los de los dueños de los medios. No se aprende a partir de ese tipo de privatización (o egocomposición) de la política.
(Una consigna política que se puede levantar inmediatamente es la de reinvindicar las bibliotecas, sean estas físicas o virtuales, como vías de contradicción de la egocomposición de la política.)
Por supuesto que es justo plantearse que si el planeta se está haciendo mierda desde el punto de vista ecológico, e Irak y Guantánamo son muestras del permanente estado de excepción en el que vivimos, y los ricos son cada vez más ricos, ¿cómo se puede tolerar el sentimiento de culpa de no abrazar las grandes causas? Si algo bueno ha hecho el postmodernismo es demostrar lo difícil que es en estos tiempos ese abrazo de la totalidad. No es que la totalidad no exista, no es que no haya grandes causas, tampoco es que los grandes relatos sean pecaminosos. Es que con la globalización y la reducción de los Estados hay demasiada fragmentación, y esta fragmentación privatiza cada vez más las ideas y la teoría. Sin saberlo, muchos de nuestros analistas y cronistas políticos son un síntoma de esta fragmentación: ven el mundo de una forma supuestamente pragmática pero no han dejado de despotricar y teorizar (aunque sea residualmente) a partir de los problemas de su ombligo. Por lo tanto es justo decir que:
No se abrazan las grandes causas a través de las ideas y egos de los analistas y cronistas políticos.
Si ninguna de estas tres opciones de desactivación de columnistas políticos llega a ser suficientemente convincente (los analistas son una plaga existente e insistente), siempre es bueno algo de profilaxis. Una vez vi a uno de esos analistas políticos hablando mal de los políticos habiendo sido él mismo funcionario gubernamental, no entendía cómo no se desactivaba él mismo como político para seguir hablando mal de los políticos. Por eso, una última recomendación:
Si Ud. no ha sido nunca funcionario gubernamental descrea de aquellos “analistas políticos” que han trabajado en algún momento para algún gobierno. Son de los peores.
Ver también Se busca analistas políticos
politica
Y también tiene que ver con dos o tres columnistas políticos con los que siempre estoy en desacuerdo.
Jugando a Procusto quise durante meses hacer corresponder algo de mis creencias y expectativas con las suyas. Inútil tarea: mis pies se congelarán antes de encontrar lecho ideológico en el reino de esos grandes y estilizados egos, por no hablar de esos grandes y saturados periódicos.
Mi decisión fue terminante. Siguiendo de perfil la doctrina cristiana iba a aprender a amar a esos contradictorios analistas y cronistas por el único medio posible: dejar de leerlos. Ya mis mañanas son más tolerables: no espero estar de acuerdo con ninguna columna, simplemente leo los nombres de los cronistas y paso la página (o no hago click en el link de sus artículos). De esa manera sus nombres se han vuelto divisas pacíficas para mí.
Por supuesto, no es que yo haya renunciado a mis creencias políticas, o que la autocensura me haya ganado. Tampoco es que la Nueva Era me haya enseñado la armonía universal: sigo creyendo que el mundo es bastante injusto y que hay que hacer algo al respecto. Más bien una opción pragmática me parece más efectiva.
Si en realidad persigo una accionar político con su correspondiente teoría (que es lo que en última instancia se busca en las columnas de política) mejor inquirir por el lado de los clásicos: Marx, por ejemplo. Cuántas pequeñas revueltas intestinas y escandalosas escenificadas por la mente bipolar de la pequeña burguesía de Managua se evitaría uno con una sola página del 18 Brumario. En resumen, un apotegma fundamental:
Las páginas de opinión de los diarios no son el primer escenario de la acción política que Ud., hipócrita lector, busca (si es que de verdad lo busca).
Reconozco que el deseo de estar al día, de ser responsable y ayudar a cambiar el mundo puede llevar a confundir la necesidad de adquirir una teoría política para hacerla efectiva en la práctica, con la labor pedagógica que ejercen los “analistas” y cronistas políticos. En Nicaragua casi no hay bibliotecas, y no es económico (a veces tampoco racional) comprar libros: ¿cómo aprende uno de economía y postmodernismo, por decir algo, sino por lo que alguien un poquito más entrenado en esos temas puede presentar, y con el arte más o menos efectivo que pueda, en el periódico? (Además, el predominio de la Internet hacer surgir otra falsa expectativa: que la cultura universal, incluida la teoría política está a un click distancia. Pero este es, casi, otro tema.)
El hecho demostrable es que tras de la broza de la bronca política algo de teoría hay, pero en estado putrefacto. Aquí se impone una simple decisión y responsabilidad personal: no conformarse con ese estado residual y podrido con que se presenta la teoría política en nuestros patriarcales y pedagógicos medios de comunicación. Y de ahí otra razón para no leer, o leer menos, en todo caso atender menos, la omnipresencia de los analistas:
En los medios el aprendizaje de la teoría política está desactivado por los intereses personales, sean estos los de los egos de los analistas, o los de los dueños de los medios. No se aprende a partir de ese tipo de privatización (o egocomposición) de la política.
(Una consigna política que se puede levantar inmediatamente es la de reinvindicar las bibliotecas, sean estas físicas o virtuales, como vías de contradicción de la egocomposición de la política.)
Por supuesto que es justo plantearse que si el planeta se está haciendo mierda desde el punto de vista ecológico, e Irak y Guantánamo son muestras del permanente estado de excepción en el que vivimos, y los ricos son cada vez más ricos, ¿cómo se puede tolerar el sentimiento de culpa de no abrazar las grandes causas? Si algo bueno ha hecho el postmodernismo es demostrar lo difícil que es en estos tiempos ese abrazo de la totalidad. No es que la totalidad no exista, no es que no haya grandes causas, tampoco es que los grandes relatos sean pecaminosos. Es que con la globalización y la reducción de los Estados hay demasiada fragmentación, y esta fragmentación privatiza cada vez más las ideas y la teoría. Sin saberlo, muchos de nuestros analistas y cronistas políticos son un síntoma de esta fragmentación: ven el mundo de una forma supuestamente pragmática pero no han dejado de despotricar y teorizar (aunque sea residualmente) a partir de los problemas de su ombligo. Por lo tanto es justo decir que:
No se abrazan las grandes causas a través de las ideas y egos de los analistas y cronistas políticos.
Si ninguna de estas tres opciones de desactivación de columnistas políticos llega a ser suficientemente convincente (los analistas son una plaga existente e insistente), siempre es bueno algo de profilaxis. Una vez vi a uno de esos analistas políticos hablando mal de los políticos habiendo sido él mismo funcionario gubernamental, no entendía cómo no se desactivaba él mismo como político para seguir hablando mal de los políticos. Por eso, una última recomendación:
Si Ud. no ha sido nunca funcionario gubernamental descrea de aquellos “analistas políticos” que han trabajado en algún momento para algún gobierno. Son de los peores.
Ver también Se busca analistas políticos
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