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miércoles, febrero 09, 2011

Fuera del limbo

Ya he hablado otras veces en este blog de la juventud como objeto de deseo.

Un deseo y una práctica de apropiación y control ejercida por intelectuales y políticos, y que resulta estratégica para guiar ideológicamente.

Como en Nicaragua está tan poco establecida la Universidad y la escuela (ese "aparato ideológico del Estado" que diría Althusser), el deseo por la juventud trasciende esos lugares oficiales para desplegarse en la personalidad del maestro.

Nuestro (es un decir) José Coronel Urtecho es el arquetipo, hombre símbolo del círculo de jóvenes adoctrinados que acatan su voz o, como aparece con más frecuencia enunciado, su conversación en una especie de "círculo de estudio" como lo llamaban los marxistas de los 1970s, práctica que en realidad se remonta a un ejercicio ignaciano.

En tiempos recientes este deseo por la juventud se ha combinado con otra superstición notable: considerar la vida política y el poder político la fuente de todo sentido (moral, nacional, humano, generacional).

Es casi una teología.

Así tenemos, en un ejemplo reciente, a Gioconda Belli haciendo depender su lucidez (quizá cualquier lucidez) de las eventualidades políticas de Daniel Ortega.

En algo parecido incurre Andrés Pérez Baltodano cuando se refiere a la generación de los 1980s como un "peldaño roto" que ha imposibilitado la renovación generacional de la clase política.

Pero ¿quién dice que es o ha sido el deseo y el sentido de esa generación tal relevo político? Sobre todo, ¿cómo hablar en nombre de una generación "pasmada" (que así la llama el politólogo) tan difícil de captar y que, como ya he dicho otras veces, está dividida en clases?

Por supuesto, no se me ocurre a mí tampoco hablar por los de los 1980s.

Pero, ya de forma personal, no me identifico para nada con una identidad patética del estilo "peldaño roto". No creo haber estado nunca, al menos no predominantemente, en "un limbo político y emocional", o "inmovilizado".

Pienso, además, que la juventud se está sobrevalorando por las razones obvias que dije primero (control ideológico), y por otras razones que ya son de época.

Algo como lo que piensa Ignacio Echevarría hablando de crítica y literatura: "la juventud, de la que emergía antes la expectativa principal de transgresión, es hoy objeto de una adulación anestesiante".

miércoles, diciembre 01, 2010

Cirujías

Sí, hay un hiato entre la crítica y los escritores.

Escritores de esos que CMR llamó "publicadores de libros".

No juego al radical, hablo de un hecho.

Es que el crítico está acostumbrado a pensar en términos históricos o, al menos, historicistas. No saca la pistola sino a don Pedro Henríquez Ureña, edición Ayacucho.

Lo que es El País y la ferias de libro les tiene muy sin cuidado quién diablos es ese pobrecito de don Pedro.

Su sentido de la historia es sintético, con la pasión y el grosor de un lugar común. Vea sino este conversatorio.

A mí me horrorizó la terrible deshistorización de esa conversación, la reducción de lo latinoamericano a una anécdota light sobre los temas mercadeables. El ANTES y DESPUÉS de una cirugía estética llamada historia de la cultura.

La TV se ha cagao en (nos)OTROS.

(pobre don Pedro desvelado/ con su Historia cultural y literaria/ de la América hispánica)

El país es horrible. Cómo puede conformarse con metáforas tan convencionales pero sobre todo IDEOLÓGICAS (se vale alzar la voz en esta parte) como la que atribuye el carácter de "bálsamo" a la cultura, o la que acaba invocando casi como Delia Fiallos "el drama avasallador de la condición humana".

Cómo acumular "temas eternos" con avidez televisiva? Léase ese conversatorio.

Cómo llegar al "tema menor" sin pasar por la "literatura menor" (¡por fin un tema deleuziano que puede ser latinoamericano!)?

Por qué inventar que el humor lo ha descubierto ahora el neocapitalismo desconociendo una obvia acumulación colonial de ironía y humor, señor Güegüense?

Se me ocurre un cuento sobre un crítico (un crítico digamos pre-sartreano pre-foucaultiano) que es devorado no por el New Age Orientalista ni por la TV ni por la Universidad sino por "la condición humana" (no, no le puedo quitar las comillas).

Sí, hay un hiato entre la crítica y los escritores.

Yo por mi parte espero que no se reconcilien nunca.

jueves, septiembre 16, 2010

Hacia una antología apocalíptica

Me gustaría presentar a partir de aquí un segmento descriptivo. Es preciso, por cuestiones de metodología, y también por cuestiones de proximidad e incluso de desconocimiento, hacer un corte geográfico que intentará situar mis hipótesis principales en un territorio apocalíptico. Me limito a Managua, dejando como tarea pendiente probar convergencias y divergencias con otras áreas urbanas de Centroamérica. Mi inquisición es, además, interesada por ser partícipe de la sintomatología aquí (re)presentada.

Mis fuentes son una pequeña selección de textos de tema distópico seleccionados para la revista L´Ordinaire Latino-American de la Universidad de Toulouse-Mirail, y los libros Holanda, que es una colección de cuentos del joven escritor Rodrigo Peñalba, y el poemario La casa de fuego de Marta Leonor González. En este corpus trataré de observar un sentido destructivo, relacionándolo con la modernidad y las tradiciones políticas y estéticas que señalé al principio.

La escritura nace de la destrucción. La circulación mediática de los desastres naturales y no naturales (New Orleáns, Cuba, el Golfo de México, Pakistán: y con referentes nacionales Managua, pero también Bilwi o Casitas), intensifica una expresividad que explora este condicionamiento discursivo. El personaje del cuento de Rodrigo Peñalba “Inundación” espera en los techos de una Managua inundada a que llegue por aire la salvación. Leo fragmentos del último párrafo de la narración, que mezcla la imaginería de la ciencia ficción y el apocalipsis, con las de las labores de rescate:

Una visión bajo del cielo, con cuatro brazos que agitados a gran velocidad se mantenía suspendida como si colgara de un gran lazo. Cuerpo voluminoso y hueco, y en su interior seres con cráneos de acero y cruces rojas en el pecho que colgaban como crías de marsupial con los cordones umbilicales todavía fijos a su madre. (…) Abandonado me dejé llevar dentro del ser voluminoso, elevándome por los aires, con el océano que enterró a Managua abajo, océano uniforme, perfecto, lodoso, cubierto de nubes, fondo tapizado de cadáveres atrapados en sus casas. El infierno, la perfección. Infierno. Pasteles. Y cielos de cielos, infiernos de infiernos, pasteles de toda suerte. Sube helicóptero, sube. (Holanda 22-23)


Quiero hacer ver que la cerebración del personaje al momento del rescate incluye la evocación de versos de Carlos Martínez Rivas (“Y cielos de cielos, infiernos de infiernos”). Ese paroxismo de la destrucción que anula fronteras entre realidades discursivas, no deja de mostrar una antigua huella literaria entre la suciedad de la inundación (que es también asunto mediático), la poesía es el indicio infernal más cercano al bocado. Como nota marginal habría que decir que la postmodernidad en ámbitos de modernidad abigarrada del estilo de Managua, no se expresa tanto o no sólo por una conversión arquitectónica y urbanística ecléctica, sino también por el rol, con frecuencia amenazador, de la naturaleza y los discursos que quieren apropiársela.

El poema de Ezequiel D´León Masis “Convulsión de suelo” conjetura precisamente el resultado mediático, discursivo y estético de “un terremoto de escala provinciana”, pensando que tal cataclismo ocurriera en Managua (por supuesto, este cálculo está dentro de toda probabilidad para una capital destruida dos veces por terremotos durante el siglo XX). El poema está articulado como apuesta metatextual en la que una lógica de mercado acaba imponiéndose. La primera parte plantea la maquinación estética. Dice así:
El malestar de la vigilia me ha llevado a calcular francas estupideces, como ésta que me aturde ahora acerca de las probabilidades performativas—o suceptibilidades de ser performance—que pueda brindar un terremoto de escala provinciana. La argumentación teórica podría plantearse sobre el concepto de la deconstrucción visual de los elementos arquitectónicos de una ciudad, un pueblo. La obra podrá ser titulada Convulsión de suelo, título que—sé que insisto en algo evidente—será posterior al desastre telúrico…


Aquí resulta evidente que el estado de la función del arte en donde se entrelazan una índole conceptual (hablar de la destrucción) con otra tecnocrática (calcular, planificar, racionalizar la destrucción: una especie de razón postmoderna bifronte. El discurrir del poema deja ver más claramente esta interrelación, pero situando el locus de tal alianza: los medios y el mercado del arte. Dice así el final del poema:
No dejemos de lado la cuestión de la escala provinciana: piénsese que un cataclismo capitalino será cubierto, a sus anchas y chanchas, por los mass media y, nones, lo que se quiere es llevar a categoría de alta costura visual un estruendo que poco se celebre en la boca del alboroto noticiante; así, la sopa que iba a estropearse en la intimidad de la casa deviene proyecto promisorio, capaz de sacarle cierta sumita de billetes a alguna de estas bienales burguesas de la periferia. El arte puede ser más intrincado de lo que apenas solemos imaginar, y hasta más rentable.


En realidad enclavado en el centro del poema de D´Leon Masís aparece un designio “otro” el del trazo modernista (referido a un cuento de Alejo Carpentier) que sublima la lógica devoradora de la destrucción, pero que figura también un camino cerrado.

Otra versión del nacimiento de la escritura a partir de la destrucción aparece en el poema “Que tome vitamina D (de destrucción)” de María del Carmen Pérez. Este caso es más directamente apocalíptico y se ocupa de un futuro distópico en que la poesía vegetal terminará dominando a la poesía animal. Aquí la destrucción reconoce un ámbito mucho más doméstico, dejando claro que la destrucción comienza por casa, y por la propia subjetividad. El poema dice así:

El arcángel bajó
puso un lápiz en la siniestra de la poeta-niña
y ella, viéndose magníficamente poderosa
escribió:

Fuego

Azufre


Miedo

y ceniza sobre Managua.


Luego prendió fuego a su propia casa.

Y así, la poesía animal
quedó transfigurada en perras negras
y la poesía vegetal
comenzó a dominar la ciudad
con enredaderas eróticas, espinudas,
árboles y frutas salvajes
que nacían comúnmente
en el centro
de sus salas.


En este poema la pareja contradictoria de la destrucción, que acaba anulando o marginando cualquier expresividad “animal”, podría ser la “comodificación” (es decir, la transformación del espacio urbano en bienes de capital). Si se considera la paz social de tal espacio después de la destrucción se verá quizá la labor ideal de la globalización: jardines tropicales y periféricos en que se concilian la subjetividad y el paisaje. También aquí aparece, sin embargo, la huella discordante del pasado en las figuras marginales de “las perras negras” cuyo hábitat natural es mucho más destructor y destructivo.

Quisiera, para finalizar con mi recorrido descriptivo, pensar qué pasa con esas huellas y márgenes afectados por la destrucción (en sentido literal: la destrucción opera sobre los afectos) pero no anulados por la lógica apaciguadora. La pregunta, obviamente, por una radicalidad estética posible. Podrían considerarse desde ese ángulo los poemas de Marta Leonor González en que se desplaza la subjetividad autorizada (y autoritaria) típica del relato revolucionario. La experiencia de González parece ser doble. Por un lado, la vida familiar, el arraigo de lo común, y la destrucción de ese mundo. Por otro lado, una especie de subjetividad coral que trata de dar nuevo sentido a ese mundo fragmentado, permanentemente asediado por la violencia. La operación también podría describirse como una interrelación entre melancolía y lucidez: añoranza de lo común, lucidez de su esencial lógica violenta. Así, por ejemplo, en el poema “Cultivo familiar”:
Trago las púas que mi padre sembró,
mi hermano las cultiva.
Mamá esconde el cuaderno
donde la niña garabateó
la casa en llamas
destruida por las palabras.


Aquí es evidente una frontera de poder referida al género que la escritura confronta a través de la destrucción, y otra frontera fundamental referida a la edad y la operación de filiación. La escritura está llena de tanteos, de ocultamientos de manuscritos, de equívocos, de revelaciones provisionales cercadas por la disciplina y la violencia simbólica. El poema continúa diciendo:
En este momento
Veo las páginas tachadas
Los poemas que mamá escribió
Con vergüenza
Y el sueño de armar una ventana
Inventar un color
“amarillo no es azul” me dice
Y vuelvo a la paleta
Donde ella confunde el rosa
Con el fucsia.

Pero papá tiene ese jardín de púas para él
Y noches largas de riego
Donde le acompaña la congoja
Y le descubre el color a las piedras.


La ley del padre parece fijar la subjetividad pero los borramientos y bocetos anteriores siguen operando inconscientemente. Son un espacio irrenunciable que obliga a replantearse la cuestión de la unicidad subjetiva y su relación con la escritura. La escritura es fronteriza porque asedia desde espacios menos autorizados, en cierto sentido más blandos, más ocasionales (son los manuscritos ocultos de la madre). En el poema “Ciudad Juarez: los muros hablan” se puede ver como la escritura ocasional y desautorizada del grafiti puede rearticular lo que antes llamé una subjetividad coral. Algunos fragmentos:
…..
¿Quién pronuncia tu nombre Esmeralda
llamado de piedra?

Verde es el musgo y tu canción.
¿Quién te nombra sino tu hija
emparentada con la muerte?

En los muros tu nombre,
en la calle tu sangre salpicada,
las manchas que los minutos borran.
….


La pareja conceptual que invoqué al principio, la de destrucción e inserción, opera aquí de forma testimonial, pero de un testimonio desapegado (quizá desentendido) de la síntesis nacional. Una escritura de las manchas, las huellas, la marca corporal, el testimonio de la desaparición, el boceto transitorio pero válido. González estaría explorando, pues, lo dejado por la destrucción en un sentido cercano a los textos y autores considerados antes, pero penetrando en los (con)textos de tales procesos de cambio que no suelen ser instantáneos o, tal vez, en que opera un Apocalipsis más extasiado.

Para finalizar, algunas conclusiones. Mi percepción general es que estos textos muestran una preocupación política, aunque obviamente no referida a un proyecto político. No los veo como textos abandonados a una idea literaria (y mucho menos mercantil) de lo literario. Son textos que reaccionan al avance de la globalización, que entienden la motivación y el afecto mediático, que teorizan la relación entre técnica y arte, que comprenden de manera radical la importancia de las escrituras otras y el valor testimonial de los trazas de las víctimas de la destrucción postmoderna. Muestran, pues, una continuidad con las tradiciones centroamericanas en lo que se refiere a la presencia de la identidad, y no como una entidad abstracta, sino, más bien, como una identidad pasional. La lección postvanguardista en cuanto al vínculo ético y estético es, por eso mismo, decisiva. La gran escapada del discurso nacional no implica, pues, para estos creadores una sumergida acrítica en la globalización, sino una problematización cuyos indicios creo que es preciso estudiar.

(Fragmento de ponencia presentada en la Universidad de Chile durante el Encuentro Internacional Poesía y Diversidades: perspectivas críticas en el marco del Bicentenario, 2 de septiembre de 2010.)

martes, septiembre 07, 2010

La juventud como objeto de deseo

No había una abate loco durante los sucesos del 48 (en París) que murió gritando: "Ahorcadme si menciono más de dos veces a la juventud!"?

No, no había, es un personaje ficcional.

Pero no tanto.

Aunque tengo ganas de echarle la culpa a Sócrates (yo, que no soy Aristófanes) por el afán sistematizado (gubernamental, pero hoy oenegizado y massmediatizado) de conducir, seducir, d o m i n a r a la juventud, me limitaré a señalar una fábula nacional: La muerte del hombre símbolo.

El hombre símbolo quiere retener aldeanamente a la juventud vendiéndoles la fábula del humanismo. Aunque él mismo sabe que su biblioteca de clásicos lo es sólo de fachada, y que amuebla en verdad una colección de literatura policial. (Sé qué diría Freud al respecto: se sublima en el crimen, la investigación y el detective, la disciplina militar somocista que, pensaba Coronel, debía embriagar a la juventud. Aquí Coronel es sólo un nombre contradictorio que contiene lo cotidiano y lo utópico.)

Aunque siente un corazón cosmopolita (y repite en veladas escolares aquello de "audaz, cosmopolita" ), el hombre símbolo quiere ver cómo será la aldea de jovenes Frankenteins con que sueña (y Mary no tiene la culpa de esto).

El hombre símbolo, es claro, se resiste a morir.

El hombre símbolo es el notable que habla del futuro, y de la universidad, y de las reglas, y de la incultura, y abundantemente (más de las veces que lo permitiría un abate loco) de la juventud.

Ahorcadle, please, cada vez que la mencione.

viernes, mayo 14, 2010

Que también buscaban amo

Por qué no aprovechan los recientes sucesos para debatir más a fondo el sentido que tiene la educación universitaria en Nicaragua?

Desde las razones por las que el poder administrativo tiene mucho más importancia que el saber/poder (el catálogo de rectores no produce conocimiento!), hasta si los porcentajes del 6% que se invierten en investigación (¿se invierte algo?) son adecuados.

(Por supuesto que no lo son, pero alguna pregunta retórica habría que plantear.)

"Es que todo lo invertimos en becas para que los chavalos pobres estudien." Sí pero ¿eso no es igual a decir que "nosotros" les administramos a los chavalos pobres el lugar social que van a tener en el futuro? Es "nuestra" prometeica apuesta.

Y que la lección aprendida es que administrarle la vida a alguien (biopolítica, señores rectos y rectores) es la gran conquista del "saber administrativo" que todos ponen en primer plano.

(Ya sé que rectores o ex que de casualidad se toparon con Derrida en una fiesta parisina ahuecarán la voz para recitar a Unamuno.)

Por qué no ir a analizar la historia (o la memoria que está más de moda que la otra) y analizar con sinceridad las razones de la entrega de los notables al poder político-administrativo (y con ellos, divos del saber administrativo, entregando la Universidad) en las coyunturas de auge revolucionario.

En fin, quizá la tecnocracia administrativa primitiva no va con la filosofía regenerativa del 98 que parece ser el horizonte epistémico (aunque huérfano de teoría y de recursos) de las Autoridades.

jueves, abril 15, 2010

Ante las cosas exaltadas

Ante las cosas exaltadas que dice pensar: entró al Colegio Centroamérica y proviniendo de una familia pobre de Altagracia (en Managua) aprendió a mirar con ironía (luego con sorna) el talante con que los jesuitas entrenaban a los niños de la clase media alta para hacerlos los futuros miembros de la élite, compuesto de blanqueamiento y pasión por los pobres (y ganas de gobernar).

Ante las cosas exaltadas (sus glorias al amor libre tanto como su pasión por el Tercel que maneja): verlo sufrir en un vuelo de 11 horas hasta Barajas, la forma en que ordena una cerveza Corona. Sentirlo contrastar continuamente los sucios y pobre bulevares de Managua. Esa forma áspera con que acuna su ciudad: la canción ciega y siniestra que le quiere cantar y no se atreve todavía. Contrastar siempre con México D.F. o Miami (ahí donde viaja de vez en cuando).

Otros datos: graduado de la Universidad Nacional donde el mismo devino un contraste. La forma lenta en que humilló a algunas novias de origen mucho más pobre. Su repentina fama de brillante (que era más un contraste interclasista: alguien prendido oscuramente de la doctrina jesuítica que de pronto se desprende en un universo-polvazal llamado Managua).

Su repentina fama de brillante. El Tercel. Los viajes. El vértigo de ser él mismo.

domingo, marzo 21, 2010

Los notables instruyen

Los notables sólo se acuerdan de la Universidad cuando ven sus intereses afectados.

Pero no se preguntan cómo es que esa amenaza a la libertad de pensamiento se vincula con su propia administración de poder cultural como notables y con la ruina de la Universidad (porque al parecer no les importaría que la Universidad estuviese en ruinas con tal de que fuera "autónoma" y en esa Universidad en ruinas se pudiera "pensar libremente").

Y tampoco se preguntan por sucesos históricos recientes en los que todos ellos estuvieron involucrados.

Si la cultura está organizada en torno a la Personalidad, hay poco espacio para la Universidad. Y en sentido pragmático: a la Universidad se va por la Personalidad. Al menos era esa la tardía lógica nicaragüense de los años 1950s.

Pero esa época ya debería estar superada, y no debería ser restituida. Y los notables, como es lógico, todavía padecen esa añoranza.

Sin ponerse a pensar todo lo que perdió la Universidad de autonomía en los 80s, cuando se partidizó de verdad (y con anuencia de los notables).

Y luego toda la autonomía que perdió la Universidad frente al mercado desde los 90s para acá. (Si algunas universidades privadas parecen sucursales de Movistar y Claro).

Y mucho más intimamente: toda la lógica de mercado que ha operado esmeradamente en la Universidad (y que algunos de esos notables han avalado), y el desprecio sistemático por las Humanidades (que en este blog he tratado varias veces), en un país en que, de hecho, han desaparecido.

Una ausencia de las Humanidades que no puede ser subsanada por la presencia de la Personalidad y del Notable.

Pero, además, por las maniobras de poder a que están acostumbrados, estos notables tienen bastante empeñada su labor como intelectuales críticos. Son de hecho operadores políticos, opositores, partidistas u oficialistas, según soplan los aires y según les conviene.

Si han empeñado su propia autonomía política es bastante irónico su reclamo de independencia, y sus instrucciones a cerca de todo lo independiente que debe ser un estudiante universitario de verdad.

miércoles, julio 29, 2009

El material humano de Rey Rosa



En el tramo San José-Jinotepe, de vuelta del II Congreso Centroamericano de Estudios Culturales, voy leyendo El material humano, último libro (no digo novela, aunque es) de Rodrigo Rey Rosa.

Pero antes: el Congreso, que había sido organizado por la Universidad Nacional de Honduras, tuvo que irse a San José porque entre otras cosas los golpistas hondureños las tienen todas contra la cultura y la libre expresión. Pero, de todas formas, gracias a la diligencia de Héctor Leyva, de la UNAH, y la oportuna intervención de los compañeros de la Universidad de Costa Rica el Congreso ha sido un éxito organizativo y académico.

Y para volver al libro: quizá no se ponderará suficiente el gesto de Foucault de irse a los archivos médicos, siquiátricos o policíacos para estudiar el poder. Esa acción (ir al archivo) que ha sido sustituida en muchos epígonos por la chocarrería verbal, sigue siendo necesaria y vital.

Rey Rosa va al Archivo policial guatemalteco, que fue redescubierto en 2005, y en especial al Gabinete de Identificación, para tratar de armar una eventual historia, que incluso narrada como fracaso narrativo, resulta muy diversa y sugerente.

Hilos no le falta a esta historia que no se concreta: sobre todo la continuidad del pensamiento biopolítico del Estado guatemalteco, incluso durante el tiempo de la revolución del 44, encarnada en la personalidad del criminólogo Benedicto Tun que dirige el Gabinete durante casi toda su vida.

Pero la narrativa es también la de un escritor diletante y célebre que intenta explicarse la violencia de Guatemala a través del Archivo y su orden.

El texto, además de algunas muestras directas de las identificaciones criminológicas, está presentado en forma de un diario en que el narrador se confunde con el autor en una narrativa que se podría llamar moral.

En contraste con lo tendencialmente rimbombante de la temática de algunos novelistas centroamericanos (la Historia y la Personalidad que Han Asaltado a la Nación), Rey Rosa practica lo que con Deleuze tendría que llamarse una literatura menor. En realidad una literatura de frontera: reflexión sobre los límites de la literatura en un contexto en donde el extrañamiento identitario (qué significa, por ejemplo, ser indígena en Guatemala) convive con el disfrute hedonista del paisaje (la función tradicional que se ha asignado a la literatura centroamericana criolla o ladina).

Esa fractura que es, por supuesto, una continuidad latinoamericana convive y se entrelaza con otras fracturas: en especial las que han quedado abiertas como conflictos morales y políticos tras la finalización del conflicto armado en Guatemala. (Leer este libro en clave salvadoreña o nicaragüense se vuelve casi una necesidad.)

El libro de Rey Rosa hace pensar, además, en la importancia de seguir el hilo a la ocupación biopolítica del Estado y sus representaciones literarias, lo que daría para relecturas interesantes de El señor presidente y Ecce Pericles, entre otras.

lunes, julio 27, 2009

Recortes

(Conversaciones seguidas en San Salvador, Providence, Berlín y San José.)

Mucho más nicaragüense por el color de piel.

Pero qué pasa de verdad ahora en Nicaragua?

Porque como mi acercamiento es desde fuera, y confieso que nunca he estado.

Risas barajadas. Sobre la hierba corre el viento como una liebre o una descarga de electricidad.

Sí, nuestro divorcio fue más bien violento. Tuve que regresarme.

Tienes que estudiar a Dalton de forma política: te lo encomiendo, en serio.

Ni siquiera reconocía mi libro.

Sos un comeaños superexitoso.

Ahí serías un informante nativo nada más.

Zizek es un payaso, pero sí dijo eso de Chávez, entonces estoy con Zizek.

Por qué estarán tan impresionados por el documento de las 72 horas?

Pero por qué habrían de sentir lo contrario?

Entonces cómo explicás el caso de la Doris?

Tienen que alquilar un vehículo e irse para Boston el fin de semana, si no van a morir de aburrimiento aquí.

Si la sirvienta se sentó, se sentó.

Pero el MRS va cada vez más neoliberal.

Fue una cagada de Humberto.

Yo también habría tapado mi nariz para poder votar por ellos.

Cuando leo a Agamben estoy pensando en cómo el Estado sandinista ofreció la vida de los jóvenes como ofrenda sacrificial.

Por qué no hubo Comisión de la Verdad en Nicaragua? Es bien simple: nadie puso en duda la victoria armada del ejército sandinista, y ellos retuvieron las armas.

Pero no me digás que Sergio no gobernó porque sí gobernó.

Pero esos montículos rojinegros que vos mencionás sólo sirven de gradas para el entronizamiento del caudillo que es lo que debemos combatir.

Ese es un vergonzante, de los antiorteguistas que acaban votando por Daniel.

Cuando veo el documental de la Meiselas me acuerdo de la escacés del 88: Paula Abdul estaba a punto de ser famosa y no había ni frijoles qué comer.

Ni me lo mencionés, es un pastelero, un filósofo fast-food.

Pero a mí esa estatua de Sandino sobre la mula no me disgusta del todo.

Para la huelga de la Dora María.

Daniel no aprendió nada de la ética del viejo militante.

Ocaso en el down town, entrar al 7 eleven (empleados hindúes) para comprar una tarjeta telefónica. El parque central es la parada de buses: a NY, Boston, Washington.

La clase media se fue licuando.

Voy machacando los cadáveres de Hanna Arendt y Walter Benjamin.

Yo también vengo de una Universidad Jesuita, pero ubicada en Manila.

Y vos qué pensás, que la Mónica no tiene el mismo conflicto? Claro que lo tiene.

Luces de la ciudad: el cielo sobre Berlín susurra, estoy de vuelta a 1998 cuando anduvimos en todos los museos, incluyendo el Museo Erótico.

Esto es lo que tenés que leer. (Luz colada en la librería de Brown University.)

Así fue la caída de Marcos: se reunió mucha gente en la avenida principal de Manila y se quedaron ahí por varios días.

Tuve mis cinco minutos como Homo Sacer allá por el borde de San Fernando en 1984.

Y qué piensa Ud. de la actuación de la Policía Nacional durante los gobiernos neoliberales?

Lectura de Badiou en los aterrizajes y despegues.

Noté algo de ablandamiento en el El Nuevo Diario: "19 de azul y blanco" era demasiado orteguista para mi gusto.

Qué decrépito que está el comandante.

Esta pizza es buena.

Así que vos sos el bloguero de 43 años.

No hay ni uno solo de los comandantes guerrilleros que no esté decrépito.

Se cagaron en mi generación, la desguaparon, te lo juro.

Con algunos neoliberales se puede negociar.

Esperate que quiero estar estratégicamente situado.

jueves, junio 04, 2009

Es posible hacer una pregunta

¿Es posible?

El caso fue que Sergio Ramírez tuvo que suspender la presentación de un libro suyo en la Universidad Nacional de Nicaragua, sede León por las amenazas de boicot de una organización estudiantil expresada en mantas poco amables.

Hay que lamentar el hecho, coincidiendo en parte con el escritor: la Universidad debe ser sitio de diálogo y discusión.

Pero en ese mismo lugar del evento hay que poner la pregunta, si es que se puede.

Ramírez ha invocado un expediente franquista para caracterizar el hecho. Estos muchachos serían herederos de la acción política falangista en contra de los intelectuales, en un clima cultural "cavernario" que recuerda a Franco y el franquismo. (El tema ha sido repetido en las páginas de opinión.)

La pregunta sería pues: ¿por qué ha sido el franquismo y no el neoliberalismo el que ha informado la actitud intolerante de esos jóvenes? ¿a lo mejor fue más bien el populismo? ¿no habría que investigar mejor este punto? ¿qué prueba hay de que el cierre de espacios humanísticos en las Universidades, que es algo más que un síntoma, no ha sido decisivo en este rechazo indirecto de las humanidades? ¿quizá porque los intelectuales fundadores de la nacionalidad literaria fueron admiradores del falangismo debemos suponer que será siempre el franquismo el prístino motivo de los jóvenes? ¿el culto de los notables, que son en sí mismo instituciones, no ha favorecido la idea de que a estos no se les puede hacer ninguna pregunta si no solamente aceptarlos (incluyendo el servilismo) o rechazarlos de plano? ¿y cuánto han hecho los notables por favorecer un clima de debate en las universidades?






jueves, mayo 14, 2009

16 riesgos de la Universidad frente a la Empresa

Un artículo de Tünnermann sobre "La relación universidad-empresa" que apareció ayer en un diario nacional, motiva en parte estas reflexiones sobre la universidad, la empresa y las humanidades.

1. El riesgo de reducir la Universidad a la producción de lo utilitario, empírico, aplicable.

2. Reducirla, así, en su posibilidad crítica.

3. Viejo "conflicto de las facultades" recolocado en un mercado periférico o infranacional, en donde las Humanidades llevan las de perder.

4. "Sectorizar" la Universidad y la Empresa bajo un paradigma neodesarrollista en que lo crítico es de hecho sustituido.

5. No hacerle ni una sola pregunta académica a la Empresa.

6. No saber nada de la historia cultural de la Empresa. Su excentricidad y sus costumbres. A saber: que funciona con el corazón puesto en el extranjero, y no sabe nada de inversión en educación. Que se educa para gobernar manteniendo una estructura de dominio clasista, racista, etnicista, machista.

7. Quedar satisfecho con que las Humanidades se reduzcan al culto dariano y festivales adyacentes que resultan monumentos a la pobreza cultural. (Y no es pobreza cultural de los pobres, que es de otro tipo, sino pobreza cultural de las clases medias y altas que viven de eso.)

8. Convencer a la Empresa, fundamentalmente la Empresa Financiera, que basta con financiar la mochila de libros de la biblioteca "nicaragüense" para que todo esté en paz, manteniendo cierta hegemonía cultural.

9. Dejar la antropología, historia, sociología, arqueología, ciencias humanas y sociales en sitios "de fuera", ONGs y academias no situadas aquí (lo que enfatiza las agendas excéntricas).

10. Ese saber y esas ciencias no han existido por falta de financiamiento del Estado y la Empresa. Y no es con ensayos nacionales que se subsana ese vacío.

11. No sé si será kantiano, pero la autonomía (su fundamento) no saldrá de la tecnología.

12. No pensar en la tecnología y la ausencia tecnológica más obvia y evidente: saber leer y escribir, enseñar a leer y escribir a los universitarios.

13. ¿Cómo operar un convencimiento cultural en la Empresa?

14. ¿Cómo hacer para que lo que la Empresa invierte en educación (exageremos), no lo invierta con el patetismo de la caridad cristiana, sino con un convencimiento más profundo, liberal, si se quiere, en las bondades de la educación humanista?

15. ¿O será que irremediablemente las Universidades tendrán que devenir empresas, o no ser?

16. Contra la simbiosis Universidad-Empresa.

martes, abril 28, 2009

Posguerra y mercado

Hace dos semanas: vuelo en una pipilacha de Lacsa a San Salvador. Llanuras terrígenas sobre las que parpadea el avión. Ventanillas por las que miro las hélices batir. Vuelo de menos de una hora.

Comalapa es quizá la verdadera puerta internacional de Centroamérica. La conexión en que se agrupan los monopolios coloridos con su orden de mangas y salidas.

Tengo alguna experiencia de fronteras centroamericanas terrestres. Esos lugares vacíos y angustiantes. Esos buses con cucarachas diminutas. Aquellos baños infestos. Son lugares provincianos y vertiginosos, y por entero narrativos (se puede contar desde las marcas en la pared de los urinarios hasta las costumbres de los monos congos que pululan en los guanacastes de Peñas Blancas).

Los aeropuertos, en cambio, son lugares provincializados por la (pos)modernidad comercial, hermanos disolventes de los malls, y por entero antinarrativos.

Aun así, voy en este viaje por razones literarias. Asisto en la UCA de San Salvador a un seminario sobre narrativas centroamericanas de posguerra, evento organizado también por la Universidad de Liverpool. Voy a leer mi texto "Posguerra(s) y mercado en Centroamérica: narrativas transnacionales de los orígenes, la afiliación y el canon" (pdf).

El encuentro resulta muy enriquecedor. Hay una mesa redonda con escritores salvadoreños, entre otros Manlio Argueta, David Hernández, Jorge Galán y Claudia Hernández. La posguerra no se ha escrito, es una especie de tema-amenaza ante la cual hay que afilar la disciplina artística.

Los académicos hablan, hablamos, en otros tonos. La diáspora en el norte y la hibridez identitaria. La permanencia de la escritura como artefacto crítico. El mercado del libro. Las coyunturas democráticas en la memoria. Los símbolos del nacionalismo. La ética del autor. Los espacios heterotópicos.

(Encuentro, siempre vale la pena decirlo, con viejos amigos, y nuevos.)

Me alegro de la creatividad que muestra la crítica centroamericanista, y la continuidad que se va creando.

Viaje de regreso en la guagua aérea que viene del lado de Los Ángeles.

jueves, marzo 05, 2009

¿Cómo es la vida intelectual en Nicaragua?

1. La pobreza comanda. El neoliberalismo ha desestructurado los centros significativos: la universidad, la educación, los gremios, los centros culturales, etcétera.

2. Hay mucha fragmentación. No todos los intelectuales se sienten representados por los notables. Pero los notables hablan por todos.

3. Los intelectuales reciben muchos No: todo se hace por proyecto pero hay que hablarle a las ONGs y demás organismos en su propia lengua (más o menos "radical"). Eso implica no pocas veces una posición neocolonial.

4. Por supuesto, sólo algunos No alcanzan el estrellato. (Véase, por ejemplo, la carta, firmada por muchos intelectuales, apoyando a Sergio Ramírez por el caso de un prólogo vetado. Más recientemente se habla del "martirio interior" de Cardenal.)

5. No hay un apoyo signficativo del Estado a los proyectos culturales (entendidos en el sentido estricto de bellas artes, o más amplio de estudio de las identidades).

6. A la empresa privada, porque es excéntrica y tiene el corazón en otra parte, no le interesa el financiamiento de la educación y la cultura. (Excepto si se trata de mortificar a las audiencias trayendo artistas calzón, como Juanes.).

7. En las Universidades las Humanidades han ido de baja en las últimas décadas (con frecuencia descoyuntándose o haciendose cuechitos). El interés son los estudios de negocios, tecnología y derecho.

8. Los intelectuales, por necesidad o ceguedad, tienden a devenir cortesanos del poder (del poder del Estado, del poder de la empresa privada, del poder de los medios de comunicación, del poder de otros intelectuales y notables).

9. Se ha seguido sacralizando la poesía como gran escenario de la identidad, pero no se ha debatido de verdad la identidad.

10. No hay un debate sobre estos puntos que no se lo trague la Personalidad.


(Ya antes había acometido estos puntos en otra parte. Sobre la baja de las Humanidades, también.)

martes, diciembre 09, 2008

Quién tiene (el) poder cultural en Nicaragua?

A partir del affaire Ramírez-Grupo Prisa-Gobierno de Nicaragua, cabe volver a preguntar por el poder cultural en Nicaragua.

En los 1990s todos leímos el libro de Klaas Wellinga Entre la poesía y la pared, un estupendo resumen, entre otras cosas, de los conflictos del poder cultural durante la revolución sandinista.

Wellinga destaca el carácter personal de los proyectos culturales de la revolución (pág. 83). Y los nombres no pueden causar sorpresa: Ernesto Cardenal, Sergio Ramírez, Rosario Murillo...

(Si Wellinga hubiera mencionado el poder cultural de la derecha, sin duda habría tenido que decir que también estaba basado en proyectos personales, y habría mencionado a Pablo Antonio Cuadra.)

Poco ha cambiado desde entonces, al menos en cuanto a los nombres prominentes del poder cultural.

Como ya he dicho otras veces, la revolución sandinista ha dejado una herencia crítica muy importante, la cual creo justo reivindicar. Y creo que desde esa herencia hay que hacer la crítica de esa estructura de poder cultural.

Y no se trata de quitar esos nombres para poner otros. Sino algo mucho más complejo: comprender de manera disciplinada los vínculos entre poder y cultura.

Creo que la Universidad y los intelectuales deberían emprender esa tarea. (Pero el momento no es el más adecuado: estamos muy obsesionados con la política como para poder pensar en la sociología de la cultura, y quizá mucho menos para pensar de verdad en literatura.)

Para mientras son evidentes los peligros:

1. Caer en el cinismo. Pensar que ya que todo se trata de quién tiene más poder, hay que ver el poder como un valor en sí mismo, anulando toda posibilidad de trascendencia. Es decir, anulando los niveles utópicos de la producción cultural. (Una de las razones por qué los cínicos se equivocan).

2. La toma de partido. Aunque estos pleitos son más viejos que la mayor parte de los poetas nicaragüenses, por la debilidad permanente de los ámbitos culturales del país, y por la pobreza de la mayor parte de los intelectuales, y por el entusiasmado partidarismo que nos mueve, es demasiado fácil tomar partido y dejarse arrastrar por los poderes personales que mueven la cultura.

Hace algunos meses me invitaron a un encuentro para discutir políticas culturales, y traté de enfocar estas temáticas de una manera más amplia, así que no estará de más recomendar esa intervención.

Para mientras la discusión todavía no es literaria o cultural, sino política, y personalista. Sin embargo, ya se ha abierto la discusión (también aquí) entre los poetas jóvenes, y se evidencia la ensalada de siglas en que vivimos (y al parecer por los siglos de los siglos).

jueves, noviembre 13, 2008

Intersecciones y transgresiones

Comentario leído en la presentación del primer tomo de la serie Hacia una historia de las literaturas centroamericanas, Universidad Centroamericana, 4 de noviembre de 2008.

Este comentario al libro: Mackenback, Werner (ed.). Intersecciones y transgresiones: propuestas para una historiografía literaria en Centroamérica. Guatemala: F&G editores, 2008, tratará de abarcar tres aspectos: el del contexto, el de la metodología y el de los temas del libro propiamente.

El contexto
Quisiera recordar que el proyecto “Hacia una historia de las literaturas centroamericanas” tuvo su inicio aquí en esta Universidad (la UCA), en lo que se podría llamar los márgenes del departamento de Arte y Letras, y con una posterior relación mucho más fructífera, y todavía viva, con el Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica.

En el departamento de Arte y Letras este proyecto fue apoyado con mucho entusiasmo por el profesor Franz Galich, y por Barbara Dröscher, para luego ser continuado por Werner Mackenback, quien lo ha guiado, junto a otros compañeros e instituciones, a resultados cada vez más interesantes y fructíferos.

El programa de estudio de la carrera de Arte y Letras, lamentablemente desaparecida, estaba organizado según lo que se puede llamar una narrativa occidentalista del arte y la literatura. Estudiábamos primero los clásicos (griegos y europeos) y luego la literatura moderna europea, para llegar a la literatura moderna latinoamericana, en especial, el llamado boom, y culminar con los capítulos de casa: Darío y la literatura nicaragüense.

En los años en que estaba todavía activo este plan de estudio, en el mundo los programas de humanidades estaban dando un vuelco. Se pasó al estudio mucho más localizado o regionalizado de las culturas, y a la elaboración de una crítica radical del eurocentrismo en movimientos que se han llamado de diversa manera: postmodernismo, postcolonialismo, subalternismo.

Por supuesto, los programas occidentalistas (el que usábamos en la UCA, por ejemplo) no anulan la lectura de la cultura propia ni de la sujeción y la subalternidad. Pero esta lectura se tenía que hacer en el margen de las representaciones, y con una idea humanista de la cultura (la creencia básica, idealista u utópica de igualdad “de todos los hombres”). En un programa de estudio descentrado, se leería, además de textos no canónicos (por ejemplo, testimonios), los textos canónicos de una manera novedosa, anti-humanista porque implicaría una crítica explícita del hombre imperialista que ha sido en la modernidad el sujeto de la historia.

No sabemos cómo sería ese tipo de programa de estudio en una universidad como esta, porque no tenemos ahora ni siquiera el primer modelo de programa (el occidentalista) para estudiar arte y literatura. Quedamos sin la Beatriz del modelo occidentalista y sin el retrato alternativo postcolonial. Las causas son abundantes, pero se podría señalar algo que Franz Galich dijo en un artículo del 24 de enero de 2004:

el país que llevó la peor parte del vendaval neoliberal, fue Nicaragua. Una de las áreas más afectadas por la tormenta fondomonetarista ha sido la educación (la universitaria en particular) y de ésta, las Humanidades. Se han desplazado de los pensums de estudios superiores casi todas las materias humanísticas, con excepción de contadas instituciones. Pero de todas ellas, la que ha sacado la peor parte ha sido la literatura.

Actualmente, de las 43 universidades y centros de estudios superiores ¡sólo una posee estudios de literatura! ¡En la tierra del jefe máximo del modernismo! Las políticas neoliberales hicieron que en poco menos de cinco años se desmontaran todas las estructuras de los estudios humanistas en general y de los literarios en particular (“Desde el centro de la Periferia de la Periferia”, El Nuevo Diario).


Como se ha podido notar, en el programa occidentalista se llegaba a la nación (Nicaragua) luego de un periplo en que la cultura viajaba desde oriente. El punto de llegada no era Centroamérica, y no había una conciencia de la posibilidad de que existiera una materia de estudio que se pudiera llamar “literatura centroamericana” o, en plural, “literaturas centroamericanas”. Esta ha sido la principal conquista epistemológica del grupo de estudiosos reunidos en torno al proyecto “Hacia una historia de las literaturas centroamericanas”. Ahora es posible concebir este nuevo campo dentro de los estudios latinoamericanos, así como poner en entredicho la coherencia de los discursos culturales nacionales. Se da, pues, un doble movimiento de posicionamiento académico y cultural: la revelación de Centroamérica dentro de los discursos latinoamericanistas (que, por supuesto, ha tenido algunos precursores), y el cuestionamiento de la centralidad del sujeto nacional mestizo que ha dominado la historia moderna de cada uno de los países centroamericanos.

La metodología
Por la ya mencionada crisis de interés en las humanidades que sufren las universidades en Centroamérica, el trabajo del proyecto integra el trabajo de lo que podría llamarse la diáspora académica centroamericana y centroamericanista, y el trabajo de redes. Dispersos en diversas universidades están la mayor parte de participantes del proyecto, algunos realizan y culminan estudios en Universidades de fuera de la región centroamericana, y, por supuesto, los desarrollos teóricos y epistemológicos han ido pasando a programas de estudio.

El proyecto posee, pues, además del índice especulativo, una influencia en la enseñanza (en las universidades en que esto es posible) la que probablemente se profundizará con el tiempo. Hay que mencionar, además, la organización periódica de los Congresos Centroamericanos de Estudios Culturales, que comenzó en San Salvador en octubre de 2007 (en la UCA de San Salvador, y la UES), y continuará en Tegucigalpa el próximo año en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.

Diáspora y redes responden al contexto de globalización. Por una parte porque lo centroamericano es también algo diseminado por el mundo; por otra parte porque la velocidad del conocimiento requiere del trabajo colaborativo. Probablemente, el sujeto mestizo tuvo su expresión intelectual más alta en el erudito de lo nacional, cuya biblioteca respetaba fielmente los linderos epistemológicos de la literatura y la homogeneidad mestiza, pero esa figuración tiende a decaer.

Así tampoco resulta productiva la imagen de un “ciudadano del mundo” circulando hipnóticamente por la globalización sin detenerse a cuestionar la identidad propia. Todo lo contrario, el grupo “Hacia una historia de las literaturas centroamericanas” parece proponer la producción de un conocimiento localizado, informado por redes de trabajo, en cierto sentido diaspórico, pero arraigado a las problemáticas de la(s) identidad(es).

Los temas del libro
Con esto paso brevemente al libro. Intersecciones y transgresiones es el primer volumen de una serie de tomos que recorren la historia literaria centroamericana. El libro muestra, pues, los cambios de que he venido hablando: la fundamentación de un área de estudio y su diseminación estratégica como saber universitario y académico; el descentramiento de lo occidental y un nuevo estilo de trabajo colaborativo; nuevos actores culturales y nuevos aportes al debate. No se puede incurrir en la historia literaria sin hacerlo a la vez en sus íntimas compañeras: la teoría literaria y la crítica.

El aporte es, pues, complejo y ambicioso, hay que historizar inauguralmente, a la par que teorizar asuntos como qué es lo centroamericano, qué periodizaciones nos competen, cuál es el lugar de los géneros, y, en fin, qué es la literatura desde este contexto. Por supuesto, hay que definir por vez primera o redefinir el canon centroamericano, mientras se deja penetrar de manera crítica las abundantes textualidades que no han sido consideradas hasta ahora literatura. Todos estos tópicos aparecen en este primer tomo, ofreciendo un texto de indudable valor para los estudios humanísticos centroamericanos del presente y su redefinición.

El tema fundamental del libro es, pues, el de las identidades dentro de la problemática de rompimiento con la narrativa occidentalista desde la localidad centroamericana. Este tomo apuesta menos al asentamiento dogmático de unas definiciones teóricas con respecto a la historia literaria que a la apertura del debate. A pesar de las vicisitudes de las humanidades en Centroamérica, este libro muestra el gran momento creativo que atraviesan en su actual posición dispersa y divergente. Esperamos y confiamos en que la influencia de este debate y estos posicionamientos lleguen con fuerza a los ambientes académicos nacionales y centroamericanos.

miércoles, septiembre 17, 2008

La frivolidad del letrado

Hay palabras que se ponen de moda y en el proceso van cambiando o perdiendo el significado. El auge actual de la palabra “letrado” proviene quizá del impacto que tuvo el último libro (publicado en forma póstuma) de Ángel Rama, La ciudad letrada (1984). La lectura apresurada del debate de Rama ha provocado que, de manera casi paródica, se considere a la “ciudad letrada” como algo “intemporal, como los signos”.

En todo lugar donde se encuentre la presencia de un literato, de un burócrata de la cultura, de un poeta laureado, de una asociación gremial, de un hipo culto se averigua la presencia del “letrado” y de la “ciudad letrada”. Y se asegura, entonces, la intimidad del letrado con el Estado y con la nación. Esto tiende a provocar una reacción a-histórica y mecánica, del tipo de “los letrados fundaron la nación”, como si estos pudieran separarse de la sociedad para “fundar” separadamente.

Esta posición mecánica refiere a un viejo debate del marxismo en torno a la autonomía o no del orbe cultural en una formación social. El mecanicismo reciente tiende a invertir la fórmula de que todo está condicionado en última instancia por la economía, para declarar que en última instancia todo está condicionado por la cultura, o, lo que es casi lo mismo, de que todos somos “letrados” y no nos habíamos dado cuenta, y, por lo tanto, no tendríamos que hacer más que lamentarlo.

Quizá este posicionamiento superficial esté basado en que en el texto de Rama hay una combinación de una herencia marxista y otra postestructuralista. Por un lado, la confrontación entre “ciudad letrada” y “ciudad real”, o, jalándolo más al presente, “letrados” versus “subalternos”, recuerda las clásicas confrontaciones históricas entre burgueses y proletarios. Por otra parte, Rama sigue de cerca la declaración de Foucault de que en siglo “clásico” (el del barroco) hay una operación de separación entre la realidad y los signos, lo que equivale a alegar la instauración de un grado de autonomía para la cultura.

En ese caso habría que preguntarse si la confrontación entre “letrados” y “subalternos” es o bien una alegoría de otras confrontaciones más “reales”, o es una confrontación autónoma dentro de unas confrontaciones sociales más generales. En ambos casos, los letrados sólo podrían “fundar” el Estado y la nación de manera simbólica sobredeterminados por una lucha de clases mucho más vasta.

En Rama la “ciudad letrada” parece un dispositivo del poder postcolonial, pero no es necesariamente el único. A pesar de su perdurabilidad, además, esta “ciudad letrada” sufre decantaciones debidas al nacionalismo y la modernidad. Hay conflictos internos en la “ciudad letrada”, hay disensos y proyectos utópicos, y márgenes. La modernidad también separa a la “ciudad letrada” de sus antiguas funciones, y es muy mecánico proclamar una permanencia por fuera de los hechos. (Para el estudio de este aspecto resulta vital el estudio de Julio Ramos, Desencuentros de la modernidad en América Latina.)

En una reseña reciente, Orlando Núñez habla de esta problemática como la de una novela posible cuya trama podría ser “cómo los letrados han inventado la identidad nacional de los nicaragüenses” (Nuevo Amanecer Cultural, 13 de septiembre, 2008). Pero esta proclamación es en sí problemática, y es lo que se debería de estudiar con cuidado, y sobre lo que debería insistirse en no ser mecánico ni maniqueo. Propongo, pues, que en vez de verlo como una novela, lo miremos como un poema, y a partir de un poema.

Mi tesis sería la siguiente: los escritores modernos (a diferencia de los letrados del siglo XIX) sólo podían fundar la nación de manera ideal y la "fundaron" no de forma estatal sino contradiscursiva, es decir, en oposición a la política, afirmando la autonomía, siendo esta autonomía una necesidad moderna, y, a la vez, una operación ideológica. En otras palabras, lo más difícil de estudiar no es si los intelectuales estaban cerca del Estado, sino qué significa la distancia que tenían con respecto al Estado. Decir que los letrados fundaron el Estado se ha transformado ya en un tópico que no comunica nada. Estudiar la autonomía relativa de los escritores modernos frente al Estado, con el que siempre han convivido, es un desafío más arduo.

Ahora, el poema, que pertenece a uno de los más importantes intelectuales de los años 1960s, Beltrán Morales:

Alusión a la pobreza
Ya que la Universidad constituía
comprobado semillero de asnos.
Y ya usted consagrado
como joven homérida elegido
de los dioses, es natural
que en secreto comenzara a cultivar
“su” Hacienda, “su” Isla, “su” Periódico.

Al cabo de los años
usted no resultó
el avispado ganadero peripatético vencido por the poetry,
el barbón anacoreta fundador de la Izquierda Divina en el país,
el probo editorialista al servicio de la Verdad y la Justicia.

Al cabo de los años
creo que usted había ya comenzado a comprender.
(Poesía completa 328).


Este poema resulta magistral porque muestra el aspecto moderno de la fundación del nacionalismo letrado (que no debe confundirse con el nacionalismo sin más), y porque descobija el aspecto ideológico de esta fundación, hablando de lo que se hace “en secreto”. (Desafortunadamente, entre los poetas jóvenes no parece haber secuaces de esta línea poética iniciada por Morales.)

El poema muestra la modernización de la “ciudad letrada”, su cambio de funciones. Esta modernidad es muy contextual: una inoperancia de la universidad y el desprecio de ciertos escritores modernos por lo académico. Una ritualidad que comanda lo culturalmente establecido (ha habido siempre jóvenes homéridas consagrados o a punto de ser consagrados, en Nicaragua).

Y, luego, las fuentes materiales, que por lo general no se ven, en que se sostiene la idealidad fundacional de los escritores modernos: la hacienda, la isla (podría decirse ahora el turismo), y la prensa. Elementos todos ambivalentes: entre el paraíso y el capitalismo, entre la colonial y lo moderno, entre el negocio y la libertad de palabra. Una alegoría, pues, de la literatura moderna en el contexto nicaragüense en el que la “autonomía” aparece mediada por labores aparentemente marginales (los “oficios compartidos” que dijera el novelista).

Este poema es magistral, en conclusión, porque su nivel utópico es manifiesto: uno puede sentir leyéndolo la necesidad (y el deseo) de derogación del estado de cosas en el ámbito cultural. El poema hace manifiesta la posible clausura de un mundo y un entendimiento cultural. De manera, pues, que a mi tesis principal podría añadirse una acotación: a la lucha contradiscursiva del escritor moderno, que ha abandonado una función mecánica de “letrado”, hay que añadir la pesada carga del rito y los ritos de pasaje , es decir, las tradiciones nacionales se imponen a veces a las interpretaciones generales.

Hasta hace poco ese rito se ha llamado en Nicaragua poesía, aunque sus correlatos estén en crisis.

lunes, marzo 17, 2008

La lectura también es tecnología

En las Universidades nicaragüenses, y probablemente las de otros países de Centroamérica, se propagandizan unidas la educación participativa y el uso de tecnologías audiovisuales y de información para mejorar la enseñanza.

El entusiasmo es compartible pero advirtiendo siempre: la lectura también es tecnología.

Si se investiga el estado de desarrollo de la educación en el país (o si se quiere “el estado tecnológico” de la educación), hay que considerar como imperativo las habilidades de lectura, comprensión y pensamiento crítico de maestros y estudiantes.

¿Se investiga el desarrollo tecnológico el país? Hay que ver qué pasa con los programas de bibliotecas públicas y bibliotecas escolares.

¿Se considera al libro un bien que debe circular de la manera más expedita entre estudiantes y población en general? Alguien puede venir a decir que ya no se necesitan las bibliotecas porque la red pondrá los textos en las narices del potencial lector. ¿Hay entonces planes de bibliotecas virtuales-populares? (Algo así como lo que se ha hecho en Venezuela con la Biblioteca Ayacucho al poner su inventario on-line).

¿Se quiere decir algo de la relación entre tecnología y economía? Que se vea cuál es la inversión en bibliotecas, y cómo se relaciona el poder adquisitivo de los universitarios (maestros y alumnos) con el precio de los libros. ¿Cuántos libros puede adquirir un profesor horario de una Universidad nicaragüense por el salario parcial que recibe? ¿Cubren las universidades el déficit de libros y lectura?

(Un punto aparte es el estado de las librerías en el país: negocios tantas veces sonsos en que la papelería ahoga a la librería propiamente dicha, hay un ostentoso afán de negocio educativo, y reinan los bestsellers.)

Si no hay un verdadero desarrollo de las tecnologías vinculadas con el libro (creemos que el auge informático complejiza sus posibilidades en cambio de desaparecerlas), se puede incurrir en lo audiovisual sin esencia ni profundidad, en la información “espectacular” pero blanda, en la clase “participativa” pero monocorde y opaca.

Participar en una clase también es una actividad relacionada con esa tecnología que no debemos descuidar: la de la lectura.






lunes, febrero 11, 2008

Aprendiendo / enseñando cultura

La semana pasada comenzaron las clases universitarias e inició el curso de cultura mesoamericana que imparto en la UCA. Por eso me parece pertinente reflexionar sobre lo que he aprendido enseñando ese mismo curso en los últimos años.

He aprendido fundamentalmente que los cursos universitarios constituyen un escenario político decisivo.

Y esto porque ponen a prueba:
--La teoría: Uno puede estar al “último grito” en teoría, o ser más o menos dogmático o heterodoxo. Impartir este curso pone a prueba qué tan superficial es en realidad mi teoría, sobre todo el vocabulario especializado, y hasta dónde mi dogmatismo es autoritario o mi heterodoxia es acomodaticia y resignada.

--La ética personal: Dar un curso es tener y administrar una posición de poder. Todo lo dicho en el ítem anterior debe ser sopesado según esta verdad.


Posibilidades de cambio/ posibilidades de los valores

En los últimos años he ido modelando el contenido y el estilo de enseñanza del curso. Algunos puntos fundamentales del aprendizaje que propongo son:

1. Los ejes temporales y espaciales de las culturas
2. La colonialidad como hecho fundamental
3. Sabiendo que “no hay un documento de civilización que no sea, a la vez, un documento de barbarie”, pensar las posibilidades de cambio a partir de la cultura.

En otras palabras: un esquema antropológico modelado por el postcolonialismo que trata de salir del relativismo. O de manera más práctica: los condicionamientos históricos y políticos de la cultura y la posibilidad de los valores.

Esto suena abstracto pero deja de serlo cuando aterriza en problemas concretos:
1. La observación de un grupo cultural. Por ejemplo, Octavio Paz analizando a los pachucos (en El laberinto de la soledad).

2. Las diferencias de género y sexualidad. Por ejemplo, durante el carnaval del Torovenado de Masaya (tal como lo estudia Erick Blandón en Barroco descalzo)

3. La subalternidad. Por ejemplo, en el testimonio de Rigoberta Menchú (Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia).

De hecho, estos tres textos, aunque no son por supuesto los únicos para leer, forman el eje “ideológico” del curso.


Un hecho político

Para el tiempo de la Cruzada de alfabetización—primera gran experiencia pedagógica de muchos de mi generación—aprendí que la alfabetización es un hecho político con implicaciones pedagógicas (y no al revés). Esa especie de guía mental de los alfabetizadores provenía, por supuesto, de Paulo Freire.

Y es asombroso (pero a la vez natural) que una verdad como esa busque la realidad (la realización) tantos años después.

He aprendido que se aprende por larga duración, y que hay que buscar en sí mismo los hilos que conecten tu propia experiencia con la de la clase concreta.


Como sabrán los expertos, en la escuela de postgrado se suele jugar al más listo. Muchas horas son consumidas en la competencia de la última lectura y el último teórico. En condiciones de predominio del supermercado de la teoría, esto se vuelve obcecación.

Sin embargo, un curso de pregrado en condiciones reales (sobre todo en condiciones de una universidad nicaragüense) deja poco espacio a la pedantería.


¿Es esto conformismo? ¿Marrulla contra sí mismo o contra los alumnos? Podría ser.

En un curso de cultura se camina en un angosto espacio: a un lado la trampa de la simpleza; al otro, la esquizofrenia de la teoría.


Una última nota sobre el concepto de Mesoamérica. En vez del concepto arqueológico, remitido a las culturas prehispánicas, en este caso hablamos del conjunto plural de culturas que habitan los espacios de México y Centroamérica, estableciendo ejes sincrónicos y diacrónicos de sus convivencias y conflictos.

Buscamos unir lo existente y lo temporal.





miércoles, junio 27, 2007

Cortes e interrupciones

La ya sabida interrupción de Internet en esta parte del mundo, se prolongó microlocalmente hasta hace pocas horas (asunto en el que habría que ser un poco inquisitorio con ibw). Quedó por varios días desconectado el acceso a sitios como Google y Blogger. Entraba END pero no LP. Marcaacme era inaccesible. Etcétera.

En fin, una nota suspendida en el corte y la interrupción:

De la mediocridad aurática

Algunas páginas de White Noise de Don DeLillo (1985). La parodia de los Cultural Studies. Sus correligionarios son inmigrantes neoyorkinos, preferiblemente de Europa la del Este, que han sido sorprendidos por la cultura de masas, y que se preguntan cosas como dónde estabas tú cuando la muerte de Jimmy Dean. Pruébame con Monty, pruébame con Monroe, responde el reprobado que estaba quizá entregado al placer solitario mientras (el) Dean moría en su accidente de carro. (Sí, hay por aquí y por allá pequeños burócratas que creen en el conocimiento aritmético, en la clarividencia pop, en la genialidad retrospectiva; todo esto basado en cursillos más o menos acelerados.)

Pero, en fin, que la Universidad estaba en crisis, entregada a la tarea poco heroica de instituir los departamentos de Hitler Studies, o de Elvis Studies.

DeLillo parece un meticuloso e informado apocalíptico vencido por la ironía y cierta calma geométrica, dura, mercurial. Penetrante, además, con respecto a la domesticidad, y, en especial, la TV., los indescifrables parentescos debidos a divorcios en cadena, y cierto entramado universitario que podría llamarse de la mediocridad aurática.

viernes, mayo 11, 2007

Movimientos culturales y política cultural del Estado nicaragüense

El Foro Nicaragüense de Cultura y la Red Nicaragüense de Escritoras y Escritores (RENIES), con la contribución del Gobierno de Suiza a través de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), convocan a todos los interesados en el desarrollo de la cultura de nuestro país, al primer foro debate cultural a realizarse en el Auditorio Central de la Universidad del Valle, el sábado 2 de junio de 2007, a partir de las 8:30 a.m.
Tema: Movimientos culturales y política cultural del Estado nicaragüense.
Más info en marcaacme.